Capítulo 20: Tu pesadilla
Sentí otro golpe en mi pómulo derecho que me hizo temblar nuevamente. Había olvidado que estaba tan acostumbrada a esto, que el sentirlo de nuevo me hizo recordar el por qué intenté huir de ese lugar durante tanto tiempo.
—¡Mátame si tanto quieres hacerlo! —escupí con rabia.
Sentí otro golpe en mi rostro, luego solo dolor en mi cuero cabelludo cuando me agarró con fuerza acercando su rostro al mío.
Negó con la cabeza sonriendo hacia mí al ver como salían lágrimas de mis ojos.
Pero no de dolor o tristeza, sino de impotencia.
—No, sabes que prefiero mil veces escucharte sufrir de dolor hasta morir. Matarte le quitaría lo divertido al asunto.
Él salió de la pequeña habitación dejándome sola nuevamente.
No sé cuántos días han pasado, pero sé que llevo un tiempo aquí, y nadie me ha buscado todavía.
O quizá si...
Miré a mi alrededor, buscando una salida, todas mis mañanas se basaban en lo mismo, intentar salir de aquí. Mi ventaja de hoy, era un hacha que estaba al otro lado de la habitación.
Intenté deshacerme de la soga, sin importar el dolor insoportable en mi muñeca, con un vidrio roto que hallé hace unos días en una esquina del suelo y empecé a rasgar la soga con desesperación.
Todo parecía estratégico, como si hubiese dejado cada cosa a la vista para escapar.
Pero no le presté atención, solo quería salir de aquí.
Cuando pude finalmente liberarme, mi muñeca ardía, pero eso no me detuvo. Tomé el hacha y subí las escaleras para poder huir. Me di cuenta inmediatamente que me encontraba en la Clínica Howest Ridgeson, el cual fue cerrado hace unos años.
Salí de los laboratorios a toda velocidad, que era donde Rowan me había mantenido encerrada estos días, la reja que cerraba el paso estaba con candado y fue allí cuando agradecí tener el hacha.
¿Pensaba matarlo con eso? Pues sí, ya sea de un golpe en la cabeza o directamente un hachazo en cualquier parte del cuerpo, pero eso me ayudó a romper la cerradura.
Lo cual me hizo temblar por un segundo debido al gran ruido que hizo. En ese momento, mi impulso fue soltar el hacha y salir corriendo, si me quedaba para matarlo puede que ni siquiera yo saliera viva después de eso.
Conociéndolo...
Fue entonces cuando corrí por el largo pasillo camino a la salida de emergencia, sabía que si iba por la principal, me alcanzaría de todos modos.
Pero entonces empecé a escuchar pasos acelerados cerca de mi, me escondí rápidamente detrás del mostrador con el corazón en la garganta y fue ahí cuando maldije para mis adentros por haber dejado el hacha.
Miré a mi alrededor con desesperación en busca de algo que me sirviera para golpearlo, pero no encontré nada. Así que respiré profundo para evitar un ataque de pánico.
Pero al ver quién era la persona que corría hacia las escaleras, la detuve.
—¡Aila!
Ella se giró hacia mí como si el corazón se le fuera a salir en cualquier momento.
Estaba pálida, pero al verme corrió a abrazarme.
—¿Estás bien? —me preguntó escaneando de pies a cabeza.
—Lo estoy, pero tú no te ves nada bien.
—Tengo muchas ganas de vomitar.
—Primero enfócate en sacarnos de aquí. ¿Cómo entraste?
—El ducto de ventilación, entré sola porque soy la más pequeña. Nate y Beau están afuera esperándonos en el auto.
—¿Beau? ¿Cómo está?
—Ya lo verás con tus propios ojos.
Cuando estuvimos a punto de llegar al ducto de ventilación por donde Aila había entrado, encontramos a Rowan frente a él observándonos del otro lado del pasillo.
—¿En serio creyeron que no me daría cuenta de que al escapar utilizarían una de estas salidas? Por favor, no me crean tan estúpido. Por algo te dejé el hacha en el laboratorio. Sabía que si no te dejaba nada esto sería muy aburrido.
—Aila, corre —dije antes de girar y correr al lado contrario del pasillo.
Rowan empezó a caminar tranquilamente detrás de nosotras, como si supiera que no encontraríamos ninguna salida y nos alcanzaría de todos modos.
—¿A dónde vamos? —preguntó agitada.
—Solo mira hacia todos lados y busca una salida.
Ella corría y yo iba detrás de ella mirando hacia atrás de vez en cuando, donde Rowan venía a paso perezoso.
—Recuerden que una vez que entran a mi juego, la única manera de salir de él es sin vida. Es turno de nuestra querida Raven.
Me detuve en seco.
—¿Qué has dicho?
—¿No sabías? Todos pagarán por cada cosa que han hecho y ella fue la primera en pecar esa noche.
—¡Alaska, vamos! —gritó Aila al ver que no me movía. Ella había logrado romper unas ventanas de un consultorio y ahora intentaba sacarme de ahí, pero las palabras de Rowan seguían sonando en mis pensamientos intentando armar el rompecabezas, y esa era la pieza que me faltaba—. No le prestes atención, solo está jugando contigo.
Tomó mi mano y me arrastró hacia la salida.
Pero en su lugar, escuchamos un grito desgarrador a través de los altavoces.
Raven Melby.
Rowan tenía razón, habíamos entrado a su juego.
Al salir, Aila le avisó a Nate sobre Raven, quien entró nuevamente con ella para sacarla de ahí.
Mientras esperaba en el auto, me tomé mi tiempo para observar a Beau, estaba dormido a mi lado. Pasé mi mano por su mejilla acariciando suavemente, él abrió los ojos con pesadez intentando enfocarme pero, al notar que era yo, hizo un movimiento brusco que le hizo quejarse de dolor.
—Cuidado, yo estoy bien, tú no —hablé.
Me abrazó aliviado y luego sostuvo mi rostro con delicadeza haciéndome sonreír.
—Tú vuelves a desaparecer de esa forma matándome del susto y la próxima vez el que te matara seré yo cuando te encuentre.
—Si es que no te mueres antes intentando salvarme —bromeé bajando la vista hacia su herida.
—Muy graciosa.
—Esperemos que no haya próxima vez, ¿si?
Él sonrió dejándome en shock al sentir la presión de sus labios sobre los míos de repente.
—¿Por qué fue eso? —pregunté refiriéndome al beso.
—Por si acaso.
Sonreí.
—Mírate nada más, estás toda golpeada.
—Estoy bien.
En ese momento Nate llegó corriendo con Raven en sus brazos, estaba desmayada, así que la subió a la parte trasera con nosotros.
Pero eso no fue lo que más me impactó, ni el que Raven estuviese ahí encerrada conmigo desde quién sabe qué momento, ni el beso de Beau, ni mucho menos haber salido de ahí tan fácil.
Sino una llamada al móvil de Aila cuando Nate puso el auto en marcha.
—¿Quién era? —preguntó Beau.
—Mamá... a Leia le han dado de alta.
Si antes las cosas estaban mal, ahora están mucho peor.
Porque eso solo significaba una cosa.
Este desastre recién iniciaba y la primera en caer, claramente, sería yo.
Hay veces que realmente no entiendo nada de lo que hace Beau, pero bueno, cada quien con lo suyo.
Hoy no hablaremos mucho porque no tengo nada para decir mas que... ¿Adelanto?
-¿Alaska? ¿Rowan? Alguien está en problemas...
-¿Por qué la besas si luego la vas a tratar así? :(((
-Quizá sea momento de que Kora se entere de algunas cosillas sobre la persona que comparte habitación con su hija :))
-Finalmente sabremos más sobre Leia, es un pueblo muy chiquito y todo está conectado. Recuerden eso.
Ahí se las dejo, saquen sus propias conclusiones.
Besos,
Paola Velásquez.
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