Capítulo 4
El rostro que Asuna contempló al ver llegar al hombre que tenía por esposo luego de la breve conversación telefónica no fue precisamente uno que considerara saludable; al contrario, el ceño fruncido no presagiaba buenas noticias.
Asuna lo examinó expectante; si bien aún no eran horas las que habían transcurrido desde que había despertado, el rebelde cabello negro cayéndole entre las cejas le causó la malsana tentación de tenerlo entre sus dedos.
Kazuto, sintiéndose medianamente observado, giró la cabeza para encontrarse con el sereno rostro de su esposa, contemplándolo fijamente con los labios entreabiertos de forma leve, pareciendo observar algún punto perdido en su cabeza, y el suave escote del vestido empezando a revelar... Sus mejillas se encendieron como fuegos artificiales antes de que su mente terminara de formular sus pecaminosos pensamientos.
Asuna evaluó con la mirada cada uno de los movimientos que el hombre frente a ella ejecutaba; quedándose quietos, mirándose el uno al otro como si fueran lo más interesante del mundo, sus mejillas volviéndose rojas casi instantáneamente, ese calor que de pronto nació en sus mejillas...
Al mismo tiempo, desviaron las miradas como si fuera un grave pecado capital el siquiera cruzarlas.
—¿De qué ha ido la llamada? —preguntó Asuna, en un intento desesperado de borrar aquel incómodo momento— Imagino que ha sido del trabajo.
—En efecto —Kazuto se despeinó los cabellos negros suspirando— ¿Recuerdas los acuerdos con el corporativo en Hokkaido? Parece que tendré que ir personalmente a solucionarlos. Es lo que me han informado desde la oficina de Padre.
—Entonces no tienes otra alternativa que viajar, Kazuto. — Asuna comprendió al instante la razón del aspecto sombrío de su cónyuge. Hablar de su padre era una regla no escrita.
—Es verdad. Como sea, será un viaje de unas horas con el jet del corporativo, por lo que tengo alrededor de seis horas para tomar el vuelo —el pesado suspiro precedió al hombre antes de sentarse de nuevo en su silla—. No te preocupes por mí, Asuna. Por favor, sigue con tu desayuno.
La sonrisa forzada de su esposo no sólo fue amarga. Asuna pudo darse cuenta de la verdad encerrada tras aquel gesto.
-O-
Kazuto preparaba sus maletas sin pensar en nada en particular. El clásico estado mental en donde realizaba las actividades de forma secundaria, casi mecánicamente. Kazuto había perfeccionado esa habilidad desde que en las salidas obligatorias a las cenas organizadas por Padre y tuvo que fingir la estabilidad de su matrimonio arreglado.
Sus pensamientos se detuvieron con esas últimas dos palabras. El dolor hecho silencio inundó sus venas alimentando su corazón de emociones negativas. Si Kazuto no hubiera sido tan cobarde Asuna no tendría que haber pasado por todo aquel infierno. No haber sido capaz de enfrentarse a su padre inició la serie de errores consecutivos finalizando con un daño irreparable a la razón de su sonrisa y tormento.
Otra vez, sus sentimientos de culpabilidad apresaron su cuerpo como el abrazo de una serpiente. Desesperadamente, trató de desviar sus pensamientos hasta cualquier otra cosa que pudiera sacarle de ese abismo en el que se había arrojado involuntariamente.
—Kazuto.
La voz de la pelirroja, amortiguada por la puerta cerrada de la habitación de su esposo, lo despertó de su malsana ensoñación. Asuna tocó dos veces pidiendo permiso y Kazuto espabiló con la llamada de la mujer, dejando sus cavilaciones al menos por ahora.
—Asuna —quizás había sonado demasiado desesperado al momento de decir su nombre. Honestamente, Kazuto tal vez nunca lo descubriría—. No te preocupes, pronto abandonaré la casa. ¿Acaso tienes un lugar al que ir?
Ella negó con la cabeza. Kazuto la observó detenidamente; pareciera que estaba tratando de decirle algo.
Kazuto sabía que ellos dos realmente no hablaban mucho y no es como si las cosas fueran a mejorar mágicamente ahora que él le había prometido la libertad. No obstante, apreciaba y atesoraba estos momentos de comunicación entre los dos. Indicándole con una mano que tomara asiento en el sillón cerca de la cama, hizo lo propio sentándose en el colchón, haciendo a un lado la maleta a medio hacer.
—¿Cuánto tiempo estarás fuera?
Cuando Asuna formuló esa pregunta, Kazuto empezó a atar cabos; probablemente estaba ansiosa por los trámites del divorcio y lo necesitaba cerca para poder terminarlos. Respiró profundo antes de responder.
—Tal vez una semana —se sintió excesivamente cansado y le costaba hablar—, o un par de semanas dependiendo de cómo esté la cosa allá. Asuna, si te preocupan los trámites del divorcio no te preocupes, hablaré con mis abogados mientras no estoy para poder terminar todo eso lo más pronto posible.
Esquivando su mirada, jugueteó distraídamente con las cremalleras de su maleta.
—Odio que hagas eso Kazuto —el nombrado se volvió sorprendido al ser reprendido y Asuna frunció el ceño—, siempre que dices tus cosas desvías la mirada como si temieras lo que fuera a decir, es por eso que en dos años apenas hemos hablado.
—¿Eh?
—Como sea —Asuna se levantó, dirigiéndose a la puerta—, te acompañaré en este viaje. El hotel en Hokkaido es de hecho una de las transferencias de mi familia que en su momento fueron cedidas por nuestro matrimonio. Los problemas que tengas allí son tan míos como tuyos.
—¿Eh?
—Claro, si no te estorbaré allá, obviamente.
Cinco segundos después Kazuto empezó a comprender la magnitud de lo que pasaba.
—SI, SI —Kazuto carraspeó ante lo nervioso que había sonado—. Quiero decir no ¡Es decir! Sí quiero que me acompañes, me encantaría de hecho así que no me molesta en absoluto pero no quiero que pienses que te estoy obligando al contrario haremos lo que tú quieras siempre, ¡No me malentiendas! Sería genial que podamos convivir en un viaje ya sabes por más de negocios que parezca porque...
—Está bien—Asuna cortó en seco el tropel de palabras que empezaron a salir de los labios de su esposo—. Mandaré preparar mis cosas.
-O-
El teléfono de la castaña empezó a sonar con desesperación, por lo que ésta tuvo que interrumpir lo que serían futuros bocetos para una pintura y poder atender esa llamada.
—Diga... —Demasiado desganada para contestar, apenas habló.
—¡Rika! —el timbre de esa voz masculina la reconocería donde fuera— ¡Acaba de pasar algo inaudito!
—¿Descubriste la fórmula para secar la pintura cuatro veces más rápido? —El tono sarcástico fue demasiado evidente.
—¡Esto es serio, iré a Hokkaido con Asuna! —Rika no lograba comprender qué había de malo en eso.
—Presumido. —Colgó el móvil.
Un par de segundos después el teléfono volvió a sonar.
—Mira Kazuto-san métete tus viajes por el...
—¿Rika? —Esta vez fue una voz femenina quien le respondió.
Oh, carajo.
—Hola Asuna, ¿cómo estás? Espero no tengas una jaqueca y hayas dormido bien hehehe.
—¿Hablabas con Kazuto?
Rika maldijo para sus adentros la faceta FBI de la pelirroja.
—Uhm, sí. Es que nos pusimos en contacto por lo de tu desmayo, que por cierto mira que desmayarte en un cementerio, el pobre hombre la pasó mal llevándote a la casa porque parecía que estaba profanando un cadáver. Ah, sí el punto: pues que me llamó hace un rato y mencionó que viajaría y que si no podría quedarme contigo para que no te sientas tan sola en esa aburrida casa. —Mintió fabulosamente.
—Bueno, eso no va a ser necesario porque iré con él.
Rika sintió por microsegundos una punzada en su pecho.
—Hehehe Asuna-chan, ¿tomando las riendas del amor por fin?
La indirecta tuvo el efecto esperado, pues la voz de Asuna subió unos decibeles para volverse demasiado aguda.
—¡No es lo que piensas baka!
—Espera tengo una llamada entrante —acto seguido habló de nuevo—. Tengo a Asuna al teléfono, que sea rápido.
—¿¡Está al teléfono!? —De nuevo, Kazuto era el responsable.
—Sí, y me acaba de decir que irá contigo. Por cierto, le acabo de mentir de forma espectacular en algo que no te concierne... del todo. Sólo sígueme la corriente luego.
—¿Qué hiciste Rika?
—Nada importante, ¿a qué le tienes tanto miedo? —El hombre al otro lado del teléfono se tardó en responder.
—No quiero obligarla a nada.
—¿Te parece que Asuna es de la clase de persona que haría algo que no quiere?
—Bueno, se casó conmigo...
Touché.
—Tienes un punto, pero eso fue por circunstancias especiales. No seas idiota y usa esta oportunidad para acercarte a ella. Ahora adiós.
-O-
Rika estiró sus brazos cansada. Había tenido a dos idiotas al teléfono y estaba hasta la coronilla de los dos por el momento. Admiró su obra a medio empezar; el rostro dormido de un hombre, o al menos los bocetos de lo que sería después de mucho trabajo y dolor de muñeca. Se masajeó el cuello consistentemente, suspirando a la vez que pensaba en esos dos.
—Dicen que aceptamos el amor que creemos merecer, pero no sé cuánta verdad haya en esa frase.
Por unos instantes, sus ojos se posaron en una fotografía en su escritorio, resaltando una cabellera rojiza a la que ella estaba abrazada.
-O-
Kazuto inhalaba y exhalaba con pesadez, pues lo último que quería hacer era levantarse de la cama. Siguió girando y girando, casi ronroneando como un gato y hundiendo su rostro entre las almohadas.
—No me quiero mover.
Abrió uno de sus ojos observando el traje que debería ponerse en una hora; la camisa blanca, de cuello camisero y la corbata de seda gris resaltaban sobre el chaleco de corte tradicional en color gris y botones rectos.
El pantalón de estilo clásico y corte recto, los calcetines, los zapatos de cuero negro, todo estaba perfectamente ordenado en su sitio correspondiente. Kazuto era bastante flojo, pero no toleraba que las cosas se salieran de su lugar.
Un movimiento en falso y cayó de la cama. No obstante, utilizó sus manos para arrastrarse hasta el baño, en su estado de pereza máxima.
-O-
Mucho sufrimiento y pereza después, ya se hallaba frente al espejo de cuerpo completo abotonándose el chaleco. Vistió trajes casi toda su vida, siempre a la sombra del nombre de su familia pero no podría decir que le gustara por completo. Si fuera por él, usaría una gabardina de cuero negro con vaqueros rotos y Converse gastados.
—¿Debería usar una levita o una chaqueta común y corriente? Aunque no creo que común y corriente sea algo que le guste a Padre ¿Pero una levita sólo para viajar?
Al final optó por una chaqueta gris del mismo color que el chaleco. Después de colocarse el pañuelo recibió las indicaciones de su mayordomo acerca de un Rolls Royce esperando en la entrada ya con las maletas del matrimonio en su interior.
Kazuto suspiró por enésima vez en la mañana, los problemas iban juntándose uno encima de otro y ni siquiera sabía por dónde empezar a solucionarlos. El divorcio era una cosa, decírselo a Padre era otra completamente diferente y a decir verdad, Kazuto evitaba pensar en ello por el momento.
Casi arrastrando los pies, caminó silencioso como un fantasma por los pasillos de la mansión, buscando las escaleras que llevaban al lobby. Había realizado ese trayecto interminables veces en el pasado, volviendo de largas reuniones en el trabajo.
La única diferencia esta vez, era que realizaría una pausa frente a la habitación de su esposa.
Inhaló y exhaló repetidas veces antes de llamarla desde donde estaba. Una silenciosa afirmación lo recibió desde el otro lado de la puerta y Kazuto bajó las escaleras donde esperaría que su mujer se encontrase con él.
Despidió a los empleados dejándole solo en la sala de estar, sacó su smartphone, realizando una corta llamada a su contacto en Hokkaido anunciando su llegada en las siguientes horas. Entonces la voz de Asuna lo sorprendió desde atrás.
—Estoy lista, Kazuto.
Cuando avellana y plata se encontraron de nuevo, el corazón de Kazuto dio un vuelco.
La cabellera naranja semi-recogida de Asuna parecía brillar aún más gracias al suave rubor en sus mejillas, el blanco de su piel contrastaba perfectamente con el suéter negro de cuello tortuga a media manga y la falda tableada de color café. Las medias altas de color negro y las botas cortas de color castaño le quedaban tan bien que Kazuto tuvo el impulso de abofetearse y despertar porque maldita sea, estaba hermosa.
—Me voy adelantando.
Despertando súbitamente de su ensoñación, Kazuto siguió a la pelirroja a través de la entrada hasta el vehículo. Podía sentir cómo le temblaban las manos después de haber contemplado uno de los lados más hermosos de su esposa; el increíble gusto que tenía para vestir.
Pensando para sí mismo, se preguntó si ella alguna vez se había cuestionado acerca de a qué le hubiera gustado dedicarse. Kazuto tenía un enfoque enteramente tecnológico, y tenía pensado adentrarse en ese mercado en un futuro.
Pero qué sabía realmente de aquella mujer llamada ¿Yuuki Asuna?
Tal vez, y sólo tal vez, ésta era su última oportunidad para descubrirlo.
Fin del Capítulo.
Notas de Autor.
Hello! Mis queridos amiguitos.
Tenía esto escrito desde hace ya un tiempo, así que fui retocando algunos aspectos y conceptos para poder finalmente subirlo hoy.
Agradecimientos generales a todos mis lectores por cada comentario y favorito que le han dado a esta historia que, podría considerarse realmente como mi primera en el mundo del FanFiction.
Debo admitir, que el final de esta historia si bien no está cerca, ya la tengo decidida incluso antes de publicar el primer capítulo, así que acompáñenme a leer cómo terminan las alas rotas de nuestro ángel.
Los leo.
PD: He reeditado la historia con algunos puntos en los capítulos anteriores, para ir reforzando el rumbo que está llevando esto.
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