Tarde de cine


Como hoy es un día lluvioso en mi Quilmes querido, les voy a contar sobre la primera cita que tuvimos con mi esposo, en la que fuimos al cine.

 El "Moderno" se ubicaba sobre Irigoyen y casi el puente. A fines del 86 ambos trabajábamos de noche, de modo que el primer franco que pudimos decidimos ir al cine. En  esa época era común que se pasaran dos películas.

 A poco de apagarse las luces, noté que mi amado dormía plácidamente babeando sobre mi hombro. Paulatinamente, el cansancio también me fue ganando y, para cuando empezó la segunda película, también yo dormía —no sé si babeaba.

Finalmente, nos despertamos cuando las luces invadieron la sala. Desperezándonos lentamente nos retiramos cada uno para su casa y, para colmo de males, ya en el viaje muy incómodos, advertimos que estábamos cubiertos de picaduras de pulgas.

 Hasta el día de hoy no podemos recordar qué películas habíamos ido a ver.

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