°•°Capitulo 36°•°
Belia ya ha vuelto, por lo que supongo que Ailena también, pero por hoy voy a dejarla descansar de mí, sino vamos a terminar siendo esas parejas pegajosas que nunca se separan.
Ahora estamos cenando. Lucifer cocinó, nadie está preparado para esto; el valiente que se animó fue Samael.
Veo como quiere hacer una mueca de desagrado, pero la esconde al ver que Lucifer lo mira atentamente, así que sólo sonríe o algo así.
—Exquisito —levanta el pulgar dando su aprobación.
—Yo creo que voy a pedir pizza —se levanta Belia para ir hasta el teléfono y llamar.
—¿Has visto a Ailena hoy?—pregunta Lucifer, a lo que asiento.
—Sí, antes de que saliera con Belia.
—¿Ustedes están cuidándose?
—Oh no, ¿tú también?
—Sólo me preocupa saber que lo hacen.
Belia vuelve y toma asiento en la mesa.
—¿Qué hablaban?—nos mira.
—Lucifer le decía a Adriel que use protección con la hija.
—Ah, hablando de Ailena, hoy salimos, ¿vieron?—todos asentimos.
—¿Pasó algo?—pregunto yo.
—No en realidad, pero si estaba ese tal Marcos, estuvo sentado, nos miraba y luego desapareció.
—¿A ti también te pegó la paranoia Ailena?—ruedo los ojos.
—No es paranoia, él realmente tiene algo, pero no sé qué.
—Hola familia.—oímos una voz cantarina.
—Creí que ibas a demorar más.—le dice Lucifer.
—Yo también.—alza los hombros y toma asiento también en la mesa.—¿De que hablaban?
—Marcos, el novio de la amiga de Ailena.—dice Belia y mi madre asiente.
—Ese chico tiene algo que no me gusta, aún no sé bien qué.—dice pensativa.
—¿Tú también? Yo no he visto nada de otro mundo en él, es más. Quiso ser amigable con Ailena, pero ella se niega.
—Hijo, algún día entenderás que algunos enemigos se disfrazan de amigos para poder atacarte más de cerca.—frunzo el seño.
—¿Qué quieres decir con eso?
—Qué hoy por hoy no puedes confiar en nadie, menos cuando la quieren a ella, por ese mismo motivo actuarían como amigables con ella.
—Lo sé, pero Marcos no es un demonio, todos lo saben, no tiene el aroma, es un humano y los que están tras ella son demonios, no humanos.—ellos asienten dándome la razón.
—En ese caso si tienes razón, el no tiene el aroma, así que supongo está bien.—concuerda Lilith.
—Igual yo no conozco a ese tal Marcos, no lo he visto aún.—dice Lucifer.
—No te pierdes de nada.—le resta importancia Belia.
Y ahí dejamos el tema de ese chico, esperamos la pizza y al fin comimos algo como la gente, no ese veneno casero de Lucifer.
Ahora estoy llegando a mi habitación así puedo bañarme y luego acostarme. Al ingresar a la habitación voy hasta la ventana, la ventana de ella está cerrada, ha de estar durmiendo.
Me quito la ropa y voy hasta el baño, allí dejo que el agua caliente me reciba, la dejo caer por todo el cuerpo, es el mejor miembro de relajación. Me enjabono para después enjuagarme, después de un buen rato dentro del agua, salgo.
Me coloco una toalla al rededor de la cintura y con la otra me seco el cuerpo y el pelo, me quito la toalla para después colocarme el bóxer, entro a la habitación nuevamente y debato entre ir a su habitación igual o no.
Sí, sé que dije lo de las parejas pegajosas, pero un beso de buenas noches no hace mal a nadie, ¿no?
Al fin me decido y salgo por la ventana para entrar a la de ella, al estar ya adentro no la veo en la cama.
Que raro.
Voy hasta el baño y tampoco nada.
Bueno, quizás está abajo, habrá ido por agua.
Me siento en la silla de su escritorio y espero a que venga, pasan unos minutos y nada, luego pasan quince, tampoco nada.
Preciosa.
...
Vamos cariño, háblame.
La conexión con ella está interrumpida, puedo sentir como el vínculo está cortado.
—¡Mierda!—exclamo para después saltar por la ventana.
Corro hasta la entrada de mi casa y abro la puerta, los presentes me miran raro.
Claro, estoy en bóxer, me vieron ir hacia mi habitación y acabo de entrar.
—Ailena no está, y además de eso hay algo que interfiere en nuestra conexión, no puedo hablarle.
Lucifer es el primero en saltar, yo sólo puedo mirar a Belia.
—¿Qué le hiciste?—me acerco a ella y la tomo del brazo.—Habla mierda.
—Para un poco Adriel.—oigo la voz de Samael.
—Sueltame, yo no fui. La dejé en la casa y seguí hacia aquí.
—¿Por qué debería de creerte?—hago más presión en el agarre.
—Adriel, se terminó.—Lucifer es quién me aleja de ella.—Belia no fue.
—¿Entonces dónde mierda está? Ella no sale sin avisar, ¿por qué está nuestra conexión bloqueada? La tienen, sé que la tienen y no voy a descansar hasta tenerla de nuevo conmigo.—digo cabreado.
—Tranquilízate, no puedes trabajar así, necesito que estés centrado. Sí, la tienen y la vamos a tener otra vez con nosotros, pero debemos hacer las cosas bien.—asiento.
—Hay que encontrarla Lucifer, tú sabes de lo que son capaces de hacer.—hablo preocupado.
Este coloca una mano sobre mi hombro.
—Entiendo tu preocupación, yo no sé como estaría si a Angélica le pase algo, pero debes entender que Ailena no es cualquier chica, no es indefensa y además de eso es insoportablemente testaruda, ella va a saber defenderse mientras nosotros intentamos encontrarla.
—¿Por qué estás tan tranquilo? Joder. Es tú hija a la que tienen, has algo.—grito.
—Ya lo sé, ¿te crees que yo no quiero ir a mover cielo y tierra por encontrarla?—habla en el mismo tono él.
—Hagámoslo.—niega.
—No funciona así Adriel, es una búsqueda a ciegas, hay que pensar bien todas los movimientos.
Suspiro frustrado y me dejo caer en el sillón con las manos en la cabeza.
—Perdóname.—miro de reojo a Belia.
—Tranquilo, entiendo que desconfiaras y entiendo como estas.
—No, no lo haces, no lo entiendes. En realidad nadie lo hace, tienen a mi alma gemela y no sé dónde, no se como está, no puedo comunicarme con ella, no sé quién es el que la tiene, es una búsqueda a ciegas y no tenemos ni idea de como comenzar. Esto es una mierda.—siento una mano sobre mi hombro, levanto la vista y es mi madre.
—La vamos a encontrar.
Sé que sí, y el responsable de esto no va a salir vivo, no me importa lo que dicte Lucifer.
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