04. Realidad
Will entró a su casa de manera rápida y con mucho cuidado dejó las rosas sobre el sofá.
—¿Y esas flores? —preguntó su padre—. No me digas que tu madre está de cumpleaños —se puso de pie de su sofá individual y miró a su hijo con preocupación.
—Tranquilo, no son para mamá —Will negó—. Son mis disculpas a la vecina, anoche puede que haya herido sus sentimientos gracias a su hermana la malvada.
—¿Qué? —Theodore arqueó una ceja.
—Iré a ducharme.
El chico subió las escaleras a toda prisa. Había pasado la tarde en casa de su mejor amigo Logan y ya estaba anocheciendo.
El sol comenzaba a ocultarse. Los tonos azules y naranjas pintaban el cielo del vecindario.
—Will, ¿Entonces tu mamá no está de cumpleaños, cierto? ¡Hijo, no respondiste!
❁❁❁
En la casa Schmidt, las gemelas se encontraban en la sala acomodando más cuadros en las paredes y los adornos junto a la chimenea.
Taylor, por su parte, estaba en la cocina comiendo lo poco que quedaba del pastel de vainilla que trajo su vecino anoche.
—¿Luego de colgar estas cosas podemos jugar Mario Kart? —preguntó Alexis y Rain rodó los ojos.
—Tengo mucha hambre, no tengo ánimos para jugar.
—Pero nuestros padres fueron a buscar comida, no deben tardar en llegar, vamos, Rain, no seas así.
—Alexis, la consola ni siquiera está fuera de la caja, si quieres buscar entre todo este desorden y conectar cables por tu cuenta, entonces accedo a jugar —Rain miró a su hermana con burla.
—Ahora que lo mencionas... —Alexis hizo una mueca—. Jugar videojuegos puede esperar.
—Sí, eso fue lo que creí —Rain sonrió.
El timbre sonó y se escuchó la voz aliviada de Taylor desde la cocina.
—¡Al fin llegan con la comida! Comer tanto pastel no es sano. ¡Abran la puerta!
—Yo iré —Rain colgó el cuadro en su mano que era una foto de ella y su hermana cuando eran bebés y fue a la entrada principal.
Lo primero que notó fueron las rosas y detrás de ellas Will sonrió.
—Hola.
—¡Ugh!
—Dado a que una me detesta y la otra está enojada, no sé quién es la que se encuentra frente a mí —dijo Will rápidamente.
—¿Tú quién crees que está frente a ti, cabeza hueca? —se cruzó de brazos—. ¿Por qué sigues viniendo a mi casa? ¿Acaso quieres que llame a mi gato y te saque los ojos? Porque puedo decirle que lo haga y creo que ya te quedó claro que lo hará.
—Oh, así que eres tú... Hulk —Will se puso serio y bajó las flores a la altura de su estómago—. ¿Podrías llamar a tu hermana?
Rain dejó caer las manos a sus costados y evitando decir algo ante el apodo que usó el chico prefirió doblegar su orgullo y advertir que su hermana jamás se iba a fijar en él.
—¿Son para Alexis? —señaló las flores.
Will la miró con cara de pocos amigos.
—No son para ti, eso es seguro.
—Escucha, hay algo que debes saber de Alexis y...
—Para, no quiero oírlo —Will la interrumpió. Rain lo miró exasperada—. Ya has hecho demasiado, tu hermana me gusta y quizás la chica nunca me quiera volver a hablar por culpa tuya...
—William, ya basta. Alexis no te va a corresponder.
—Lo hará, porque ella no es como tú y cuando le explique lo que pasó me va a perdonar y podremos iniciar una amistad y quizás en un futuro...
—Detente, eso da lástima. Ni siquiera la conoces bien, solo sabes su nombre y... ¿Ya estás pensando en un futuro con ella? Tú si que estás mal.
—No solo sé su nombre, también sé que tiene una hermana gemela insoportable que es la personificación de un demonio con cara de ángel —la señaló—. Ahora déjame hablar con ella, porque aunque sean idénticas a ti no te soporto.
—Eres patético y fastidioso —Rain se hizo a un lado y señaló el interior de la casa—. ¡Entra de una buena vez! Haz lo que te dé la gana.
—Lo haré —Will pasó de ella y Rain se cruzó de brazos siguiéndolo.
Taylor salió de la cocina. Al ver a Will entrar a la sala con un ramo de rosas tomó del brazo a su hermana mayor.
—¿Qué está pasando? —preguntó en susurro.
—Viene a declarar su amor por Alexis, o algo así —subió los hombros.
—¿No le dijiste?
—Lo intenté, lo juro —se defendió con fingido pesar—. Déjalo que se estrelle contra la realidad, por lo menos será entretenido de ver —señaló con la barbilla a la sala—. Vamos.
—Eres muy mala, Rain —Taylor negó.
—Me lo dicen seguido.
Y así ambos se pararon bajo el umbral de la sala de estar viendo la cara de incomodidad que tenía su hermana cuándo Will le entregó las rosas.
Einstein también llegó junto a sus dueños y se sentó sobre sus patas traseras viendo la escena.
—Will... No tenías que traerme flores, Taylor me explicó que fue un mal entendido, sé que cualquiera se altera después de una conversación con mi hermana, te perdono.
Le extendió las flores de regreso, Will negó y se las extendió de vuelta. Alexis hizo una sonrisa nerviosa.
—Debí ver lo diferentes que son, lo siento tanto. Por favor, empecemos de nuevo.
—Ya te perdoné, Will.
—¿Y por qué no aceptas mis flores?
—Es demasiado.
—No es verdad, te mereces más que unas simples rosas de seis dólares que compré en el supermercado.
—Will, ya basta —Alexis le quitó las flores y las puso en la repisa arriba de la chimenea.
—Sigues enojada, sabía que debí comprar las margaritas blancas, las rosas rojas son tan...
—Pobre chico, ya me dio lástima —susurró Taylor a Rain.
—Él se lo buscó —respondió ella.
—Will, escucha... El problema aquí no son las flores, necesito frenar lo que sea que tu cabeza esté imaginando sobre nosotros y explicarte la realidad.
—Tienes novio, ¿cierto?
Rain se echó a reír a carcajadas y Will se giró a verla con enojo. Taylor le dio un zape en el brazo a su hermana y Einstein maulló en dirección al chico por pegarle a su dueña favorita.
Alexis puso una mano en la mejilla izquierda de Will y lo hizo verla.
—El problema no eres tú, soy yo —Will frunció el ceño, pero la dejó seguir hablando—. Aunque quizás si seas tú... Porque no eres una chica.
La sala se llenó de un silencio sepulcral y cuando Will captó lo que acababa de revelarse retrocedió con vergüenza.
Will soltó una maldición en chino.
—Oh, William... Si tan solo alguien te hubiera querido advertir sobre esto —susurró Rain con sarcasmo antes de irse para subir a su habitación.
Taylor se inclinó para tomar a Einstein en brazos y juntos salieron de allí siguiendo a Rain lejos de la incómoda situación.
—Lo siento mucho, Will, pero no soy la chica para ti.
—No, no... Está bien, Alexis, todo está bien —le sonrió—. ¿Podemos ser amigos? ¿Verdad?
Alexis sonrió y se acercó para abrazarlo.
—Por supuesto que sí.
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