Este domingo es el día del padre en mi país, así que  quiero compartir algunos relatos que tienen como protagonista principal al mío, empezando por este.

A los trece años papá me regaló El principito, con la dedicatoria más hermosa:

                     "Para mi nena querida,

                     luz de mi corazón, 

                    esperanza de mi vida.

                    De quien te adora,

                                                                  tu papá"

Yo estaba feliz por el obsequio y muy orgullosa por la dedicatoria. Cuando se lo mostré a mi amiga Dina, me lo pidió para hacer un trabajo especial sobre libros universales; dudé un momento, pero luego se lo di, me alegraba poder compartir el libro tan bello, pero creo que también fui vanidosa mostrando que papá me quería mucho.

Luego de pasados los 15 días, empecé a preocuparme, dado que el trabajo ya  lo había presentado, y entonces le pregunté si había terminado de usarlo para que me lo devolviera. Casi me caigo del susto cuando me lo trajo: sucio, roto, magullado de mordidas; no llegué a interrogarla sobre lo sucedido, cuando me dijo "me lo agarró el perro y lo rompió, pero no le falta ninguna hoja". En ese momento sentí tanto dolor que no le dije nada y me pasé llorando toda la tarde ¿cómo podía una amiga haber tratado de esa manera mi pequeño tesoro? No le grité ni se lo reproché, pero sentí que algo había cambiado entre nosotras. 

Preferí pensar en un accidente, aunque la intuición me gritaba que fue por envidia. Su padre no era malo, pero sí distante y poco afectuoso. Al final me dio pena, y entendí que mi error fue vanagloriarme de lo que a ella  le faltaba. Después de todo mi dedicatoria me acompañó toda la vida y sigue muy clara en mis recuerdos.