Sobre las berlinesas y el amor
Plaza de la Estación (Guillermo Wheelright) 1986:
Como les conté en otras oportunidades, con mi esposo (novio en esa época) salíamos de trabajar a las seis de la mañana.
Una de esas mañanitas, con hambre y frío, él me ofreció comprar las berlinesas que boceaba un vendedor en canasta de mimbre y tenían buena pinta.
Este hombre, al advertir que venía conmigo, le pidió mas dinero del que costaban las facturas, pensando que por no quedar mal las compraría de todas formas. Sin embargo, mi príncipe apenas contaba con lo justo y no le iba a alcanzar para el colectivo de vuelta a su casa.
¿Conclusión?, las pagué yo y me produjo una gran ternura el ver su aflicción.
¿Cómo no me iba a enamorar de un hombre que tenía por riqueza solamente su corazón?
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