°•°Capitulo 16°•°

Adriel y Eflucir se encuentran hablando fuera de la clase, están algo molesto, o por lo que puedo deducir es un tema serio.

Puedo ver como antes de irse me da una mirada, pero lo ignoro, capullo.
 
El profesor ingresa a la clase con lo que puedo ver un poco de preocupación, pero lo esconde con una sonrisa. 
 
—¿Está todo bien?—este asiente.
 
—Sí, tema familiar —asiento, pero no le creo.
 
—Bueno, creo que nuestra clase terminó, ¿no?
 
—Sí, espérame y te acompaño hasta tú casa —frunzo el seño.
 
—No hace falta, voy a ir con mi amiga.
 
—Está bien, cuídate.
 
Asiento para después salir del aula. Eso fue extraño, muy extraño.
 
Lía ya está esperándome en la entrada, parece frustrada. 
 
—¿Qué ha pasado?
 
—Un capullo, nada importante. 
 
Dejamos el tema ahí y comenzamos el camino a casa.
 
—¿Sigues sin hablarle?—la miro sin entender. —Adriel.
 
—Sí.—digo seca.
 
—¿Realmente no vas a cuestionarte el hecho de que él tenga ese poder sobre ti? Ailena, te conozco desde que llegaste, jamás en la vida te vi tan frustrada por un hombre, jamás te importó uno, a no ser de tu padre, claro está —niego.
 
—Lo único que pasa con él es que molesta su presencia, y lo del otro día fue un error, fui débil, nada más.
 
Iba a decir algo más, pero se limitó a quedarse callada. Lo preferí así. En cuanto llegamos, nos despedimos y subí a mi habitación.
 
Al parecer mis padres no se encuentran; deben de estar trabajando. Me recuesto en mi cama y no sé en qué momento me quedé dormida.
 
Me despierto por un sonido que proviene desde afuera, me levanto un tanto desorientada y miro por la ventana. ¿Cuánto dormí? Ya es de noche.
 
Ailena, el sonido, concéntrate.
 
Cierto, gracias, consciencia.
 
Busco y al parecer hay alguien en la puerta de mi casa; ruedo los ojos y me encamino hacia la entrada para poder abrir.
 
Dónde sea el capullo de alado, voy a matarlo, me despertó. 
 
Al abrir me encuentro con un hombre; no es mayor, puedo deducir que tiene veinte o quizás un poco más.
 
Pareces boba, pregunta que quiere.
 
—¿Eres Aliena?—frunzo el seño.
 
—¿Quién pregunta? Veo una sonrisa asomarse en sus labios.
 
—Un buen amigo.
 
—¿De quién?—pregunto confundida.
 
—Eso no importa, tú debes de venir conmigo —lo miro para comenzar a reírme. — ¿De que te ríes?
 
—De ti.—digo calmando mi risa. —¿Por qué iría con vos?
 
—Porque…
 
—Eso mismo, ¿por qué? —¿En qué momento llegó?
 
—Adriel —dice el individuo con una sonrisa.
 
—Vete —tiene las manos en sus bolsillos.
 
—¿Sino qué?—lo enfrenta.
 
—No quiero saber que puede pasarte. — ¿Por qué se ve tan ardiente así?
 
—¿Qué puedes hacerme tú?—Vale, ya no entiendo nada.
 
—Él nada, pero yo mucho.
 
Jesús, cada vez estoy más perdida, ¿qué tiene que ver el profesor?
 
Puedo ver enseguida como el individuo se tensa; sonrío por eso.
 
—Se-señor.— ¿Eso fue un tartamudeo?
 
—Vete por las buenas, Sorius, no hagas que sea peor. ¿Y si me traigo palomitas?
 
Es buena idea, yo quiero.
 
Este agacha la cabeza y se apresura en irse. Dirijo mi mirada hacia el par que vino en mi rescate.
 
—¿Alguno va a explicarme?
 
—Sí, Adriel —dice el profesor y se va.
 
Veo como Adriel le da una mirada para después mirarme a mí.
 
Me señala con la cabeza que ingrese a mi casa, y yo, como buena sumisa de su mirada, le hago caso.
 
Él también ingresa y cierra la puerta; me cruzo de brazos esperando una respuesta.
 
—Es muy complejo.—dice simplemente. 
 
—Eso no me explica nada, quiero toda la verdad, toda —me sonríe un poco.
 
—Siéntate —y otra vez le hago caso.
 
Él se mueve para poder sentarte en el sofá que está frente a mí. Entrelaza sus dedos frente a él para después mirarme fijamente a los ojos.
 
—Soy un demonio —comienzo a reírme, pero él no lo hace. 
 
—La verdad te pedí, Adriel, por favor.
 
—Es la verdad, soy un demonio, estoy aquí por vos, Lucifer me encargó protegerte, hay muchos enemigos y todos vienen por ti, él que acaba de salir es uno, eres muy importante, tú no lo sabes y eso no voy a decírtelo yo, eso es trabajo de otra persona, sólo puedo decirte que no tienes que confiar en todos.
 
Okey, es mucho para procesar, ¿demonio? 
 
Sí, es un capullo, pero de ahí hasta demonio, ¿no es mucho?
 
—¿Y cómo puedo confiar en ti? ¿Cómo sé que tú no estás mintiendo? —sonríe.
 
—Lo suponía, sabía que iba a precisar algo más para convencerte. —Asiento.
 
Aún viéndolo a los ojos, puedo ver como poco a poco van quedando rojos, muy rojos.
 
—¿Es suficiente?—asiento algo dudosa.
 
—Entonces, ¿todos ustedes lo son?—asiente.
 
—El profesor es Lucifer —abro los ojos con asombro. 
 
—Siento que estoy en una película, ¿dónde están las cámaras?
 
—No hay cámaras —asiento y una duda llega a mi mente.
 
—Si tú eres un demonio, puedes jugar con la mente de las personas, ¿no? —asiente —Entonces es eso, tú jugaste con mi mente.
 
Sonríe y niega.
 
—No, preciosa, no tuve la suerte —frunzo el seño. —Pero sé a lo que te refieres y también tiene una explicación, que tampoco voy a darte aún.
 
—Técnicamente no me has dicho nada.
 
—Dije lo que debes saber, al menos hasta ahora —se pone de pie. — Realmente creí que ibas a reaccionar de otra forma, ¿por qué estás tan tranquila?
 
Pensándolo bien, no sé, ¿por qué no siento miedo? Es un maldito demonio. 
 
—No lo sé, por alguna rara razón, no lo siento tan extraño, quizás porque leo mucho sobre seres sobrenaturales o simplemente porque aún estoy dormida —sonríe. 
 
—Quizás sea porque aún estás dormida —asiento y él se mueve.
 
—¿Te vas?—me pongo de pie yo también.
 
—¿Vas a extrañarme acaso? —una sonrisa divertida se dibuja en sus labios.
 
—No, iba a decirte que te abro la puerta —le sonrío para dirigirme hacia la puerta y abrirla.
 
Este camina hasta ella y se frena justo frente a mí; alzo la cabeza para poder verlo.
 
—Nos vemos, Ailena —sonríe y sale. 
 
Cierro la puerta y me apoyo en ella; lo odio, mucho.
 
Demonio, yo sabía que esa familia atraía con ellos algo malo, ¿y por qué estoy involucrada yo?
 
¿Qué saben ellos de mí que yo no? ¿Por qué me pasa esto con Adriel? ¿Por qué confío en ellos?
 
Paso las manos por mi cara y doy un grito frustrado, maldita mierda.
 
Vuelvo a subir a mi habitación; sé que no voy a poder dormirme, primero porque dormí mucho y segundo por todo esto.

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