Capítulo 38
Placer culpable
ARES
Estaba allí, delante de la pantalla de mi móvil, sorprendido de ver a McCain tan decidida a olvidarme, en el fondo me dolía todo lo que estaba pasando, y el imaginarla lejos de mí solo acrecentaba mis ansias de sentir su mano de nuevo a mi lado. Había algo entre ella y yo, una especie de conexión, que me hacía verla hasta cuando ella estaba en la otra punta del mundo, aunque nos separaran kilómetros de distancia.
Dejé de pensar en aquello que me estaba destrozando lentamente, caminé cansado hasta el pasillo, allí vi a mi hermana, sentada en frente de mí, con una mirada triste en sus cristalinos ojos azules.
—Algo me dice que has hablado con McCain—adivinó sin esfuerzo.
—Algo me dice que eres demasiado entrometida—contesté enfadado.
—¿Te has enterado de lo del chico verdad? —soltó mi hermana poniendo una cara aún más triste.
—¿Qué chico? —pregunté intrigado y confundido.
—Una especie de "novio" que tengo—se hizo la tonta.
—¿Cómo que novio? —sentí una punzada ardiente en mi pecho, quería hacer pedazos al que estaba saliendo con Maya.
Al no obtener respuesta por su parte, volví a preguntar enfadado:
—¿Quién es? ¿Y por qué nadie me ha hablado de él? —como no me dijera algo pronto iban a rodar cabezas.
Ella cerró los ojos mientras decía:
—No te enfades cuando te lo diga.
—No puedo prometerte nada, estoy bastante cabreado —le contesté con sinceridad.
—Es tu amigo Scott—soltó por fin.
Al escuchar aquel nombre, de tan sólo imaginarme a mi mejor amigo con ella, me dieron ganas de partirle la cara, pero primero quise ir a su piso a que él me lo explicara, quería tener su versión de la historia. No quise que mi hermana me contara la suya, estaba demasiado decepcionado, mis ojos estaban contemplando a alguien que ya no era mi hermana, ni siquiera la conocía.
Salí en dirección a la puerta.
—¿Estás bien hermano? — sentía el dolor por cada fibra de mi cuerpo, sólo podía ver traición y mentiras, ya no veía a mi hermana
—No, creía que te conocía, pero al parecer me has estado mintiendo todo este tiempo —quiso explicarse, pero no la dejé, cogí mi sudadera, mi móvil y me marché en dirección a la casa de mi mejor amigo.
Al llegar a su piso, llamé varias veces a la puerta, pero nadie me contestaba, repetí el proceso varias veces, pero no obtuve respuesta alguna.
Estaba a punto de irme, cuando me encontré en las escaleras a la vecina de Scott, Greace, que iba a correr todos los días.
—¿Ares? —me miró sorprendida.
—¿Greace? —dije yo más sorprendido.
—¿Qué haces por aquí Milner? —sonrió al verme.
—Buscando a Wolf. ¿No lo habrás visto por casualidad? —pregunté desesperado.
Ella se llevó el dedo índice a la mejilla derecha mientras pensaba y luego dijo:
—¿No te ha contado él que se iba? —por suerte Greace, además de guapa, se sabía todas las historias y cotilleos del edificio.
—¿A dónde se ha ido?
—Se ha ido con su novia de viaje —en mi mente la imagen de mi mejor amigo había caído por los suelos, ¿tiene dos novias?
—¿Por casualidad no sabrás a dónde iba? —dije intentando esconder la ira que me reconcomía por dentro.
—No, lo siento, no sé todo de todo—me sonrió triste, como si supiera por qué le preguntaba
—Bueno gracias de todos modos Greace—le sonreí.
Greace era una chica muy guapa, rubia con los ojos azules, era delgada y esbelta, le gustaba todo lo relacionado con el deporte, además era muy simpática, y lo más importante, siempre podías contar con ella.
Ella me miró fijamente, se sonrojó y me preguntó:
—¿Te apetece correr?
Yo me sentía traicionado, me sentía destrozado por dentro, me había dado cuenta de que no conocía tan bien como yo pensaba a mi mejor amigo y a mi hermana, por lo que decidí que correr un poco me vendría bien para olvidar.
—Me encantaría, ¿crees que podrás seguirme? —vacilé aceptando su oferta.
Ella me miró con aires de superioridad.
—Te doy hasta ventaja.
—Las chicas deben ir primero Greace, tengo que ser fiel al código de caballeros—me encogí de hombros.
Greace era la chica de la que me enamoré de pequeño. La chica rubia de mejillas sonrosadas con la que jugaba en el parque siempre, fuimos a la misma guardería, fuimos al mismo colegio, éramos mejores amigos, pero entonces, ella salió con el chico mono de la clase, el típico tío de novela aburrido. Yo antes no era como soy ahora, tenía aparato, y era un flacucho muy blanco, vamos, que era un don nadie, el típico empollón con gafas al que su mejor amiga ve como a una mascota a la que poder abrazar cuando todo va mal o cuando su novio le ha dejado.
Me cambié de instituto cuando crecí, y entonces, nos separamos, ninguno supo nada más del otro, yo salí con la hermana de Scott y la olvidé. No recordaba lo guapa que era, hasta que la vi hace unos meses entrando al portal y me escondí tras mi moto para que no me viera.
Estábamos corriendo el uno al lado del otro, ella me adelantó, yo le adelanté, no hablábamos mucho mientras corríamos, aunque de vez en cuando nos mirábamos. Cuando terminamos de correr, nos sentamos en el viejo parque al que solíamos ir de pequeños. Para mi sorpresa nuestros columpios seguían allí.
—No me creo que seas tú Ares—soltó sonriente.
—Un poco cambiado, pero sí—me reí.
—Un gran cambio más bien, no te reconozco —no dejaba de comerme con los ojos.
—Tú estás igual de guapa que siempre—comenté.
—¿Has salido con muchas chicas desde que nos separamos? —era mejor que no fuera sincero al responder esa pregunta.
—Unas pocas—solté con desapego—. ¿Y tú? —pregunté por educación.
—Algún que otro—dijo con naturalidad—. ¿Qué es de tu vida Ares? Cuéntame hasta donde ha llegado el gran Ares Milner—comentó riéndose.
—Quiero ser fotógrafo profesional, aunque el instituto lo saqué con la nota más alta —le conté orgulloso de mis logros y metas.
—¿Te gusta la fotografía?
—Me encanta.
—Y a mí—abrió los ojos con emoción.
—¿Tú también quieres ser fotógrafa? —me sorprendí de que tuviéramos aficiones comunes.
—Sí—contestó con una sonrisa.
Se nos hizo un poco tarde mientras hablábamos, ella miró su reloj, sacó un papel y dijo mientras escribía algo en él y me lo entregaba:
—Mi teléfono, tenemos muchas cosas de las que hablar Ares —¿acababa de conseguir el teléfono de la chica que tanto me hubiera costado conseguir cuando pequeño como si nada? Aún no me lo podía creer—. Tenemos mucho que contarnos. Llámame por la tarde y hacemos una noche de películas, como en los viejos tiempos.
—¿Quieres volver a torturarme con tus romances pastelosos? —puse cara de asco.
—Sabes que te encantan —me recordó nuestra antigua complicidad.
—Los odio —me rasqué la cabeza como si resultara evidente.
—Pues los vas a ver conmigo, ya nos veremos guapo—me dio un beso en la mejilla.
Dos cosas a analizar: Greace Denight Lindt, la chica de la sonrisa perfecta, había vuelto a mi vida y la segunda era que eran las seis de la tarde, y desde el lugar en el que estaba no llegaba al estudio a mi hora ni corriendo.
Había conseguido olvidarme de McCain, pero el precio que tenía que pagar por ello, era que había perdido a mi mejor amigo. Ahh y Greace me había llamado guapo, vamos que había sido un día muy productivo.
MAYA
Tuve que mentirle a Ares, no quería que se enterara de que McCain se había ido de viaje con su novio, y por desgracia casi se me escapa, así que tuve que inventarme lo de Scott, sólo espero no haberlo metido en problemas con Ares.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top