Capítulo 8

EMMA 

—Yo... —¿Realmente pregunta algo semejante? ¿Escapar junto a él? ¿Incluso si eso afecta el plan de todos? ¿O si nos vemos arriesgados nosotros? 

Nos quedamos al lado de la moto, yo paso mi equilibrio de un pie a otro, nerviosa. ¿Qué clase de pregunta laberíntica es esta? Decir que sí es dejar nuestras vidas a la merced del destino... bueno, ya están así, pero sería aún peor, porque estaríamos escapando de todos. Y de todo. ¿No sería cobarde escapar? incluso si hay que ser valiente por uno mismo, estarías siendo egoísta con los demás. Estaríamos permitiendo que la muerte de Josha y Julie significaran nada. 

Y si digo que no... Estaría negándome la posibilidad de tener una vida fuera de todo esto.

—Emma, yo —Owen mira hacia ambos lados hay árboles por doquier. Podría recostarme bajo su sombra si fueran otras las circunstancias. Con una manta, sandwiches y una guitarra—. Yo te necesito, tengo miedo del resultado de todo esto... Realmente quiero que abandonemos la misión. Me siento muy... inquieto.  No sé por qué, pero no estamos seguros... Tenemos que huir.

—No estarás hablando en serio —río, intentando encontrar al Owen responsable que, generalmente, podía ver en mi novio. Pero realmente está muy inquieto, mi risa nerviosa se apaga. Él sabe qué pienso al respecto, sin embargo, parece esperanzado a escuchar la respuesta salir de mis labios, entreabiertos por la sorpresa. Me aclaro la garganta y recupero la compostura. Fue un día lleno de muchas cosas... Va, ¡un día atípico en lo que sería la nueva vida de Emma Cusnier! Si es que aún puedo llamarme así... Eso me lleva a pensar cómo se llamarían, de nombre completo, mis padres. Jamás lo he preguntado y... Ya me fui de tema.

—Hunter no tenía apellido, los demonios no pueden tenerlo. Aeraki sí tenía un apellido, era Nev. Todos nuestros apellidos, los de los ángeles, terminan con el "iv" o "ev" al final... No son muy originales —se encoge de hombros. Estudia mi mirada. Así que ahora sé algo nuevo sobre ellos. Los demonios no tienen identidad, y los ángeles sí, pero son tan parecidas que terminan por unificarlos... Al parecer, viven en un mundo completamente definido y sin muchas cosas novedosas. —Eso era hasta que apareciste, Emma. Cambiaste la vida de muchos, algunas para bien y otras para enloquecerlas —dice—, y una para enamorarla —se inclina para darme un beso en la punta de la nariz—. Y contestando tu pregunta: sí, hablo en serio: realmente me he cansado de obedecer al pie de la letra a Emmanuel o a los ideales de Josha. No deberían decirnos cómo vivir. Jamás lo he hecho y no está en mi naturaleza.

—¿Eso significa que estarás del equipo contrario?

—Eso significa que estoy pidiéndote armar un equipo de dos: tú y yo. Y el hoyuelo, pienso mientras lo miro sonreír un poco gracias a esa declaración.

—Es tentador. Pero Owen, ya lo oíste en mi mente. Sería cambiar las reglas del juego, hacer que las vidas tomadas... ¡Todo lo arrebatado! Inclusive mi vida anterior, perdieran sentido alguno. No podría permitirlo...

—¿Cuáles son las reglas?

Parpadeo. —¿Las qué...?

Las reglas —comenta como si fuera lo más normal del mundo—. Tú has dicho "cambiar las reglas del juego", ¿cuál es el juego? ¿Sabes, acaso, a qué te enfrentas realmente? ¿En quién estás confiando? ¿A qué te estás aferrando para mantenerte?

Me ahogo. No. No lo sé...

—Uh... Sólo sé que debo —me asusto cada vez más, analizando cada palabra que estoy diciendo— obedecer, prepararme y enfrentar...

—¿Obedecer a quién? ¿Prepararte y enfrentar a qué?

—¡No lo sé! Obedecer a Emmanuel, creo... Y enfrentar... Yo.... Al que lidere todo esto.

—En blanco. No pienso seguir con esta mierda. No quiero arriesgarte. —Presiona sus labios.

Tengo ganas de llorar, sin embargo, me muerdo la parte inferior de mis labios y respiro, intentando contener a las estúpidas lágrimas. No debo ser una llorona. Ya no más. Tengo que prometerlo: simplemente debo resolver mis problemas.

—¡Tú sí sabes! ¡Sólo dilo!

—Aquí no es seguro hablar de esto... Pero a la mierda, te contaré un par de cosas telepáticamente —suspira—. Te expondrás a demasiado peligro Emma, sólo por una estúpida profecía olvidada de un anónimo soñador...

—Sigues haciéndolo, Owen. Ya basta con eso —le corto.

—¿El qué? —pregunta aturdido.

—¡Distraer la conversación y ocultar respuestas bajo frases que me conducen a más preguntas! No sé, lo haces siempre que no me quieres decir algo —cruzo mis brazos.

Owen luce consternado ante mi tono, luego baja la voz y dice: —Lo siento, en realidad... Creo que es mejor mantenerte al margen de toda la horrible situación que acompaña mi mundo. Tú no has contestado mi pregunta: ¿escaparías conmigo?

—Necesito saber a qué estaría renunciando para ser feliz, para escapar contigo.

—Bien. 

Me sorprendo al escucharlo en mi mente.

Hay graves problemas entre los ángeles y los demonios. Como también con la libertad de los ángeles... Tenemos mucha rigidez, poca —sonríe— humanidad.

Lo he notado, ¿qué tiene que ver conmigo?, le digo.

Dicen que, si llegas con ambas partes de igual medida, y no eres consumida por alguna, podrías traer el equilibrio entre las dos poblaciones, ya que tienes de las dos en tu alma.

Oh...

Yo no lo creo, dice. Nos estaríamos guiando por una simple historia. Pero hay algo de cierto: tú. Tus poderes, que cada vez son más... No lo sé... No puedo imaginarme un mundo equilibrado entre ambos... Desde siempre los ángeles estuvimos por encima de todos.

¿Y eso te hace sentir orgulloso?, le increpo.

No, pero es lo único que conozco. Y cambiar eso, o al menos intentarlo, simplemente podría dañar a la persona que amo.

¿Qué clase de "graves problemas" hay entre ustedes? ¿Desde cuándo es así?

No sé mucho del tema, y me he formando pensando que era correcto, pero según he visto, ellos están resentidos porque no tienen las libertades que nosotros poseemos. Ellos son peones para los ángeles, en algunas circunstancias. O, ya sabes, son considerados inferiores, aún más que los humanos. Son, según todo lo que estudié, erráticos, peligrosos si no se controlan... Su sociedad está destruida por sus propias manos, y debieron ser aislados en el infierno por eso... Espera, no creas todo lo que digo, eso me enseñaron los...

¿Los...?

Ya sabes, los Conservadores. En estos momentos no me gusta admitir que yo sí estaba con ellos. Que creí que fueras mala... Supongo que no debo aferrarme a lo que dicen...

Sí. —Me mareo un poco por la nueva información, ¿entonces cuál era mi función aquí?— ¿Qué decían de mí? —Le pregunto, en cambio.

Owen frunce el ceño.

Eres un peligro para nuestro linaje y hay que erradicarte antes de que causes más problemas. Un producto indeseado, una peste que podía enfermar a los saludables. Sus palabras, no mías.

Pero lo fueron una vez. Me veías como tu enemiga.

Yo era un idiota.

Se produce un silencio incómodo entre nosotros. Sabía que así fue una vez, a pesar de que sea poco lo que realmente recuerde, pero escucharlo... Ese es otro tema. Escuchar esas palabras tan filosas en los labios de Owen, inclusive sabiendo que cambió de opinión, es doloroso. Sé que son palabras puestas por otros, pero ¿qué barbaridades han de haber inventado sobre mí? Debo ser una suerte de cuento para dormir para niños y...

—De hecho, no. No hay niños, el control sobre el crecimiento de nuestra sociedad está rigurosamente verificado, mucho más sabiendo que crecemos muy lentamente hasta determinada edad. Soy de la camada más chica. —Me sorprende el hecho que mencione tal tema. Jamás habíamos tocado eso, y me resulta algo extraño... Si es así, ¿cuántos años tiene realmente? ¿Cuántos ángeles habrán realmente? —Está prohibido hablar sobre ti —continúa—, o sobre los demonios, Josha, tus padres... Todo denegado. Si alguien habla, lo matan. El perdón de vida es muy poco probable, sobretodo luego de Aeraki.

Mi madre, pienso.

—Sí, tu madre. Era bastante testaruda... Ella luchó mucho, yo no la entendí hasta realmente conocerte. Eran bastante parecidas, aunque ella era más pequeña de contextura que tú... Era una chica problemas para su familia porque ella no quería obedecer sus reglas...

—¡¿La conocías?! Espera, realmente, ¿cuántos años tienes?

Owen carraspea.

—Mi crecimiento se detuvo durante mis diecisiete años, aunque nunca es demasiado exacto, como para traducirlo a años humanos —hace un gesto pensativo—. Teniendo en cuenta los años humanos... No tengo idea. Realmente no me importa. Fin del tema.

—¡Owen, me estás asustando! ¿Quieres decir que puedes tener quinientos años? —Pregunto, exaltada pero divertida a la vez.

Ríe, pero es una risa algo nostálgica. —No soy tan viejo. Ya te dije: según yo, tengo diecisiete. Hace poco me detuve...

—Y... ¿años humanos?

Él murmura una maldición y a regañadientes confiesa: —183. Un año nuestro equivale a diez humanos, hasta frenarnos en el tiempo. Hace trece años pasó eso para mí. No habrá otra camada de ángeles en 8.170 años humanos, o incluso más, en este momento somos demasiados.

—Vaya... —me tomo de la cabeza, medio sorprendida, medio confundida por tantas fechas. ¿Realmente es tan viejo?

¡Me ofendes! ¡Soy muy joven! Sólo que crecemos más lento. Un niño de diez años humanos nuestro, sería un bebé. Treinta, un infante. Sesenta, un preescolar... Y así. Un chico de ciento ochenta es un sexy ángel demasiado joven. Y seguirá así, no creceré más.

—¿Y... qué pasa si son muchos? Digo, teniendo en cuenta que son inmortales...

Si somos muchos, que ha pasado, matan a parte de la población. "El cielo es muy grande, pero no muchos deben tener el honor de ocuparlo", repite en mi mente arrugando la nariz al enunciar aquello. O también nos destierran.

—Caídos.

—Exacto.

—¿Tu madre...? Lo siento, no quiero preguntar.

—Lo de ella fue extraño, como si se desvaneciera. Según tengo entendido, no nos pueden suceder cosas como esa. Pero como controlamos la energía, creo que ella consumió toda la que tenía hasta ya no ser siquiera un cuerpo. Como si se convirtiera en la energía misma, pocas veces fue vista. 

—Suena raro... Siento mucho lo de tu madre... Y tu familia.

—Ya. No me gusta hablar de esos temas... También siento lo de la tuya.

—¿Aeraki y Hunter?

—Sí, pero tus padres también. No creo que la mentira que Josha puso en sus mentes durara tanto. Deben de estar buscándote, habiendo tantas pruebas de tu vida en esa misma casa. —Me preocupo. Sí, es cierto... Y hoy, que es mi cumpleaños, deben estar destrozados. 

—Quiero ir a hablarles, a verlos —le confieso—. A ellos... A mis amigas...

—Iremos, ¿vale?

Yo asiento, pero necesito más respuestas. —¿Por qué no querían que me enterara sobre lo que soy? Y no me digas que tú arruinabas el plan, porque podrían haber manejado eso...

—Según Josha, esa parte angemoníaca tuya aún estaba dormida, por eso tuviste una vida tan normal. Si te enterabas antes, tu triple naturaleza empezaría a despertar, y prematuramente. Ellos querían esperar a que te dieras cuenta vos misma, porque podías quedar congelada en el tiempo.

—Nos hubiéramos ahorrado muchos conflictos sabiendo desde antes que borraran mi memoria.

—Emma, el que tú te enteraras era la sentencia a que dejaras la oportunidad de esa vida normal por el tiempo que quedara. Cuando te dije la verdad, antes de que Josha eliminara esos recuerdos, el proceso de transformación aún no había comenzado porque realmente era prematuro para ti...

—¿Y luego te dieron la posibilidad de hablar conmigo sobre el tema?

—Ya era más riesgoso que no lo supieras. Ese mismo día, se vio tu primer destello de transformación. Era el momento —confiesa. 

—Espera... ¡En ese momento controlé la energía!

—Lo hiciste. Sin embargo, fue instintivo. Ahí me di cuenta de que realmente sí tenías poderes, y Josha me contó cómo ayudarte para exploralos, por si él no estaba. Me dijo que podías enfrentar cambios de temperamento también.

—¿Él sabía que podía morir?

Owen asiente pero no se detiene a hablar de eso, sino que sigue su explicación.

—Recién hoy empezó la verdadera transformación, con esas marcas —hace un silencio—, los ojos. ¿Sabías que el color de ojos también nos define? La mayoría de los ángeles tenemos ojos azules, la mayoría de los demonios ámbar.

—Pero Josha...

—Es un caído, sus ojos eran azules. Pueden cambiar al caer.

Me sorprendo. —¿Tus ojos pueden no ser tus ojos? —Estoy consternada.

—Puede que no...

Ladeo mi cabeza e intento procesar aquellas palabras.

—No puedo decirte exactamente cómo son los demonios, pero ellos creen que tú serás su llave, su escape. Emmanuel —tiembla al pronunciar su nombre, pero parece pasar de eso— quiere que enfrentes al arcángel supremo. —Toma mis manos finalmente, las suyas están heladas—. Yo quiero que te apartes de esta misión suicida hasta que las aguas se calmen.

¡Sus ojos pueden no ser suyos! ¡Y a mí que me gustaban tanto! ¿¡Y cómo puedo estar preocupándome por los ojos de Owen, cuando debo hacer la mayor pregunta!? ¡Y darle una buena respuesta a su pregunta inicial! ¿Cómo puedo estar preocupándome por cosas tan triviales cuando están revelándome muchas cosas que, alguna vez pensé, pero que nunca pude saber...

—¿Muchos sufren, verdad Owen? ¿Muchos inocentes? Les hacen creer que todo está bien, tapando la realidad con justificativos realmente pobres... ¿Crees que yo podría vivir sabiendo que, tal vez, pueda ayudarles?

—Eres demasiado buena para eso, Honey, claro que no lo creo. No podrías abandonar a nadie sabiendo que te necesita —titubea, sus ojos me muestran el miedo que siente—. Pero estarías entrando a una boca de lobo, sin saber realmente qué hay que hacer.

—Entonces debo saber qué haré, y trabajar en ello. Y para eso hemos estado meses ahí encerrados. No puedo simplemente, después de todo, lucirme de egoísta para escapar. 

—Lo comprendo —dice frustrado, con sus ojos brillosos—. De todas formas, quería intentarlo.

—Me encantaría poder escapar contigo... Tal vez cuando termine todo esto.

—Sí, tal vez.

Nos subimos a la moto y me aferro a él, lo siento estremecerse y le acaricio la nuca. Nos quedamos quietos unos segundos, oyendo nuestras respiraciones. —¿Crees que podamos ser libres cuando esto pase?

—Que enfrentes a Theodel no es fácil, Honey. Pero nadie dijo que lo fuera.

Theodel.

Un escalofrío me recorre el cuerpo y Owen arranca la moto asegurándose de que nadie esté cerca de nosotros. Nos perdemos en la oscuridad de la naciente noche. Ahora conozco su nombre, un poco más de la situación. ¿Tendría que haber elegido escapar en lugar de quedarme? Espero que mi elección sea la correcta.

La entrada de la cueva, de noche, tiene un aspecto espectral. Tan silenciosa que aterra. Mi estómago comienza a dolerme, y lo atribuyo al hecho del miedo a estar atrapada ahí por más tiempo.  Juego un poco con mi cabello y miro a Owen.

—La pasamos estupendo hoy —sonrío—. ¿No es así?

—Fue increíble. Todo —besa mis labios—. Aún puedo decirte feliz cumpleaños.

—Owen, perdón por decir no a escapar contigo...

Él sonríe, con un deje de tristeza. Sus labios llegan hacia los míos. —Te seguiré adonde sea, Honey.

Respondo su beso y nuestras lenguas se encuentran, danzando a un ritmo imposible de resistir. Ambos nos convertimos en uno. Entramos a la cueva sin separar nuestros cuerpos, abrazados y basándonos. Las luces están apagadas, ¿Steven estará durmiendo? Es temprano para eso, nos separamos luchando contra nuestros impulsos de seguir tocándonos. El aire se siente denso.

—¡Stev! ¿Dónde estás? —Digo medio gritando.

Escucho un quejido que viene desde la cocina, y tomando de la mano a Owen, caminamos rápidamente hacia éste. Steven nos recibe, si se puede decir así, tirado en el suelo. Golpeado. Casi inconsciente.

Alguien aplaude detrás de nosotros.  Nos volteamos y ahí está ella, como una sombra y sus ojos... ¿Azules? penetrándonos con recelo. Como ver a un muerto en vida, el pánico aflora en mí, y Owen, algo atónito, se pone a la defensiva. Ella simplemente ríe.

—¿Me extrañaron?



HeyHeyHeyHeeeeeeeeeeeeeeeey. 

¡Adivinen quién se mudó y estuvo sin conexión a internet por... ¿semanas?! Síp, yo. Pero finalmente, ¡tengo WiFi! *0* Extrañaba tanto. Ahora, déjenme decirles que a pesar de no haber podido conectarme, estuve escribiendo bastante. Y... TENGO EL FINAL DE ALAS DE CRISTAL. Falta bastante para subirlo... pero ¡aaaaaaaaaaaaaaah! No diré nada de nada. ¡Ya veremos qué pasa! Por lo tanto, el destino está escrito. 

¿Quién será la chica?

¿Creen que Emma hizo bien al no escapar con Owen?

¡Nos leemos en el próximo capítulo! ¡LOS AMO HONEYS!

FELIZ NAVIDAD (ya pasada) y MUY FELIZ AÑO NUEVO. ¡LES DESEO TODO LO MEJOR! 


-Bri. :)




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