✨ Prólogo ✨
Poco a poco la noche cae en la ciudad de Santa Marta y las calles de esta comienzan a vaciarse.
La hora de dormir de los niños ha llegado y los padres comienzan a llevar a los niños a la cama, mientras los jóvenes salen a tomar un paseo nocturno.
Pero, esta historia no es sobre los jóvenes divirtiéndose, ni sobre los ebrios que andan por las calles, sino sobre un pequeño niño y su peculiar madre.
Nos dirigimos a una grande, pero sencilla edificación, donde se supone el chiquillo debería estar durmiendo; sin embargo, Matt no logra caer en los brazos de Morfeo tan rápido como su madre espera.
El niño suspira y sujeta fuertemente su acolchado con sus pequeñas manos para luego llamar a su madre, quien inmediatamente aparece por el umbral de la puerta.
—Matt, ¿qué sucede?—cuestiona Estela.
—No tengo sueño.
Su madre sonríe levemente y se acerca a la cama de su hijo.
—Ya casi son las ocho y sabes muy bien que después de ese horario tú debes estar dormido—sentencia su madre para luego darle un golpecito en la punta de la nariz a Matt.
El niño arruga la nariz y sube su acolchado hasta taparse totalmente la cara.
—Léeme un cuento… por favor—susurra, avergonzado.
Estela suelta una carcajada y retira el acolchado del rostro de su hijo.
—¿Y eso?—pregunta, a lo que Matt se encoge de hombros— Pensé que odiabas los cuentos.
—Todos mis amigos hablan de ellos casi todo el tiempo, solo…bueno, quise saber qué era leer este tipo de libros—confiesa.
—Con gusto te leeré uno, pero solo con una condición—dice a lo que Matt eleva una ceja—; será el libro que yo escoja.
—De acuerdo, pero… que no sea de fantasía, mami.
Su madre río y le guiñó el ojo para luego salir por la puerta, no sin antes decir:
—No puedo asegurar nada. Ya vuelvo.
Estela camina entre los pasillos del hogar hasta llegar al fondo de este, para encontrarse con una puerta que conecta al sótano, y unas escaleras que le permiten llegar. Estando allí dentro, enciende las luces y comienza a buscar una caja.
Luego de algunos minutos la encuentra en un rincón apartado y con detalles que la hacen sobresalir de las demás cajas ordinarias. Su color es blanco, junto a una gran estrella brillante que se encuentra en la parte superior de la caja, pintada de dorado.
Estela sonríe y sacude el polvo de la caja, para luego abrirla. En su interior hay varios objetos, entre periódicos, diarios, fotos e incluso un collar algo inusual. Pero, eso no es lo que esta buscando Estela, sino aquel pequeño libro de tapa azul con un conejo pintado en ella, que se encuentra en el fondo de la caja. La castaña lo toma entre manos y le retira el polvo que tiene y después regresa por donde vino.
Al llegar a la habitación de Matt, este se encuentra ansioso en su cama, a la espera del libro que su madre trae.
—¿Qué libro es ese?—pregunta.
—Uno que te va a encantar.
—Bien, muéstrame—Y alargó su mano para que su madre se lo diera, y así hizo. Apenas vio la portada una expresión de desagrado se formó en su rostro—¿Fantasía, madre? Sabes que no me gusta. La mayoría de cosas o seres que salen allí son puras patrañas, ¡patrañas!
—No deberías hablar así, has de saber que tu realidad y la que encontrarás en este libro son muy parecidas—Matt va a reprochar, pero su madre se adelanta y continúa—: por que la realidad es la misma fantasía, aunque ahora te cueste creerlo. Eres muy pequeño, físicamente, Matt; sin embargo, posees una madurez que no va acorde a tu edad y es esta misma la que no te permite ver lo que los niños de tu edad conocen.
—Madre, deberías comenzar a madurar; ya no eres un niño. Yo ya lo estoy haciendo—reprocha el ojiceleste.
Su madre sonrió.
—Yo ya maduré, Matt. El madurar no quiere decir que dejaré de creer; al contrario, me ayudó a entender que las cosas son idénticas a como las veía de niña, simplemente que hoy en día no todos lo hacemos, debido a que nuestra sociedad poco a poco se ha acomplejado más, hasta tal punto de buscar siempre un por qué razonable, desde un punto de vista científico a las cosas.
Su hijo, dándose por vencido asintió, como las anteriores veces que habían tenido esta misma plática.
Estela abrió el libro y sentándose en el borde de la cama se dispuso a comenzar la lectura.
—"Alcanzando Estrellas"—Leyó el título y cambió de página.
✨✨✨
Bueno... Vuelvo otra vez, jeje.
AE viene con toda y seguiré actualizando en algún tiempo, cuando tenga la mayoría del libro escrito—el cuál no va a ser muy largo— y, de este modo no tardaría tanto en actualizaciones.
Dejaré el prólogo por aquí, sin fecha de lanzamiento y volveré cuando por lo mínimo, lleve 10 capítulos escritos y editados.
Posdata; para los que antes leían AE, verán que cambié los nombres de los personajes y algunas cosas en la narración.
Los quiere, Val.
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