Capítulo 31: Malibú

Ashton

No sabía si era mi impresión o qué, pero podía sentir que Gohan estaba intentado acercarme a Abby... no, definitivamente no era mi impresión, eso era exactamente lo que intentaba.

Durante el viaje a Malibú de un poco más de media hora, Gohan habían estado hablando cosas grandiosas sobre mí y cuando terminaba, le preguntaba a Abby: "¿no te parece genial?". 

Abby solo respondía que sí a todo con una sonrisa y de vez en cuando me daba una mirada furtiva a través del espejo retrovisor que me incomodaba bastante.

Quería mucho a Gohan, pero por lo mismo reconocía sus talentos y sus desventajas... ayudar a emparejar personas no era uno de sus talentos. Sus intenciones eran tan obvias que no me hubiera sorprendido que Abby hubiera pensado que realmente a mí me interesaba.

Mientras Gohan seguía contando cosas buenas de mí, yo solo tenía la mirada en frente, pensando en que podían estar haciendo Alaska y Brian en su genial auto descapotable.

Viera por donde lo viera, yo estaba en desventaja frente a él. Él era bastante mayor que yo, ya tenía una carrera, tenía un auto propio y no tenía una reputación de idiota con la que cargar sobre sus hombros.

Quizás Brian no era precisamente el hombre perfecto, pero era mucho más conveniente que yo por simples razones: era un adulto con trabajo, independiente y con estabilidad económica. Por otro lado, yo era un universitario que se mantenía gracias a la herencia de sus difuntos y famosos abuelos, por lo tanto, solo servía para divertirse por una noche.

Alaska ya se había divertido conmigo por una noche, aunque fuera con Gohan incluido, pero eso significaba que ya no pasaría nada más entre nosotros.

Cuando llegamos a la casa, pude notar que esta estaba tan limpia y linda como siempre, pues solían hacerle mantenimiento cada cierto tiempo.

La casa era blanca, tenía tres pisos y muchas ventanas. Estaba ubicada justo frente a la playa. Cuando salías por la puerta trasera o los ventanales, pisabas directamente la arena y podías observar las olas del mar golpear la orilla.

Tal como en Beverly Hills, también había muchas casas de famosos por ahí, era por esa razón que mis abuelos habían querido comprar una casa en ese sitio.

Detrás de nosotros llegó Brian, con Alaska y Twinkle, estacionando su auto junto a la camioneta de mi madre, mientras yo bajaba las maletas de esta.

—Algún día podré tener una casa aquí como toda una estrella —comentó Alaska con una sonrisa llena de ilusión.

Yo solo reí y fui con dos maletas hacia la puerta principal, la cual estaba entreabierta, y la empujé para poder entrar.

Abby estaba mirando por uno de los ventanales que daba hacia la playa y Gohan ya estaba enchufado todos los electrodomésticos y la televisión.

—Linda casa —comentó Brian—. Aunque a mí me gustaría una un poco más exclusiva, los vecinos están muy cerca.

¿Y a mí que me importaba lo que a él le gustaría? La casa ni siquiera era mía, era de la familia. Mis abuelos la habían querido así.

Era cierto que las casas no estaban separadas por más de dos metros entre ellas, pero la verdad era que el lugar no solía estar lleno siempre. El momento más concurrido era el verano y aun así la playa era privada, por lo que jamás se llenaba.

—Bueno, voy a mostrarles los cuartos disponibles.

Gohan y yo siempre usábamos los mismos, pues uno estaba decorado precisamente para mí, mientras el otro era uno de invitados.

Alaska y Brian se quedaron en otro cuarto de invitados y Abby se quedó en el que solía usar una de mis hermanas, aunque rara vez, pues no solían ir a la casa seguido. La última vez que uno de mis hermanos había estado ahí debió ser cuando aún estaban en la universidad.

Pasamos los dos primeros días yendo a la playa, haciendo compras y conociendo el lugar (al menos los tres que nunca habían ido).

Ese día era treinta de diciembre y, por lo tanto, estaba revisando que estuviéramos lo suficientemente abastecidos, pues los dos días siguientes casi ningún local estaría abierto.

Hice una lista mientras revisaba la cocina e hice una lista de cosas que hacían falta, entre ellas mi leche de almendras y bebidas.

También revisé la lacena y el baño, anotando que debía llevar más papel higiénico, cereales y fideos.

Alaska se había estado comiendo todos los cereales mientras veíamos una película la noche anterior y, por lo tanto, apenas quedaba un poco. En cuanto a los fideos, era lo único que Gohan sabia cocinar y cada vez la hierba le provocaba apetito, se cocinaba un contundente plato de fideos.

Luego de hacer mi lista, avisé a los demás que iría de compras, pero antes de que pudiera salir, Alaska bajó las escaleras y llegó junto a mí.

—Te acompañó —me dijo—. Necesito más cereal.

—Ah, sí, yo lo iba a comprar.

—No, claro que no. Yo lo compraré —dijo, poniéndose una chaqueta—. Vamos.

Decidí no debatirle nada y asentí, abriendo la puerta principal para salir e ir a la camioneta.

Cuando nos subimos, encendí el auto y comencé a conducir.

—¿Y cómo la han pasado? —pregunté.

—Increíble —respondió Alie—. De hecho, espero que Brian escoja este momento para, quizás, formalizar algo.

Eso se sintió como un cuchillo en el estómago. No era como si estuviera perdiendo al amor de mi vida, pero, aun así, era triste que cuando una chica te interesaba en serio te hablaba de lo bien que iba su relación y de lo ilusionada que estaba.

Quizás, antes había intentado hacer algo, pero en ese momento, viendo a Alie sonreír cuando hablaba de Brian, no podía siquiera hablar mal de él.

Le había tomado mucho cariño a Alaska y como la buena persona que era, merecía ser feliz con quien quisiera, aun si era el idiota Brian.

—Yo creo que lo hará. Es el momento perfecto —concordé aunque me doliera.

Seguimos hablando del asunto, por más que yo no quisiera, pues no tenía una buena excusa para detenerlo y cuando llegamos al supermercado, por fin me sentí aliviado.

Ambos comenzamos a buscar las cosas que necesitábamos, en carros distintos, pues Alie había insistido en que quería pagar algunas cosas ella misma.

Mientras buscaba cosas en las golosinas, me topé con los bombones preferidos de mi amiga.

Debatí en mi mente lo que era correcto hacer y decidí tomar dos cajas de bombones para meterlos entre las cosas que ya llevaba, ocultándolos en el fondo.

Cuando ya estuvimos listos, fuimos a la caja para pagar los artículos. Esta estaba bastante llena, pues muchos estaban haciendo las compras de último momento como locos y sus carros estaban rebalsados de toda clase de productos.

Dejé que Alie pagara primero y le entregué las llaves para que metiera las bolsas a la camioneta.

Cuando fue mi turno, pagué lo demás y metí todo en las dos bolsas reutilizables que quedaban, para luego llevarlas hacia la camioneta.

Alie estaba en la parte de atrás acomodando todo y cuando llegué, la ayudé a meter lo demás.

—Yo cierro —le dije.

Ella asintió y fue hacia el asiento del copiloto y yo, antes de cerrar, saqué las cajas de bombones y las llevé conmigo hacia la parte delantera de la camioneta.

Cuando me subí, noté que Alaska fijó su vista en las cajas con curiosidad y yo, sin decir nada se las entregué.

Sabía que no era correcto darle regalos así a una mujer con novio, pero yo a Gohan le regalaba siempre golosinas y no significaba nada.

«Sí, claro, sigue diciéndote eso para excusarte», dijo mi conciencia.

—¿Los compraste para mí? —preguntó, tomándolos.

—Son tus favoritos, ¿no?

Alie asintió sin demostrar mucho.

—No sabía que lo recordabas... —confesó, mirando las cajas con una sonrisa—. Gracias.

Me dedicó una sonrisa llena de felicidad y yo no pude evitar sentir ese hormigueo en el estómago que solo me confirmaba que lo que estaba haciendo estaba mal de muchas formas.

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