Capítulo 11

EMMA 

Algo metálico roza mi oreja. No. Mi cara completa. Es frío, tan frío...  Yo misma me encuentro fría. ¿Qué está pasando? Parece como siquiera me pudiera mover. Cadenas, pienso, sin saber realmente de dónde salió ese pensamiento.

Estoy inmóvil, sólo puedo tocar lo que mi cuerpo esté apoyando. Cada tanto escucho murmullos, pasos, sonidos, luego nada, como si estuviera sin audición. Todo vuelve a ser nada.

Yo misma soy nada

O al menos, así se siente.  

Como un vacío de muerte. 

Un silencio que grita palabras mudas. Aterradoras. 

Y sobretodo, solitarias.

Mi percepción de la razón viene y va, pero jamás acompañado por mi vista. En cambio, mi tacto parece más fuerte que nunca, como si me aferrara al sentido que más puedo alcanzar; sin embargo, al tocar las cosas, siento todo tan lejano... como a kilómetros de distancia, como a través de un cristal. Aveces, y por poco, puedo oír mi respiración, que parece tranquila, pausada... Pero eso sólo ocurre durante unos segundos. Luego pitidos y voces comienzan a rodearme hasta apagarse en un remolino tortuoso. 

Mis pensamientos no dejan de ir hacia Owen, como también hacia Steven. Ojalá Julie sí haya cumplido parte de ese trato. 

Pero también no dejo de pensar en mi familia e incluso a mis amigas; siempre vuelvo a ellos. Son como un sueño recurrente que deseo que se haga realidad. Poder hablarles otra vez...

Ahora parezco apartada de todo. Y eso incluye a Owen. Apartada de él, no sólo de mi antigua vida, sino de la que parecía mi presente. 

Me siento tan terriblemente idiota e impotente. Debí hacerle caso, escapar junto a él. Correr lejos de ésto. Era la mejor opción, poder seguir viendo sus cristalinos ojos azules. Pero yo le dije que no, que no podía ser tan egoísta. Incluso ahora, y de peor forma, es como si estuviese abandonando mi misión. A todos.

Aprieto con fuerza mis dientes, pero estos parecen jamás tocarse.

Estoy realmente confundida, ya sólo me quedan incoherencias por decir. ¿Qué me habrán hecho? ¿Cuánto habrá pasado desde que estoy dormida? ¿Horas? ¿Semanas? ¿Meses? ¡Ni siquiera sé si estoy en el mismo año!

Quiero llorar, pero, claramente, eso tampoco puedo hacer. Además que debo permanecer fuerte. O al menos, parecerlo.

Me quedo quieta, una vez más, a la espera de alguna señal, algún rescate. Alguna posibilidad de salir con vida.

Y otra vez, la palabra es "nada".

Orbes de luces comienzan a flotar sobre mí. Destellos que me dejan ciega después de estar tanto a oscuras. Son de muchos colores, de muchas formas. Están como en... mi cabeza. Quiero gritar que se vaya, pero la voz no me sale. ¿Me estaré volviendo loca? Decir que "" parece la respuesta más lógica, pero también la más fácil.

Los sonidos se elevan a escalas precipitadas, como también siento a aquel frío envolverme más y más, como una capa de nieve sobre mí. 

Todos mis sentidos palpitan. 

¿Estaré muriendo?

Muevo mi mano por primera vez en no sé cuánto tiempo. Mis dedos se sienten acalambrados, más pesados de lo normal. Intento levantarme, pero me cuesta horrores. Estiro con difícultad mi brazo, hasta dar con algo sólido, y cálido, me aferro para lograr estabilizarme, e intentar sentarme en eso que parece una cama de metal. 

Una vez que me siento, y aún viendo tantos destellos, que me imposibilitan saber qué es lo que realmente sucede, lo que me sostenía me suelta y se marcha, oigo pasos salir de dónde sea que esté. ¡Era alguien, no algo!

Con más desesperación —y un incremento lo suficientemente potente de frustración— intento hacer que los orbes se marchen. Cierro mis ojos, apretándolos fuerte, e intento controlar mis respiraciones.

Debo calmarme, me digo. Nerviosa jamás resolví nada.

Me mantengo así por un buen rato, sintiendo cómo todo se atenúa. Todo vuelve a la normalidad... si es que así se le puede llamar. Espero un tiempo hasta que creo que es el momento de abrir los ojos.   Me encuentro con una mirada azul que me observa fijamente, y una sonrisa para nada amigable.

—¡Hasta que al fin te despiertas! —dice una chillona voz soprano, y realmente conocida—. Por un momento creí que morirías.



OWEN 

Hace mucho que no subo al Cielo, tampoco es que deseara subir teniendo a Emma a mi lado. Pero ahora sí es realmente necesario, ella está ahí, en manos de los Conservadores. Aún no puedo creer lo que Julie hizo.  ¡Joder, ellos eran lo que más odiaba y se les unió! Honey ahora está en alguna parte y realmente no sé dónde... ¿Podré caminar por las calles sin que me detengan, o ya está circulando el rumor sobre mí?

¿Qué importa lo que digan de mí? A la mierda si me atrapan, al menos tendré chance de encontrarla.

Pateo con rabia una roca que está en mi camino, y ésta sale volando.

Camino por el bosque prohibido sin temor a que me pillen desprevenido. El bosque en el que Aeraki y Hunter, los padres de Emma, se conocieron. Acá empezó todo, y sin que yo me diese cuenta. Emmanuel, en cambio, sí. Él estuvo. Él siempre hace las cosas bien.

No me gusta venir al Cielo, me recuerda toda mi jodida vida, todos mis temores, todos los recuerdos que quiero olvidar. Me recuerda a mamá, al dolor en su mirada. A mi hermano y su seguridad inquebrantable. A mi padre, que siempre puso sus creencias antes que nosotros. Y a mí mismo, tan patético que quise armar mi propio camino eligiendo el peor. 

Pero tal vez, esas fueron las decisiones que me llevaron hacia ella.

—¿Liv? ¿Eres Owen Liv? —pregunta alguien atrás de mí, sacándome de mis pensamientos. Me volteo totalmente, poniéndome en guardia en caso de empezar una pelea. Es un ángel vengador, como yo, y está a unos metros de mí. Cuando le miro, él levanta los brazos. —Eh, no te preocupes. Tu hermano me ha mandado en tu búsqueda, él sabía que estarías por acá.

Tiene nuestros típicos ojos azules, pero su cabello es rubio, muy claro. Parece más joven que yo... como si tuviera quince años, pero obviamente, eso es sólo su camuflaje, de seguro es más grande que yo.

—Yo jamás le avisé —le digo a regañadientes.

—Cosa de hermanos gemelos, supongo —se encoge de hombros—. Te está esperando en su casa.

La casa que era de nuestra familia. Bufo mientras asiento. Entonces decido no perder la oportunidad de preguntarle algo que carcome mis nervios.

—¿Se sabe algo sobre la chica que yo estaba buscando...?

Él sonríe, como si estuviera guardando una broma privada.

—No, ella sigue escapando, nunca estuvo aquí —mira hacia todos lados—. Y tú tampoco pudiste encontrarla otra vez luego de que Josha la escondió con su Nephilim —levanta una comisura de su boca—. Vienes para informar que estuviste con Julie en el escondite, pero que el Nephil la defendió y Emma  —pronuncia su nombre con cuidado, como si el pronunciarlo podría acabar con el mundo— pudo escapar sin problema usando sus poderes.

Yo entorno mis ojos hacia sus extrañas palabras. —¿Estás con Emmanuel, cierto?

—Estoy con el equilibrio  —responde, dándome ahí mismo la respuesta—. Ve con él, tiene noticias.

—Me imagino que sí.  —Hago una pausa antes de seguir caminando, y veo al Vengador que sigue observándome como si fuese algo que está por explotar en cualquier momento. —¿Entonces no estoy en la mira de nada?

—De nada.

—¿Mi hermano?

El Vengador hace una mueca. —¿Es en serio? Sabes que es lo suficientemente cuidadoso para eso.

—Dijiste que Emma escapó de Julie... —comienzo a decirle, analizando sus palabras.

—Emmanuel te espera Owen —me corta—. Él te dirá.





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