Capítulo 24

No voy a dejar que me olvides

Una y otra vez pensé en si mandárselo o no, me estaba costando mucho decidirme. Finalmente, decidí que iba a ser el último mensaje que iba a escribirle, porque había creído al idiota de Milo en vez de a mí, y ya no la veía con los mismos ojos, por no querer, ya no quería ni conquistarla, ya me daba igual el plan y me daba igual todo.

Escribí el mensaje, lo envié y me marché de allí.

ERIKA

Iba en el coche con Milo de vuelta a casa, me paré en un semáforo en rojo y recibí un mensaje en el móvil, desbloqueé la pantalla y vi el contacto de Ares:

>>Éste es el último mensaje que voy a mandarte, y luego te dejo en paz, pero lee bien lo que voy a escribir: "Él es gay"

Leí el mensaje y me eché a reír, no podía parar de hacerlo, entonces Milo que estaba sorprendido, me preguntó:

—¿De qué te ríes? —decidí comentarle el último y patético intento de Ares.

—Ares, que me ha mandado su "último mensaje"—hice el gesto con los dedos.

—¿Y qué decía? —se rio el también.

—Dice que eres gay—dije riéndome, pero Milo ya no se reía, de hecho, se quedó unos segundos callado, por lo que deduje que me ocultaba algo.

El silencio lo rompió él.

—Es cierto.

—¿Qué? —me quedé con la boca abierta.

—Lo de que soy gay.

—¿Cómo? —la perplejidad era producto de que Ares no me había mentido, me sorprendió el ver que había sido sincero conmigo, hasta sin estar presente era capaz de hacer mi vida imposible—. ¿Me has estado utilizando? —dije entre decepcionada, cabreada, dolida y me sentía fatal.

—Lo siento Erika—se disculpó, pero ya era tarde, porque había confiado en él abandonando a mi amigo. Al darme cuenta del error que acababa de cometer mi mundo se puso bocabajo.

—Bájate del coche—le ordené con un enfado descomunal.

—Escúchame antes.

Le desabroché el cinturón y volví a repetir:

—¡He dicho que te bajes! —le grité más que cabreada.

Se bajó puse en marcha el coche y corrí con él todo lo que pude hasta llegar a mi casa. Me tiré en la cama destrozada hasta quedarme dormida, cosa que se me hizo imposible, no tanto por el hecho de que Milo fuera gay sino porque el mensaje de Ares se repetía en mi mente constantemente haciéndome sentir la peor persona del universo.

>>Éste es el último mensaje que voy a mandarte y luego te dejo en paz<<

Al día siguiente, me había olvidado de Milo, no sé por qué, y solo podía preguntarme como una loca en voz alta:

—¿Cómo que el último mensaje? Sé que dije que no quería que me molestara, pero una parte de mí, le necesitaba, aunque me burlara, en el fondo le apreciaba.

>>Odio decírtelo, pero se ha convertido en alguien importante para ti<<

Me fui a ducharme para poder sacar todos esos sentimientos que nublaban mi mente, relajarme y reflexionar.

—¿Cómo pude dejarme engañar por Milo y no confiar en Ares? —quería golpearme la frente con la pared por haber sido tan ilusa.

>>Normal que esté dolido, él creía que era tu amigo<<

Me dijo mi subconsciente, haciéndome sentir mucho peor.

Al final de mi reflexión me sentía fatal, esta vez la mala había sido yo, y lo sabía. No creí que Ares fuera en serio con lo de "éste es el último mensaje" o eso esperaba. Fue entonces cuando escuché vibrar mi móvil, era un mensaje de él, tenía que serlo, estaba segura. Lo desbloqueé y al ver que sí lo era sonreí, me dispuse a leerlo.

>> ¿Dejamos lo de los planes vale? He decidido olvidarte. Adiós Erika —leí aquello y mi sonrisa desapareció al instante, iba a escribirle, pero el teclado no me dejaba, entonces fue cuando me di cuenta de lo que pasaba y no me lo podía creer, me había bloqueado y no solo eso me había llamado por mi nombre y no por uno de sus horribles apodos a los q me había estado acostumbrando últimamente. Fui al colegio esperando verlo en clase, para reprocharle el haberme bloqueado, pero al llegar a clase y mirar hacia su asiento, vi que estaba vacío. Esperé toda la hora a que viniera, pero no apareció, después de otra hora interminable, el director apareció y dijo:

—Nuestro alumno más aventajado, ha solicitado cambiarse de clase.

Después de escuchar aquello, empecé a creerme que quería olvidarme de verdad, y decidí reaccionar.

>>Será idiota<<

—Pues Ares va a volver, como que me llamo Erika que vuelve—dije al escuchar el timbre que indicaba el descanso, saliendo de mi clase y dirigiéndome al despacho del director. Al llegar a su despacho le saludé:

—Buenos días director.

—Buenas días, Erika—respondió él amablemente.

—¿Puedo saber por qué ha cambiado a Ares? —pregunté tensa y sin rodeos.

—Siéntese, le diré el motivo que ha puesto—pareció entender la razón de mi enfado.

Me senté y empecé a jugar con mis piernas, la tensión aumentaba.

—Él ha solicitado el cambio, yo no lo he cambiado.

Eso me dolió, y se lo haría pagar cuando estuviera de nuevo en clase. Pero ahora tenía que centrarme en conseguir que volviera.

—¿Por qué lo ha solicitado? —quería escuchar el motivo tan convincente por el que le habían permitido hacer semejante estupidez —. ¿Algún motivo tendrá? —puse cara de extrañeza, aunque me olía por qué lo había hecho.

—Ha alegado que, si quiere que siga sacando buenas notas, las mejores de hecho, tenía que dejar que se cambiara, ya que había demasiadas distracciones—me contó desde su sillón consiguiendo cabrearme del todo.

—Ahh, ahora soy una distracción—dije con mi pierna apunto de taladrar el suelo de la rabia.

— ¿Disculpe? —preguntó confundido, ya que al parecer no había oído mi comentario.

—Nada, nada—respondí, quitándole importancia para que no hiciera preguntas.

>>Éste se va a enterar, nadie me llama distracción<<

—Devuélvalo a su clase—le ordené, debí de decirlo en un tono muy elevado porque hasta se recolocó en el sillón.

—No me ordene usted cosas señorita, ese chico es un genio, y eleva las notas del instituto, así que, si no tiene usted un argumento válido para convencerme, me temo que tendré que pedirle que se vaya—me señaló la puerta para que me fuera y me olvidara del tema, pero yo me limité a pensar qué haría Ares en esa situación y se me ocurrió la idea perfecta.

—¿Quiere un argumento? —intenté sonar con la mayor seguridad posible —. Veamos sus notas entonces—más que pedirlo amablemente fue una orden educada.

El director sacó las notas de Ares de todos los exámenes, las tenía anotadas en una agenda. Empecé a mirar las fechas y sonreí, confirmé lo que suponía y empecé a decir rápidamente y muy cabreada.

—27 de abril, Ares y yo hablamos con notas en clase, hicimos un examen de literatura ¿cuál fue su nota? —le señalé el diez de Ares, por si no le alcanzaba con las gafas para verlo con claridad.

Iba a hablar, pero yo continúe diciendo:

—15 de mayo, día después de que hiciéramos su plan de la pintura, ¿cuál fue su nota? —volví a señalarle el diez, él estaba sorprendido, pero la veracidad de mis argumentos parecía estar convenciéndole, se le notaba en la mirada.

—22 de mayo, día de antes de nuestra pelea ¿cuál fue su nota? —esta vez no me hizo falta decirlo.

—Déjeme adivinar, ¿diez? —preguntó.

—Exacto, diez, así que devuélvalo a clase, porque yo soy la que consigue que él de lo mejor que tiene—la frase me sonó tan bien en mi cabeza que la guardé en mi mente para recordarla.

—Pero...—intentó rebatirlo, sin embargo, era imposible, no tenía argumentos para hacerlo, por lo que le interrumpí.

—Ni peros ni nada, ¿quiere un Ares de diez o no? —él se llevó las manos a la cabeza y asintió a mi propuesta.

—Está bien McCain, tú mandas—y yo sonreí, pero no porque iba a hacer lo que yo quería, sino porque había conseguido ganarle a Ares.

Cogió el megáfono, carraspeó y enunció:

—Atención, Ares Milner, vuelve a tu clase—me estaba imaginando su cara al escuchar aquello, tenía una satisfacción enorme en ese preciso instante mientras volvía a mi clase caminando.

Ahora iba a enterarse de lo que soy capaz, al entrar con mi sonrisa victoriosa, lo vi en su sitio, muy serio, me ignoró las dos horas siguientes, pero a la tercera me cansé. Escribí en un papel pequeño y se lo tiré a la cabeza, él ni siquiera lo miró, así que escribí en uno más grande y le volví a dar, esta vez en la cara. Se molestó, y yo, para incrementar su enfado, me reí lo suficientemente alto para que él lo escuchara.

ARES

Me obligaron a volver a mi antigua clase, iba a ser difícil ganar la pelea con McCain, era demasiado luchadora. Me senté en mi sitio y no la vi, hasta que diez minutos después, ella entró con aires de superioridad y una sonrisa por la puerta, yo me limité a ignorarla.

Era última hora, un pequeño papel me dio en el lado derecho de la cabeza, ni me inmuté, y entonces, una pelota de papel me dio en la cara, eso sí me cabreó, encima, miro para el lado y veo a Erika partiéndose de risa. Cuando vio que le había visto, me miró y me dijo:

—Coge el papel.

—No—me negué.

—Como quieras, te tiro otro, tengo muchos más—sus amenazas eran tontas pero efectivas.

—Chantajista—solté mientras cogía el papel.

Abrí el papel y leí el mensaje, era claro, conciso, y estaba escrito en letras negras.

>>No voy a dejar que me olvides.

Escribí una respuesta en el papel y se lo lancé a la cabeza.

ERIKA

Cogí la bola de papel y leí en letras mayúsculas:

>>DÉJAME.

Estaba muy enfadado, se notaba, pero por lo menos respondía a mis notas. Comencé a pensar cómo hacer para que él bajara la guardia, y entonces se me ocurrió, la única forma de que Ares Milner participe en algo era atacando a su lado competitivo, escribí un mensaje que sabía que no iba a poder resistir y se lo lancé.

>>Creía que Ares Milner no se rendía nunca.

Sabía que le había vencido, lo veía en sus ojos, pero entonces, la campana sonó, y él se marchó, tirando mis notas a la basura mientras caminaba rápidamente.

Desesperada, me fui a mi casa, pero no podía dejar de pensar en él, y eso que había quedado con Scott.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top