Historia de la lata


¿Recuerdan las viejas latas de galletitas?  Yo las llevó grabadas en la piel. Les cuento:

En el 66 ( tenía cuatro años) entré al almacén frente a casa tropecé y caí sobre una torre de latas,  de modo que me abrí literalmente la frente.

Un charco de sangre y cinco puntos que luego se corrieron al entrecejo fueron el resultado de la aventura.

 Yo recuerdo que me dolía el brazo, pero en la clínica lo desestimaron.

Seis años después en una revisión en el Dispensario, descubrieron que tenía fracturado el húmero y al soldarse por su cuenta se formó un sobrehueso— el  que por supuesto siempre me va a doler.

 ¡Y todo por una lata de galletitas!

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