Capítulo 38: Mala Reunión
Gohan
No sabía cómo sentirme al respecto.
Mi padre se veía tan feliz jugando con su hijo nuevo, mientras su esposa miraba la escena sentada en una banca a unos metros, con una verdadera sonrisa de felicidad.
Definitivamente él no los aterrorizaba y les había dado la vida que mi madre también merecía y no había podido tener nunca, ni siquiera con mi actual padrastro.
Realmente me sentía culpable de que mi madre no supiera del asunto e imaginaba que enterarse la iba a destrozar.
Yo no pretendía decirle nada, pero si pretendía ir a visitarla un día y saber que todo estaba bien, aun cuando no me gustaba nada la idea de verla.
Mi madre tampoco era una santa. Nunca me defendió y, aun cuando mi padrastro me humillada también, ella simplemente lo dejaba pasar porque con ella era bueno... bueno comparado con mi padre. Aun así, era mi madre y no podía dejarla abandonada.
Me alejé del parque por un lugar en que no me verían y comencé a caminar en dirección al departamento.
Ashton había insistido en ir conmigo a ver a mi padre, pero era una tarea tan simple que no lo necesitaba. Ya lo había visto en varias situaciones, tenía su domicilio y había hablado con los vecinos fingiendo que era un encuestador que investigaba la seguridad del condominio.
La policía jamás había aparecido en la casa, ni se habían oído golpes o gritos. El niño asistía a la escuela todos los días y sus maestros jamás parecían haber notado un problema, pues le pedí a un amigo policía que me entregara toda la información que pudiera darme. Él era el mismo policía que me había ayudado a salir de algunos problemas por perturbar el orden público.
Los antecedentes de mi padre estaban limpios, obviamente mi madre jamás lo había denunciado, y en ese entonces nadie había hecho ninguna llamada de emergencia en la casa en todo el tiempo que llevaban viviendo ahí.
Podía decir con seguridad que mi padre había cambiado y sentía un dolor en el pecho cada vez que recordaba que por mí no había tenido ninguna compasión. Me había golpeado e insultado cuando apenas era un niño que ni siquiera sabía escribir y jamás había intentado cambiar algo, por más que mi madre se lo rogó.
Mi padre no me había amado nunca y era duro tener que aceptarlo.
[...]
Estaba caminado por mi antiguo barrio, donde vivía con mi madre después de que mi padre nos dejara en la calle y antes de mudarme con Ashton a una parte céntrica de Los Ángeles.
Mientras mi padre era un hombre de clase media alta, mi madre solo sabía ser ama de casa y, por lo tanto, no pudimos encontrar nada mejor con el dinero que le daba mi padre mensualmente para mantenernos.
Gracias a él, al menos, yo había entrado a la misma es cual privada que Ashton con una beca, beca a la que jamás habría tenido acceso si no hubiera sido porque mi padre alguna vez se había graduado de ahí y tenía contactos dentro.
Obviamente no estaba caminado por un barrio bonito, pero la mayoría de las personas que vivían ahí me conocían, por lo que, si pretendían asaltar a alguien, no sería a mí.
Cuando llegué frente a la puerta de mi madre, tomé aire e intenté calmarme.
Le había dicho a Ashton que no me acompañara, pues sabía que él le había prometido a Alie llevarla a una audición ese día y, probablemente, recién estaban llegando al departamento si el tráfico no era mucho.
Cuando toqué la puerta, esperé unos segundos y mi madre me abrió.
Desde ahí pude ver a mi padrastro sentado en uno de los sofás. Él tampoco ganaba mucho dinero, aún vivía con sus padres cuando mi mamá lo conoció y, por eso, él se había mudado a esa casa.
—¿Qué haces aquí, Gohan?
Mi madre no había sonado muy complacida de verme, e incluso parecía mirarme con horror.
—Viene a verte, ¿no puedo?
Pasé a la casa rodeándola y aunque ella intentó detenerme, no lo logró.
Iba en dirección a mi padrastro para saludarlo, simplemente por educación, cuando noté que frente a él había otro hombre.
Todos nos quedamos mirando congelados y mi madre llegó a mi lado justo en ese momento.
—Han, yo sé que esto es raro, pero...
—¿Raro? —era una palabra muy suave—. ¿Qué demonios pasa aquí?
Mi padre se puso de pie con calma.
—Después de verte el otro día, decidí que debía hablar con tu madre del asunto —explicó, intentado acercarse a mí, pero yo solo retrocedí asustado.
Miré a mi madre con preocupación.
—¿Le dijiste donde vivo?
Mi madre pareció pensar lo que iba a decir, lo que me dejó claro que lo había hecho.
—¡Mamá!
—Tu papá sólo quiere arreglar las cosas.
—Sabía que sería imposible que me dijeras algo tú... —comenzó mi padre—, por eso...
—¡Por eso debió quedarte claro que no te quiero ver!
—Gohan, siéntate —me pido mi madre.
—No, me tengo que ir...
—Si quieres podemos vernos con tu amigo Ashton —dijo mi padre—. No hay problema con eso. Tu madre me dijo que era como un hermano para ti...
Eso hizo que sintiera mi corazón detenerse. No sólo le había dicho donde vivía, ahora también sabía la existencia de la persona que más amaba en mi vida, algo que definitivamente no le hubiera dicho. Jamás hubiera dejado que mi padre se le acercara a Ashton por temor a que lo pudiera lastimar.
No importaba que Ashton tuviera músculos y fuerza, mi padre tenia más y todo era porque había practicado boxeo desde niño para calmar su hiperactividad, la cual colapsaba a mis abuelos.
—Siéntate, por favor —pidió mi madre, otra vez.
Me sentía tan mal anímicamente que no me quedó de otra que sentarme. Por suerte, el dolor de trasero por culpa de la penicilina se había quitado y ya no sentía nada.
Mi padre se sentó frente a mí, junto a mi padrastro, con quien no parecía tener ningún problema. Bueno, ambos no eran la mejor clase de hombre que existía, en ese caso tenían cosas en común.
Mi madre se sentó en el otro pequeño sillón, que estaba a mi lado y me tomó de la mano, la cual me sudaba por la ansiedad que me estaba causando esa reunión.
Con la mano libre que tenía, le envié un mensaje a Ashton, pidiéndole que fuera a sacarme de ahí porque estaba seguro de que solo no podría hacerlo.
Mi padre ya sabía de Ashton y con las fotos que había en la sala de él y yo, definitivamente ya lo conocía de rostro.
Hubo un largo momento de silencio, se sintieron como casi diez minutos, hasta que pude recomponerme.
—Si mamá te contó de Ashton, debió decirte que su padre es juez de la corte suprema —comenté para asustarlo y a mi padrastro de paso.
Ellos no tenían que saber que el señor Johnson me detestaba y jamás me ayudaría con un asunto familiar.
—No, no me lo dijo, pero me alegro de que tengas contactos en la vida —comentó—. Siempre pueden ser de ayuda.
Sí, como en el caso de que él se llegara a acercar a mí y me tocara un pelo.
—Gohan, quizás puedas venir a comer otro día con Ashton a la casa —propuso mi madre—. Haremos esto como tú quieras.
—¿Hacer qué? —pregunté confundido—. ¿Volver a llevarnos bien?... No, yo no quiero nada con ninguno.
Ya ni siquiera con mi madre, quien, aunque podía entender, parecía no tener remedio y yo no estaba dispuesto a hundirme con ella.
—Gohan, solo quiero que me perdones...
—Llegaste tarde —lo interrumpí—. De hecho, aunque hubieras llegado un día siendo el mejor padre del mundo, jamás te hubiera perdonado. ¿Tu familia sabe que estas acá? ¿Saben de mi mamá y de mí? —él no dijo nada—, pues mejor así o ese pobre niño crecerá sabiendo que su padre es una porquería.
Hice el ademán de ponerme de pie, cuando mi mamá volvió a jalarme hacia abajo.
—No seas grosero, Han.
Esa vez si logre ponerme de pie.
—¡Él no merece que yo sea amable! ¡Ni siquiera merece ser padre! ¡Ni tú madre! ¡Mejor me hubieras abor...!
Una cachetada impacto mi mejilla izquierda, interrumpiéndome. Mi madre estaba de pie frente a mí, mirándome furiosa.
Antes de que pudiera decir algo, con los ojos llenos de lágrimas y la garganta apretándome, alguien tocó la puerta.
—¡Señora Davies, soy Ashton!
Yo estaba por ir a abrir, cuando mi madre me miró amenazante y solo pude quedarme quieto, en mi lugar.
Ella fue a abrirle a mi amigo, quien entró con la respiración acelerada, probablemente porque estaba nervioso.
—Ashton, ese es el padre de Gohan, el señor Bridge.
Ashton le extendió la mano, inseguro, y luego saludo a mi padrastro, a quien ya conocía.
—Bueno, me voy a llevar a Gohan porque tenemos algo que hacer —mintió.
Yo fui hacia mi amigo y me puse detrás de él.
—Ashton, después quizás pueden venir a almorzar un día —le dijo mi madre.
—Tal vez —dijo él nervioso, era obvio que tampoco quería repetir esa situación—. Quizás podemos hablar otro día, con más calma, ahora debemos irnos.
Ashton se despidió y me tomó de la mano para sacarme de ahí.
—¿Qué hacía tu padre aquí?
—Es una larga historia... bueno, no tanto, pero te la cuento en casa.
Ashton se detuvo a verme un momento y toco mi mejilla con delicadeza.
—¿Alguien te pegó?
—Mamá... la hice enojar.
Yo sabía que no estaba bien que mi madre me golpeara, pero yo tenía más fuerza que ella, si hubiera querido defenderme lo hubiera hecho, aun cuando era mi madre.
—No quiero volver —le dije.
—Tranquilo, no lo haremos.
Comenzamosa caminar hacia donde Ashton había dejado la camioneta y cuando llegamos, nos encontramos con una particular escena.
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