Capítulo 16: Arresto
Gohan
Normalmente amaba andar con Ashton a donde fuera, pero en ese momento, solo quería tener una excusa para desaparecer de ahí.
Mi amigo era tan guapo que, donde fuera, llamaba la atención de las chicas y Las Vegas no había sido la excepción.
Un grupo de chicas había llegado junto a nosotros y habían comenzado a coquetearnos, pero yo no estaba de humor para eso. Yo quería hacer alguna estupidez que subiera la adrenalina de mi cuerpo y que me hiciera bajar toda la comida que había tragado en el restaurante hacía un rato.
Ashton estaba muy cómodo y feliz, pero era porque a él le gustaba llamar la atención de las chicas. Cualquiera podía pensar que yo era igual a él, pero yo no siempre quería estar rodeado de mujeres que me coquetearan.
—Iré al baño —mentí.
—Claro —me dijo Ashton, sin prestarme mucha atención.
Me levanté de la silla en la que estaba y fui hacia dentro del hotel, pero en vez de ir al baño, corrí hacia la habitación para sacar mi billetera y una chaqueta.
Lamentaba abandonar a Ashton de esa manera, pero yo había ido a divertirme de maneras en las que no podía en Los Ángeles. No era que en Los Ángeles no hubiera casinos, pero en Las Vegas, cada cinco minutos encontrabas uno.
Salí del hotel para comenzar a caminar en busca de un casino que me interesara. No tarde muchos minutos en llegar a mi destino y cuando crucé la puerta principal, sentí la emoción crecer en mi estómago.
Sin pensarlo más de dos segundos, corrí a una máquina tragamonedas desocupada y comencé a meter las monedas que tenía en mi billetera.
Estuve al menos una hora en las máquinas, mientras bebía unos tragos, para luego estar media hora más apostando en la ruleta.
Había ganado algo de dinero, pero no mucho, pues esos juegos se trataban de suerte y, si bien, yo me consideraba alguien muy afortunado, quería probar algo más seguro.
Debido a que los casinos estaban hechos para quitarle dinero a la gente, casi nunca se ganaba dinero considerable en ningún juego o máquina, lo que me dio una pésima idea.
Ashton y yo habíamos aprendido alguna vez a contar cartas en el blackjack y era mi momento de aplicar lo aprendido.
Aun cuando ya estaba bastante ebrio, debido a todos los vasos de whisky y shots de tequila que había bebido, decidí que debía intentarlo.
Fui hacia la mesa del blackjack, donde solo se encontraba el crupier con un hombre y una mujer que parecía no muy animada.
Me senté al lado de la chica y, entonces, hice mi apuesta para la siguiente ronda.
Cuando el crupier comenzó a repartir las cartas, rápidamente, hice lo que pude para contar las cartas correctamente. Yo había aprendido con Ashton repartiendo, quien no era experto, y, por tanto, era mucho más lento, por lo que se me hizo más difícil de lo que había imaginado.
Al principio, no me estaba yendo muy bien, pero con el paso de los minutos, comencé a tomarle el ritmo al juego y comencé a ganar.
Fingía sorpresa cada vez que la jugada me funcionaba y, las primeras veces, los demás me felicitaban, pero cuando pasaron más de veinte veces que gané contra la casa, dos hombres de terno se me acercaron por detrás y me tomaron por los hombros.
—Acompáñenos, por favor.
Intenté zafarme del agarré, pero los tipos comenzaron a forcejear para sacarme, llamando la atención de la gente que se encontraba en el lugar.
—Deja de resistirte o te irá peor —me amenazó uno.
Comencé a agarrar las fichas que había ganado y a metérmelas en los bolsillos de mi chaqueta como podía, pero no pude seguir, pues los tipos comenzaron a tironearme.
Quizás, en una situación en la que hubiera estado sobrio, hubiera dejado que me echaran después de un rato de discutir, pero ebrio, yo me creía mejor que Superman.
Intenté darle un golpe a uno de los de traje, pero él lo esquivo, haciéndome perder el equilibrio.
Caí al suelo de cara y, como mi cabeza daba vueltas por el exceso de alcohol, no pude levantarme, así que debí permitir que los tipos me arrastraran por el casino hasta la salida.
Luego de tirarme por las escaleritas de la entrada, volvieron a entrar, dejándome tendido en la acera, con el labio sangrando por las caídas.
Luego de que el dolor de los golpes pasara un poco, me puse de pie y me apoyé en un poste para sacar mi celular y llamar a Ashton porque no estaba seguro de que pudiera llegar vivo al hotel.
—Hola, soy Ash, ahora mismo debo estar haciendo algo mejor que hablar contigo, así que deja tu mensaje.
—Maldito buzón de voz —me quejé, cortando la llamada.
Me separé del poste y comencé a caminar por la calle, pateando una roca.
Si Ashton no hubiera estado tan ocupado con esas chicas, entonces me hubiera acompañado a apostar y hubiéramos terminado ebrios y golpeados juntos porque, no iba a mentir, Ashton no era una persona mucho más razonable que yo.
Yo no era celoso, bueno, a veces, solo con Ashton, pero en situaciones específicas. No me importaba que tuviera novia o amigos, mientras yo siguiera siendo el número uno para él y eso implicaba que me diera al menos un cincuenta por ciento de su atención.
Recordé la sonrisa tonta que tenía Ashton mientras hablaba con el grupo de chicas de la piscina y entonces, pateé la piedra con fuerza, dándole, por accidente, a la ventana trasera de un auto.
Cuando la cosa no podía ponerse peor, me di cuenta de que el auto no era nada más ni nada menos que una patrulla policial.
Intenté huir disimuladamente, al percatarme de que no había ningún policía por ahí, pero, para mi mala suerte, dos salieron de una tienda en la que parecían estar comprando algo para comer y beber.
—¡Tú! ¡Detente! —me gritó la policía, con su compañero detrás.
Levanté mis manos, me volteé e intenté sonreír, algo asustado.
—L-lo lamento mucho, no fue mi intención...
—Cierra la boca —me ordenó el policía, sacando unas esposas para arrestarme—. Contra el auto.
Yo le hice caso y me apoyé contra el auto, dándole la espalda. Sentí como la mujer me revisaba de abajo hacia arriba, hasta que se detuvo en mi bolsillo del pantalón y sacó mi billetera.
«Ay, no...».
—¿Qué es esto?
No tuve que mirar lo que tenía en las manos para saber que era: una bolsa de marihuana.
—Es para consumo personal —me defendí.
—¿Sabías que en Nevada es ilegal poseer marihuana en público?
Yo quedé con la boca entreabierta, sin saber que decir. Estaba claro que yo no tenía idea de las reglas y leyes de Nevada, apenas sabia las de California.
—Bien, estas arrestado —avisó el hombre, poniéndome las esposas con brusquedad—. Por el delito de agresión a un elemento de seguridad pública y posesión de marihuana en la vía pública.
—Tiene derecho a guardar silencio, todo lo que diga podrá ser usado en su contra... —la mujer siguió leyéndome mis derechos, mientras me metía a la parte trasera de la patrulla.
Uno de mis derechos era una llamada y más le valía a Ashton contestarme esa vez o tendría más problemas.
¡Holis!
He aquí es capítulo narrado por mi querido Gohan, ¿qué les pareció?
¡Besitos!
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