III | Asen Vulchanov


| CAPÍTULO III |
Asen Vulchanov

8 de enero de 2023

Las vacaciones de navidad se pasaron muy lentas para Albus y Scorpius, quienes no habían tardado en tachar de aburrido el estar prácticamente solos en hogwarts.

No encontraron nada en la biblioteca relacionado con lo que le había pasado a Molly Weasley, a pesar que estuvieron consultando toda clase de libros en la biblioteca.

Ni siquiera Mandy, a quienes los chicos tenían como la persona con más conocimientos supo darles la respuesta que esperaban.

Eso disminuyó sus esperanzas, que para aquel entonces eran casi inexistentes.

Ambos esperaban que las clases les devolvieran su habitual optimismo y buen humor.

Pero la vuelta de las vacaciones no trajo tampoco nada bueno.

Su abuela seguía en San Mungo sin indicios de mejora, mientras que en Hogwarts, Albus se pasaba las horas sin clase tratando de huir de James, quien parecía estar persiguiéndole.

Pero este sabía que sólo estaba prorrogando un encuentro que debía ocurrir. Era su hermano, al fin y al cabo, si no hablaba con él en Hogwarts lo haría en su casa, delante de sus padres. Y nadie quería eso.

Así que finalmente su encuentro se llevó a cabo una tarde en la que Albus estaba en la biblioteca.

- Albus -le llamó James suavemente.

Este siguió leyendo un libro, como si no le hubiera escuchado.

- Albus -repitió, perdiendo la paciencia- ¡Albus!

- ¿Qué? -murmuró este, enfadado, cerrando el libro de un portazo.

- Tenemos que hablar.

- Ya estamos hablando.

- No me refiero a eso -el Slytherin comenzó a marcharse, pero James le sujetó el brazo y siguió hablando-. Lo siento, Al. Lamento lo de la broma.

- Espera un segundo... ¿Tú, James Sirius Potter, estás disculpándote conmigo? -el tono de su voz tenía un deje de ironía- ¿Estás enfermo, James? O mejor, ¿cuánto te va a pagar Lily para que lo hagas? ¿Os habéis apostado un galeón o dos?

- Al....

- ¡De Al nada! -le cortó, enfadado- ¡No puedes tratar de arreglar toda una vida de burlas y bromas a las que no les veo la gracia con un mísero "lo siento"! ¡Estoy harto de ti, James! ¿No puedes dejarme en paz?

Salió de la biblioteca, ante la preocupada mirada de Mandy, dejando a su hermano mayor con la palabra en la boca.

Como si le hubiera estado esperando, se encontró con Rose en la puerta.

Ambos sabían entenderse sin palabras, por lo que su prima, al notar su angustia, le siguió para intentar calmarlo.

Albus agradecía la mayoría de las veces la presencia tranquila y callada de Rose, ella siempre le inspiraba tranquilidad.

Esa vez, sólo le aumentó su dolor de cabeza.

Avanzó a grandes zancadas hacía la sala común de Slytherin, en las mazmorras.

Rose, quien había tenido que correr para alcanzarle, le detuvo ante la puerta.

- Vas a contarme lo que te pasa y vas a hacerlo ahora -le ordenó, muy seria, marcando palabra por palabra, con un tono que había aprendido de su abuela Molly.

Como cada vez que su prima hablaba así, a Albus le entró un pánico terrible y unas ganas inmensas de obedecer.

- Lo siento -se disculpó, bajando la mirada.

- ¿Ha sido James? -predijo.

El joven de los Potter asintió suavemente con la cabeza y la pelirroja suspiró.

- ¿Qué te ha hecho ahora?

- Nada -respondió-: se ha disculpado conmigo.

- ¿Si? ¿Y tú que has hecho?

- Me he marchado -explicó Albus.

Rose volvió a suspirar.

- Lo vuestro no tiene arreglo -murmuró.

- ¡A eso me refiero! ¿No sería mejor si me dejara en paz de una vez?

Rose se encogió de hombros. Abrió la boca para comentar algo más, pero en ese momento llegó Scorpius, interrumpiendo la escena.

- ¡Albus! -le llamó- ¡Te he estado buscando, no estabas en la biblioteca donde me dijiste! ¡Es muy urgente, es sobre...! -por fin, se dio cuenta de la presencia de Rose. Ambos se quedaron mirándose unos segundos- Hola, Rose...

- Scorpius -le saludó ella, con un corto gesto con la cabeza-. Creo que debería irme, os dejaré... con ese asunto urgente...

Y se fue de allí rápidamente, como si necesitara huir de algo... o de alguien.

Scorpius rápidamente ocupó el sitio de la pelirroja y le tendió el periódico a Albus.

Un gran titular, anunciaba:

VIEJO MAGO SANGRE PURA PIERDE SUS PODERES

Una foto en blanco y negro mostraba a un hombre con una despeinada barba blanca y un poco cabello canoso, sentado en una mecedora y fumando de una pipa.

Albus leyó el artículo que el profeta había publicado.

« Asen Vulchanov, descendiente directo de la fundadora del colegio de magia Durmstrang, Nerida Vulchanova, nos relató una extraña historia que ha puesto de punta los pelos de todo el mundo mágico:

"Estaba utilizando magia cuando de repente, esta se interrumpió, cómo si se negara a hacer magia" contó el señor Vulchanov a nuestros fieles reporteros.

Pese a que su varita (30 centimetros, madera de carpe y núcleo de pelo de cola de thestral) ya ha sido revisada por muchos célebres fabricantes de varitas como Garrick Ollivander, Johannes Jonker, Shikoba Wolfe, Thiago Quintana o Violetta Beauvais, ninguno de ellos ha sabido decir con certeza si el problema es por la varita o si, por otra parte, es por el mago.

Les seguiremos informando en el próximo ejemplar del profeta. »

Albus se quedó sin aliento.

- No es posible -comentó-. Rose me describió exactamente la misma escena, pero protagonizada por mi abuela.

- Ya lo has leído -murmuró Scorpius, encogiéndose de hombros-. Es todo lo que he podido conseguir. Aunque quizá mi padre sepa algo más.

- ¿Tu padre? -repitió el joven de los Potter, sin saber qué pintaba Draco Malfoy en su conversación.

- Si, ya sabes, es el jefe del departamento de seguridad mágica -le explicó-. Si alguien sabe algo más sobre el tema: ese es mi padre.

Albus asintió con la cabeza lentamente. Scorpius iba a añadir algo más, pero al ver que su amigo estaba pensando en otra cosa, se dirigió a la entrada de la sala común y, tras murmurar la contraseña actual-araña negra-, se dirigió hacía su habitación y pasó el resto del día allí.

* * *

Lo que más le importaba a Lily Potter era su familia.

Sus planes para las navidades (y su cumpleaños) se habían hecho pedazos, justo como la vajilla que Molly había dejado caer con la interrupción de su magia.

Pero todo eso le daba igual. Lo único que le importaba era que su abuela se pusiera bien.

Y que Albus volviese a casa.

Lily trataba de convencerse a sí misma de que debía hacer algo antes de que su familia entera se desmoronase.

Iba a salir hacía las mazmorras, pero al ver a James en la sala común de Gryffindor, cambió de idea.

Pensaba hablar con él, pero le escuchó discutir a gritos con su primo y mejor amigo de este, Fred Weasley.

Lily, aparte de que no quería interrumpir, era alguien muy curiosa. A veces demasiado curiosa.

Así que se sentó cerca de ellos y fingió leer un libro mientras aguzaba el oido para escucharles.

- ¡Estoy harto de ti, habíamos quedado hace más de una hora y justo apareces ahora! -le recriminó James- ¿A dónde vas cada vez que desapareces?

- ¡Eso no es de tu incumbencia! -exclamó Fred- ¡Yo puedo ir donde me dé la gana, sin tener que pedirte permiso!

- ¡Pero si coges el mapa si que deberías pedirme permiso! ¡Te recuerdo que es mío!

Lily se encogió sobre su asiento.

Sabía de que mapa estaban hablando, claro que lo sabía.

Había escuchado millones de historias de su padre sobre el pergamino de aspecto viejo y desgastado que habían creado su abuelo, James Potter, el mejor amigo de este y padrino de su padre, Sirius Black, el padre de Teddy, Remus Lupin y el que había sido la rata de su tío Ron o alguna cosa extraña parecida, Peter Petigrew.

Sabía que mostraba el mapa de Hogwarts y la ubicación a tiempo real de todas las personas que atravesaban sus pasillos y pasadizos.

A pesar de que le habría gustado, nunca lo había tenido en sus manos.

Harry Potter lo había perdido hacía muchos años. Seguro que James lo había robado del despacho de su padre, pensó Lily.

- ¡Eres un imbécil, Fred Weasley! -le gritó el mayor de los Potter, tras un rato en el que ambos habían estado intercambiando insultos- ¡Por mí, puedes hacer lo que te dé la gana! ¡Nunca vuelvas a hablarme!

Y dicho esto, rasgó en dos partes el pergamino que Lily reconoció desde la distancia como el mapa del Merodeador.

La pelirroja soltó una exclamación.

¿Había roto el mapa?

James había vuelto a su habitación y Fred se había marchado por el hueco del retrato de la dama gorda, lo que le dejaba vía libre a Lily para inspeccionar los trozos de mapa que su hermano había arrojado al suelo.

A su pesar, el mapa del merodeador se encontraba roto por varias partes. Lily lo cogió con cuidado y trató de unirlo de nuevo, pero ni utilizando varios hechizos logró volverlo a su estado original.

Suspirando, Lily se llevó el mapa roto hasta su habitación.

Lo guardó en el fondo su baúl, que tenía sus iniciales LLP escritas en negro, y se olvidó de él por mucho tiempo.

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