Incomprensible
Mientras se besaban en la arena, Alalahe los rodeaba como el viento y les hablaba al oído. Se zigzagueaba entre ellos soplando deseo y excitación hacer a ellos haciéndoles sentir un fuego que los intoxicaba cuando les llegaba el tarareo de susurros hasta llegar al punto de casi consumar la relación... Pero se distrajo pensando en su amante y en un abrir y cerrar de ojos, Tiare cambió de parecer.
Con furia la Diosa gritó a los vientos y se fue de allí. Era incomprensible que su plan le hubiera fallado. ¡¿Cómo podía ser?!
Resignada decidió irse a descansar. Aunque lamentablemente quedaría atrapada esa noche en la tierra, mañana sería otro día y volvería a intentar...
El sol invadió su habitación y al abrir los ojos, percibió la luz en su rostro. Corrió su mano por la cara al recordar la noche anterior y se consumía en la agonía de enfrentar a Camdyn al día siguiente en el hotel. Hoy, no lo quería ver.
Miró el reloj que colgaba en la pared de su cuarto y vio que eran las ocho. Llenó sus pulmones de aire en frustración y se tapó la cara con la almohada. Quería seguir durmiendo y por completo olvidarse del día de ayer pero le era imposible. Había sentido que Camdyn la deseaba de verdad, no como tantos otros chicos que conocía a diario. Y aunque ella lo desea más que a cualquier otro hombre, le era difícil confiar en él.
Tiare estaba agotada de las relaciones cortas y casuales pero su corazón le decía; ¡Qué se joda! ¿Por que no? Por él, deberías tener una más, pero ella sabía que una vez él se fuera de la isla, sufriría. Pero, también se arrepentiría de no haberlo besado más, o de hacerle el amor y disfrutar estos días, por más cortos que fueran. ¿Para que pensar en las consecuencias ahora? Una vez Camdyn regresara a Australia, ya abría tiempo para arrepentirse.
Mientras se preparaba un fuerte café negro recordaba cómo terminó la noche anterior. Después de cubrir sus pechos con la ropa interior le dijo que cometían un grave error y lloró como una pequeña. Terminándose de vestir corrió hasta su carro como una loca pero él se le fue detrás pidiéndole que no se fuera, que deberían hablar. Ella nunca volteó para ver la tristeza y frustración en sus ojos. Le pidió que la perdonará, se metió en su carro y se marchó lo más rápido que pudo dejándolo solo en el estacionamiento del hotel.
Al llegar a su casa, volvió a llorar, se dio un baño muy caliente y se acostó a dormir agotada. Toda la noche tuvo sueños y pensamientos de él. Toda. La. Noche. Casi ni pudo dormir cuando todo lo que quería era descansar y cuando al fin descansaba, le llegó la mañana. No se sentía nada bien.
Dos horas después ya había tomado un par de tazas de café con una dona rellena de jalea de fresa. Se había puesto el bikini morado que le fascinaba y dormitaba bajo los brillantes rayos de luz, en uno de los asientos reclinables que tenía en su patio, cuando tocaron su puerta.
Rodeó su cuerpo con una toalla gruesa y cuando abrió, se quedó paralizada al verlo. ¿Qué hacia Camdyn ahí parado como si nada hubiera ocurrido entre ellos? Con una sonrisa pura en los labios y un destello brillante en los ojos. No lo podía comprender y boquiabierta lo miraba sin parpadear.
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