Cumpleaños de papá
Se acercaba el cumpleaños de papá y mamá me encargó la misión de elegir el regalo; así que, acompañada de mi tía fui al centro, donde estaban los locales comerciales. Yo sabía que papá trabajaba mucho y creí que estando en casa le vendrían muy bien unas ojotas (chanclas, hawaianas), para descansar los pies. No teníamos mucho dinero y cuando, ya estábamos cansadas de caminar, vi en una vidriera unas preciosas ojotas azules, su color favorito, mullidas y perfectas según mi entusiasmo.
El tema era, que la oferta se debía al hecho de ser el único par que quedaba y en número 45. Mi tía quiso convencerme de que no las lleváramos ya que mi padre calzaba 40, pero era una gran oferta y yo insistí (no se veían tan grandes).
El día esperado desperté a papá con su regalo y él se puso muy feliz, pero cuando se las vi puestas parecían dos raquetas para caminar en la nieve. Me sentía mal; sin embargo, él me dijo que no me preocupe, entonces tomó una pequeña sierra y recortó los sobrantes, después limó los costados, y sus ojotas le duraron hasta el cumpleaños siguiente.
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