Capítulo 7

EMMA

Owen y yo, finalmente, salimos del escondite, a pesar de la negación de Steven y del sermón que nos comenzó a desatar en nuestras narices. Y sé que él tiene razón, en realidad. Es un día hermoso, y se puede apreciar a simple vista. Hace tanto que no sentía el calor de los rayos del sol impactando en mi piel, ni la suave brisa despeinando mi pelo ondulado, dándole un aspecto un poco más salvaje.

Me he puesto una remera que tapa las marcas de mi piel, que cubre mis hombros para no ser vista. Con ese tema estoy realmente confundida... Ayer no las tenía; de hecho, ayer comenzó a cambiar todo... Mis ojos a ámbar, mis ojos a azules... Los símbolos, los poderes, las emociones...

Sé que tengo tendencia a ser demonio porque incluso las emociones humanas suelen estar más cercanas a ellos, si hablamos de impulsos y de estar sobrepasados. Si no puedo controlarme, podría caer en esa trampa. ¿Y para tener tendencia a ser un ángel? Supongo que es mantener la calma, respirar y ver cómo solucionar las cosas sin caer en una rabieta. Al menos, eso es un resumen. Pero, ¿cómo podré mantener el equilibrio entre ambas partes? Es casi como pedir juntar norte con sur, algo contrario, algo imposible.

La mano de Owen me sujeta fuertemente al dar los primeros pasos hacia la luz. A mi al rededor, puedo divisar sierras cubiertas de plantas y rocas, la vegetación es abundante y sirve para distraer a las miradas curiosas del refugio. Un lago pasa silencioso muy cerca de nuestro escondite, de ahí seguro viene el agua para el baño, y, más a lo lejos, un bosque se extiende, denso y verde. Siento que me tambaleo pero Owen me sostiene, yo le miro agradecida y, con entusiasmo, lo llevo hacia la orilla de la laguna, agachándome para tocar la fresca agua.

-¿Sabes? -me dice Owen, en sus ojos brilla la picardía-, creo que hace mucho calor, ¿no lo crees?

Lo pienso un poco.

-Uh... ¿Sí? -Owen asiente sonriendo incluso más y yo noto que algo trama-. Owen no me gusta esa actitud...

-¿Qué actitud? Sólo estoy viendo a mi hermosa novia -una de sus comisuras se levanta. Su sonrisa de problemas... ¿No estará pensando en...?

Owen se levanta antes que yo, de una forma demasiado ágil para ser buena, y me toma de las caderas, subiéndome a su hombro derecho. Yo pataleo y le grito, pero eso sólo aumenta su actitud pedante de yo-tengo-el-poder-y-no-puedes-liberarte, y su risa divertida que tanto adoro escuchar, a pesar de todo. ¡Vamos, pensé que habíamos superado este tipo de bromas! Para mi sorpresa, él no me arroja al lago, sino que entra a él muy despacio, haciendo que el agua me roce un poquito más con cada paso, pero de forma muy lenta, casi agonizante.

Una vez que él ya se ha adentrado lo suficiente, yo vuelo por los aires -con ropa incluida-, aterrizando en el agua helada.

Nado hacia él y me aferro a su cuerpo, intentando hundirlo. Al lograrlo, él me toma del brazo y me lleva hacia la profundidad del agua. Siento algo rozándome los labios, me quedo quieta... ¿Habrá sido un pez?, pienso por un segundo. No, eso no podría ser posible. Así no se sienten los peces... Los labios de Owen me vuelven a rozar. ¡Me está dando un beso abajo del agua! Respondo con seguridad, intentando controlar mi necesidad de respirar aire fresco. Llegamos a la superficie y ambos nos reímos. Le tiro agua en la cara, él se mete para ocultarse de mi visión y termina por tomarme de las piernas. Nos abrazamos en el agua, sintiendo cómo nuestros cuerpos parecen amoldarse a la perfección.

Al salir del lago, ambos nos encontramos sin la posibilidad de cambiarnos. Nuestra ropa está completamente empapada -y claramente, ceñida al cuerpo-. Mi vestimenta no deja ninguna curva a la imaginación, y Owen se aprovecha de eso.

-Linda vista, creo que mojaré tu ropa más seguido -comenta acercándose seductor, yo me sonrojo ante la miradita que puedo echarle desde aquí, su ropa deja ver cada músculo debajo de ella, exponiendo su cuerpo casi como si no tuviera nada, siento mis mejillas arder como nunca, con todo esplendor.

-Lo mismo digo -señalo su abdomen. Al darse cuenta de eso, su hoyuelo arrogante aparece y me dan ganas de besarlo...

-Uups. Lo siento, no podremos irnos -dice-. Si vamos al pueblo y los tíos te miran así, me entrarán ganas muy angelicales de hacerles entender que no miren a mi chica.

-¿Tu chica? -interrogo, levantando una ceja.

-¿Acaso no eres mía? Eres mi Honey, mi chica, mi Emma, mía-hace un puchero mientras pone cara de perrito mojado.

-Lamento decirte que no soy un objeto como para tener dueño -le saco la lengua-. Pero en ese caso: tú eres mi ángel, sólo mío, eh.

Owen ladea una sonrisa. -¿Entonces yo soy tuyo, pero tú no eres mía? ¿Qué clase de negocio es ese?

Él pega nuestros labios nuevamente, haciendo que sea cada vez más complicado estar lejos uno del otro. Besándonos con tal intensidad como si supiéramos que toda la magia se puede derrumbar en un pestañeo. Y tal vez, así sea.

Con Owen entramos al refugio nuevamente para buscarnos ropa limpia. Él escoge una remera blanca musculosa, junto a un pantalón corto y unas zapatillas deportivas para él. Yo tomo un vestido que llega hasta un poquito antes de mis rodillas, y que cubre mis hombros, para que no puedan ser visibles las dichosas marcas. Me pongo unas plataformas, aunque dudando. ¿Cómo haría para caminar con ellas un largo trecho? Me dirijo hasta Owen para preguntarle, él me está esperando en la entrada.

-Te ves muy guapa -dice colocando una mano en mi cintura para guiarnos hacia la salida.

-Este... Yo... ¿Podré caminar el trayecto con éstos? -señalo mi calzado.

-No hará falta que camines...

-Owen -me cruzo de brazos-, no podemos ir volando. Sería demasiada atención, dependeríamos mucho de la suerte...

-No nena, iremos en moto.

Casi no creo lo que escucho, luego recuerdo que Owen... y especialmente este lugar, son una caja de sorpresas.

-¿Desde cuándo tienes moto?

-No lo sé... Estaba aquí cuando llegamos, debía ser de Josha o algo así -se encoje de hombros-. ¿Alguna vez anduviste en una de éstas?

Lo pienso y sonrío con malicia ante el recuerdo. -Sí, con mi profesor de educación física.

A Owen casi se le saltan los ojos de órbita.

-¡¿QUÉ?! ¡¿CÓMO?! ¿TÚ... ¡QUÉ!?

Una carcajada sale de lo más profundo de mi ser, ¡qué divertida la expresión de susto que tiene en este momento! Sonrío limpiándome alguna que otra lágrima y le doy un casto beso en los labios. -Bobo, ¿qué novela te hiciste en esa cabeza rara tuya? -río otra vez.

-¿Cómo fue? ¿Cuándo fue? ¿Qué pasó? -empezó a tirarme todo tipo de preguntas y no hice mejor que seguir burlándome de sus celos-. ¡Oye! No es gracioso -cruza sus brazos sobre su pecho, sus músculos se marcan-. ¡Al menos piensa la respuesta como para darle tranquilidad a este chico! ¿Desde cuándo controlas lo que piensas?

-Me sentía fatal -largo de mí-, casi me desmayé en su clase; el profesor no quería que viajara en el bus, y él justo tenía la moto. Después de que él hablara con mi madre por mi celular, tuve que subirme con él para que me llevara para tomar un remis para ir a casa -le miro satisfecha gracias a su demostración de celos-. Nada de lo que debas preocuparte, ¿ves?

-Ya. -Su expresión parece ser la del enojo, pero sé que sólo está actuando. -Te gusta hacerme sufrir, Emma. Eso es maldad en estado puro, ¿lo sabías?

-Owen, no quiero ni saber qué pensaste -miro directamente a sus ojos sonriendo, él me imita-. ¿Vamos?

-¡En marcha, señorita! -pone una mano en su frente como diciendo "¡sí, capitán!". Entrelaza sus dedos con los míos y los besa, luego nos encaminamos hacia una moto negra reluciente. Me suelta para tomar la motocicleta, llevarla fuera y posicionarla, luego vuelve hacia mí para entregarme un casco que me ayuda a poner. Ambos caminamos hacia el vehículo y Owen se sube primero; palmea el asiento para que yo lo siga. Con cuidado -y sin demasiada destreza- yo me siento a su lado y lo abrazo muy fuerte por debajo de sus brazos. Su fragancia me envuelve. Apoyo un lado de mi cabeza contra su espalda, mientras soy totalmente consciente de sus músculos que se tensan bajo mi tacto. -Esos personajes literarios tuyos...

-¿Sí? -me quedo expectante.

-¿También tienen motos y eso?

-Ajá -le digo.

-Oh... Ya casi todo está inventado.

Acaricio su abdomen y creo escucharlo suspirar. -No todo, aún queda nuestra historia.

Me imagino a Owen sonriendo.

-Nuestra historia -pronuncian suavemente sus labios rellenos, y acelera.

Sus palabras hacen un eco en mi corazón. Realmente es nuestra historia, y jamás imaginé que sería así, de esta manera. Pero ¿saben? Me encanta, al mismo tiempo que aterra.

En el camino, me aferro a su espalda para no caer, cuando encontramos la ruta que nos lleva a la civilización. Las ruedas de la motocicleta tocan el caliente asfalto y mi corazón galopa fuerte: hace tanto tiempo que no veo a otras personas, hace tanto que no hablo con nadie que sea solamente... humano. Acercarme a mi antiguo mundo, tan sólo por un momento, ¿podría ser algún error?

Owen desacelera al divisar el pueblito; pasamos por las puertas de las pequeñas casitas y veo algunos niños jugar en los patios delanteros, se sienten tan lejanos a mi realidad... Alguna vez fui una niña que disfrutaba haciendo historias con sus muñecas y ponis, como ellos... Miro hacia otro lado como para olvidar esa angustia. Dejamos la moto y aprovechamos para recorrer algunos puestos de artesanía; Owen compra dos collares con una piedra de cuarzo, uno para él y otro para mí. Según él, para que nuestras energías estén juntas, incluso si es desde lejos.

Estacionamos frente a una heladería y, después de mucho tiempo, me toca vivir algo mundano, ¡disfrutando hasta de hacer el pedido a la chica que atiende allí! Ni hablar de sentir el helado fresco en mi boca o llenarle la cara de menta granizada a Owen, quien no dudó en corresponder con el helado de dulce de leche con brownies hacia mi nariz. Estamos sentados en unas mesas que hay afuera del comercio, si salimos ¿por qué estar ahí dentro? ¡Con lo que se extrañaba todo esto!

-¡Ey! ¡Yo no te manché tanto! -le grito riendo-. ¡Eres imposible!

-Ven que te limpio.

No le hago caso a su propuesta y, en cambio, tomo una servilleta para sacarle el dulce helado de mi cara. Me sonríe mientras yo finjo un enojo. Dejo la servilleta sobre la mesa con suficiencia e imito uno de esos guiños que él hace, arrepintiéndome al momento porque seguro me veo ridícula.

-Mmm, veo que alguien ha estado mirándome mucho, ¿cierto? ¿Ahora debo considerarme tu mentor?

-Calla -me sonrojo.

-No te viste ridícula -agrega, contestando a mis pensamientos-. Yo creo que en ti se ve muy sexy... Y dulce. Oye, te quedó helado ahí -se friega arriba de su labio-, déjame limpiarlo.

Antes de que pueda hacer un movimiento, él se acerca a mis labios y besa mi comisura izquierda. Es un pequeño beso, pero en él las emociones parecen no ser nada mínimas.

-Perfecta -se aleja unos centímetros-, deberíamos volver ya.

-Lo sé... Uff, ¿a la monotonía segura otra vez?

-Me encantaría escapar contigo, Honey. Lejos de la monotonía segura, como tú le llamas. De hecho, podríamos irnos... tú y yo, juntos. ¿Qué dices? Me matarían, pero nunca fui de seguir sus reglas -tuerce levemente los labios, como si recordara algo que no le gusta-. ¿Unos días no nos harían daño, verdad? Si no nos mantenemos en un mismo lugar, será más difícil para alguien encontrarnos, sea quién sea. ¿Qué dices?

-Yo... Odio esa cueva. Digo, no está tan mal, pero estar encerrada ahí es espantoso... Aunque, ¿no crees que escapar sería demasiado peligroso?

-Lo es, pero seríamos libres.

-Tengo un mal presentimiento... -susurro experimentando una sensación extraña.

-¿De irnos? -Owen frunce el entrecejo.

-No lo sé... -resoplo.

Él sonríe. -¿Sabías que tenemos el poder sobre las emociones de las personas? -yo le miro, curiosa-. Sí. Sobre los sentimientos y la energía -se encoje de hombros-. Algunos son mejores que otros, yo soy bueno... pero no los uso, no son necesarios. -Mira hacia ambos lados para asegurarse de que no hay nadie escuchando, las pocas personas que están en la calle, son una señora que se encuentra a veinte metros limpiando la calle, y dos adolescentes que le hacen ojitos en la calle de enfrente. Ni se imaginan que el chico al que admiran no es humano. -Los demonios tienen magia, tú dominaste un par de trucos -me dice y yo asiento. Él se toca la barbilla y luego sopla un mechón de su cabello crecido, que tapa su rostro-. Mi pregunta es: ¿qué otros poderes tuyos estaremos desconociendo? Digo, ¿serán esos o habrán más?

-Eso mismo me estuve preguntando... ¿Quién sabe? Creo que es otra cosa que me aleja más de conocerme.

Owen me abraza por la cintura; oigo murmullos y suspiros de parte de las admiradoras de Owen, que cruzaron la calle y se están acomodando en una mesa cercana a la nuestra. Una de ellas es bajita, de cabello color chocolate muy largo, ojos café y una amplia sonrisa, parece un duendecillo danzante; en cambio, su amiga es alta, tiene el pelo negro azabache -con reflejos azules en las puntas-, la piel clarísima, y sus ojos son... ¿grises? Definitivamente un color semejante a ese; veo cómo saca el celular y parece tomarle ¿una foto? Ay, ella y Gala serían buenas amigas... Mis recuerdos van hacia las salidas que tenía con las chicas... ¿Qué estarán haciendo ahora?

Vuelvo a la realidad antes de seguir un recorrido por mis recuerdos, observo cómo la pelinegra ve su móvil sonriendo y le muestra -creo yo, y estoy segura- la foto. Eso me lleva a pensar: ¿querrán helado o sólo una mejor vista de mi chico? Seguramente lo último. Él se da cuenta de la compañía y su mirada choca con una de ellas, ésta se pone como un tomate y la otra le da un empujón riendo coqueta. ¡Holaaaaaaa! ¿Soy su novia? ¿Qué no ven?

"De hecho, me ven a mí", Owen interrumpe mis pensamientos. "Pero yo sólo te veo a ti."

-Owen... -le hablo-, ¿nos vamos?

-Espera... -le hace un gesto a las chicas para que se acerquen-. ¡Hey, hola! ¿Gustan un helado?

-¡Shhhh! ¿Qué haces, Owen? -le doy un codazo.

-¡Auch! Sólo interactúo con humanos. ¿Celosa, Honey? -murmura bajo mientras yo bufo, luego se dirige a las chicas, que están acercándose-. ¿Cómo se llaman?

-Hola, ¿lo dices en serio? -Owen asiente- ¡Ohmaigad! Gracias. Me llamo Gina, y ésta es Francy, mi prima -dice la pelinegra, acomodando su celular en el bolsillo de su short; su mirada me recorre sin remordimiento, pero sin ser de una forma mordaz. Francy frunce el entrecejo al escuchar el "ésta" -. ¿No son de por aquí, no? -Cada una toma una silla y se sientan enfrente de nosotros. ¡Genial! ¿A qué estás jugando Owen?

-No, yo nunca los vi aquí Gina. ¿De dónde vienen? -rasca su brazo, tímida-. Por cierto, hola. ¿Cómo se llaman ustedes?

-Venimos de Buenos Aires. Y, ¡oh! Mis modales... Olvidé presentarme, lo siento -su hoyuelo es descubierto en una de sus sonrisas, y juro que escucho una respiración entrecortada de esas chicas, como si se hubieran quedado sin aire un segundo. ¡Basta! Owen, ¿qué haces?, pienso para él, pero no hay respuesta-. Soy Emmanuel -dice y yo le miro extrañada-, y ella se llama Sky.

-¡Oye!

Coloca una mano tapando su boca, como si les contara un secreto y yo quedase aparte de él, yo cruzo mis brazos sobre mi pecho y pongo mis ojos en blanco. -Es que no le gusta su nombre -les susurra y ellas ríen pícaras de su secreto. -Es lindo molestarla con eso, ¿cierto?

-Tu nombre no es feo -dice Gina mirándome.

-¡Pero si es un lindo nombre! Mi personaje literario favorito se llama así -dice Francy, con una sonrisa compasiva.

-¿"Personaje literario"? ¡Oh, mira Sky! -enfatiza cuando pronuncia mi supuesto nombre-. Una lectora, como tú. Creo que tienen mucho en común, les dejo hablar mientras yo compro unos conos para ustedes, ¿qué gustos quieren? -pregunta. Francy se encoje de hombros, pero Gina brinca de su nuevo asiento y se para frente a él.

-Soy algo problemática con los gustos, voy contigo, ¿sí?

Owen se encoje de hombros y se da vuelta, no sin antes guiñarme un ojo. ¡¿Qué rayos?!

Me quedo pensando en su elección de nombres. ¿Emmanuel? ¿Por qué él...? Digo, ese nombre sigue rondando en mi cabeza, en las discusiones que suelo escuchar... Me suena muy cercano, y al mismo tiempo tan aterrador, que casi sé por instinto que es peligroso pronunciarlo. Escuchar que lo dicen también lo podría ser, ya que casi nunca hablan de él, y las veces que sí lo oí, eran peleas sobre cómo se pondría él, o qué haría, o qué diría. Sea quién sea, parece tener peso. ¡Pero oigan! ¿Por qué Owen pronuncia tan deliberadamente fácil un nombre que jamás menciona por?

Y ahí es cuando el recuerdo de un sueño -o mejor dicho, parte recuperada de mi memoria- donde él se hacía pasar por ese tal Emmanuel. ¿Podría haberme engañado en ese momento cambiando su nombre, tal y como hizo con las chicas ahora? Parece que simplemente así lo hizo. ¿Por qué se esconderá bajo de él? Aunque pensándolo bien, está bien que ocultemos nuestras verdaderas identidades. En ese caso, ¿por qué Sky? Hay nombres más clásicos o menos llamativos...

Veo que Francy me mira extrañada, pasa su mano por mi visión y yo parpadeo varias veces, recuperando el sentido de la realidad.

-Uh... ¿Estás bien? -pregunta.

-S-sí -digo en un susurro-. Estaba pensando...

Ella mueve la silla, dirigiendo su total atención hacia mí.

-Si es por Gina, no te preocupes. Ella tampoco es de por acá... Y, bueno, está un poco loca... En unos días se va, y obviamente no tiene posibilidades contra ti.

Parpadeo aún más. ¡Actúa normal! ¿Entiendes? ¡No seas idiota, estás asustando a la humana! Okay, ¿yo estoy diciendo eso? ¡¿Y cómo se atreve la otra a coquetearle a Owen?! ¡¿Cómo se atreve Owen a entrar con ella?! Ay, ¿será que quiere ponerme celosa? ¿Por qué haría algo así?

-Uh... Sí... ¿Siempre coquetea a los novios de las demás?

-No sé exactamente qué hace ella, tampoco querría saberlo. Digo, me agrada, es buena onda, pero cuando se comporta así... Y tanto, es bien jodida y...

-Ya, lo entiendo. -Le corto, no hace falta seguir maquinando sobre eso, se le nota lo zorra a la chica, ya hablaré con él. -¿Así que lees? -le doy una sonrisa y ella la corresponde.

-Oh, sí. Amo leer, incluso aunque sea en ebook y dañen mi vista porque leo desde el celu, no puedo detenerme... Aquí no consigo demasiados libros en físico como lo debes hacer en Buenos Aires... ¿provincia, cierto?

-Provincia, no ciudad. Los libros están caros, de todas formas. No puedo comprar muchos muy seguido, así que sé realmente lo que se siente el PDF... Sólo que luego de leerlos en digital, compro los que se venden aquí y los que más me gustan... Entonces tengo una ¿biblioteca seleccionada? Já, no sé... -mis libros... deben estar abandonados en la estantería de mi cuarto...-. ¿Qué lees?

-De todo un poco... Desde Stephen King a Neruda.

-¿Novelas juveniles?

-¡Amo las novelas juveniles! Oh, ¡casi nunca encuentro alguien para hablar! ¿Dónde estuviste todo este tiempo?

Viviendo en una mentira, y luego encerrada en una cueva... Jé.

En lugar de contestarle, le sonrío, una sonrisa verdadera. -Vaya, es agradable volver a hablar de esto...

-¿Volver a hablar? Oh, tu novio no lee...

Frunzo el ceño y corro la vista, mirando dentro de la heladería. Él está pidiendo y ella no deja de observarlo sonriente. Qué va, yo también estaba estupidizada cuando lo conocí. Y realmente no podría decir que no sigo así...

Sí, lee, pero no tenemos tiempo para esas cosas ahora, porque debemos entrenar para sobrevivir de que un grupo de ángeles fanáticos nos maten. -No.

-Qué mal. Se parece tanto a uno... -la miro y ella chasquea la lengua-, quiero decir, a un personaje literario... ¿No lo creías? ¿Cómo se conocieron?

-Uh, sí. Lo creía -me muerdo los labios-. Lo creo, en realidad. Lo conocí en el colegio... -¡Mentira! Nos conocimos cerca de aquí, vos no dejabas de verme, ¿cierto?, se mete Owen en mi mente. Lo ignoro-. Él era un arrogante... ¡Uff! Sigue siéndolo, pero te acostumbras.

-Esto está buenísimo, ¡muy de libro! ¿Escribes?

-Lo hacía... -veo que me va a preguntar-. A veces escribo poesía, pero nunca tengo tiempo últimamente. ¿Tú?

-Sí -se sonroja otra vez-. Pero no se lo muestro a nadie...

-¿Jamás?

-No, nunca.

-Pues, debes hacerlo cuando realmente lo sientas. A veces puede ser algo muy personal, pero mostrar tu escritura a los demás, y compartirla con el resto, hace también que tú crezcas; puede ser un incentivo, pero tienes que estar lista.

Ella asiente. -Se siente como mostrar el alma, estar expuesta ante los demás... No sé si podría.

-Escribir es mostrar el alma y exponerla ante el lector. Como tú misma dijiste. Como poder, puedes. Pero debes amar lo que haces, ¿lo amas?

-¿Lo amo?

-¿Tú qué dices?

-¡Sí, amo escribir! -Contesta Francy con una sonrisa.

-Entonces, que nadie jamás te quite ese sentimiento. Digan lo que digan; con amor protegemos al alma del dolor.

-Gracias -contesta sonriendo.

Escucho la puerta abrirse y Owen sale con dos helados en la mano, mientras que Gina lo devora con la mirada. Otra vez, al verme hace una mueca y mira su ropa. ¡Ah, me está comparando con ella misma! Él le pasa el helado a Francy mientras que Gina toma el suyo intentando hacer contacto con las manos de mi chico.

Rélajate, me digo.

-¿De qué hablaban? -Nos pregunta Owen.

-De libros -Francy se ríe por el gesto que hace Gina. Definitivamente ella no lee-. ¿Ustedes? -Pregunto con cautela.

-Ella me contaba sobre una fiesta que se hará hoy... ¿Qué dices, Honey?

-¿"Honey"? -Preguntan al unísono las dos. Francy con una sonrisa soñadora, y Gina con una mueca inexpresiva.

-Es su apodo, ella es mi Honey.

-Claro, y él es mi ángel -respondo como si fuera un comentario normal de cualquier pareja, pero Owen comienza a reír: claro que captó mi broma privada.

-¡Qué tiernos! -Dice Francy.

-Eso es cursi... ¿Dónde se consiguen chicos como tú, Emmanuel? -Otra vez salgo de su radar, ella pregunta tocándose el pelo.

-Soy único, no existe nadie como yo.

Mentira, tu hermano gemelo sí, le digo.

"Claro que no. Él no es tan sexy", responde.

-Y estás tomado... -refunfuña por lo bajo Gina, pero ¡olé! la escuché.

-Qué lindo que un amor como el de ustedes exista, chicos.

-Gracias, Francy -dice él, luego me mira y levanta su cabeza, observando al cielo, que ya se está tornando un poco rosado por las nubes y parece oscurecer cada vez más-. Ya se nos hará tarde... Debemos irnos, ya sabes Sky.

-Sí -trago saliva, qué raro se sentirá pronunciar aquél nombre-, Emmanuel.

Él parece hacer un gesto al escucharlo, pero disimula con una sonrisa. -Probablemente vayamos a la fiesta, pero no es seguro. En tal caso, nos vemos ahí o no. Fue un gusto conocerlas...

-Igualmente -responden a la par.

-Gracias por la charla -le digo a Francy.

Ella ríe. -¡Qué va! Gracias a ti; mi libro, si alguna vez saco uno, irá dedicado a Sky, la chica que conocí en la heladería -no me puedo contener, y le doy un abrazo. Me siento extraña abrazando a una desconocida. Pero, a fin de cuentas, yo siempre era de dar abrazos... Y realmente necesitaba hablar con una humana. Ella jamás sabrá el favor que me hizo. Sonrío e, imaginariamente, le deseo todas las fuerzas para continuar y poder finalmente expresarse libremente gracias a las letras. De pronto, siento miedo. ¿Por qué tendría miedo? ¿O ella es la que tiene miedo? Veo imágenes de Francy, un poco más pequeña, siendo molestada por sus compañeros, comparada con su prima. Ella encerrada en su cuarto llorando... Siente que si dice todas esas cosas, puede que vuelva a pasar por esa pesadilla, pero también sabe que debe comunicarlo a otros mientras tenga la posibilidad, soltar sus demonios y dejarlos ir para que jamás vuelvan. -Sacarás ese libro -le hablo, me alejo y le sonrío, tomando la mano de Owen. Siento que alguien hace sonar sus dientes, no me hace falta ver ni decir quién.

-Ella está escribiendo una novela, de hecho -dice él.

-¿Qué? -le pregunto. ¡Owen! Le dije que no escribía hace tiempo... Además, ¡¿una novela?!

-¿En serio? -Pregunta Francy.

-En serio, escribe fabuloso. Pero hace tiempo no la sigue... El personaje masculino principal es un álter ego de mí, claro está.

-¡Ay, ti ego está alterado otra vez!

No me hace caso. Francy tiene los ojos iluminados y Gina ya está con su celular... ¡¿Sacando fotos, otra vez?!

-Sí. Escribe sobre ángeles y esas monadas del amor prohibido. ¿Creerían en algo así?

-¡Oh, please! -Exclama Gina- ¡Eso es absurdo! ¿Ángeles? ¿En serio? Nah. Son cuentitos de bebés. Qué cupido ni qué cupido. ¡No existen, obvio!

Yo suelto una errónea carcajada y a Francy se le iluminan los ojos, ¿sorprendida o asustada? Owen presiona mi mano.

-Uno nunca sabe -se encoje de hombros. "Tus ojos están brillando. Azules. No se nota demasiado, pero creo que deberíamos marchar ahora. ¿Usaste tus poderes de ángel, no? Wow, Emma. Debemos practicarlos antes de que nos delates."

Ah, ahora veo el porqué la sorpresa de la chica.

-Oh por... ¡Es increíble! ¡Mierda, es tan... ! ¡Es tan genial! ¿Ustedes? -me muerdo el labio y veo hacia Gina, que aún no ha notado nada extraño, por suerte. Francy, aún boquiabierta, asiente y se le dibuja la sonrisa más esplendorosa que he visto-, será mejor que si van a la fiesta, se preparen desde ahora... -dice, inventando una excusa para nuestra retirada-. ¡Espero volver a verte, Sky!

-Emmanuel-lo sujeta del brazo la pelinegra-, ¿no quisieras mi número?

Ay, qué perra. -No, gracias.

-Ay, pero...

-Escucha bien: lo único que tendrás de mi novio, son esas fotografías que le sacaste a escondidas sin advertirle, nada más -le aclaro.

-¡¿Fotos?! -se exalta Owen.

-¡Adiós! -lo tomo del brazo fuertemente y nos alejamos de ahí. Owen coopera caminando y yo me giro para saludar a Francy-. ¡Suerte con tu libro!

-¡Gracias por todo! -Grita ella con una lágrima en los ojos- ¡Lo sabía! ¡No todo es irreal! -Le escucho decir.

-¿El qué? -Pregunta Gina.

-Eh, pues... ¿No es obvio? -Mi pulso se acelera...- ¡El amor en la juventud! ¡Tal y como en las novelas!

El aire escapa de mí y sonrío porque, después de tantos meses, realmente viví algo tan mundano como es la comunicación entre varias personas. Algo que muchos pasan de largo o no valoran, e inclusive, que algunos evitan.

Pero comunicarnos realmente es importante, poder hablar con nuevas personas, hacer amistades. La comunicación es importante para la vida humana, porque sin ella, nosotros no seríamos una sociedad; sino que individuos a medio llenar, repletos de frustración.

-¡¿Cómo pudiste irte con ella?!

-¡Já! ¡Estás celosa! ¿Por qué estás celosa? ¿No confías en mí?

-¡En ti sí, en ella no! -le contesto. Él abre la boca para excusarse, pero yo simplemente lo silencio-. Ay, te amo -le beso en los labios apasionadamente, y él responde de igual manera, tomándome de las mejillas.

-Me alegra de que te haya gustado hablar con la chica, sabía que sería especial para ti.

-¿Cómo sabías que era lectora?

Se encoge de hombros. -No lo sé, simplemente no me comía con su mirada, supe que tenía códigos. Me fui con la otra porque pensé que sería más cómodo para ti.

-¡Eres un bobo! -lo abrazo y suspiro-. Gracias. Fue todo increíble...

-¿Te gustaría ir a esa fiesta conmigo?

-Pero... ¿podemos?

Él ni lo piensa. -Claro. Aunque tendremos que buscar ropa y eso... -Mira hacia el cielo, y sus ojos, al volver hacia los míos, se hacen intensos-. ¿Te escaparías conmigo? Quiero más días como estos. Contigo. ¿Me concederías ese honor?



"Después de las lluvias, vienen los días soleados. Pero después de éstos, ¿vuelve a caer la llovizna?"

*Foto de multimedia, cómo se ve la salida de la cueva*

¡Hola! No tenía planeado dejar el capítulo acá, iba a ser más largo, máaaaaaaaaaaaaas largo, muuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuucho más laaaaaaaaaaargo. ¡Jajajaja! *Nótese que estoy feliz* Por este capítulo *y los cinco días con cortes de luz en mi vecindario* no subí estos días pero, ¿valió la pena la espera?

¿Les gustó el capítulo? ¡Espero que sí! ¿Qué opinan? ¡Dejen sus comentarios! Saben que siempre intento leer todo; de hecho, mi e-mail recibe todo lo que comentan, y entro desde ahí para no perderme ninguno. :)

¡Gracias por la espera, y por leer!

¡LOS AMO! En serio, espero realmente que les guste el capítulo. :3

-Bri. :)











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