Capítulo 31

EMMA

—¡Emmanuel! —grita Oihane y lo rodea con sus brazos delicados—. ¿Cómo llegaste aquí? ¿Qué haces?

—No lo sé —dice y me mira, buscando una respuesta, aunque deja su mirada clavada en mis padres, que me abrazan y sonríe como si viese la imagen más bonita del mundo—. Owen estaba mal y... todo había estallado en energía. Quise ayudarlo y le canalicé energía... Aparecí aquí. ¿Estoy muerto, verdad? —pregunta él.

—No —responde Hunter, sonriéndole, rompiendo nuestro abrazo. Mi padre se levanta y abraza a Emmanuel, dándole palmadas en la espalda. Pronto recuerdo que ellos son amigos... o que lo fueron. Que gracias a Emmanuel, Aeraki y Hunter pudieron seguir viéndose y en consecuencia me concibieron a mí. —Regresarás, estás vivo. La onda de energía te trajo hasta aquí. Volverás cuando Emma lo haga.

Emmanuel frunce el ceño, observando a su madre. Jamás lo vi tan consternado. —¿Y cuándo es eso?

—Cuando todos nosotros nos despidamos —contesta Aeraki.

Ella saluda a Emmanuel también con un abrazo y él sonríe, casi puedo notar sus ojos brillosos.

Oihane coloca su mano sobre mi hombro y sonríe. —Gracias por hacer feliz a mi Owen, Emma. Seguro ahora está esperándote ansioso.

—Owen te extraña mucho, madre —le cuenta Emmanuel—. Él se rompió cuando te fuiste... ¿Por qué están todos aquí?

A Aeraki se le ensombrece un poco la voz al hablar. —Somos víctimas del reinado de Theodel, él nos dejó en cuarentena aquí, en un lugar donde estamos muertos pero sin descanso. Nos absorbió... de alguna forma. Este es un lugar donde solo Theodel podía entrar y usar nuestra energía... Supongo que Emma igual —se muerde el labio y me mira—. Me cuesta saber cuánto tiempo pasó desde que estamos aquí... estás tan grande, Emma... —otras lágrimas comienzan a salirse de sus ojos—. No me quiero despedir ahora que puedo tenerte.

—Pero debemos hacerlo —comenta Oihane—. No podemos permanecer aquí por la eternidad.

Ángeles y demonios comienzan a rodearme y a acercarse a mí, como hicieron con Theodel, pero con tranquilidad. Una niña de ojos ámbares se pone de puntitas de pie y me sonríe pronunciando un «gracias». Luego, desaparece dentro de mí. Y así le siguen muchísimas otras criaturas, que se despiden y desaparecen al chocar contra mí. Todo sucede demasiado rápido, tanto como un pestañeo. Pronto me encuentro solamente con Aeraki y Hunter, Emmanuel y Oihana.

—¿Eso...?

—Eres un portal para nuestros mundos —explica Aeraki—. Durante el tiempo que Theodel me tuvo consigo aprendí sobre eso: tienes el poder de administrar las distintas naturalezas, debes controlar que el equilibrio no se pierda, Emma, algo que Theodel no hizo. No tengas miedo, los que entren en ti acompañarán tu camino, pero tendrán paz al fin —ella sonríe aunque se nota tensa.

—Cuida de Owen, que no cometa locuras, y que las que haga sean solo por amor y del bueno —susurra Oihana, antes de abrazarme—. Dile que nunca dejé de quererlo. Y saluda a Josha de mi parte, espero que sea feliz. —Se vuelve para Emmanuel. —Emmanuel, aprende a sentir, es lo más glorioso que puede ocurrirte. Te quiero, mi pequeño arcángel —le dice y se zambulle en mí.

Todo queda en silencio y siento a Emmanuel sollozar. Me sorprendo ante aquella muestra de dolor, y pienso que para él, el sentir no será difícil.

—No quiero perderte, Emma, no otra vez —dice Hunter—. Pero tú debes vivir, no perteneces aquí. Debes comenzar a vivir. Vive, Emma, vive por nosotros.

—Y sé feliz —agrega Aeraki—. Lucha por tu amor, sigue siendo tú, siempre tú misma.

—Emmanuel —le llama Hunter—, amigo mío, quiero que le digas a ese Josha que... —empieza a hablarle Hunter pero me desconecto de ello, sintiendo que debo preguntarle algo a mamá, algo que tal vez ella quiera olvidar. Pero tengo que hacerlo.

—Mamá... —observo cada reacción de ella, odiaría herirla—. ¿Es cierto que Theodel y tú tuvieron una hija...?

—Es cierto, Emma —ella presiona sus labios, formando una línea recta—. Pero la pequeña no tiene la culpa de nada, amor, intenta buscarla y darle todo el amor posible, todo lo que Theodel seguro quiso arruinar en ella... Y tu padre lo sabe, descuida, por eso su reacción cuando lo vio, hace casi dos décadas que quiere golpearlo...

Abrazo a la joven Aeraki y luego busco sus ojos, para grabarlos en mi memoria por siempre. Ella es mi héroe.

—¿Cómo pudiste soportar todo eso, Aera? ¿La tortura, el ya no tener a Hunter...?

Niega con la cabeza y sonríe levemente. —Hunter siempre estuvo conmigo, siempre aparecía en mis sueños y consolaba mis lágrimas, aunque al despertar no estuviera. Él estableció un lazo entre nosotros antes de que nos atraparan, cielo. Y así como él estuvo conmigo, nosotros estaremos contigo.

—No quiero despedirme de ustedes, mamá. Una vez que los tengo aquí, conmigo... ¡Los vuelvo a perder!

—No nos perdiste ni nos perderás, hija mía, nos encontraste. Y nos vas a liberar de esto, ¿entiendes? Al fin podremos ser libres... Y además pudimos conocerte, Emma. Yo no pensé que alguna vez lo lograría y estoy tan feliz por ello.

—Ambas son idénticas —dice Hunter metiéndose en nuestra conversación, abrazando a Aeraki con una gran sonrisa—. Dile a ese Owen Liv que te cuide, porque si no lo hace volveré de la muerte y le patearé el culo como hice hace diecisiete años atrás —me guiña el ojo y se acerca a mí, no sin antes tomarle la mano a Aeraki—. Nunca te olvides de vivir, Emma. Y si lo necesitas, estaremos contigo, ¿me oíste? Siempre contigo... —me da un pequeño besito en la frente y retrocede con los ojos iluminados.

—Siempre, Emma —concluye Aera—. Incluso aunque no nos veas.

Ambos comienzan a desaparecer ante mi vista. —¡Los quiero! —les grito, temiendo que haya sido demasiado tarde. Emmanuel se coloca detrás de mí, dejando una mano sobre mi hombro, dándome aliento.

—¡Nosotros a ti, pequeña guerrera! —contestan ellos y entran en mí.

Mis lágrimas se desbordan por sí mismas, no puedo ejercer control sobre ellas. Me desplomo en el cielo de nubes mientras que Emmanuel me llama con pequeños susurros. El pequeño y efímero momento con ellos es suficiente para tocar en lo más profundo de mi corazón.

—Oh, Emma... Pequeña —murmura Emmanuel—, es hora de empezar a vivir.

Levanto mi vista y observo los ojos azules de Emmanuel con completa preocupación. —¿Owen está bien?

Él sonríe. —¿Ahora? Debe estar como un loco buscándote y queriendo pelear con todo el mundo que considere enemigo. Es mejor que averigüemos cómo salir de aquí antes de que él solito acabe con el Cielo recién liberado.

Río secándome algunas lágrimas por su comentario. —Vamos entonces, creo que el lugar comienza a desvanecerse —comento observando unas nubes que comienzan a consumir la luz del lugar.

—¿Estás mejor? —pregunta.

—Sí, gracias.

Mira hacia la nube oscura, que casi nos alcanza. —No puedo creer que Theodel haya desaparecido ya... Toda una vida planeando que pasara, y cuando pasa...

Le miro. —Sí, creo que eso de «empezar a vivir», Emmanuel, es especialmente para ti.

—Supongo que unas vacaciones al mundo humano no me vendrían mal, ¿te apuntas?

—Por supuesto, pero llevo a Owen conmigo.

Emmanuel lleva sus manos alrededor de la nuca y ríe mientras que, finalmente, la oscuridad nos vuelve a cubrir, enviándonos de regreso a casa.


¿Qué diceeeeeeeen? :'3

Lloré... Esta es la verdadera despedida de Hunter y Aeraki. :3 

Me emociona estar tocando el final... Y VIERON QUE NO SOY DEL TODO MALA, EH, JAJAJAJA. ¡Los amo! Y nos vemos prontito. :3 


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