°•°Capitulo 10°•°
Me desperté con un humor de los mil demonios, sabiendo que hoy debía enfrentarme a todos. No me importan realmente, tampoco me importa lo que puedan opinar sobre mí y mi espectáculo, lo que sí me importa es que todos me vieron con el mayor capullo de todos los tiempos.
No quiero que me relacionen con él; no ganó nada con eso, más que mirada de odio, sobre todo de las chicas; todas aquellas que mueren por despertar junto a Adriel, no entiendo que le ven.
Mi pensamiento se ve interrumpido por el susodicho; está sólo con una toalla al rededor de su cintura.
Vale, sí entiendo que le ven, pero tampoco es para tanto, puede estar muy bueno, pero es un real capullo, y yo follo con ese capullo.
—No es necesario que sólo mires, puedes cruzar y hacemos algo más entretenido —dice con una sonrisa torcida.
Le sonrío falsamente y le muestro mi dedo del corazón.
—Qué te den —cojo mi mochila y salgo de la habitación.
Me despido rápidamente de Margaret y Federico, salgo de la casa y allí está esperándome Samael junto a Lía.
Lo que me faltaba.
Exactamente, lo que me faltaba, capaz que aún no me vieron y puedo esconderme en algún lugar.
—Ailena.—dice saludando.
Vale, escapar no es una opción.
Me acerco a ambos cautelosamente, esperando que ninguno mencione nada del otro día.
—¿Te lo follaste?—dice Lía en cuánto llega a ellos.
Tierra tragame.
—Lía, por el amor de Dios.
—¿A quién?—pregunta confundido Samael.
—¿No lo sabes?—le dice ella a lo que él niega. —Tu hermano.
Tierra tragame por dos.
Él gira su rostro hacia mí, yo miro para otro lado; ¿por qué me siento tan juzgada?
—¿Estuviste con mi hermano?—niego y asiento; él me mira confundido. —No entiendo, ¿sí o no?
Iba a contestar, pero ya su atención no estaba en mí, sino que estaba atrás mío. Samael miraba con su peor cara y Lía parecía que había visto a Zac Efrón, sí, a ese nivel.
Frunzo el señor sin entender hasta que siento un brazo sobre mis hombros, levanto el rostro y me encuentro con la sonrisa divertida de Adriel; lo está haciendo adrede.
—¿Qué se supone que haces?—quitó su brazo.
—Ir a estudiar, ¿no iba a lo mismo?
Maravilloso, lo que me faltaba.
Tengo que llevar al colegio con él, claramente las vistas van a estar en nosotros y todas sus dudas van a ser dobles, si es que no llegan a la conclusión de que sí pasó.
—No hace falta, tú ve por otro lado y, si es posible, pierdete, mientras que nosotros vamos tranquilos sin ti —él alza una ceja.
—¿Qué pasa, chica Galletas, tienes miedo a que vaya con ustedes?
—Sabes que sí, tengo pánico de que me vinculen contigo —toma un mechón de mi cabello.
—Después de todo no están tan errados, ¿no? —lo miro mal y camino más adelante, lejos de él.
Lía se apresura a llegar junto a mí.
—¿Entonces sí follaron?—la miro; ella alza las manos. —Vale, no es buen momento.
—Realmente no, no es buen momento —ella mira para el frente y en menos de dos segundos vuelve a mirarme. —¿Qué? Estoy sintiendo tu mirada.
—Que si no follaron, en cualquier momento van a hacerlo, porque hay una tensión entre ustedes, que hasta a mí me embarazaron —la miro y suspiro.
—Según él sí, aunque no sé si creerle, es Adriel; nada de lo que salga de su boca hay que creer.
—Pero no lo conoces, ¿por qué tienes esa imagen tan negativa de él?
—Justamente por eso, no lo conozco y tú tampoco, así que no deberías de tener una positiva —asiente.
—¿Y Samael?
—¿Qué con él?
—¿No te pasa nada con él?—frunzo el seño y niego.
—Tampoco lo conozco, y aunque lo hiciera, tampoco me pasaría nada con él; no es mi tipo, siento que es menos sincero que su hermano. Como ya te dije, Adriel aunque sea se muestra como lo que es, un verdadero capullo, Samael no. Siento qué esconde su verdadera personalidad; ese es tu tipo, de los que mienten y te rompen el corazón —ella sonríe.
—A ti porque nunca te rompieron el corazón, es más, a esta altura estoy creyendo que no lo tienes —sonrío.
—Eso es porque justamente me involucro con capullos que se muestran como tal; no quiero un príncipe, no lo busco, por lo tanto no pretendo que los tipos con los que me acuesto me muestren una personalidad que no tienen, por eso voy directamente a los tipos como Adriel —ella sube y baja las cejas.
—¿Entonces, si te gusta Adriel?—niego.
—No, pero si tengo que follarme a alguno de los hermanos, sin duda sería a Adriel.
Y ahí quedó nuestra conversación, porque enseguida se volvieron a unir los hermanos Dagger; aún me sigue pareciendo conocido ese apellido, pero nada de otro mundo.
Al llegar a la bendita escuela, como era de esperarse, todas las miradas están sobre nosotros, sobre todo en mí, que repito, no me interesa; no vivo de la mirada ajena.
Camino a paso lento hacia mi casillero para dejar mis cosas allí y sacar únicamente los libros de la materia que tengo ahora, que por desgracia es literatura. Me gusta, pero al parecer nuestro anterior profesor está de licencia o algo así y hoy se integra uno nuevo; odio cuando pasa eso; va a cambiarnos todo el programa.
—¿En qué piensas?—frunzo el seño y lo miro.
—¿Aún sigues acá? —se cruza de brazos.
—Eres muy mal agradecida.—alzó ambas cejas.
—A ver, ¿por qué debería de agradecerte?
—Te di el honor de pasar una noche conmigo —ruedo los ojos y cierro mi casillero.
—Pierdete, Adriel —paso por su lado y sigo mi camino hasta la clase.
Allí ingreso y el nuevo profesor ya está en clases. Es un tanto peculiar, ya que muy pocas veces he visto a un profesor tan joven, o quizás solo se mantiene bien.
—Adelante, Ailena —me da una sonrisa y frunzo el ceño.
¿Cómo sabe mi nombre?
Es el profesor, Genia.
Vale, consciente, tienes razón.
Ingreso a la clase y tomo asiento en mi lugar. Veo a Samael que mira fijamente al profesor, cómo queriendo examinarlo.
—Mi nombre es Eflucir, y voy a ser su profesor de literatura.
¿Eflucir? Es el nombre más extraño que he oído en la vida, pero, ¿por qué siento a este profesor tan cercano?
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