Luna
Luna, es desde hace mas de diez años la mascota de la casa. He aquí su historia:
Cuando niños, mis hijos adoraban a los animales y aprovechaban cualquier ocasión para pedir mascotas.
En oportunidad de su cumpleaños, uno de mis hijos, quería por regalo unas codornices que ,según él, iban a beneficiar la economía hogareña con su producción de huevos.
Ya que era su deseo, compramos los elementos para preparar un gran jaulón el el fondo de casa, con alambre de trama pequeña y maderas. La nueva casa quedó perfecta y entonces compramos cinco codornices de una variedad bastante grande para la especie y muy saludables.
El día de la llegada, mi hijo desparramaba alegría por sus mascotas, que observaba y alimentaba con esmero.
Lo que no tuvimos en cuenta era a nuestra vecina de la casa aledaña, quien acostumbraba adoptar gatos callejeros medio salvajes y agresivos y, de esos, tenía como veinte ejemplares.
La mañana siguiente a la compra de las codornices, mi hijo se levantó para ir a la escuela y corrió a ver a sus animales para saludarlos y alimentarlos antes de salir.
Yo, que me encontraba preparando el desayuno, me sorprendí con sus gritos desesperados y corrí a ver que sucedía. Mi sorpresa fue total cuando comprobé los destrozos. El jaulón estaba desgarrado, el alambre hecho una madeja y de los pobres animalitos, no quedaban más que las patas ¡Los gatos se habían dado un festín!
¿Consolarlo? ¿Cómo? Era imposible y, además, con esas bestias salvajes tan cerca no íbamos a poder tener ningún pequeño animal ya que todos correrían el mismo destino.
Después de muchas averiguaciones, conseguimos la mascota ideal:
—Lo único que no van a atacar, es un pato —nos dijo el veterinario— ya que tiene mayor porte y no se le animan.
Así fue como trajimos unos hermosos patos de variados colores.
A lo largo de los años, los patos han ido muriendo y mis hijos, que al principio los paseaban y jugaban con ellos, se fueron casando y dejándolos como herencia. Casi todos los patos murieron a excepción de Luna, que soportó resfríos, inviernos crudos y veranos ardientes.
Cuando era joven nos regalaba hermosos huevos para preparar flan y ahora que está medio viejita, camina detrás nuestro en el patio, siguiendo las actividades y comiéndonos las flores.
En un determinado momento, llegamos a pensar que Luna contrataba sicarios para deshacerse de la competencia, ya que siempre queda ella... hasta que Dios disponga.
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