Capítulo 01: El accidente

Octubre 31, 2:46 a.m.

Aquella madrugada de octubre, por un momento sentí que lo había perdido todo...

Mis oídos solo escucharon un pitido y mis piernas estaban a punto de dejar de responder al igual que mi respiración agitada.

Me están siguiendo.

Puedo escuchar claramente sus pasos acercándose mientras atravieso el callejón intentando escapar de ellos.

Mi corazón no dejaba de latir a toda velocidad, estaba completamente acelerada y la adrenalina  solo hacía que el miedo aumentara.

¿Es posible que sufra un ataque de pánico encontrándome en esta situación?

Un callejón sin salida, un pueblo solitario y oscuro, donde ni el mismísimo espíritu vendría para atormentarme si decidía esconderme en la iglesia abandonada con fama de mala vibra por sus rumores de constantes suicidios y desapariciones de jóvenes en la noche de halloween.

¿Me alcanzarán y me tendrán secuestrada en ese lugar... de nuevo? Es lo más probable y las posibilidades de que eso sucediera, eran altas.

El reloj de aquella mísera habitación marcaba las 2 de la madrugada cuando decidí que era el momento perfecto de escapar de ese horrible lugar, y aunque estuve planeando cada detalle desde hace varios días, nada salió como esperé. Mi cabeza daba vueltas y tenía unas incontrolables ganas de vaciar mi estómago en ese instante, pero no podía detenerme, sino ellos me alcanzarían.

Al salir del callejón miré a todos lados en busca de un lugar para esconderme de ellos, si seguía corriendo hasta quién sabe donde, me alcanzarían fácilmente, entonces todo aquel esfuerzo y lo que sucedió para intentar salvarme habría sido para nada.

Mis pies dolían mucho, mis manos estaban heladas y estaba empezando a sentir como el cosquilleo de mis dedos iba hasta mis pies. Mis pies descalzos tocaron todo tipo de cosas por la calle que me ocasionaron heridas y suciedad en casi todo mi cuerpo semidesnudo luego de caer dos veces en el camino.

Las calles estaban oscuras y no pasaba ni un alma que pudiera ayudarme en ese momento, solo un poste de luz alumbraba la única calle que sabía lo que cada persona rumoraba sobre ella, el ambiente era pesado y tétrico, como si estuviese preparándose para noche de brujas, y eso no ayudaba para nada a mi ansiedad. Todas las casas de aquel vecindario estaban decoradas con distintas cosas para festejar Halloween, y el ambiente era aterrador por el simple hecho de que mi vida en ese instante corría peligro y debía hallar una manera rápida para salvarme.

Entré a la iglesia que estaba cruzando la calle y di una vista rápida hacia atrás, pero no había rastro de los dos hombres que me perseguían en ese momento. 

La iglesia era mugre y telarañas por dentro, o al menos en el lugar donde me encontraba.

Me quedé sentada debajo de la ventana en la habitación oscura y mugrosa, sentí mi cuerpo lleno de tierra, mi cabello estaba hecho un desastre y mis manos seguían temblorosas. Ahora sentía el frío recorrer todo mi cuerpo, solo unas simples bragas y un sujetador viejo cubrían mi desnudez. 

Esperando a poder salir de mi escondite, recordé a Charlotte hace unos minutos, tendida en el suelo con su abdomen lleno de sangre, sus labios intentando pronunciar alguna palabra, su rostro herido y sus parpados cerrándose.

Charlotte Van Halsing, una pobre inocente que cuidó de mí desde hace mucho y ahora está muerta, todo para que yo pudiera escapar de ese lugar. Ella murió por mí.

Estaba tan asustada que mis ojos querían soltar todo ese llanto con desesperación que había estado conteniendo desde el minuto uno en que decidí cruzar aquella puerta metálica que me mantenía prisionera. Mi pecho empezó a subir y bajar rápidamente cuando escuché a los hombres pasar frente a la iglesia.

¿Esto sería todo? ¿Me llevarían con ellos de nuevo?

Cerré mis ojos intentando no entrar en un ataque de pánico cuando escuché como ellos se acercaron a la ventana, justo en la habitación donde estaba escondida con unas jodidas ganas gritar por ayuda.

Llevé mis manos a mi boca intentando no emitir ningún sonido que los alertara de mi presencia. Intenté con todas mis fuerzas calmar mi respiración, y lo hice, cuando segundos después escuché como ellos siguieron de largo.

Luego de asegurarme de que estuvieran lo suficientemente lejos de la iglesia, y  finalmente se hayan ido, dejé salir todo el aire que había estado conteniendo desde que crucé la calle para esconderme.

Estaba a salvo... al menos por unas horas mientras buscaba qué hacer con mi vida ahora. No tenía a donde ir.

Con mis padres muertos, la muerte de Charlotte, esas personas persiguiéndome, sin dinero y sin lugar a donde ir, estoy prácticamente muerta.

Intenté levantarme del suelo y sacudirme las piernas llenas de arena y polvo. Mi aspecto era horrible, y mi espalda dolía como el infierno luego del golpe que recibí mientras intentaba escapar.

Sentí una punzada en mi pie que me desestabilizó y me hizo tropezar con un estante de metal que se encontraba detrás de mi con unas cajas encima.

Todo cayó al suelo haciendo eco en la habitación. Miré el desastre que había hecho y luego mi pie, me había clavado un vidrio de la ventana rota por la que pude entrar a la iglesia.

―Mierda.

Mi talón ardía un poco, así que con mis manos apreté mi pie en un intento estúpido de disminuir el dolor.

Pero entonces me alarmé nuevamente cuando escuché una voz acercándose a la puerta. 

― ¿Quién está ahí?

Esta se abrió abruptamente dejándome totalmente paralizada y asustada.

Era un chico alto de cabello azabache, piel clara y ojos cafés. Su semblante era serio, estaba todo vestido de negro y tenía un tatuaje que cubría la parte izquierda de su cuello. Me llevaba unas tres cabezas quizá, yo era de baja estatura y parecía una bebé a su lado con mi cara asustadiza y mi cabello rubio que me hacía lucir como una tonta niña inocente. 

Casualmente, lo que menos era.

― ¿Quién eres tú? ¿Qué haces aquí? —habló nuevamente.

No dije nada.

Él intentó acercarse a mí luego de darle una repasada a mi cuerpo semidesnudo y a mi asqueroso aspecto, pero yo retrocedí.

―Solo quiero ayudarte ―explicó―, ten, cúbrete.

Se quitó su chaqueta y me la pasó amablemente.

La tomé con desconfianza y me la coloqué sintiendo su aroma en ella.

Qué asco.

―Gracias... ―susurré.

― ¿Qué hacías aquí sola y... desnuda?

Él notó mi nerviosismo y me dio una mirada tranquilizadora. Entonces, negó con la cabeza restándole importancia.

―Olvídalo, no es mi problema.

Asentí sintiendo alivio que dejara el tema, para mí era un desconocido y no quería hablar de lo sucedido.

Estuve alerta en todo momento, no sabía a quién tenía frente a mí y aún corría peligro. Pero también necesitaba ayuda, ni siquiera tenía donde dormir esta noche.

― ¿Tú que haces aquí? —decidí preguntar.

―Mis amigos y yo vinimos a embriagarnos mientras jugamos verdad o consecuencia como todas las noches antes de Halloween.

― ¿Vienen a una iglesia en la madrugada solo para jugar? Eso es bastante estúpido.

―Sí, pero es divertido. Nos gusta ver si en algún momento se cumplen los rumores de esta iglesia con nosotros presente ―se encogió de hombros y luego se alejó de la habitación― ¿Vienes?

Dudé por unos segundos, pero luego acepté y lo seguí.

Entramos a un salón de la segunda planta de la iglesia, era demasiado amplio, oscuro, mugriento y completamente vacío, tenía al fondo unas escaleras que conducían al techo y un grupo de adolescentes se encontraba en el centro del salón sentados sobre unas cajas de cerveza.

El grupo posó su mirada en mi cuando llegamos al círculo donde se encontraban riendo mientras una de las chicas le hacía un baile al único chico que allí se encontraba.

Todos quedaron en silencio al verme, mi aspecto, mi falta de ropa y lo desconocida que era para ellos, daba mucho de qué hablar, sobre todo porque venía con aquel chico que me descubrió hace unos minutos, estaba en una iglesia abandonada a media noche y solo me cubría una chaqueta que no era mía, no cubría mucho mi cuerpo, pero al menos cubría lo que necesitaba cubrir.

― ¿Quién es ella? ―preguntó una de las chicas.

Era de estatura media y su cabello oscuro caía en unas ondas  hasta su cintura, por un momento me sentí juzgada con la mirada que le dio a mi cuerpo, todo lleno de tierra, mi frente sudorosa, mi cabello completamente desordenado y mis pies descalzos.

Esta maldita desgraciada.

―Ella es...

El chico me miró esperando a que completara la oración. Claro, nunca le dije mi nombre.

―Alaska Van Halsing.

Él alzó las cejas observándome y la chica me miró con desconfianza.

Por un momento creí que me preguntaría por mi familia, pero no estaba preparada para pensar en algo para decirles que desviara su curiosidad de mi vida privada.

No preguntes, no preguntes, no preguntes.

―Bonito nombre ―se limitó a responder y me relajé luego de escuchar sus palabras.

Entonces procedió a presentarme a cada uno de los chicos.

Sharlene Olsen, la chica que anteriormente me había dado una mirada de muerte.

Slade Holden, una rubia alta que lucía bastante amigable, pero con el tiempo aprendí que las apariencias engañan.

Shalley Blake, estatura baja con cabello oscuro que le llegaba por encima de  los hombros, su cara de "yo no fui" delataba lo que podía ser capaz de hacer y con el tiempo, lo confirmé.

Aila Bae, una chica de rasgos asiáticos, esa noche llevaba su cabello completamente suelto y alisado, la más inocente del grupo, pero la palabra "inocencia" no la definiría como tal después de todo.

Beau Van Eck, la redflag que no vi desde un principio, un chico alto, semblante serio, cabello  largo y aspecto despreocupado. Cuando su mirada se cruzó con la mía logró intimidarme un poco.

Solo un poco.

Raven Melby, una chica alta, cabello negro por los hombros, ojos oscuros y piel pálida, el claro ejemplo de nada es lo que parece.

Por último, el chico que me prestó su chaqueta, Nate Harrison, o como yo decidí llamarle luego de involucrarme en todo aquel asunto que me causó más problemas de los que ya tenía: a cereza del pastel

Me invitaron a sentarme junto a ellos y me incluyeron en el juego, los más amables fueron Aila, Nate y Shalley, a Raven parecía no importarle en absoluto mi presencia, simplemente le daba igual y a Sharlene claramente le molestaba tenerme ahí.

Jugamos verdad o consecuencia un rato, Shalley besó a Beau, Beau retó a Slade para que se desnudara frente a todos hasta quedar en ropa interior, y Sharlene confesó el lugar más extraño donde ha hecho un trío.

Esto era bastante estúpido.

―Alaska, tu turno, ¿verdad o consecuencia? ―preguntó Sharlene.

Todos me observaron.

―Verdad.

― ¿Por qué estabas sola y semidesnuda en una iglesia abandonada a media noche?

―Paso.

―No puedes pasar, que aburrida eres ―se quejó Slade rodando los ojos.

El móvil de Sharlene sonó haciendo eco en el lugar, ella frunció el ceño y se levantó alejándose del grupo. La observé subir las escaleras que iban al techo de la iglesia mientras respondía la llamada y luego enfoqué mi mirada en Nate.

― ¿Estás bien? ―preguntó él.

Observé a Beau que se encontraba frente a mi, su mirada penetrando la mía con intensidad. Desvié la vista hacia Nate y asentí con la cabeza.

Habían pausado el aburrido juego mientras esperaban a que Sharlene regresara.

― ¿Qué hora es? ―preguntó Slade luego de un tiempo de espera.

―2:58 a.m. ―respondió Aila observando su móvil.

― ¿Qué tanto se tarda Sharlene? ―se quejó Slade.

―Iré a buscarla.

Shalley se levantó de su lugar y se dirigió escaleras arriba por el mismo camino que había tomado Sharlene hace unos cuantos minutos.

Mientras tanto, nosotros esperábamos, todos estaban en silencio haciendo cualquier cosa para matar el rato, mirar al techo, ensuciarse los dedos haciendo dibujos con el polvo en el suelo, mirar de vez en cuando el móvil, e incluso conversar entre ellos.

Y cuando Shalley regresó pude notar lo pálida que estaba, su respiración irregular y lo asustada que venía hacia nosotros.

Sharlene no estaba con ella.

― ¿Qué sucede? ―preguntó Raven.

― ¿Dónde está Sharlene? ―le siguió Nate.

Ella no dijo nada, su rostro estaba en shock, sus ojos estaban a punto de derramar lágrimas y entonces reaccionó cuando Beau salió corriendo escaleras arriba para buscar a Sharlene.

Todos fuimos detrás de él, asustados, pensando lo peor.

Yo principalmente, porque venía de escapar de esas personas que me tenían secuestrada.

Llegamos al techo, el viento chocando contra mi cabello sudado me dio escalofríos, y empecé a temblar de nerviosismo cuando vimos un camino de sangre hasta la orilla. 

Pero lo peor llegó cuando nos acercamos y observamos a Sharlene tirada en el suelo.

Sus ojos entreabiertos y la sangre a su alrededor me recordó tanto a Charlotte que tuve que cerrar mis ojos con fuerza para no entrar en pánico.

Sharlene se había suicidado... o quizá alguien la quería muerta.

Y fue allí cuando todo empezó a complicarse, porque yo seguía en peligro y todo esto lo había empeorado.

― ¡Mierda! ¡¿Qué carajos sucedió?! ―le gritó Beau a Shalley mientras la sacudía por los brazos.

― ¡¿Y tú te crees que yo lo sé?! ―exclamó Shalley en el mismo tono con lágrimas en sus ojos.

―Cálmense, tenemos que pensar con mente fría. Nos podemos meter en serios problemas por esto ―habló Nate intentando controlar la desesperación de cada uno.

―Oh por Dios, Oh por Dios, Oh por Dios, iremos a la cárcel y ni siquiera pude entrar a la universidad ―balbuceó Aila.

―No iremos a la cárcel, no tienen pruebas ―respondió Raven.

―Pero seguimos siendo sospechosos ―hablé por primera vez y todos me observaron.

— ¿Y tú que vienes a opinar aquí? Seguro ella tiene algo que ver, aparece de la nada y muere uno de nosotros — Shalley comentó furiosa acercándose a mí.

Por un momento creí que me golpearía o algo.

 — ¡Basta, cálmate! —Nate la detuvo—. Ella no ha hecho nada.

— ¿Y tú como estas tan seguro? ¡Ni siquiera la conoces!

― ¿Y si los rumores de la iglesia son ciertos? ―interrumpió Aila nerviosa para sí misma.

Raven rodó los ojos.

― ¿Rumores? ―pregunté confundida.

―Dicen que un sacerdote se suicidó a las tres de la mañana y su espíritu ronda por los rincones de esta iglesia, una de las razones por la cual la cerraron y ahora está abandonada es que cada noche de Halloween adolescentes que vienen por aquí desaparecen o se suicidan cuando el espíritu de ese sacerdote los atormenta mientras está allí dentro, le dicen la iglesia maldita, todos los que entran, nunca salen con vida y los que lo hacen, no pueden salir hasta la mañana del 1 de noviembre ―explicó Raven.

―Pero eso es mentira ―me calmó Nate―, nosotros venimos cada año para ver si los rumores son ciertos y no nos ha pasado nada desde entonces.

―Pues te presento a tu primera víctima, genio ―se burló Raven.

―Oigan, ¿Dónde está Slade? ―preguntó Beau.

Todos empezamos a mirar hacia todos lados intentando no entrar en pánico.

La rubia venía detrás de nosotros cuando decidimos buscar a Sharlene y ahora no estaba.

Cuando retrocedí unos pasos pisé por accidente un móvil que prensaba un papel con un escrito en el suelo. Cuando la pantalla se encendió, el reloj marcaba las 3:28 a.m. 

Lo tomé entre mis manos viendo el fondo de pantalla: un pentagrama estrella. Luego miré la nota y palidecí al leer el escrito. Inmediatamente arrugué la hoja y la metí dentro del bolsillo de la chaqueta que me había prestado Nate e intentando hacerme la desentendida, avisé a los chicos sobre el móvil.

―Ese es el móvil de Slade, ¿Dónde estaba? ―preguntó Raven.

―En el suelo ―respondí.

Ella lo tomó entre sus manos y murmuró unas palabras casi inaudibles. 

Mientras ellos intentaban buscar una solución, yo sentí mi mundo desvanecerse por dentro recordando la nota.

Miré a todos lados intentando buscar a la persona que había escrito ese mensaje, tenía que estar cerca para saber que yo estaba aquí, pero a mi alrededor solo se encontraba el grupo discutiendo por qué hacer ahora con lo sucedido.

«Sé tu sucio secreto, Alaska, y ahora es tu turno de ir al infierno conmigo».

Slade había desaparecido. 

Sharlene se había suicidado. 

Y alguien me seguía vigilando.

Ese secreto que me atormentó durante años, ahora se hacía presente involucrando a más personas en el camino.

Lo que quiere decir, que tenía razón, aún corría peligro y nunca estuve a salvo.

Pero ese solo fue el inicio de una constante extorsión que complicó cada suceso tiempo después.

Este juego apenas iniciaba y las consecuencias por todo aquello, cada vez me arrastraba más y más a cada mentira que terminó por llevarme a ese lugar nuevamente.

AAAAAAAHHHH, No saben cuanta emoción me da finalmente compartir esta historia con ustedes. He amado con mi vida escribirla y explorar esta categoría, salir de mi zona de confort y poder traerles algo más que romance juvenil. Sinceramente este capítulo y el tráiler que hice me ha puesto super motivada con el resto de la historia y estoy super ansiosa porque lean el resto y sus mentes exploten armando teorías sobre los personajes.

Así que espero que les guste tanto como a mí, le den mucho amor como a mis otras historias y desde ya muchas gracias por darle una oportunidad a nuestra nueva protagonista, Alaska.

Cuéntenme en los comentarios que les ha parecido el primer capítulo y que piensan de la historia, los leooo :)

Besos,

Paola Velásquez.

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