3. ¿Qué bando elegirías?

El cuarto estaba frío y oscuro.

En una pared el retrato de un mago de rostro blanco, sin cabello, ojos rojos y fosas nasales en lugar de nariz observaba a su descendencia.

Padre, ya estoy cerca, tenga paciencia. Pronto nos podremos ver.

¿Tienes a Potter?

Estoy en ello. Antes debo ganarme su confianza.

Llevo mucho tiempo esperando. Debemos cumplir la profecía.

Lo sé, padre. Pero debe tener paciencia. Sólo dispondré de una oportunidad para llevar a cabo nuestro plan sin interferencias.

Si no sale bien, sólo tómalo a la fuerza.

Saldrá bien. En este momento hay dos Potter en Hogwarts. No se preocupe, me estoy acercando a uno de ellos.

¿No sospechan nada?

Tengo una buena estrategia para disuadirlos de que se planteen que pueda unirme algún lazo sanguíneo a usted. De todos modos, sólo hay rumores infundados. Nadie sabe con certeza que usted tuviese algún hijo.

El rostro del mago sonrió mostrando unos dientes afilados.

Bien, mantenme al tanto de todo y apresúrate. No me gusta esperar.

¿Cuándo usted regrese podré matar yo al chico?

Sí, pero el padre es mío.

Cómo gustéis –sonrió.

...


Harry se despertó de golpe en su casa con la respiración agitada.

–¿Pasa algo Harry? –preguntó su esposa.

–No estoy seguro, creo que tuve una pesadilla.

–Debe ser por el estrés de estos días. ¿Qué soñaste?

–No lo recuerdo... creo que soñé que me dolía la cicatriz –tocó su frente acariciando la marca en forma de rayo.

–Oh, Harry –suspiró Ginny – ¿te ha vuelto a doler?

–No..., sólo en el sueño.

–¿Recuerdas algo más?

–Su voz pronunciando mi apellido.

Ginny acarició el cabello de Harry, le dio un beso en la frente y luego lo besó en los labios.

–Todo está bien, sólo fue una pesadilla –miró su despertador–, aún son las dos de la mañana. Será mejor que durmamos.


El primer día de clase, Albus se despertó dispuesto a encajar en su nuevo hogar. Esa noche había tenido tiempo de pensar y planificó una estrategia. Sabía que tendría toda la mañana ocupada con las clases, aprovecharía esto para entablar amistad con sus compañeros, intentaría hablar con Rose en el caso de que se le pasase el enfado. Tras comer buscaría al jefe de Slytherin para pedir el cambio de cuarto. Una vez libre se encontraría con cada Weasley por separado para que fuesen aceptando a Scorpius, empezaría desde los que consideraba más fáciles. Primero Molly y Louis con los cuales no creía tener ningún problema, seguiría por Victoire... y los demás ya serían más difíciles, con lo cual sería mejor poner de su lado a los anteriores para que ayudasen a la hora del acercamiento a los huesos duros de la familia. Sería un día largo.

En el comedor pudo ver a su familia sentada toda junta, ninguno alzó la vista en su dirección, era una mala señal para comenzar, buscó a Molly, la joven estaba comiendo y hablando con un chico que se sentaba a su lado, parecía alegre. Sí, era la mejor opción para empezar. Cómo si notase su mirada la muchacha alzó la vista y le sonrió, Albus le devolvió la sonrisa y la saludo con un leve movimiento de la mano, ella respondió con un asentimiento. Podía funcionar.

–Te veo muy alegre –le dijo Scorpius.

–Sí, te voy a presentar a mi familia.

–¿Qué? –el rubio lo miraba sorprendido.

–Quieres tener amigos, ¿no?

–Espera, ¿me vas a meter en una manada de leones hambrientos?

Albus rió al ver que su amigo palidecía.

–Tranquilo, esperaremos a que llenen su estómago antes de entrar en su jaula.

–Albus... ¿estás bromeando?

–Más o menos... –sonrió despreocupado.

Scorpius contempló como los Gryffindor desayunaban animadamente.

–Buenos días, Turner. –Saludó Albus al chico que acababa de tomar asiento a su lado.

Turner lo miró unos segundos y se sirvió leche en su tazón.

–¿Sabes qué hoy compartimos la primera y la última clase con Gryffindor? –continuó el moreno.

–Yo también tengo el horario Potter –respondió Turner secamente.

–Claro –Albus sonreía alegremente, por el avance.

–¿Compartimos dos clases con ellos? –preguntó Scorpius.

–Sí, transformaciones y pociones. ¿No miraste el horario?

–No, creo que lo olvidé cuando me fui a tu cuarto.

En esos momentos varias lechuzas hicieron acto de presencia en el comedor y repartieron la correspondencia a los alumnos. Una parda dejó caer una carta frente a Albus, mientras una blanca le dejaba una pequeña caja a Scorpius.

Albus abrió su carta. Era de sus padres.


Hola, Albus.

¿Cómo ha estado tu ceremonia de ingreso?

¿Está todo bien? Tu padre ha tenido una pesadilla y se ha despertado algo inquieto. Creo que está preocupado por ti.

Cuéntanos todos los detalles de tu primer día, así seguro que se tranquiliza.

¿Qué te ha parecido la sala común de Gryffindor?

Lily te extraña mucho, te envía un dibujo.

Con amor, mamá.


En el final de la carta estaba dibujada una niña abrazada a un elfo doméstico, ambos rodeados de flores. De cada personaje salía una flecha indicando sus nombres, Lily y Kreacher.

Albus sonrió mirando el dibujo, luego repaso la carta y se entristeció.

–¿Malas noticias? –dijo Scorpius que mordía una rana de chocolate.

–Creo que mi padre ha tenido un mal presentimiento, seguro que ya sospecha que estoy en Slytherin.

–¿Crees que se decepcionará?

Albus asintió, luego negó.

–Puede...

Su amigo le ofreció unas varitas de regaliz de su caja, la cual estaba llena de golosinas.

–¡Valla! ¿Tus padres te han mandado todo eso?

–Sí –sonrió el rubio –. ¿Qué vas a hacer?

Albus miró a la mesa de Gryffindor, James también había recibido una carta. Suspiró.

–Supongo que mi hermano se encargará de contarles en que casa estoy.

–No sería mejor que lo hicieses tú.

–Quizá luego les escriba algo y se lo envíe por Porcupine.

Tras terminar de almorzar escucharon la campana que daba comienzo a su primera clase, el de ojos verdes se veía mucho más entusiasta que el día anterior. Se apresuraron para llegar al aula de transformaciones, Albus vio a su prima tomar asiento en la primera fila junto a otra alumna de Gryffindor y se encaminó a sentarse tras ella.

–Vamos Scorpius.

–No creo que sea buena idea –dijo viendo las intenciones de su amigo.

–Tranquilo, no te va a morder... y pensar que ayer te hacías el guay.

–No me hacía "el guay"... y no temo que ella me vaya a atacar, ¿o debería? –lo miró con duda.

–Mmmm... Creo que no –Albus sonrió y se sentó.

Scorpius tomó asiento a su lado.

–Hola Rose, ¿te gustó tu sala común?

Rose se enderezó en su silla sorprendida al escuchar la voz de su primo, se giró con dubitación a mirarlo y se encontró con los ojos grises del rubio que la observaban curiosos, apartó la mirada para dirigirla a su primo.

–Ho–hola Al. ¿Qué quieres?

Notó que su prima estaba tensa y procuraba ignorar a Malfoy.

–¿Cómo es tu sala común? –dijo intentando entablar una conversación.

–Al ya sabes cómo es la sala de Gryffindor –miró nuevamente al rubio que no había apartado su mirada de ella, frunció el ceño y se dirigió nuevamente a su primo–si lo que quieres es hablar, lo haremos cuando recuerdes quien es tu familia.

–Sé quién es mi familia.

–No lo parece, deberías recordar cómo pasamos cada 3 de Mayo –se giró nuevamente en la silla.

En esos momentos un cuervo negro entró volando al aula y aterrizó en la mesa de la profesora.

–Siento lo que ha tenido que pasar tu familia, Rose –creyó escuchar la pelirroja que decía un susurro tras ella.

El cuervo se los quedó mirando unos segundos y ante el asombro de todos se transformó en una mujer joven de cabello corto ondulado. Rose no sabía si la asombraba más la transformación o el comentario anterior; si no se lo había imaginado.

–No... no me llames por mi nombre –susurró.

–Mi padre cambió de bando, él no...

–Tu padre torturó a mi madre –lo interrumpió.

–Rose, sabes que no fue él –dijo Albus.

La chica se giró y miró con ira a su primo, en sus ojos se podían ver lágrimas retenidas que en cualquier momento desbordarían.

–¿Rose?

Albus alzó la mano para calmarla.

–¡No me toques!

El moreno se detuvo. Toda la clase los estaba mirando.

–Él es igual de culpable que esa mujer –se apuntó con la varita al rostro– ¡Tergeo!

Ya sin lágrimas se apresuró a sentarse mientras la profesora se les acercaba.

–¿Qué está pasando aquí?

–Lo siento profesora, sólo les estaba mostrando un hechizo que aprendí ayer.

–Estamos en clase de transformaciones, no era el momento para eso, ni para gritar señorita...

–Weasley, Rose Weasley –respondió.

–Por esta vez lo dejaré pasar, pero al próximo que demuestre un comportamiento tan irresponsable se le sacaran puntos a su casa.

Rose bajó los hombros y la cabeza queriendo desaparecer.

–Tu prima es increíble –susurró Scorpius.

–¿A qué te refieres?

–¿No la has visto? Es el primer día de clase y ha ejecutado perfectamente un hechizo. Y no sólo eso, se lo ha hecho a ella misma.

–¿Y?

–Solo pudo haber ensayado ese hechizo entre ayer y hoy. Un encantamiento mal conjurado puede causar daños en el objeto que lo recibe.

Scorpius la miraba atónito.

–Pero tú hiciste lo mismo ayer.

–No, Al –el rubio le sonrió–, lo que hice ayer fue un truco.

El moreno lo miraba con confusión.

–Tus tíos están fabricando un surtido de hechizos embotellados. Supongo que ya lo sabes.

La profesora colocó unos libros sobre la mesa y buscó una hoja.

– ¿El Weastronus?

–No sólo el patronus de unicornio. Antes de ese crearon el Wearmus. Qué es una imitación del Expelliarmus. Son inofensivos contra amenazas reales. El unicornio solo distraería unos segundos a los dementores, pero es una criatura bastante hermosa y su función para mandar mensajes a cortas distancias está bastante bien. Y el Wearmus sólo funciona si el oponente está distraído y lo máximo que produce es un empujón. La realidad es que son una mezcla de pociones con encantamientos. Tu familia es increíble.

–Te dije que no soy como ellos –sonrió tristemente Albus.

Scorpius le dio un codazo.

–No te menosprecies Potter.

–Mi nombre es Natasha Chean –dijo la mujer frente a ellos tras escribir su nombre en el aire con su varita –. Soy vuestra profesora de Transformaciones. Cómo aún no os conozco empezaré por pasar lista, cuando diga vuestros nombres os acercaréis a coger un puñado de paja que tengo en esta caja –señaló una gran caja de madera que estaba situada sobre la mesa.

Su primera clase consistió en transformar el puñado de paja en agujas. Rose fue la única que al final de clase tenía todo su montón transformado en agujas. Scorpius consiguió transformar correctamente la mitad. Mientras que Nott transformó todo lo suyo en alfileres.

Al salir para su segunda clase, Albus escuchó que un chico rubio comentaba, que ahora entendía a que se refería su abuela cuando decía, "es más difícil que encontrar una aguja en un pajar".

No volvieron a tener clase con Gryffindor hasta la última hora. En pociones el profesor Slughorn se había deshecho en halagos hacia los padres de varios alumnos, entre ellos Harry y Hermione. Luego les pidió hacer una sencilla poción para el dolor de estómago en parejas siguiendo las instrucciones del libro. Slytherin ganó 20 puntos pues la poción de Scorpius y Albus resultó ser la mejor de la clase. A diferencia de en Transformaciones a Rose no le fue demasiado bien. Durante esa clase la pelirroja no les dirigió ni una mirada y se dedicó a centrarse en su tarea.

Cuando terminó la clase Albus se quedó de último para poder hablar con el profesor Slughorn.

–Potter, muchacho, ¿qué haces aún aquí?

–Me gustaría hablar con usted, profesor.

–¿Pasó algo?

–Tengo algunos problemas con varios de mis compañeros de cuarto, y como usted es el jefe de nuestra casa me gustaría que me cambiase.

–No estoy seguro de que eso sea posible. ¿Qué problemas has tenido?

Albus sabía que si contaba lo de anoche era muy probable que metiese en problemas a su amigo.

–Pues... son Nott y Macnair...no les caigo bien por el pasado de nuestras familias. Creo que todos estaríamos más cómodos si estuviese en otro cuarto.

–Pero muchacho, eso son prejuicios. Dales un poco de tiempo, puede que te sorprendan.

–No lo creo...

–Ayer estuvieron a punto de pegarle profesor –dijo Scorpius desde la puerta.

–¡No!, sólo estaban bromeando.

–¿Estaban bromeando? ¿Qué pasó?

–No fue nada. Solo bromeaban sobre una película muggle que habían visto y estaban imitándola. Scorpius nos vio en ese momento y debió mal interpretarlo.

–Una película muggle... ¿Es eso cierto Malfoy? –preguntó el profesor.

Albus lo miró con suplica.

–Sí... –suspiró–. Es probable, después lo soltaron. Supongo que solo era una broma. Lamento la confusión.

El profesor los miró a ambos alternativamente.

–En ese caso, no hay problema en que sigas en tu cuarto.

Ambos alumnos salieron del aula tras su fallido propósito.

–¿Por qué los defendiste? –preguntó Scorpius.

–Porque de no ser así te habrían incriminado a ti.

–Eso es problema mío. Si se lo hubieses dicho te habrían cambiado de cuarto.

–No te preocupes, les has asustado. Puede que no vuelvan a intentar nada.

–Al... ¿realmente crees eso? –Scorpius sonrió –Supongo que tendré que hablar con Turner.

–¿Por?

–Pues para que me cambie de cuarto. ¿Para qué sino?

–¿Pero eso está permitido sin el consentimiento de los maestros?

–No lo sé... pero lo voy a intentar. De todos modos nadie tiene que saber que no tengo el consentimiento.

–Ah, entiendo.

Ambos compartieron una sonrisa cómplice.

La jornada de clases había terminado. Pero el Profesor de historia de la magia no había tenido piedad con ellos por ser su primer día de clase. Les había pedido que realizasen una redacción sobre los inicios del uso de la varita. Albus se dirigió con Scorpius a la biblioteca. Les costó un poco llegar entre tantas escaleras y pasillos.

La biblioteca era un lugar amplio lleno de mesas de estudio y estanterías rebosantes de libros. Lo primero que le vino a la mente al moreno fue la expresión que debió poner su prima Rose al ver ese lugar, a la pelirroja le encantaban los libros, Albus creía que no había nadie a quién le pudiesen gustar más.

–¡Es impresionante! –dijo Scorpius con una expresión embelesada contemplando los estantes.

–¡Valla! Creo que podrías competir con Rose para averiguar a cual les gustan más los libros. –Rió Albus.

–¿A tu prima le gusta leer?

–No, le apasiona.

Scorpius sonrió.

–¿Y a ti?

–Bueno... no soy muy asiduo a la lectura... prefiero sentarme con ella y que me los lea.

–¿Weasley te lee libros? ¿De qué tratan? –preguntó curioso Scorpius.

–Cualquier novela que le haya gustado, quiere comentarlas con alguien. Pero cómo el único aparte de ella al que le gusta tanto la lectura es Louis, y no suelen compartir gustos literarios, prefiere leérmelos a mí y luego que los comentemos.

–No me lo habría imaginado de ella, parece más fría.

–No es así... ella es, bueno quizá ya no, era mi mejor amiga. Es alegre, inteligente, dinámica... No sé porque contigo actúa así. Nunca antes había juzgado a nadie sin conocerlo. De hecho, una frase que dice mucho cuando escoge algún libro es...

–No debes juzgar un libro por su portada –lo interrumpió Scorpius.

Albus asintió.

–Estoy de acuerdo. Pero quizá algunas veces es más fácil decirlo que hacerlo.

Rose pasó en ese momento por su lado acompañada de Catherine Warren, que también había sido seleccionada para Gryffindor, y un niño de cabello castaño. Albus les escuchó mencionar que tenían algún trabajo.

–¡Hola Rose! ¿También os han puesto deberes?

–Sí –respondió su prima sin girarse ni dejar de andar.

Catherine sí se volteó parcialmente pero no dejó de caminar.

–Nosotros tenemos qué hacer una redacción para Historia de la Magia, ¿la hacemos juntos?

–Aún no tuvimos clase de Historia –respondió el niño.

–Hemos quedado con más Gryffindors para realizar las tareas, no creo que admitan serpientes –respondió Rose deteniéndose un momento –, aunque si eres sólo tú...

–¿Lo dices por ellos o por ti?

–Ya sabes que los leones y las serpientes no congenian, pero en tu caso, la mayoría de la gente cree que el sobrero está equivocado.

–¿Qué es lo qué crees tú?

Rose le sonrió.

–Creo que siempre serás... –en ese momento pareció recordar que Malfoy seguía allí, pues lo miró y volvió a su expresión seria–. Creo que se ha equivocado... que tú te has equivocado.

–De entre todas las personas, creí que si era seleccionado para otra casa, tú serías la primera en apoyarme.

–Al... –dijo Rose entristecida.

–Ya que no es posible que estudiemos juntos... ¿Podemos quedar después?

La pelirroja se mordió el labio y miró de su primo a Scorpius y viceversa.

–Hoy tengo muchas cosas que hacer. –Retomó su camino hacia una mesa llena de alumnos con el escudo del león en su uniforme.

–¿Buscamos un sitio vacío? –Preguntó el rubio.

Albus asintió y contempló su alrededor. En una mesa cercana se encontraban Nott y Macnair con otros alumnos de Slytherin. Prefirieron seleccionar una de las mesas vacía más alejada de ellos. Tras media hora Scorpius había ocupado gran parte de la mesa con libros sobre: Los inicios de la magia, primeros canalizadores, los orígenes de los encantamientos...

El más joven de los Potter prefirió utilizar sólo su libro de clase y un libro que se llamaba: "El descubrimiento de la varita y sus grandes dotes". Cuando Scorpius lo había depositado en la mesa, el moreno insistió que no eran necesarios más libros, pero el rubio alegaba que la información era poder, y cuanta más tuviese, más nota recibiría. Por lo tanto, no les extrañaría, que unos días después el joven Malfoy obtendría un Extraordinario en su redacción frente al Aceptable de Albus.

No fue sino, hasta el día siguiente después de clase que pudo encontrar un momento para abordar a Molly. Ese día habían tenido su primera clase de Defensa contra las artes oscuras, con un profesor llamado Ezequiel Steel, un hombre alto y fuerte, piel oscura y rasgos bruscos. Les había enseñado el encantamiento expelliarmus contra unos frascos, al final de la clase casi todos lo conseguían realizar, pero ese inicio de clase había sido suficiente para que Macnair y Nott se diesen cuenta de que Scorpius antes de ese día no sabía realizar el hechizo, lo cual había desembocado en que los siguiesen y los observasen en todo momento tras la comida. Aún no les habían dicho nada, pero ambos amigos sabían que era cuestión de tiempo que confirmasen sus sospechas y volvieran a sentirse en superioridad de condiciones. Al terminar las clases se dirigieron nuevamente a la biblioteca para realizar sus trabajos. Fue allí donde encontró a Molly sola, ojeando unos libros. Se acercó a ella seguido por Scorpius.

–Hola Molly, ¿cómo estás?

–¡Hola Albus!, creí que ahora que estabas en Slytherin no vendrías a hablar con nosotros.

–¿Eh? ¿Por qué?

–Pues... porque evitas mirar a nuestra mesa, andas con Malfoy... –miró al rubio.

–Soy Scorpius, encantado de conocerte. –dijo con duda.

–Yo Molly –sonrió forzadamente.

–¿Podemos sentarnos contigo? Tenemos que buscar información de unas plantas para Herbología –dijo Albus.

–Sí... claro, sentaros.

Albus tomó asiento mientras su amigo se adentraba entre unos estantes en busca de los libros que necesitarían.

–¿No deberías ir a buscar libros tú también?

–A Scorpius se le da mejor, yo no sé qué libros escoger. Aunque él creo que llenará la mesa de ejemplares cómo hizo ayer.

–¡Hola Molly! ¿Albus estás solo? –preguntó Rose que acababa de llegar y miraba su alrededor buscando algo, más bien a alguien.

–Yo soy alguien Rose, no está solo.

–Claro, perdona –sonrió la de ojos azules–. Me alegro de que estés tomando el buen camino Al.

–Rose, no empieces. ¿Qué te pasa con él?

–¡No me pasa nada, Al! Pero es Malfoy, ¿lo entiendes?, ¿has visto los periódicos o aún no?

–Rose sabes que eso es mentira. Eres inteligente, no creerías esa basura.

Rose lo miró con ira, pero parecía resignada.

–Es cierto que los giratiempos sólo retrocedían unas horas, lo comprobé en "Grandes artefactos de todos los tiempos". Pero no sé de magia oscura, quizá encontraron algún modo.

–No lo crees realmente, ¿verdad?

–¿Eh? ¿El qué?

–Qué Scorpius es hijo de Voldemort. Estás intentando no decepcionar a tío Ron.

Rose se quedó callada unos segundos, mirándolo.

–No lo sé, Al. Pero se supone que alguna prueba tendría el Profeta para publicar una historia así.

–Tu madre ya nos contó que una periodista del Profeta se había inventado historias sobre ella y mi padre cuando eran jóvenes. Sólo quieren vender. Yo creo en Scorpius y él dice que es todo mentira.

–¡Pero no me puedes negar el pasado! Mi madre fue torturada en su casa. ¿Sabes cuántas veces escuché a mi padre contar esa historia? ¿Cuántas veces escuché que su padre insultó a mi madre de la peor forma?

–Rose tranquila –dijo Molly que había permanecido callada escuchándolos, y ahora se encontraba al lado de Rose acariciando su cabello.

–Pero, él no tiene nada qué ver con eso...

–Albus, ella tiene razón –lo interrumpió Scorpius que se acercaba a la mesa cargando una pila de libros – Lo siento, Rose...

–¡Te dije que no me llames por mi nombre, no tienes ese derecho!

–Weasley, es cierto que torturaron a tu madre en mi casa. Y qué mi padre fue un imbécil cuando asistió a Hogwarts y trató mal a varias personas, entre ella Hermione. Me lo contó todo, y no sabes cómo se arrepiente de muchas de sus decisiones. Me dijo que si pudiese cambiar el pasado, lo haría. Qué sería más valiente y menos engreído.

–¿Me estás diciendo qué si tu padre pudiese cambiar el pasado, ahora sería uno de los mejores amigos de nuestros padres?

–¡Claro que no! –sonrió Scorpius– Él tiene muy claro que se seguirían llevando mal, se aborrecen, eso no cambiaría. Pero sus valores sobre los estatus de sangre han cambiado algo en este tiempo. Y a pesar de que todo lo que has dicho es cierto, también lo es que mi padre aunque no pudo impedir por miedo lo que le hicieron a tu madre, si pudo ayudar a Harry Potter unos momentos antes.

–Es un cobarde...

–Muchos lo creen, incluido él, aunque no lo admitirá en público... pero en la situación en la que estaba, cuando se dio cuenta de que su bando no era el correcto, hizo lo que pudo por salvar su propia vida y la de su familia. Yo no sé lo que habría hecho de estar en su situación. ¿Qué habrías hecho tú?

–¡Yo no estaría del lado de Voldemort!

–Porque toda tu vida has escuchado que Lord Voldemort era un mago terrible que asesinó a mucha gente. Que era malvado. Pero imagínate por un momento que Albus Dumbledore, ese gran mago al que todos admiran, estuviese realizando todas sus acciones con una segunda intención. Buscó al elegido y lo puso de su lado. Consiguió la varita más poderosa y la capa de invisibilidad, sólo faltaba una pieza y sería el señor de la muerte. Pero sabía que para que su alfil favorito realizase los movimientos que el marcaba debía darle algunos pequeños obsequios, entrego la capa, pues de todos modos no la necesitaba...

–¡Eso es absurdo! –reprochó Rose.

–Espera Weasley, déjame continuar, es sólo una suposición, todos sabemos que Dumbledore era justo y luchaba por los ideales correctos, ¿no?

–Claro que sí.

Albus y Molly no querían interrumpir el relato de Malfoy, pero no entendían a donde quería llegar.

–Cómo decía, Albus Dumbledore podía hacerse invisible sin necesidad de la capa, pero su gran poder no le permitía ver a los muertos, en concreto anhelaba ver a su hermana, a pesar del temor que eso le infundía.

–¿Por qué le daría miedo? –preguntó Rose.

–¿No sabes su pasado? Me imaginaba que en vuestra familia no hablarían mucho de esa parte de la historia. Se dice que Ariana murió en unas circunstancias que atormentaban a su hermano Albus, esa parte de la historia creo que podrás encontrarla en los libros más recientes de la vida de Dumbledore, o quizás Harry Potter os la pueda contar mejor. Continuando con la hipótesis, el antiguo director de Hogwarts consiguió hacerse con la piedra de la resurrección, mientras su alfil se enfrentaba al único mago que le hacía frente.

–Eso son una sarta de tonterías –dijo la pelirroja.

–Weasley deja de interrumpir –resopló Scorpius–. No seas impaciente. Albus Dumbledore tenía mucho poder, era el mago más poderoso de ese entonces, pero cómo en toda partida de ajedrez, el tablero tiene dos caras, y el oponente de ese gran mago contaba con muchas piezas que se estaban preparando. Sus piezas lucharían por conseguir lo que anhelaban: un poder que les abriría las puertas a donde quisiesen, una estabilidad en su familia, la seguridad de que nadie les haría daño y eliminar a los que no se habían ganado el derecho a estar en su partida.

–¿Por qué no se habían ganado ese derecho?

–Porque estaban ensuciando su sangre –respondió Scorpius bajando la mirada–. Ellos creían que la magia estaba en la sangre, y mientras más pura sea esta, más poder tendrán. Si se mezcla la sangre mágica con sangre muggle cada vez habría menos poder y terminarían extinguiéndose.

–Eso es mentira –dijo Rose.

–Era lo que ellos creían, o al menos querían creer. Sabían que su oponente no estaba de acuerdo con esos ideales, o eso era lo que les hacía ver. Pero ¿y si solo esperaba el momento adecuado para hacerse con el tablero y reinar en un mundo en el que sería invencible? No necesitaba horrocruxes pues llegado el momento, consiguiendo la reliquia faltante y con su poder, ya era el señor de la muerte. Pero a diferencia de Lord Voldemort él poseía la magia más poderosa, una que el señor tenebroso siempre había subestimado, el amor. Había sacrificado mucho para encerrar a su rey en una prisión de peones. Una vez acabase con su oponente; y sin el elegido que habría entregado su vida; podría por fin mostrarse ante su amor y retomar el plan que habían atesorado años atrás, ambos ahora cómo señores de la muerte.

–¿Su amor? ¿De qué hablas? –preguntó Rose.

–¿Creí que te gustaba leer? ¿No has leído nada sobre Dumbledore?

Rose se sonrojó y bajo la mirada.

–Leí sobre sus grandes logros, la Orden de Merlín, su colaboración con Nicolás Flamel, cómo derrotó a Grindelwald...

–Se podría decir que Albus Dumbledore en su adolescencia jugó con las artes oscuras.

–¡Eso es mentira! Cómo el resto de tu historia.

–Mi historia es una hipótesis para hacerte ver que no siempre sabes si estás en el lado correcto. Pero debes saber que la mayoría de lo que conté está basado en la realidad. ¿Qué bando elegirías?

–El que... luchase por mis ideales.

–¿Cuáles son esos ideales?

–Pues... La igualdad de sangre, los derechos de las criaturas mágicas y la libertad de decisiones.

–¿En mi historia que bando representa mejor esos ideales?

–¡El de Dumbledore!, por supuesto.

–Hasta que muestra sus intenciones reales, ¿no?

–Llegado ese momento, dejaría de estar de su lado e intentaría luchar contra él.

Scorpius le sonrió con dulzura y a la pelirroja la recorrió un escalofrío.

–Me alegro de que lo entiendas –dijo el rubio.

Rose se quedó perpleja, repasó su última respuesta, frunció el ceño viéndose vencida y se fue sin decir nada.

–¿Nos ponemos con el trabajo? –dijo Scorpius aún con una sonrisa.

–Creo que es la primera vez que veo que alguien le gana una discusión a Rose –comentó Molly.

–Yo también –dijo su primo mirando al rubio.

Scorpius sonrió feliz y abrió el primer libro para comenzar sus deberes.

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