°•°Capitulo 8°•°

—¿Sabes que me sigue pareciendo ridícula esta idea? —Asiente. ¿Entonces?
 
—Adriel, deja de ser tan amargado, es sólo una fiesta, ¿qué puede cambiar eso en tú vida? —lo miro con fastidio.
 
—¿Por qué has invitado a la vecina?—sonríe. 
 
—Porque a mí me cae bien, además de que por ella estamos aquí, así que intenta cambiar un poco. A él no le gustaría saber cómo la tratas a ella. —Ruedo los ojos.
 
—Nunca puso como condición que debíamos tratarla bien o tener algún vínculo; más bien creo que a él no le gustaría saber que te la quieres follar. —Él parece nervioso.
 
—No quiero follarla, sólo quiero ser amigable. —Asiento.
 
-Sí, con sus bragas. Por favor, Samael, miente a quién quieras, pero no a mí, te conozco mejor que nadie. —Asomo una sonrisa. 
 
—Esta conversación no nos lleva a ningún lado, simplemente quiero saber si no vas a andar mirando a todos cómo si te molestarán.
 
—Es que sí me molestan. —Rueda los ojos. —Por lo tanto voy a mantenerme en mi habitación durante toda la fiesta; tampoco puedo prohibirte que hagas algo, es tú casa también.
 
—Igual vas a estar con Belia. —Asiento. —¿Qué se supone que son ustedes? —alzó una ceja.
 
—Eso no debe de importarte. -bufa.
 
—¿Tú jamás vas a tomar en serio a alguna chica? —Niego.
 
—No, pero a diferencia de ti, yo lo dejo claro desde un comienzo, tú no vendes el papel de cordero cuando realmente eres un lobo. —Este sonríe. 
 
—Vaale, esta conversación nunca me lleva a ganar nada.
 
En eso vemos bajar a Belia con una sonrisa, y no una dulce; nunca vas a ver una así de ella, más bien una sonrisa por compromiso.
 
—¿De qué hablan, hermanos Dagger?—ambos nos miramos y alzamos los hombros.
 
—De la fiesta. —responde Samael; a ella se le ilumina la mirada. 
 
—¿Aquí? —pregunta mirándome a lo que asiento. Eso es genial, ¿cuándo?
 
—Hoy, al parecer —ella sonríe. —No te emociones, tú no vas a participar de ella. —frunce el seño.
 
—¿Por qué? Adriel, eso me parece injusto, ¿él sí puede y yo no? —Asiento.
 
—Él sí sabe comportarse, tú no, no sabes tratar con ellos. —Mira a Samael pidiéndole ayuda, este suspira y me mira.
 
—Déjala, Adriel, prometo vigilarla. —Encarno una ceja.
 
—¿Tú?—asiente. —Tú vas a estar atrás de las bragas de la vecina, vas a olvidarte de Belia. —Ella lo mira indignada.
 
¿La vecina? Tiene que ser una maldita broma. —Niego. 
 
—Al parecer no eres la única que quiere llevarse a la cama; te han reemplazado, Belia. —Sonrío malicioso y salgo rumbo a mi habitación, dejándolos a ambos.
 
Ya en mi habitación, me dirijo hacia la ventana, para poder encender un cigarro y tomar aire; allí puedo visualizar a la vecina en sólo brasier. ¿Le gusta hacerme un espectáculo de nudistas?
 
Ella se percató de mi mirada sobre ella y rueda los ojos para acercarse a su ventana; la abre y saca la cabeza por ella.
 
—¿Acaso tú no tienes nada mejor que hacer? —puedo sentir su fastidio, tanto que me dan ganas de sonreír.
 
La miro por un segundo para después expulsar el humo del cigarro; ella me mira impaciente. 
 
—No, realmente.—respondo simplemente.
 
—Pues búscate qué hacer, deja de andar viéndome. —Sonrío y puedo ver como ella se tensa.
 
—Entonces deja de andar así. —Se cruza de brazos, haciendo que sus pechos sean más visibles para mí; mi vista va hacia ellos; ella parece darse cuenta porque enseguida baja los brazos. Le doy una sonrisa torcida.
 
—Estoy en mi casa, puedo estar como quiera; tú no deberías de andar viendo hacia mi habitación. —habla con el señor fruncido.
 
—Tú no deberías de dejar la cortina abierta sabiendo que vas a estar así. —Llevo el cigarro a mis labios.
 
—No sabía que debía pedirte permiso, para la próxima ya lo sé. —Me da una sonrisa falsa.
 
—¿Entonces vas a seguir dándome estos espectáculos? —alzo una ceja. 
 
—Normalmente los espectáculos no son gratis, así que no, para ti no va a haber ninguno más.
 
—Nos vemos, Ailena.—le digo para luego tirar el cigarrillo y entrar a la habitación. 
 
Puedo oír como emite un "capullo", niego y sigo mi camino hasta mi cama, lugar dónde voy a pasar toda la tarde y noche, porque no pienso compartir con ellos…
 
°°
Ya han pasado varias horas y aún sigo oyendo música afuera de mi habitación. Ya puedo imaginarme a todos esos adolescentes con miles de hormonas alteradas y llenos de sudor, un asco.
 
Y estaba todo bien, hasta que alguien irrumpe en mi habitación. Alzo ambas cejas al darme cuenta de que es Ailena con mucho alcohol en su sangre y un chico más. Ella no parece estar en sus cinco sentidos, al contrario de él, que puedo ver que sí lo está. Aún no se percataron de mi presencia, ya que está todo a oscuras.
 
Él intenta quitarle el vestido; ella pone un poco de resistencia, pero a él poco le importa. Suspiro y decido interferir. 
 
—Yo que tú no haría eso. —digo y él se sobresalta; ella intenta buscar de dónde vino la voz.
 
—¿Qué-qué haces aquí?—habla este tartamudeando.
 
—Normalmente duermo aquí, es más, eso intentaba hacer hasta que tú llegaste.
 
—Nosotros ya nos vamos, no vamos a molestar más —niego.
 
—Tú te vas, ella se queda aquí. —Me mira para después mirarla a ella.
 
Asiente y sale casi corriendo; fijo mi atención en ella que está intentando quitarse el vestido.
 
—¿Qué se supone que haces?—preguntó con el señor fruncido. Ella busca por todos lados.
 
Ruedo los ojos y enciendo la luz; ella cierra los ojos por el impacto de la luz sobre ellos, hasta que se acostumbra y me ve. Sonríe apenas.
 
—Pero sí es la cara de limón agrio. —alzó una ceja.
 
—Bonita forma de llamar a la persona que acaba de salvarte el culo —ella niega.
 
—No te pedí que lo hicieras, es más, estaba muy bien, iba a echarme el polvo del año, pero tú, como siempre, arruinas todo. Al parecer logra desabrochar el vestido y lo deja caer, quedando así en ropa interior. 
 
—Al parecer, el espectáculo es más de cerca ahora. —le digo con una sonrisa.
 
—¿Tienes con qué pagar?—niego. Entonces, con permiso, debo salir.
 
Se dirige a la puerta y antes de que la abra llego yo y la cierro.
 
—¿Qué se supone que haces?—digo y veo que quedamos muy cerca, demasiado; puedo ver como su mirada baja a mis labios y vuelve a mis ojos.
 
—Salir, y ni tú, ni nadie va a impedirlo. —Aprovecha mi distracción para poder irse.
 
En ropa interior, suspiro y abro la puerta. Aquí vamos.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top