Capítulo 14: Slade Holden
Diciembre 01, 0:00 hrs.
Comisaría de Riverwood
—No lo entienden, es ella la culpable de todo esto, ¡tienen que creerme!
—Señorita Holden, creo que debería calmarse, ha pasado mucho tiempo desde que desapareció, ¿puede decirnos a detalle qué fue lo que vio esa noche?
—No lo sé, todo fue muy confuso, pero les aseguro que no tuve nada que ver.
—Sus amigos han declarado todo lo contrario, todos sus testimonios la señalan a usted como la única culpable de la muerte de la joven Olsen.
—Oficial, aquí en realidad hay tres culpables en todo este alboroto. Y dos de ellos son de ese grupo que me tiró como carnada para salir de la lista de sospechosos.
— ¿Por qué tres?
—Porque no solo fue un asesinato.
— ¿Cómo está tan segura de todo esto? ¿Dónde estuvo todo este tiempo?
—Con la persona que ocasionó todo, enterándome de lo que sucedió con Sharlene, haciendo justicia a la persona que lo era todo para mi, ¿Y quiere saber quién está en la punta de todo esto?
— ¿Quién?
—La chica nueva que todos aquí conocen como Alaska Van Halsing.
Diciembre 01, 10:00 p.m.
—Creí que no te gustaban las películas de romance —habló Aila mientras metía un puño de palomitas de maíz a su boca.
—No me gustan, pero debo admitir que esta es un poco más interesante por todo el tema del drama.
—Es el Titanic, un clásico. ¿Nunca la habías visto?
—Digamos que de donde vengo no teníamos la manera de distraernos con películas.
—¿Por qué?
—Mi familia no tenía los recursos suficientes para darnos esos lujos.
—¿No tenían televisión? ¿No iban al cine?
—No, solo teníamos permitido leer libros que había en casa.
Ambas nos encontrábamos sentadas en el sofá viendo la película favorita de Aila, como su madre trabajaba hasta tarde, nosotras decidimos hacer un maratón de películas hasta quedarnos dormidas.
—Pues ya entiendo tu aburrimiento, ¿no tenías amigas?
—No me gustaba la gente de ahí, así que siempre estaba sola o con Charlotte —respondí antes de quitarle el bowl de palomitas—, ¡Oye, no te las comas todas, dame un poco!
Ella rio.
—Es divertido tenerte aquí. Siempre quise tener una hermana.
—Creí que Leia y tú eran muy unidas.
—Lo somos, pero desde que se graduó de la universidad y comenzó a trabajar como periodista, venía muy poco.
—Entiendo.
—¿Cómo era tu relación con Charlotte? —preguntó luego de unos minutos de silencio entre nosotras.
—Pues... a veces discutimos un poco, pero la mayoría de las veces era como una madre para mi, me cuidaba siempre, comíamos juntas la mayoría del tiempo, no se iba de la habitación hasta que yo pudiese dormir tranquila, me traía libros interesantes para leer en mis días de aburrimiento. Fue agradable estar con ella.
—Que lindo. Te aseguro que ella siempre estará contigo, estés donde estés.
Ese comentario me hizo sentir mal, porque a veces la veía en mis sueños o más despierta que nunca deambulando por ahí. Lo peor de todo es que ahora me sentía un poco culpable por lo de Leia.
La pantalla de mi móvil se encendió indicando una llamada de Beau, me excusé con Aila para dirigirme a la habitación y poder hablar tranquilamente.
Unos toques a la puerta nos distrajo a ambas, yo por mi parte le dije a Aila que abriera tranquila mientras yo atendía la llamada rápidamente.
Cerré la puerta de la habitación tras de mí y atendí.
—Hola, Beau —saludé a través de la línea.
—¿Te desperté? ¿Llamo en mal momento?
—No, para nada. Es solo que me sorprendió tu llamada. ¿Necesitas algo?
—Hablar contigo. ¿Recuerdas que te dije que te ayudaría con el tema de los mensajes anónimos?
—Ajá.
—Pues creo que sé cómo podemos dar con esa persona más rápido de lo que crees.
Me incorporé ahora más interesada que nunca en esta conversación.
—¿En serio? ¿Cómo?
—Si quieres voy a casa de Aila y te explico.
—¿Ahora? Es decir, es un poco tarde, Beau.
—Sí, ahora. De todas formas necesitaré tu móvil y tardará unas horas, así mañana por la mañana tendríamos más respuestas de lo que esperas.
—Vale, no tardes.
—Te veo en un rato, Aska.
Sonreí ante ese apodo y finalicé la llamada. Cuando estaba a punto de regresar a la sala con Aila, escuché una conversación que me hizo detener en seco. Me asomé cuidadosamente y sentí una taquicardia tan intensa al ver a la persona que ahora se encontraba en el sofá junto a Aila.
Slade Holden había aparecido para arruinar todo.
Sus manos estaban un poco sucias, sus brazos con unos pocos moretones, llevaba los mismos shorts de aquella noche de brujas donde todo se fue al carajo. Iba descalza y con el cabello recogido en una coleta alta. Su pecho subía y bajaba haciendo notar su nerviosismo mientras hablaba a toda velocidad explicando cosas a mi amiga.
En donde estaba, con quién, qué sucedió, cómo sucedió, por qué sucedió y el final que más me importaba alejar de los oídos de los Bae.
—No puedes confiar en ella, si la ves, aléjate. Lo digo en serio Aila, esa chica no es quien tu crees.
—Es mi amiga.
—No, no lo es, solo intento protegerte porque te quiero, eres muy importante para mi, Aila.
—Conozco a Alaska, jamás me haría daño, es más, te la voy a presentar, verás que no es tan mala como tú dices. Déjame llamarla.
Ella hizo un ademán de levantarse del sofá para dirigirse a la habitación, pero Slade la detuvo por el brazo.
— ¿Está aquí?
Decidí aparecer para que no siguiera llenándole la cabeza de cosas sin sentido a Aila.
¿Yo hacerle daño? Por favor, esa chica es como una hermana para mí.
—¡Slade! ¡No lo puedo creer, apareciste! ¿Te encuentras bien? ¿Dónde estuviste todo este tiempo? —intenté acercarme a ella preocupada, pero se levantó del sofá rápidamente y sacó un arma escondida con sus shorts en la parte de su vientre, para luego apuntarme sin temor alguno.
Mierda, todos en este pueblo estaban completamente locos.
—Ahórrate la preocupación, podrás engañar a Aila, pero no a mí. Sé tu secreto, Alaska, y engañando a la policía para que todo el asunto de Sharlene apunte hacia mí, no vas a lograr que no regreses a donde perteneces. Esta mentira tuya no va a durar mucho, te lo aseguro.
Yo levanté las manos lentamente intentando calmarla.
Aila seguía en shock.
—Oye, tranquila, puedo explicarlo, ¿vale? Baja el arma y hablamos.
Mi corazón latía a toda velocidad, pero algo en mi mente hizo clic.
«Sé tu secreto, Alaska».
Leia me había dicho lo mismo.
¿Entonces la responsable de esos mensajes anónimos era Slade?
Pero... no tiene sentido. ¿Por qué lo haría?
Luego recordé que el primer mensaje lo recibí la noche de la muerte de Sharlene, justo cuando ella ya había desaparecido.
¿Entonces sí era ella?
—Slade, tranquila, no hagas algo estúpido —habló ahora Aila.
—Estúpido sería dejar que esta loca siga manipulándote —le respondió.
—No sé de qué hablas —dije.
—¡Oh! ¿No lo sabes? Tranquila, te refrescaré la memoria diciendo a la policía lo que realmente sucedió esa noche.
—Slade, por favor, cálmate. Podremos arreglar esto... hablando, como tres personas civilizadas.
La puerta estaba abierta, gracias al cielo no la habían cerrado todavía desde que Slade llegó, porque pude ver claramente como Beau se asomó a través de ella con la intención de tocar, pero lo detuve con la mirada cuando la suya se conectó con la mía.
Intenté negar con la cabeza para que se fuera y él entendió la señal desapareciendo de allí.
Slade acercó más el arma hacia mi cabeza.
—¡¿No qué?! —preguntó al verme hace unos minutos.
—Eh... no... no puedes hacer un escándalo ahora, sino vendrán por ti, no por mi que es lo que buscas, ¿no?
Aila me miró confundida.
Yo no hallaba cómo decirle que me siguiera la corriente.
—Slade, no hagas una locura, por favor. Si la matas, terminarás tras la rejas.
— ¡Cállate, Aila! Te estoy salvando de dormir al lado de una psicópata.
—Pues aquí la loca parece otra —murmuré.
Justo cuando tuvo intención de apretar el gatillo, la policía entró inmovilizando a Slade de un choque eléctrico. La esposaron al mismo tiempo que Beau se acercaba rápidamente a mi y me envolvía en un abrazo.
— ¿Estás bien?
—Sí, gracias.
Por otro lado, Aila estaba hablando con los policías intentando que no se llevaran a Slade.
— ¡Pero no pueden llevársela!
—Señorita Bae, le pido por favor que guarde silencio y se mantenga al margen si no quiere que la detenga a usted también.
— ¡Pero ella no hizo nada malo!
—Poseer un arma siendo menor de edad ya es algo bastante grave.
Cuando los oficiales se fueron, me acerqué a Aila que ahora lucía alterada.
—Oye, me estaba apuntando con un arma. Podía matarme.
—Pero no lo hizo, ¿y qué hicimos nosotros a ella? incriminarla en el caso de Sharlene haciendo que todos nuestros testimonios terminaran apuntando a ella como única culpable aprovechando su desaparición. ¡Nosotros la estábamos llevando a la policía mientras ella estaba secuestrada!
— ¡No sabemos si estaba realmente secuestrada! ¿Cómo estás tan segura que no fue ella la que mató a Sharlene y por eso desapareció? —respondí.
Esa noche fue el inicio de un desastre constante que nos llevó a sospechar de cada uno de nosotros.
Porque eso siempre fue claro.
El asesino de Sharlene estaba entre nosotros.
Pero mi verdad los condujo con el tiempo a terminar sospechando de mí, cuando en realidad, yo solo era una víctima más de este caos.
Tengo muchas cosas para decir.
Pero la primera y la principal: ¿Vieron que son 3 culpables? ¿A quienes tienen en mente?
A partir de aquí la cosa se complica un poco porque por fin sabremos qué fue de Slade desde su desaparición.
¿Ustedes qué opinan? ¿culpable o inocente?
Besos,
Paola Velásquez
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