Capítulo 10
OWEN
—¿Qué quieres? —escucho que Emma pregunta a Julie mientras yo me quedo al lado de Steven. Me regaño mentalmente por eso. ¡Rayos! ¡¿Por qué mierda estoy cuidando el culo del hijo de mi padre si Emma está exponiéndose?! Está bien que ella me lo pidió, pero ¡de todas formas! Él no me importa como para mantenerlo a salvo en este momento tan crucial. Demonios, ni yo mismo soy importante.
Emma, sin embargo...
De pronto siento la necesidad de permitir que nada me importe. Qué les den a todos. Qué le den a Julie, qué le den a los vengadores idiotas, qué me den a mí, a Steven. ¡Incluso al imbécil de Emmanuel! Cualquier cosa para mantenerla a salvo. Desearía poder tomarla de la mano y llevarla a un lugar seguro, inclusive si dicho espacio sólo alcanza para una persona. Esa sería ella.
Pero en cambio, está ahí, parada. Intentando permanecer malditamente fuerte. Puedo leer sus pensamientos, parece como si estuvieran dentro de una gran tormenta de viento, y que cada hoja caída del árbol desnudo del invierno más crudo fuera una idea intentando buscar forma para hacerse realidad. En sus pensamientos, como una torrente, puedo ver mi rostro, al igual que el de Steven. Emma piensa entregarse por nosotros, sabe que estamos rodeados y cree que es la mejor forma de protegernos... ¡Maldita sea! No necesito a nadie que me proteja. Nadie lo hizo durante toda mi vida, y cuando realmente encuentro a alguien para amar y cuidar, me la quieren arrebatar, ¡y ella piensa que así es correcto, para salvarme!
Tengo la sensación de estar muriendo a cada segundo que me permito estar. Steven está al tanto de la situación, pero el idiota no puede hacer nada, sólo gritar y quejarse, ¡pero claro, sí pudo pedirle un beso a Emma! Encima eso, la pequeña gota que rebalsara el vaso.
Ella y yo íbamos a terminar juntos nuestro mejor día... O al menos, el mío. Había despertado junto a ella, desnudos; la había hecho sonreír y enojar al mismo tiempo; habíamos compartido un día estupendo... Joder: ¡Es su cumpleaños! Y lo íbamos a terminar de la misma manera... Pero ahora, en cambio, estamos jodidos. Encontré mi lugar, junto a ella, y después de tanto... Simplemente todo desaparecerá.
¡Y pensar que Julie, por un momento, fue amiga mía! ¡Diablos! Yo confiaba en ella, no demasiado últimamente, pero lo hacía. Tantos años creyendo que la conocía, para saber en la peor parte que en verdad no es así. Y se dejó llevar por Theodel y sus dichos. Se convirtió en lo que ella más aborrecía. Y yo no dejo de tener esa sensación de estar mirándome a mí mismo, en espejo, pero del pasado. Yo estaba tan ciego como Julie ahora, pero Emma con su dulzura me salvó. El problema de Julie, es que no tiene nadie para ser rescatada. Y en este momento, está desatando su furia contra mi salvavidas, contra mi oasis.
No puedo evitar recordar a Aeraki, la madre ángel de Emma. Ella parecía igual de valiente... pero de alguna forma, estaba sufriendo. Ahora siento como si pudiese recomponer la imagen. Como si la hija se viera sometida al destino cruel de la madre. Y una vez más, me siento impotente, no puedo hacer nada para ayudar.
Pero esto es diferente, con ella no se meten... Emma piensa terminar esto de una forma pacífica. ¿Pero yo?, mandaré uno por uno a éstos ángeles a su mismísimo infierno personal si llegan a tocarla. Y cómo sé que lo harán.
Julie habla, alejándome de mis pensamientos. —A ti. Me han pedido que te capture, quieren llevarte al cielo. Aunque, irónicamente, será a tu propio infierno al que realmente vayas.
¿Quién habla de infiernos, Julie?, pienso mientras hago una mueca.
¡Honey, me estás matando! Si te dejas llevar, tal vez jamás te vea. Intento hablar con Emma telepáticamente, es la única forma que tengo para no involucrar a nadie más, como si una parte infantil en mí quisiera crear un mundo donde ella y yo podemos hablar tranquilos.
No. Hablar tranquilos no, pero sí sin audiencia escuchando...
Necesito que ella me escuche, poder decirle que hay formas de escapar... aunque en este momento no se me ocurre ninguna. ¡Pero que no se entregue por mí, que no lo merezco!
Es cierto, pero debes dejarme volar. Debo ir. Ni hablar, me digo mientras oigo sus palabras en mi mente. Ella continúa: Tengo que arriesgarme para salvarte porque, de todas formas, no estoy en condiciones de hacer nada ahora. Estamos en desventaja: no sabemos cuántos son en número, aunque los sintamos; y nosotros somos dos y un herido. Saldremos heridos de todas formas. ¡Mierda! ¡Claro que sé eso! Pero no puedo permitir que ella se arriesgue así. ¿Qué importa si salgo herido? ¿Qué importa si me arriesgo? ¿Qué importa si Steven, alias el idiota, es incapaz de hacer algo? Ella quiere que me quede quieto mientras hace de heroína.
Me matarás, Emma. Me estás matando... ¡No permitiré que te vayas! ¡No dejaré que te lleven! No importa si tengo que pelear con Julie.
Me pongo en guardia, intentando fijar mi vista en algún que otro ángel vengador. Noto como mi garganta se reseca. No puedo perderle. Me niego a perderle. Noto a Emma lo suficientemente ocupada como para darse cuenta de mi reacción. Malditos, los guardias realmente están camuflados... pero los siento. Cinco detrás de mí. Tres en cada costado. Quince afuera y cuatro detrás de Julie. Mierda.
—Quiero negociar; mi condición es que Owen y Steven permanezcan vivos e ilesos. Que no digas nada sobre ellos. Y si preguntan Owen es inocente. Él nunca estuvo conmigo. ¿Sí? Eso es lo que pido. Que no salgan lastimados, ni ahora, ni después, ni nunca.
Julie se encoge de hombros. —Puedes contar con ello. ¿Y qué tal si cuento algo sobre Emmanuel, eh?
Qué le den a Emmanuel. Qué le den a todo el mundo.
—De él tampoco. Pero me tendrás a mí, ¿no es eso lo que quieren? —Suelta un sonoro suspiro y todo mi mundo se desmorona en mil pedazos, mientras veo hacerse realidad mi peor pesadilla.
Julie sonríe, tan despiadada, tan codiciosa. Tan egoísta. —Es un hecho.
—¡Emma, noooooooooooooooooo! —grito cansado de toda la mierda. Qué importa que sean más que nosotros, ¡al carajo! No quiero dejar que se vaya así porque sí. ¡¿Qué importa si me matan?! ¡Me están matando quitándome a la persona que más amo, para llevársela a un peligroso destino que ella misma desconoce! ¡Ni siquiera sabe qué se encontrará allá! Me muevo para atacar a la chica que una vez creí que era mi amiga, pero Julie chasquea sus dedos y desde la oscuridad aparecen dos ángeles, que vagamente recuerdo de cuando era un vengador tan iluso como ellos. Me toman de los brazos, pero antes de que su agarre sea fuerte, forcejeo, pudiendo liberarme sin advertir como se acercan otros tres y ponen toda su fuerza sobre mí, evitando que haga cualquier movimiento.
La mente de Emma va a mil, está gritando para sus adentros, miedosa de qué pueden hacerme por mi comportamiento. No deja de pensar en que se debe marchar antes de que las cosas vayan para peor, que teme por mí. —¡Dije que no lo lastimaran! —grita, y admiro como su pequeña y esbelta figura se prepara para una pelea que no desea, pero es capaz de enfrentar.
Intento moverme, pero me es imposible.
—No lo lastimarán, simplemente lo sostendrán hasta que nos vayamos, porque de otra manera ¿crees que te dejaría ir así, simplemente? Si él lastima a uno de los míos, me veré forzada a responder y, teniendo en cuenta cuántos somos, no costaría mucho matar a un par, ¿cierto?
¡A uno de los suyos! Intento reír sin una pizca de gracia, es doloroso ver tanta traición. Tanto dolor junto. Tantos deseos sin la posibilidad de cumplir. Tanto miedo creciendo entre Emma y yo.
¡Emma! ¡No dejes que te lleven! ¡Emma, por el Creador! ¡Emma, amor, por favor lucha, lucha por todo! No te rindas, encontraré la forma de verte. Te encontraré. Lo haré, amor. Lo prometo. Te amo. Sé fuerte, por mí... Ya no puedo rogar porque ella escape ahora, no puede. Ser fuerte tal vez sea lo único que le quede. Ser fuerte como yo jamás pude ser.
Noto como Ella se acerca hacia mí, Julie la mira entre despectiva y alerta, el aire se torna tenso pero parece no afectarle en lo más mínimo. Con mucha suavidad y tomándose su tiempo, ella apoya una cálida mano contra mi mejilla en señal de despedida. Me encantaría poder tener mis manos sueltas y aferrarme a su mano, tirarla contra mi cuerpo y formar un escudo de dos personas. Me gustaría pensar que, en ese caso, por arte de magia y producto de nuestro amor, nos pudiéramos convertir en una roca que jamás se pudiese separar y permaneciera fuerte contra toda tempestad, tal y como pasa en esas leyendas tradicionales que vi una vez en un libro escolar. Los ojos de Emma parecen humedecerse, y no soy lo suficientemente fuerte como para introducirme en su mente. Necesito perderme en su mirada, en lo cálida que es. Y tener esperanza. Por nosotros dos.
Te amo también. Me dice. No puedo responderle con nada, y en cambio comienzo a gritar; me doy cuenta que Steven gime a la vez. Al parecer, el Nephil está al tanto de qué pasa a su alrededor. Otra vez intento separarme de la masa que me tiene estancado, pero no encuentro forma. En su lugar me hago una promesa: que no descansaré hasta que esté segura.
Otros ángeles aparecen desde la oscuridad con expresiones frías, tocando el odio, y toman de los brazos a Emma, Julie camina adelante de ellos y los guía hacia la salida de la cueva. Siento cómo nuestro hilo se va cortando... Sufro al ver que la pierdo.
Pongo mis sentidos en ella. La siento afuera de la cueva, junto a los ángeles restantes y a Julie, pero luego de unos instantes noto que cada vez se debilita más y más. Entro a su mente y todo se hace confuso, imposible de pensar. Sin embargo, ya he visto esa sensación en ella: está por desmayarse. No me dejes, le grito, hablo a su mente, implorando. Pero sé que ella no me puede prometer cosas que no sabe si podrá cumplir. Yo, en cambio, sé que no la dejaré.
Los guardias me sostienen hasta que ella se va. Lo sé porque dejo de sentirla. Espero que esos ángeles me golpeen, o griten cosas, pero simplemente me sueltan, sacan unas sogas y comienzan a atarme para que no pueda seguirles el rastro. Luego, una vez prisionero, ellos caminan para marcharse.
Tal vez ahora sea demasiado tarde... ¿Y si me delatan y ya no puedo entrar al cielo? ¿Y si delatan a mi hermano?
Steven, con apariencia magullada, comienza a aullar del dolor, tratando de pararse. Me sorprende ver que intenta atacar a uno, pero es derribado fácilmente. Steven cae como un trapo viejo.
—¿Nos delatarán? —me atrevo a preguntarles.
—Tenemos órdenes de que no. Por cierto, Liv, ¿por qué mencionaron a tu hermano? ¿Es un rebelde también?
Yo me quedo pasmado. —¿A mi hermano? No lo sé. Supongo que es porque si lo lastiman a él, me afectará a mí. Pero él no está en esto. Ustedes saben que yo siempre hago lo contrario a él —cruzo los dedos, intentando que crean mi mentira.
—Bien. Al final, Emmanuel resultó ser más sensato que tú.
—Me encantaría delatarte, pero Julie ordenó que no. Qué suerte que yo no traiciono, como tú.
—Vayámonos, no vale la pena.
Una vez que pasan la puerta y se pierden de mi vista, me quedo oyendo sus pasos hasta que salen. Luego, los quejidos de Steven se vuelven a hacer intensos y yo intento sacar las sogas que me atosigan, pero fallo.
Todo se hace silencio. Steven deja de retorcerse de dolor, pero es como si aquel sufrimiento pasara de su cuerpo hacia mi corazón. Emma ya no está conmigo, se la llevaron al peor lugar donde podía estar y yo no fui lo suficientemente fuerte como para protegerla. En cambio, ella me quiso proteger a mí, sin darse cuenta que fue la peor forma de dejarme muerto aún con vida.
Ella puede morir, puede pasar por cualquier tipo de situación. Y yo no estoy con ella para cuidarla o al menos, acompañarla.
Steven por fin comienza a moverse como una persona normal, si es que se lo puede decir así, y camina hasta mí. Se detiene a unos cuantos centímetros de donde estoy, mirándome con esos inquietantes ojos verdes, iguales a los ojos de destierro de Josha.
Steven siempre destacó por ser alguien sereno, pensante. Creo que esas son algunas de las cosas que mi padre reprochaba de mí; siempre que me ignoraba comentaba que yo era terco, y que hacía las cosas por impulsos... Y tal vez no se equivocaba. Steven siempre fue su hijo perfecto, al igual que Emmanuel. Yo, en cambio, una mancha en su legajo.
Sin embargo su forma pacífica parece haberse esfumado, por el momento.
—¡PUDISTE HABER HECHO ALGO! —me grita.
—¡Y TÚ LE PEDISTE UN BESO A MÍ NOVIA! —le escupo, sin saber realmente qué decir.
—¡AL MENOS YO LA CUIDÉ DESDE SIEMPRE!
Comienzo a temblar. Quiero tirarle encima todo mi diccionario de palabras duras, los pensamientos que guardé sobre él todos los años desde que supe su existencia. Todo. Despotricar en su cara, intentar hacerlo sentir tan mal como me está haciendo a mí. Abro la boca para hablarle, pero la cierro después. No. No puedo ser así, el chico sí es idiota, sobretodo porque aún quiere a Emma de la forma en que la amo yo. Sí es idiota, pero no merece que le cargue toda mi jodida historia sobre sus hombros. No tuvo la culpa de nacer, como tampoco la culpa de que mi padre lo prefiriera a él.
—¿Sabes? Sé que ella merece a alguien como tú... ¿Así creíste que sería, no? Tú y ella. Bueno, yo jamás pensé que me enamoraría. Menos de Emma. ¿Pero qué te digo? No lo elegí, simplemente pasó y fue lo más increíble del mundo. Y realmente soy realmente egoísta como para no dejar que se vaya de mi lado. Y sé que pude haber sido un imbécil con ella, pero ¡joder! La amo, y ahora quiero hacer lo posible para protegerla, inclusive si muero. ¿Entiendes idio... Steven?
Él frunce el ceño, y habla pero bajando su tonalidad. —¿Y qué pasa si digo que también me he enamorado de ella durante todos los años que la vi crecer? ¿Qué sucede si te cuento que ella fue mi motivo desde que tengo memoria? Owen, entiendo que es difícil para ti... Pero lo es para mí. Siento lo del beso, no debí... Casi no cabía en mi mismo de dolor —hace una mueca—. Me destruye verte con ella, ¿entiendes? Y no puedo decirte que estoy feliz por ti. Por ella sí, al menos la veía contenta. Eso no cambia mi amor por ella, pero si hablamos de dar la vida por salvarla, entonces no serás el único.
—No contaba con ser el único, Steven —bajo la mirada y observo la salida. Por allí se fue, y ahora no sé cuándo ni cómo la veré.
El chasquea la lengua y luego suspira. —Sin embargo no puedo buscarla, alertaría a todos. Ya sabes, soy un Nephilim y eso —apunta hacia arriba— es el Cielo.
Sonrío, aunque con pesar. —Pero resulta que soy un ángel, y sé hacerme pasar muy bien por nuestro hermano en caso de Julie no siga con el trato y mi nombre esté en la mira. Practiqué toda mi vida cómo es ser él.
Steven bufa, me mira con ojos ardidos. —¿Y yo qué hago acá?
—Ve a ver cómo está la familia de Emma, explícales lo mejor posible todo. Necesitan respuestas. Y quítame éstas cuerdas, por favor, casi me cortan la circulación.
Él sonríe irónicamente. Sé muy bien que ninguno de los dos está preparado para recibir órdenes del otro. Sin embargo dice: —Sí, señor —alzando su mano a la frente.
Tal vez, y si fuera otra la historia, y no le gustara la misma chica... Steven podría caerme un poco bien. Sólo un poco.
¡EL POV DE OWEN!
Espero que les haya gustado, ¡gracias por su apoyo!
-Bri. :)
Les invito a pasar por una nueva historia, "el chico del salón de enfrente". ¡Pueden encontrarla en mi perfil! :)
¡LAS AMOOOOOOOOOOOO! Nos leemos muy pero muy pronto.
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