Capítulo 32.
Cuando Margaret llegó de hacer las compras, me puso a que la ayudara, dijo que tenía que salir todo perfecto, con Federico nos queríamos matar, sin duda alguna queríamos hacerlo, estaba histérica.
Por suerte ya eso acabó, ahora sólo estamos esperando, en realidad ella lo hace, yo ahora me encuentro secando mi cabello, ya que antes no tuve oportunidad de bañarme, lo hice ahora.
Me queda vestirme y ya, pero Adriel ya está aquí, ¿cómo lo sé? No sé, hace unos días me pasa que siento su presencia antes de verlo u oírlo, supongo que es normal.
Así que me apresuro a vestirme, algo simple, un crop top y un jean, arreglo mi cabello y salgo de la habitación.
Al estar en las escaleras puedo divisar a Margaret y ¿Lilith? Genial, va a ser una entretenida cena.
Termino de bajar las escaleras y veo a Federico junto a Adriel viendo a las anteriormente nombradas, parece que quieren desaparecer ambas.
—Cariño.—habla Margaret y la miro.—Mira, ella es Lilian, la madre de Adriel.
¿Lilian, en serio?
—Sí, ya la conozco.
—¿Por qué tu conoces a la madre de tu novio y tú novio no a mí?—frunzo el seño.
—Pero tú si lo conoces y él a ti.—asiente.—Y por milésima vez, no nos pongas título.
—Están saliendo, tiene una relación, son novios.
—Concuerdo.—habla Lilith.
—Mamá.—le reprocha Adriel.
—¿Por qué no se saludaron?—pregunta Margaret.
—Porque ya nos vimos.—alza una ceja.
—¿Dónde?—Adriel sonríe divertido.
—No voy a hacerlo frente a ustedes.—digo simplemente.
—Bueno, vamos a comer entonces.—asiento y todos salen rumbo a la cocina.
Yo iba a hacer lo mismo pero la mano de Adriel en mi brazo lo impide, este me atrae hacia su cuerpo.
—¿Ahora si vas a saludarme?—sonrío y coloco mis brazos a través de su cuello.
—Ya nos vimos.—asiente.
—Pero no obtuve ni un beso.—acerco mi rostro al de él y dejo un beso en la comisura de sus labios.
El frunce el seño al ver que me alejo.
—¿Qué fue eso? Quiero un beso.
—Están husmeando desde la cocina.
—¿Y a mi qué?—vuelve a atraerme hacia él y junta nuestros labios en un beso posesivo, coloco mi mano en su nuca mientras que él las tiene en mi cintura.
—Ya sabía yo que no podías estar sin mis besos.—sonrío en cuánto nos separamos.
—Resulta que tengo una nueva adicción.—dejo un corto beso en sus labios y nos dirigimos hasta la cocina.
Al ingresar ambas mujeres están con una sonrisa de oreja a oreja, eso solo indica qué si estuvieron husmeando, no cambia más.
Tomo asiento alado de Federico y Adriel alado de su madre, Margaret sirve la comida y comienza la tortura.
—Dime Adriel, ¿piensas casarte?—enseguida me ahogo con la comida que tenía en mi boca.
Federico me ayuda a recuperarme, le doy una mirada de agradecimiento.
—No señora, no está en mis planes.—ella asiente.
—Igual ella tampoco quiere eso.
—¿Piensan tener hijos?—pregunta Lilith ahora.
—Oh, buena pregunta.—la apoya Margaret.
—No.—decimos los dos juntos.
—¿Se cuidan entonces?
Ambos nos miramos, claramente sabemos la respuesta. No. Pero no vamos a darle ese lujo así qué.
—Sí.—hablamos al unísono.
—¿Cada cuánto tienen sexo?—pregunta Lilith.
¿Es en serio? Por favor.
Responde tú, es tu madre.
Estás hablando con la diosa de la lujuria, nada de lo que le digas puede asustarle.
—Depende.—digo y ella me mira atenta.—Antes nunca, ahora todos los días y si hay tiempo para hacerlo más de una vez en el día, también.
Ella nos mira con orgullo, sobre todo a Adriel.
—Ese es mi hijo, muy bien.—Margaret la mira asombrada.—¿Qué? Disfruta del sexo, está bien.
—Ailena, ¿más de una vez en el día?—asiento.
—¿Piensan formalizar?—pregunta Federico, y eso nos sorprende.
—La verdad..—iba a responder yo, pero Adriel se adelantó.
—Ya lo hemos hecho, estamos juntos. ¿Qué otro tipo de formalidad quieren? Nosotros estamos bien así, no nos gustan los títulos, ambos sabemos que estamos juntos y eso es lo que importa.—le sonrío.
Y nuestra conversaciones se ve interrumpida por el sonido de el timbre, me levanto enseguida, necesito salir de ese interrogatorio peligroso.
Al llegar a la puerta, la abro y por ella aparece Lía con el qué supongo es Marcos, ella me mira sonriente y yo la miro dudosa.
—Lía, creí que venías a las diez.—ella asiente.
—Sí, pero no aguantaba las ganas de que se conozcan.—me hago a un lado para qué ambos pasen.
—Él es Marcos.—asiento.—Ella es Ailena.—este estira su mano hacia mí y la tomo dudosa.
—Un placer, Lía ha hablado mucho sobre ti.—sonrío y suelto su mano.
—Preciosa, están preguntando por qué la demora.—dice Adriel ingresando y me acerco a él.
—Cariño, Lía vino a presentar a su novio, Marcos.—este me toma de la cintura y yo coloco mi mano sobre la suya.
¿Qué pasa, Ailena?
¿Por qué?
Me dijiste cariño, sólo usas eso cuando quieres follar o cuando estás incómoda. No creo que quieras follar ahora.
Siempre quiero. Pero en este caso tienes razón, no me da buena espina Marcos.
Tú odias a todos los hombres.
Lo miro de reojo y este me sonríe, vale. Tiene razón, voy a darle una oportunidad.
—Él es Adriel.—esté estira la mano.
—Su novio.—completa por mí.
Marcos acepta la mano de Adriel.
—Es un placer, Adriel novio de Ailena.—parece esconde una sonrisa.
—Estamos en una cena familiar por así decirlo, pueden pasar.—digo y Lía asiente llevándose a Marcos con ella.
Suspiro y me doy vuelta para ver a Adriel.
—Hey, tranquila.—este acaricia mi mejilla.
—No me gusta para nada.
—A ti no te gusta nadie.—lo miro.
—Me gustas tú.—sonríe.
—Y sería raro que no te gustase yo, ¿me has visto?—río.
—Increíble que estar conmigo te haya afectado tanto novio.—hago énfasis en la última palabra.
—¿Qué? Necesitabas mi ayuda con él.—deja un beso en sus labios y lo tomo de la mano.
—Vamos, aún nos quedan cosas por hablar.
—¿En serio? Me han preguntado hasta el color de mi bóxer.—río.
—Negro.
—¿Como lo sabes?—le doy una mirada por encima de mi hombro.
—Soy muy observadora.
—Yo también.—dice con un tono bastante conocido.
—Deja de mirarme el culo.—oigo su risa ronca.
—Te queda muy bien ese pantalón.—niego divertida hasta que llegamos a la cocina.
Al parecer soy la única desconfiada aquí, ya que a todos les cayó bien Marcos, bueno, a casi todos, he visto a Lilith observarlo varias veces, tenemos eso en común, somos de observar a la gente para sacar nuestra propias conclusiones.
¿No seré hija perdida de Lilith yo?
No Ailena, quita eso de la cabeza, sería incesto lo nuestro.
Escondo una risa ante eso.
Sólo era una idea, entonces cambiemos de padres.
Acepto.
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