Capítulo 12: Alaska Van Halsing

Octubre 31, 17:17 hrs.

Comisaría de Riverwood


—No te había visto por aquí antes...

—Soy una vieja amiga de los Bae, vine a pasar las navidades con ellos —respondí con simpleza.

El oficial me miró con cautela.

—Eso quiere decir que conoces a los amigos de Aila.

—Algunos, sí.

—Entonces sabes de Sharlene.

—No mucho, no soy tan cercana al grupo.

—Bien, dime, Alaska, ¿Dónde estabas la noche que mataron a Sharlene?

— ¿Cómo está tan seguro de que no se suicidó?

—Yo soy el que hace las preguntas aquí, jovencita.

—Claro. Estuve en la casa de Aila.

— ¿Sola?

Negué con la cabeza.

—Estábamos ella y yo... hasta que llegó Slade.

— ¿Qué hacía Slade allí?

—No lo sé, necesitaba ayuda de Aila porque se supone iba a verse con Nate.

— ¿Y no sabes qué ocurrió luego de eso?

—No, solo sé que iba a pasar la noche con Raven en su casa. ¿Para qué? Ni pregunte porque ni yo sé. Ella está loca, quiere con todo el mundo.

— ¿Podría ser más específica?

—Slade estaba enamorada de Sharlene, pero como ella no la tomaba en serio por estar con Beau, buscaba de vez en cuando a Nate o a Raven.

— ¿Dices que Raven fue la última en estar con Slade esa noche?

—Sí.

—Vale, muchas gracias por su tiempo, señorita Van Halsing.


Noviembre 26, 2:00 p.m.

Esta chica era un peligro para mí, porque sabía algo que me podía llevar de regreso a ese espantoso lugar, estaba segura.

Leia Paradis era un fallo en el plan, ¿Cómo se supone que podía estar tranquila si ella es la posible responsable de esos mensajes anónimos?

No estaba completamente segura, pero no podía simplemente dejarlo pasar como si nada.

Ella sin duda sabe mi secreto.

Aquella tarde de noviembre decidí hacerle una visita, un simple aviso, para que conociera con quién se estaba metiendo y en qué se andaba involucrando.

Ella estaba segura de que podía acabar conmigo, ella estaba segura que quizá yo había matado a Sharlene y también estaba segura de que mi secreto podía meterme en graves problemas.

Claramente antes de hacer algún movimiento, la investigué en internet.

Leia Paradis no solo era hija de la señora Baker, mejor amiga de la señora Bae, no, también era periodista estrella de Vancouver, no había ningún caso que ella no comentara o se equivocara al hablar sobre ello.

Y yo no podía dejar que publicara mi secreto, suficiente tener que ver el rostro de Charlotte todos los días en las noticias por el incidente de esa noche.

Toqué la puerta de su casa y ella no tardó en abrirla, pero al ver que era yo, intentó cerrarla en mi cara de un portazo.

Pero la detuve y la hice a un lado para pasar.

Así de simple.

— ¿Qué haces aquí, Alaska? —preguntó molesta.

—Tengo cosas que hablar contigo —dije caminando hasta la cocina mirando todo a mi alrededor con atención.

—No me importa saber nada de lo que tengas para decirme. Ahórrate tus mentiras y sal de mi casa ahora mismo.

Se acercó a mí con determinación, yo con expresión neutral, le miré sin retroceder ni un solo paso.

— ¿Qué?

—Eres una mentirosa, Alaska Van Halsing.

—No sabes lo que dices.

—Oh, créeme, sé más de lo que todos aquí saben.

— ¿Ah sí? ¿Y qué harás con todo eso que sabes? ¿Irás corriendo a contarle a Aila? No seas inmadura.

—No, iré a la policía y le diré toda la verdad para que regreses al lugar donde debiste de haber estado desde un principio.

En un movimiento rápido agarré el cuchillo que estaba sobre la mesa y le apunté, pero ella no se sorprendió en lo absoluto.

—Sabía que seguías con tus arranques de locura, créeme, eso solo me da más puntos de lo que crees. Así que yo que tú, controlo mis impulsos. Ahora vete de mi casa —continuó hablando.

No dije nada, seguí respirando agitadamente de lo cabreada que me encontraba. Bajé el cuchillo y la miré directo a los ojos.

—Mas te vale mantener esa boca cerrada, a menos que gustes que te la cierre yo.

Ella me sonrió descaradamente.

—Me encantaría verte intentando.

Cambié mi expresión por completo a uno más tranquilo, salí de su casa y me dirigí al auto de Beau, se lo había robado unos minutos, así que me incliné al plan B.

¿Ella me quería conocer? Pues me va a conocer.

Esa noche le di otra visita, la última quizás.

Saqué los depósitos de combustible que traía en la parte trasera del auto de Beau, y me dirigí a la casa de Leia nuevamente, estuve a punto de vaciarlo ahí mismo para que su hogar se incendiara con ella dentro... pero luego se me ocurrió algo mejor.

Algo más directo y doloroso.

Mortal y peligroso.

Además de vaciarlo en su coche también, forcé su ventana y me escabullí dentro de su habitación, ahí mismo empecé a vaciar el combustible a su alrededor, en cada una de sus cosas, en su cama y por último muy cerca de ella. Cuando estuvo todo lleno de aquel líquido inflamable, le prendí fuego y salí de ahí.

A lo lejos vi como el lugar se iba incendiando y ella no parecía darse cuenta, hasta que finalmente la agarró por completo.

Por un momento dije "la maté, a esta no sobrevive".

Así que salí de ahí antes de que los bomberos llegarán junto a la policía.

A la mañana siguiente la noticia estaba por todos lados, a fin de cuentas, ella era una reportera muy conocida en el pueblo, la cosas es, que mi secreto no quedo completamente enterrado con ella.

Fue trasladada al hospital central y tuve que ir con Aila y su mamá a visitarle, empecé a sentir como se me removía todo el estómago al poner un pie en esas instalaciones, cuando veía nuevamente esas batas blancas y sangre por doquier, sentía que casi ni podía respirar.

Me traía muchos malos recuerdos.

Aila sabía que odiaba estos lugares, pero verla llorar tan desconsoladamente porque Leia había sufrido muchas quemaduras en todo el cuerpo y estaba en estado crítico, me obligaba a estar aquí junto a ella.

No porque fuera importante para mí o algo, simplemente no podía dejar que en algún momento se descubriera que yo era la culpable de este incidente.

Leia no podía hablar, estaba con la vista perdida, no podía moverse, estaba entubada para poder respirar y comer. Parecía viva por fuera pero muerta por dentro.

—Iré a buscar un poco de agua, ¿puedes quedarte con ella mientras tanto? —me pidió Aila.

Yo asentí calmada.

—Claro, anda tranquila.

Ella salió de la habitación y pude ver cómo Leia cambiaba su mirada a una de espanto, intentó mover sus dedos pero no podía, le costaba muchísimo y claramente eso le provocaba mucho dolor. Luego me miró y yo sonreí hacia ella.

— ¿Ves lo que sucede cuando andas con amenazas? Yo no quería hacerte daño, pero como no puedes mantener tu boca cerrada, tuve que hacer algo al respecto. Al menos por ahora no podrás decir nada, pero créeme que soy capaz de hacer muchísimo más si vuelves a meterte conmigo.

Esa tarde ella aprendió de lo que podía ser capaz, pero yo aprendí que nada es lo que parece ser, siempre estuve equivocada desde el inicio de esta historia.

Intenté que aquellos mensajes no me afectasen demasiado, pero a medida que los días iban pasando, aquellos eran más constantes y más peligrosos.

Así que no le di más vueltas al asunto e intenté resolverlo sola. Beau se había involucrado bastante y aunque me costase admitirlo, estaba empezando a tener ciertos sentimientos hacia ese idiota.

No quería, pero no podía seguir negando que me estaba empezando a gustar Beau Van Eck.

Ahora, pensé que esos solo serían mis únicos problemas.

Pero me equivoqué.

Porque todo inició con la muerte de Sharlene...

Y acabó para nosotros cuando Slade decidió aparecer y hundirnos con ella en ese desastre.

Ya estamos entrando a los verdaderos conflictos, ¡Qué emoción!

¿Recuerdan que les dije que estuviesen pendientes en la historia a partir de la declaración de Alaska en la comisaría? Bueno, pendientes porque nada es lo que parece.

Por otro lado, TENEMOS A SLADE, por fin sabremos que sucedió esa noche con ella y el por qué desapareció.

¿Qué opinan hasta ahora de la historia?

¿Alguna teoría?

¿Ya tienen una idea de quién es el asesino? ¿Quién tiene el primer puesto en su lista de sospechosos?

Ahora si, eso ha sido todo por hoy.

Besos,

Paola Velásquez

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