La estrella en su cielo

Sword Art Online

ALBA

Llevó la cuchara hacia sus labios y cerró los ojos al pensar en cuánto tiempo había pasado desde la última vez que probó algo como aquello. Helado... glorioso postre que con el estudio de las artes sagradas había logrado convocar al mundo de eternos minutos acelerados al que en esos momentos pertenecían. Elemento criogénico que podría compararse con la felicidad absoluta, la sonrisa que se formó en su rostro lo decía todo, siempre que encontraba algo delicioso en sus experimentos en la cocina, el deseo por mostrárselo de su amado nacía en lo profundo de su pecho. Había encontrado el regalo que tanto había buscado. ¿Qué podría regalarle a un rey que prácticamente era un dios?... Cuando él lo era todo... pues conocía la respuesta, nada como su amor... ¿Pero y si el amor podía adquirir sabor a chocolate no sería hermoso?

Cursaba el séptimo día del décimo mes del año 382, con el alba en su apogeo y vistiendo solo la camisa de su amado que la noche anterior había relegado, la reina estelar yacía sentada en el gran salón de lecturas sacras que habían colocado conectada a la habitación principal ya que prácticamente se la pasaba en el lugar de estudio día y noche, a veces quedándose dormida sobre los libros y es que todo le parecía tan fascinante y atrayente de como los recursos del sistema podían conectar con la vida en Underworld que deseaba saberlo todo.

Habiendo conseguido su cometido, se levantó y con los pies descalzos caminó sobre la alfombra llevando consigo la copa para entonces separar con suavidad y sin premura la puerta corrediza que le permitía pasar hacia su habitación, buscando con la mirada al rey que había dejado dormido sobre la cama al levantarse de madrugada a continuar sus estudios, pero no estaba, por lo que siguió la dirección de la poca luz que se filtraba desde la puerta, alcanzando a observar en medio de la poca claridad la figura de su amado que tomado de la viga de ejercicio que había colocado un tanto más atrás, elevaba su torso sobre la misma al levantar el peso de su cuerpo con sus brazos, parecía tan concentrado que era un deleite observarlo. La reina se recostó contra la puerta y continuó disfrutando de su postre mientras apretaba la cuchara entre sus labios.

Le encantaba ser la única observadora de los momentos de intimidad que guardaba solo para él, desde siempre... el vigilar su sueño, ser la receptora de su sonrojes y la expresión de presión placentera en su rostro al volverse uno, la llevaba a sentirse su ser más amado y preciado, pero en momentos como ese, donde a pesar de saberse libre de estar ahí a la vez se sentía intrusa por observarlo sin que él supiera era una etapa diferente porque a pesar que lo conocía tanto y no existían secretos ni vergüenza entre ambos podía descaradamente comerlo con la mirada junto a su helado sin darle a conocer a la cara cuanto lo amaba y deseaba, porque estaba segura que se ejercitara o no las cosas entre ellos no cambiarían y desde siempre amó apreciar la complexión de su amado porque acariciar su piel se convirtió en su vicio.

Pero era diferente... a pesar que sabía a la perfección que no tenía problemas con la comida, muy por el contrario, le era difícil mantener el peso, siempre concentrado en el trabajo cuando venía a notarlo había vuelto a adelgazar, sin embargo, en Underworld, el entrenamiento de espadachín de élite lo había llevado a una actividad constante en que se acostumbró a mantener trabajado su cuerpo y ejercitarse día con día para ganar mayor resistencia en los combates, poco a poco marcando la musculatura que al tenerlo en su cama amaba delinear y besar, puede que para esos momentos su rostro estuviera colorado y el helado derretido ya que fue sacada de sus pensamientos con el sonido del peso del cuerpo cayendo de pie al suelo.

La claridad de la mañana había avanzado a tonalidades celestinas, notó con más detalle como caminó hasta el reposadero de agua y metiendo las manos se refrescó la cara.

—¿Cuánto tiempo más vas a permanecer parada ahí?... —preguntó tras secarse y dejar la toalla de lado. —Si su majestad cree no haber sido detectada es que me subestima...

La risita de su reina, solo lo atrajo a caminar hacia ella.

—Creo que me quedé absorta... sabes que siempre que veo algo que me gusta no puedo quitarle los ojos de encima... —su respuesta le sacó una sonrisa, siempre encontraba las palabras para hacerle surgir el bochorno hablándole tan abiertamente de sus sentimientos, vio entonces como se llevaba a la boca otra cucharada más del contenido de su copa.

—¿Qué comes? —preguntó con suavidad a lo que su amada subió la cuchara hacia él, con lo que el rey pareció dirigirse a probar, pero terminó desviando la dirección de sus labios hacia el rostro de su reina, provocándole soltar la cuchara por la sorpresa de sentirlo indagar por la respuesta dentro de su boca y tomada entre sus manos por la cintura. Mientras la mano de encarnación sostenía la cuchara en el aire.

La sensación fría y dulce, tan exquisita lo sorprendió. —Sabes... a... helado de chocolate... —mencionó entre besos.

—Feliz... cumpleaños... —mencionó entre pequeñas pausas risueñas al no ser soltaba por los besos buscadores de su amado. —Hay más... aquí hay más... —le colocó una mano en el rostro para separarlo con suavidad.

—Es que no lo puedo creer... ¿En esto es lo que estuviste trabajando?...

—Tenía que aprovechar todos los conocimientos adquiridos. —sonrió desbordada en felicidad, al sentir aquello tan familiar, tal como alguna vez buscando perfeccionar sus habilidades de cocina en Aincrad había descubierto ingredientes tan necesitados y deliciosos como la salsa de soya y mayonesa, era capaz de brindarle un postre como los que tanto adoraba su amado en una fecha tan importante... su segundo cumpleaños a su lado en aquel mundo.

—Y como siempre lo hiciste excelente... vuelve... a probarlo...

—¿Eh?... Pero si lo hice para ti...

—Igual que aquella barra de labial —mencionó sonriente, sabiendo que la sonrojaría con el recordatorio.

—¡Baka! ¿Te acuerdas de eso?...

—Jamás podría olvidarlo en toda la vida... ni en doscientos años ni nunca...

—¿Entonces podrías pasar 200 años comiendo chocolate de mi boca?...

—Creo que esa pregunta tiene una respuesta muy obvia majestad... —la tomó en brazos por las piernas para elevarla hacia la puerta.

—¡AH! —lo abrazó por la cabeza, dejando caer unas gotas de helado derretido sobre la nuca del rey.

—¡Ah! —se extrañó por la sensación.

—Jajajaja, espera... —apretó más las piernas alrededor de la cadera de su amado para afianzarse y poder sostenerse para llevarse entre sus dedos las gotas que poco a poco empezaban a deslizar hacia la espalda alta masculina y terminar llevando las mismas a su boca.

—Asuna... —la observó con cierta culpabilidad sabiendo que luego de ejercitarse no se había refrescado por completo y su cuerpo yacía aún bastante sudado.

—Ahora hasta tu sudor es dulce... —se mordió el labio para él. —Delicioso como todo tú...

Su comentario lo llevó a inhalar profundo. Observando como sus ojos lo decían todo, se había propuesto hacerlo suyo y diría y haría lo que fuera por lograrlo, pero no tenía que esforzarse... con una sola de sus palabras al llamarlo al lecho se aferraría a ella sin importar nada. Comprendiendo la intensidad de su necesidad por él al sentir como le decantó la copa de helado encima del pecho.

—Ups... —sonrió juguetona.

—¿En serio?... —se miró y la buscó enseguida para buscar una explicación, después de lo que le acababa de mencionar sobre su piel continuaba con el mismo juego.

—Sabes que amo todo lo que proviene de ti... y lo bebería todo... para hacerlo mío como tú...

—¿Todo?... —la necesidad por escucharla mencionar la afirmativa surgió en su pecho como vapor mientras se aproximó lo más que pudo sin llegar a rozarla y con cuidado de no embarrarla de helado, pero observándola con la intensidad del momento saliendo por el brillo de sus ojos acerados.

—...Todo... dámelo todo... —terminó por pronunciar con suavidad sobre su garganta, mientras con ambos pies hizo recorridos sobre el trasero y piernas de su amado.

—Asuna... —trató de seguirla con la mirada, pero su intensidad subía con cada segundo que pasaba sosteniéndola en brazos al sentirla trazar el recorrido del helado con su cálida degustación sobre su pecho.

—Jamás había notado... cuánto me gusta el helado...

—¿Asuna?... —la vio agacharse aún más en su agarre hacia ella, perdiéndola sobre sus costillas entre los espasmos de su propia risa, tuvo que separar las piernas para no perder el equilibrio de la posición.

—¡Kirito—kun me voy a caer!

—Jamás te dejaría caer... —la sostuvo inclinándose hacia adelante, dejando caer sus cabellos al suelo casi pegada de espaldas al mismo.

—Qué vergüenza... yo queriendo parecer sensual... y terminé como monito colgado de su tronco...

—Monita hermosa... —la colocó con cuidado sobre el suelo, acomodándose sobre ella, cuyas piernas continuaban rodeando su cintura.

—No se supone que terminaba así... —mencionó con el sonrojo humedeciendo sus ojos en la vergüenza.

—¿Otra de las estrategias para parecer más madura?... —preguntó con dulzura, llevándola a cerrar los ojos al sentirlo acercarse a su rostro, abriéndolos al percibir su beso sobre la frente.

—¿Tan nefasto fue?... —se tapó el rostro con ambas manos, el sonrojo pareciera sobrepasar sobre la piel de sus manos a los ojos de su amado.

—En lo absoluto... —sonrió para segundo siguiente desviar la mirada. —Amé a mi monita sobre mi tronco... jajajajaja....

—¡Baka!

—No... hablando en serio... te lo he dicho antes... no debes forzarte a hacer nada... para mí, todo lo que tú haces, lo que eres... es lo más importante...

—Pero es que... solo míranos... eres tan... tan tú... eres tú... —la mano que colocó sobre la mejilla amada acarició con suavidad la piel y algunos cabellos oscuros que caían sobre el rostro de su amado.

—¿El problema soy yo?... —no pudo evitar preocuparse con su declaración.

—Sí... eres un... gran... hermoso... poderoso e increíble... problema... mi mayor preocupación y mi mundo... tanto que... a veces... cuando te quedas dormido... te miro y pienso... ¿Qué haría yo sin él?... y es simplemente imposible de pensar...

—No hay necesidad de hacerlo... podría el mundo destruirse o el mismo Underworld perder el poder de alimentación de la red... pero yo seguiría junto a ti... sin importar el tiempo y el lugar... justo como lo hiciste tú... —buscó tomar su mano y entrelazar sus dedos con los suyos.

—Jamás te hubiera dejado... —las lágrimas acudieron a su mirada ambarina al recordar aquella decisión. Para entonces correrse a los lados de su rostro con el cerrar de sus ojos al recibir el beso que le brindó en respuesta, asegurándole que las palabras que tanto habían compartido al respecto continuaban como la prioridad en sus almas, sin importar nada más...

—Te amo... —pronunció sobre sus labios con delicadeza.

—Dilo de nuevo... —la mirada de oro navegaba con dulzura en la plata azulina que había atrapado para ella.

—Te amo...

La sonrisa bochornosa no desaparecía por lo que intentó llevarse las manos a los labios, pero su amado no la soltó de la mano que ya sostenía y atrapó la otra acomodándola de la misma forma sobre su cabeza.

Cuando la trataba así era imposible no sentirse diminuta entre sus brazos... y ¿luego cómo esperaba que no buscara volverlo loco también?...

—Eres mi vida... al estar contigo siento que me renuevo... —pronuncio despacio sin apartar la mirada azul acerada de ella.

—Es normal que lo pienses... en Underworld es difícil adaptarse...

—No hablo de Underworld... hablo de todo... de siempre... me diste lo que siempre necesité... algo verdaderamente mío... nuestro...

—Amo... amo cuando me dices eso... —las lágrimas que luchaba por abstenerse a dejar correr perdieron el control y se dejaron ir como una corriente imparable. —Te amo...

Sus manos tomadas y sus cuerpos juntos se encontraron aún más cercanos y aferrados con el acercamiento de sus labios, cuando se encontraban de tal modo el recuerdo del sentimiento natural de siempre la invadía... durante el tiempo que llevaban compartiendo sus vidas en Underworld había tenido aquel pensamiento presente... que su amor sería más fuerte que nada y enfrentarían todo como siempre, juntos, pero aún así... la inexperiencia e inseguridad de lo desconocido habitaban en alguna de sus esquinas, pero comprendía que aunque su amado hubo cambiado... aunque sintiera que había una nueva diferencia entre ambos... su lazo continuaba intacto y no haría más que crecer... y fortalecerse en su amor y la suma de los años juntos, no había por qué correr... ni buscar artimañas para parecer algo que no era, podía ser infantil con él... y podía expresar su sensualidad abiertamente con él... tal como su rey que ante el mundo era fuerte e imponente... para ella seguía siendo aquel niño angelical y llorón en sus adentros...

Ella sería la estrella fugaz en su cielo nocturno, apacible y tranquilo como de costumbre, pero hermoso y brillante como ninguno al tenerla a ella.

—Dámelo todo... —lo incitó como el recorrido que prometió en sus adentros darle, la estela de la luz salvaje que recorrería su quietud despertando su infinita luminosidad con las mismas palabras previamente usadas.

—A sus órdenes su majestad... —le sonrió para entonces bajar la mirada entre sus piernas buscando ayudarse a completar la unión.

El inicio de aquel cuarto cumpleaños en Underworld fue más dulce de lo que se imaginó. Entre postres, recuerdos y vivencias atesoradas en su alma. A pesar de encontrarse a pocos pasos de la cama, yacían entregándose el cuerpo y alma en el piso alfombrado con el olor a chocolate aún en el aire y la necesidad de sus cuerpos por encontrarse, pero sobre todo con la seguridad del amor infinito que su unión les brindaba y sus almas reconocían como su vínculo más profundo.

Las piernas de la reina temblaban por el esfuerzo, tratando de mantenerse rectas y flexionadas en medio de la inmensidad de sensaciones que se desprendía desde la focalización de su vínculo con su amado hacia todas direcciones en su cuerpo, se sentía suya desde siempre... pero aquel contacto la llevaba a experimentar un paso más allá de aquella aseveración cual la palabra pareja no existiera y la única forma de referirse a ambos juntos de esa manera fuera hablar de un solo ser... la concentración de la energía de dos galaxias encontrándose en medio de la colisión de sus anillos.

Lo deseaba tanto... que al pensar en él de esa manera solo podía enloquecer en la idea que su vida le pertenecía, que su corazón era suyo... y que su cuerpo solo expresaba con imponencia la inmensidad de su amor de manera recíproca en cada roce.

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Oh Dios xD Mi musa si que dio cien millones de vueltas de maratón tratando de montar esto xDDDD. Perdóname Kiri pero fue lo mejor que pude hacer xD

Perdón en serio jajajajaja.

Pero bueno, tenía que traer algo lindo y especial para una fecha hermosa, celebramos este 07—10 el nacimiento de nuestro espadachín amado!

Gracias por leer!!!!

Y esto va para estrellas!!!!

Gracias por todo tu apoyo moral geme xDDDD

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