Capítulo 18: Locura
Alaska
Ya habían soltado a Gohan y estaba con Ashton en un lado de la estación de policías, mientras yo me tomaba fotos y firmaba autógrafos a todos los policías del departamento.
—Iré a ver la película sin duda —me dijo una.
Yo le di una sonrisa avergonzada.
—Muchas gracias. Espero que les guste a todos.
Luego de que terminara todo, salí con los chicos a la calle.
—Toma —me dijo Ashton, dándome las llaves de su camioneta.
Yo lo miré confundida.
—Estoy drogado y el otro ebrio, tú eres la conductora designada está vez —me explicó.
Yo tomé las llaves y fui hacia el asiento del conductor.
Hacía mucho que no conducía, pero gracias a que solo eran unos cuantos minutos de viaje, no me sentí muy asustada.
Apenas nos subimos al vehículo, Ashton y Gohan comenzaron a discutir.
—Vinimos a Las Vegas para apostar y drogarnos, no para tener orgias.
—Pues si se da la oportunidad, yo no me voy a negar.
Ashton estaba de copiloto y Gohan estaba atrás, con los brazos cruzados y el ceño fruncido. Se veía como si fuera un niño pequeño y Ashton su padre.
—¿Por qué siempre tenemos que hacer todo lo que tú quieres? —preguntó Gohan.
Ashton se volteó a verlo ofendido.
—¿Lo que yo quiero? ¿Es en serio? ¡Tú eres el que acaba de decirme lo que vinimos a hacer a Las Vegas y por lo que no puedo tener orgias!
—¡No dije eso! ¡Yo te dejé hacer lo que querías, me da igual, pero no te quejes después si hago algo estúpido cuando no estas para detenerme!
—¡Soy tu amigo, Han! ¡No tu niñera o mamá!
—¡¿Amigo?!
—¡Mejor amigo! —se corrigió Ashton.
—¡No fue lo que dijiste!
—¡Es lo mismo!
—¡No! ¡Yo tengo muchos amigos, pero solo un mejor amigo!
—¡Ya dejen de discutir! —pedí, desesperada.
Necesitaba concentrarme en conducir, pero con los dos gritando molestos, temía no poder hacerlo y estrellarme contra algo o, peor, alguien.
Los dos terminaron por quedarse callados, pero cruzados de brazos, mirando por la ventana que tenían más cerca.
Debía decir que no me gustaba verlos discutir, pues dudaba que alguno pudiera estar mucho tiempo sin el otro y a mí me gustaba estar con ambos, no sólo con uno.
—Chicos, yo... —estaba por decirles unas palabras para que se arreglaran, cuando el celular de Ashton sonó.
—Es Abby —informó, viendo la pantalla—. Quiere una video llamada.
Gohan se acercó hacia adelante con curiosidad.
—Pues contéstale.
Ashton le contestó la llamada y puso el teléfono frente a su rostro.
—Hola, chicos —oí a Abby saludar—. ¿Cómo se la están pasando?
—Hola —saludó Ashton—. Increíble, bueno, dentro de todo...
—Como me gustaría estar con ustedes... los extraño mucho. Ya no quiero hacer más trabajos —se quejó con un tono infantil.
De pronto, parecía que Gohan y Ashton ya no estaban molestos, por el sólo hecho de hablar con Abby.
Comencé a apretar el volante de la camioneta con fuerza. Realmente detestaba la voz de Abby y más detestaba aún que a los chicos les encantara tanto.
Cuando llegamos al estacionamiento del hotel, los chicos bajaron aun hablando con Abby, mostrándoles unas amplias sonrisas llenas de felicidad, sonrisas que yo estaba segura de que no me habían dado a mí.
¿Qué tenía de grandioso ella? ¿Qué era igual de estúpida que ellos? Yo también podía actuar como si poner mi vida en constante riesgo no fuera la gran cosa, yo podía tener una orgia y fumar hierba hasta no recordar mi nombre.
Cuando llegamos al cuarto, Ashton y Gohan dejaron el celular con Abby aún ahí sobre la mesa de noche del cuarto y comenzaron a ordenar un poco el desastre que había.
Yo me quedé sentada en el sofá de la sala que había en el lugar y pedí servicio a la habitación.
Cuando alguien tocó la puerta, corrí a buscar las botellas de alcohol que había pedido y me senté nuevamente en el sofá para comenzar a empinarme una cerveza.
Luego de beber un largo trago, hice una mueca de asco. La cerveza no era mi cosa favorita, pero había preferido empezar con algo suave.
Cuando terminé la pequeña botella de cerveza, comencé con el tequila, al seco.
Sentí como mi tubo digestivo se quemaba, pero no buscaba sentir placer al beber, buscaba lo que todos los adolescentes estúpidos buscaban en una fiesta: embriagarse.
El alcohol no era sabroso, pero te hacía sentir invencible. Ebrias, las personas no le temían a nada; ni al rechazo, ni a la muerte.
Cuando estaba por terminarme la botella, sentí que ya no podía más con eso.
—Quizás el vino alivie el ardor —me dije a mi misma.
Dejé el tequila sobre la mesa de centro y tomé la botella de vino. Me costó bastante tiempo incrustar el sacacorchos y abrir la botella, pero cuando lo logré, me empiné la botella sin dudarlo.
Me quité los zapatos y tomé mi celular de mi bolsillo, sin soltar la botella, para buscar una canción en Spotify y ponerla al mayor volumen posible.
No se oía tan fuerte, pues no tenía un parlante, pero con poder escucharla yo, estaba feliz.
Luego de un rato, comencé a cantar la canción, o a gritarla, mejor dicho:
—We'll be running down the street, yelling "Kiss my ass". I'm like yeah whatever, we're still living like that. When the sun's going down, we'll be raising our cups. Singing, here's to never growing up.
Era una de mis canciones favoritas de Avril Lavigne: Here's to never growing up.
De pronto, Ashton salió de la habitación y me quedó mirando confundido.
—¿Alaska? ¿Qué haces? —preguntó con un leve tono de preocupación.
—¡Me divierto! —exclamé, tambaleándome y subiéndome a la pequeña mesa de centro para bailar mi canción.
Volví a tomar un trago de la botella de vino, pero Ashton se acercó a mí y me la arrebato.
—¡Oye! ¡Es mía! —reclamé, intentado quitársela.
—¿Estás ebria? ¿En qué momento pasó todo esto?
—¿En qué momento? —pregunté irónica—. ¡Te diré en qué momento: en el que tú y Gohan estaban muy ocupados hablando con Abby como para recordar mi existencia!
—Alie...
—¡No! —lo interrumpí—. Yo también puedo ser graciosa y divertida y loca... ¡Yo puedo ser mejor que ella!
Ashton parecía algo asustado, muy probablemente porque jamás me había visto en ese estado y porque realmente estaba actuando como una loca.
—Tú y Gohan son los únicos amigos que tengo —dije, al borde de las lágrimas—. ¡Ella tiene más, puede irse con ellos!
—Oye, tranquila...
—¡Que te calles! —ordené, furiosa—. Lo único que tiene Abby que yo no, es que es atractiva —admití—. Tiene esa maldita sonrisa perfecta y ese carisma que alguien tan simple como yo no tiene.
Me bajé de la mesa y me dejé caer en el sillón para comenzar a sollozar.
—Soy una simple rubia pálida, desabrida, corriente y aburrida...
Ashton se sentó en el borde de la mesa de centro, frente a mí y dejó a un lado la botella de vino para tomar mi rostro con sus manos y hacer que lo mirara.
—Yo diría que eres una rubia pálida muy dulce y hermosa —me corrigió—, y no tienes nada que envidiarle a alguien como Abby.
El problema era que si lo tenía. Ella les agradaba mucho más a ellos dos y eso me dolía.
Iba a llevarle la contraria a Ashton, pero entonces, pegó sus labios a los míos suavemente y tuve que tragarme mis palabras.
El beso era bastante dulce, sus labios se movían sobre los míos con mucha delicadeza y tranquilidad, al menos hasta que yo comencé a pedir más, desesperadamente.
Sobria, jamás hubiera sido tan atrevida, pero ebria, besar a Ashton como si me lo estuviera intentando tragar me parecía una excelente idea.
¿Me arrepentiría de eso? Era muy probable.
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