El olor a sexo despertó a la Diosa y tomando la fácil decisión de hacer un viaje a la tierra, especificamente Tahiti, invocó el portal que la transportaría allí.

Mordió el cuello de su amante. Este se hallaba dormido y desnudo en su lecho. Sensualmente le acarició el pecho bajando hasta llegar a su erección y la enjauló entre sus dedos. -Lo siento, - susurró, -nuestro amigo mutuo tendrá que esperar.- Rió, lo beso fuerte en la boca, le mordió los labios y se marchó.

Ella no sabía específicamente a donde llegaría o a quien estaría buscando pero su olfato le ayudaría a encontrarlos. Salió del mar y al pisar la arena inmediatamente se percató de las jóvenes semidesnudas bailando al ritmo de tambores, frente al público. Los cientos de hombres y mujeres que las estaban viendo bailar, sin excepción, las desearían de alguna manera u otra y Alalahe entendió el porqué le había penetrado la nariz la emanación a sexo que viajó hasta Ella mientras plácidamente dormía bajo sábanas de seda.

Con una carcajada sacudió la cabeza y volteó para irse a la dimensión en que vivía pero... El aroma volvió a coquetear con su nariz. No. No era un olor sexual en general. Era algo más allá de eso. Era un fuerte anhelo carnal que un humano siente por otro, el cual es real, tan real, que sale por los poros.

Alalahe comenzó a recorrer las caras de la multitud sentada rastreándoles las pupilas rápidamente hasta que al fin lo vio. El cabello rojo le cubría un de los ojos, los cuales eran grandes, verdosos y estaban llenos de deseo. Sus pulposos labios habían sido creados para besar y Alalahe sabía que la boca de él estaba hecha agua por una de las nativas bailarinas. ¿Pero cuál?

Se relamió los labios siguiendo la mirada del mortal hasta que posó los ojos en la chica que lo había cautivado y se excitó al verla. ¡Que ricura! Aplaudio sus manos un par de veces y rápidamente las frotó imaginando un gran plan. Ayudaría a estos chicos. Era hora de jugar al amor.

*Alalahe- Diosa del amor en mitología Polinesia.