III - Mi Protegido
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Ya había olvidado la sensación de estar en el mundo humano, las ciudades son enormes, ha cambiado tanto en comparación de hace un milenio, escuchó de Joel que los humanos evolucionaron bastante el tiempo que yo estuve encerrado y sinceramente me impresiona hasta qué nivel lo han hecho.
Durante la noche las luces lo consumen todo y el bullicio es ensordecedor, comparado a como se vivía antes; mientras que en el día el ritmo de las personas va demasiado a prisa, cada minuto, cada segundo sucede en un parpadeo. No fue difícil adaptarme, pero sí extraño, ya que es inevitable apreciar el contraste con el pasado.
Después de observar la ciudad, iré al bosque, desde que lo observe en el cielo, he tenido la curiosidad de adentrarme a través de esos frondosos árboles y admirar lo que la naturaleza ofrece en este lugar. Además de algo estoy seguro, es que, si hay lobos, ese será su territorio, por lo que también es sitio que tengo necesito revisar.
Caminaba por las concurridas calles de la ciudad, debía admitir que desde arriba se miraba menos extensa, pero en realidad era enorme. Su observación le permitía ir adaptando con suma rapidez su comportamiento y así acoplarse sin tanto esfuerzo.
Durante el día recorrió solo una parte de la ciudad, pero cuando iba llegando el anochecer decidió que era bueno conocer los bosques de los alrededores, después de todo, puede ocultar su presencia por un periodo de tiempo por lo que no sería un problema que los lobos lo percibieran al entrar en su territorio.
Al llegar al límite de la ciudad vio cómo el paisaje frente a sus ojos cambiaba de muros de concreto a un mar de árboles, antes de adentrarse pudo advertir como existían muchas señales que indicaban los peligros del bosque y las recomendaciones de supervivencia si se decidía aventurarse. Oriel por su lado, las leyó perfectamente cada palabra, pero fue más que todo por curiosidad, ya que no era necesario para él.
Llevaba aproximadamente una hora en el lugar, para él era hermoso apreciar un bosque tan enorme y pacífico, la brisa le acariciaba suavemente su cabellera castaña, sus ojos amatista tenían un brillo particular, quizás sea la emoción de haber salido de esa prisión después de tantos años, de sentir el mundo bajo sus pies y de apreciar las maravillas de una naturaleza incomparable y refrescante.
Estaba tan concentrado en su momento de paz, pero fue interrumpido por el sonoro aullido de varios lobos, que según escuchó, no estaban demasiado lejos de su posición. Rápidamente, extendió sus alas y subió a una rama del árbol más grueso que pudo encontrar. Al instante de aterrizar vio pasar aquellos enormes animales corriendo a toda velocidad, sin embargo, uno en especial le llamó la atención, era un enorme lobo negro con un pelaje tan brillante como la luna plateada, debido a su percepción y sentido supo de inmediato quien era, no era nadie más que...
Erick Hassan, su protegido.
Gracias a su asignación por parte de la Legión no era complicado confirmar quién era, no obstante, Oriel sintió algo más al momento en que ese lobo levantó la mirada hacia la dirección en la que se encontraba. Había algo en esos ojos dorados que lo impresionaron, desde el minuto que hizo contacto con ellos, fue como una conexión instantánea que hipnotizó a ambas partes, hasta que el ángel reaccionó de nueva cuenta, cómo era posible que lo estuviera viendo si había ocultado su presencia cuando ingresó al bosque.
Se escuchó un aullido que rápido llamó la atención del lobo negro que bajo la cabeza para percatarse como sus amigos lo llamaban, por lo que instintivamente retomo la carrera, desapareciendo así de la vista del ángel, dejándolo algo confundido, por lo que sucedió hace unos segundos.
¿Qué había sido eso? Pensó Oriel.
Descartó tal pensamiento para continuar explorando el bosque, por lo menos ya sabía que su protegido corría por estos lados.
Llegada la mañana, Oriel ya con el conocimiento del entorno, decidió buscar los lugares donde se mantenía su protegido, tiene entendido que va un centro de estudios llamado universidad, todo estaba en la información que le había brindado Jofiel, entonces se dirigió de inmediato al sitio con el fin de empezar a mezclarse y asegurarse de estar lo suficientemente cerca de Erik, pero claro, evitando cualquier contacto directo.
Las misiones de la Legión no exigían que se involucren en la vida de los humanos explícitamente, pero desde un poco más de un milenio por iniciativa propia los mismos ángeles empezaron hacerlo, ya sea para conocer a sus protegidos o por simple curiosidad de las costumbres humanas y Oriel no era una excepción.
Ingreso sin problemas y fue de inmediato al lugar donde él se encontraba, no se preocupaba que no lo reconocieran, después de todo, tiene la habilidad hasta cierto punto de distorsionar la percepción de los demás, entonces era sencillo que las personas de su alrededor no se dieran cuenta de que recién apareciera, más bien, tendrían la idea que había estado allí desde el principio.
Se apresuró y entró a un salón como si nada, sentándose en un lugar apartado y espero viendo la entrada. No pasó mucho antes de que Erik apareciera junto a dos amigos, Oriel pudo identificar fácilmente que también era hombres lobo, lo cual tenía lógica, esa especie siempre ha sido bastante unidad y si bien se relacionan con otros, son bastantes leales a los suyos.
Observó con más detenimiento a su protegido, era un hombre alto, cabello negro como la oscuridad misma, ojos tan dorados como una luz brillante, tez blanca y bien formado físicamente, decir que era imponente, era decir poco. Se encontraba hasta la parte trasera del salón, platicando con los otros dos jóvenes, reían mientras se molestaban entre sí. Dejó de ver inmediatamente sabía que los lobos tenían sentidos agudos, así que si continuaba viéndolo de forma tan obvia este se daría cuenta y era lo menos quería.
La llamada clase pasó en un abrir y cerrar de ojos y al acabar la mayoría salió de forma apresurada dejando el salón casi vacío. Oriel esperó un rato para salir, ya Erick y su grupo se habían ido, pero siguiendo siempre con su plan original mantuvo un bajo perfil al momento de seguirlo por los pasillos.
El día había terminado, sabía que el lobo no se quedaba en la residencia de la universidad, sino que habitaba una enorme mansión en medio del bosque rodeada por las demás casas de su manada, por lo que lo siguió por los aires, mientras este manejaba de camino a su hogar.
Luego de unos pocos minutos una comunidad apareció ante él, pero incluso aunque esta no estuviera en la ciudad era considerablemente muy moderna, en comparación hace milenio debía admitir que la humanidad había hecho grandes avances en lo que ellos llamaban tecnología y este sitio era un claro ejemplo de progreso, sin mencionar que también admiraba la forma en que la naturaleza y la tecnología coexistían de manera armoniosa, era una vista bastante impresionante.
Voló bajo y aterrizó suavemente, mientras miraba como un automóvil se aparcaba en la casa grande del lugar, de él por supuesto bajaron los tres jóvenes. Era un hombre joven al igual que su protegido y una mujer un poco más baja, pero con la misma naturaleza fuerte, era seguro que esas personas son importantes para Erik, podía sentir que su relación era lo suficientemente amistosa y cariñosa.
Se acercó para observarlos mejor, pero de repente los tres jóvenes que iban caminando hacia la entrada de esa gran casa se detuvieron de forma repentina, pues Erick se giró abruptamente para mirar el sitio donde estaba Oriel, el cual se quedó paralizado, era imposible que él supiera que está aquí, ya que había ocultado su presencia, sin embargo, una mirada fija iba dirigida a su dirección, por lo que sintió un escalofrío recorrerle, él no tenía miedo, pero había algo extraño con respecto a esto.
—¿Qué sucede Erik? — preguntó la mujer a su lado, algo que le robó la atención y dejo de mirar hacia donde estaba Oriel.
—No es nada Kalila.
—¿Seguro? — preguntó esta vez el otro hombre — Lo mismo hiciste ayer en la noche ¿Has visto algo?
—No, no he visto nada. Quizás son solo imaginaciones mías.
—Bien, es mejor entrar que la señora Amalia debe estar esperándonos — aclaró Kalila mientras arrastraba a ambos hacia el interior.
Oriel suspiró aliviado en el momento en que Erick había desviado la mirada de él. Esto nunca sucedió antes, con ninguno de sus protegidos anteriores, ni siquiera con...
¡No!, debo dejar de pensar en eso. Después de arrojar sus pensamientos respecto a él, se apresuró a ingresar a aquella casa.
Al momento de hacerlo apreció la interacción que tenía la familia de Erik, no pudo evitar sentir alivio y felicidad combinados al observar que su protegido era alguien amado. Sus padres y amigos lo apreciaban y era evidente. Este tipo de relaciones humanas las admiraba mucho, pues observar como todo esto convergía en sentimientos cálidos, hacía que incluso él deseará que también tuviera alguien así. Aunque tiene a Joel y agradece enormemente su protección y amistad, había algo que siempre le llamó la atención y eso era...
El amor.
Con sus anteriores protegidos podía observar como algunos encontraban una pareja, alguien con quien compartir el resto de sus vidas, siempre sintió anhelo ante esto y con el último creyó que lo había conseguido, pero...
No fue así.
Estaba tan desorientado por sus recuerdos que no se percató que su protegido había salido por una puerta trasera que iba directo al bosque, fue cuestión de segundos que se alejara que se alarmó, por lo que volvió a salir y volar con suma velocidad para alcanzarlo. Lo encontró y vio que se hallaba en su forma lobuna, pero en esta ocasión iba en solitario, quizás necesitaba liberarse un rato y respirar aire fresco.
Sobrevolaba encima de él, como si ambos estuvieran sincronizados, sin embargo, Oriel no espero que el lobo se detuviera abruptamente y volviera a su forma humana rápidamente.
—¿Quién está allí? —llamó.
Oriel se sorprendió y se detuvo, tan pronto esa voz se alzó. Se mantuvo quieto, como si eso y aguantar la respiración pudiera ocultar aún más su presencia. Por su parte, Erik revisaba a sus alrededores algo desconcertado, estaba seguro de que había sentido que alguien lo seguía y podía apostar que no eran de su manada, pues reconocería su esencia, pero esto era todo lo contrario, era extraño, lo sentía tan cerca, aunque no veía a nadie.
Una sensación que no podía describir lo recorrió, desde la noche anterior, empezó a sentir esto, pero no puede identificar qué o quién lo provoca, no ha querido decir nada por qué no tiene pruebas y ni siquiera sabe que podría ser, por lo que se ha mantenido en silencio, tratando de descifrarlo por él mismo, no obstante, siente que está cada vez más confundido.
Oriel pudo observar su conflicto interno y estuvo tentado a aparecer frente a él, pero al segundo de siquiera pensarlo se arrepintió de inmediato, no podía, quería, pero no debía. Se mordió el labio de impotencia y frustración y decidió alejarse un poco, para talvez tranquilizarlo de alguna forma.
Y así fue, Erik percibió que sea lo que sea que había sido, desapareció gradualmente, no obstante, eso no lo dejó tranquilo, todo lo contrario, le causo cierta inquietud, por lo que decidió regresar a su casa, transformándose una vez más, corrió en dirección de donde vino. Oriel lo volvió a seguir, pero en esta ocasión optó por estar más lejos, para que no volviera a pasar esto.
Su protegido tenía unos sentidos bastante agudos, debe admitirlo, sin embargo, por más buenos que sean, no debería ser capaz de percibirlo de esta manera, esto también, al igual que Erik lo tiene confundido.
Continuará...
19/05/2021
Actualizada 07/07/2024
Hola, no sé si alguien todavía se pasara por aquí jajaja, pero me gusta esta historia y no voy abandonarla, aunque una sola persona la lea me doy por satisfecha. Escribir una historia desde cero es un reto y yo lo he asumido, aun me falta recorrido, pero vamos mejorando de a poco o eso creo jajaja
Si llegaste aquí, solo te diré...
¡GRACIAS!
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