፧ Capítulo 7.
Ya había pasado una semana, cada día Taehyung iba a visitar a Jungkook. Se había vuelto una agradable rutina verse diariamente por las noches, de vez en cuando por las tardes o madrugada. Habían ido varias veces más al desierto y a otros lugares, ambos se volvían cada vez más cercanos.
Hablaban de toda clase de cosas, compartían sentimientos y apoyaban mutuamente, por primera vez ambos se sentían acompañados. Aún así, un sentimiento más fuerte que la amistad comenzaba a interferir en los dos jóvenes.
Ahora mismo el palacio estaba de cabeza. Sirvientes de aquí para allá, sosteniendo bandejas con alimentos de primera clase y tejidos suaves. Cada vez quedaba menos para el baile real y eso significaba un gran estrés por parte del Sultán.
Taehyung también estaba estresado. Al llegar ayer después de otra noche junto al castañito, las sirvientas entraron a su cuarto insistiendo por su presencia en la sala principal, lo habían buscado por bastante tiempo.
Aún quedando dos semanas para el asunto, todos estaban preparando la decoración y lo que habría dentro del baile. A Taehyung le hicieron probar cuatro trajes distintos, todos de excelente calidad y material.
Como la cultura de Ágrabah es bastante diferente a las demás, habrían muchos colores y piedras preciosas de por medio, además de las joyas en manos y cuello. El príncipe no quería pensar en todas las preparaciones que harían. Aún peor, ensayar para el baile y más clases de conductas.
El baile no es tan formal como los otros, sino que es más tradicional, con más movimientos y coordinación, algo que detestaba por completo.
Kim Namjoon se estaba encargando de las invitaciones, pronto le diría a su hijo de el verdadero propósito del baile. Estaba aterrado, sí, el rubio podría reaccionar muy mal. Tal vez lo mejor era quedarse callado y dejar que Taehyung conozca varias princesas durante esa noche.
Pero ahí estaba Taehyung, frente a la habitación de su padre con los nervios a flor de piel.
Había seguido el consejo de Jungkook, ahora le diría a su padre todo lo que había estado ocultando. Quería su apoyo. Estaba tan nervioso, que se ha aprendido un pequeño discurso para hablar con su progenitor.
— Ahora sí puedes pasar, hijo. —Al escuchar eso, Taehyung entró a la sala de reuniones donde su progenitor estaba sentado, escribiendo con letra legible en algunos papeles delgados. El príncipe se sentó frente a él, posando sus manos sobre la mesa, estando algo inquieto.
— Quiero hablar contigo, pero, ahora no es algo sobre el reino. —El sultán alzó la mirada, dejando los papeles de lado para poner total atención a su hijo.
— Escucha, siempre te he dicho esto y nunca me intentas comprender, pero, ahora quiero que sea diferente. Desde pequeño que mi vida ha sido controlado. No digo que sea algo malo, pero, desearía tanto tener más libertad y- —No pudo terminar de hablar, pues Kim Mingyu había entrado al salón, interrumpiendo su conversación.
— Sultán, necesito decirle algo, esto es de suma importancia. —Taehyung se iba a quejar, pero Namjoon actuó antes y se levantó, mirando al de cabellos azabaches.
— Taehyung, hijo, necesito que te vayas. Hablamos en otro momento.
Tahyung estaba más que furioso.
Se levantó bruscamente y se dirigió hacia la salida del salón, no sin antes gritarle directamente a su padre.
— ¡Siempre es así! ¡Siempre colocas los asuntos del reino por sobre tu hijo! Eres un egoísta. —Gritó con voz profunda y fuerte, dejando a ambos presentes petrificados.— Podríamos tener un horario para hablarnos, ¿no crees? Claro, sólo podrás hablar contigo desde cierta hora. Sería mejor, así ni vengo en vano.—Miró a su mayor con tristeza antes de dar media vuelta y retirarse del salón.
A Namjoon le afectaron tanto sus palabras, nunca esperó que le fuera a decir algo así, estaba tan herido. Se sentó nuevamente, colocando una mano sobre su frente.
— ¿Debería..irme? —Preguntó Mingyu, algo sorprendido por lo que acababa de pasar. Taehyung nunca se había comportado de esa manera. Aunque, le divirtió verlo así.
— Vete. —Pidió el sultán, quedando nuevamente solo entre papeles.
Mientras tanto, Taehyung estaba colocándose la oscura túnica. No quería estar en el palacio otro segundo, al menos no esa noche. Recién es medio día, esperaba que a Jungkook no le molestara su presencia tan temprano. Lo necesitaba ver y escuchar.
Ya es peligroso salir solo del palacio, lo será más a medio día, sería difícil ocultarse. Aún así iría.
Ya estaba por irse de su habitación, pero sintió su atuendo siendo jalado hacia atrás.
— ¿Yeontan? —Miró a su tigre albino, quien parecía deprimido por su partida. Taehyung se sintió algo culpable, todos los días los pasaba con su mascota, pero, últimamente no ha podido. Acarició su cabecita con cariño.— Te prometo que la próxima vez, te llevaré conmigo, a Jungkook de seguro le encantará conocerte. Aunque..espero que no te comas al conejito.
El tigre ronroneó y se dio media vuelta, regresando a su habitación. Taehyung supuso que comprendió su mensaje. Salió por la puerta trasera del palacio hacia el jardín, caminando entre las flores y los árboles. Se había dado cuenta de la presencia de algunos guardias en la lejanía, pero no le importó en lo más mínimo. Cuando por fin estuvo en el lugar correcto, miró a los lados para confirmar su soledad y comenzó a escalar el árbol que conectaba al muro.
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Jungkook estaba en una situación diferente.
Taehyung le había traído otra canasta, pero, el castañito no quería abusar de su amabilidad. Le quería agradecer de tantas maneras.
Gracias a él no había vuelto a robar en la semana, no lo veía necesario gracias a los alimentos que le había traído.
Ahora mismo estaba revisando algunas joyas, herencia de su madre. Es lo único que posee con valor, también es lo único que no se ha atrevido a vender.
Son tres accesorios. Unos aros de perlas, brazaletes plateados y lo más importante para él, un diamante rosa proveniente de Rusia. Era tan valioso, que por un tiempo tuvo miedo de tenerlo en su hogar, pensando que alguien se lo robaría.
Ladrón que roba a ladrón tiene cien años de perdón, un dicho que a Jungkook le producía gracia y miedo.
Un pretendiente de su madre se lo había regalado cuando ella aún vivía, al parecer el hombre cagaba dinero y joyas, pues un regalo así no se ve todos los días.
Jungkook no quería vender la joya.
Estaba pensando en lo que haría con esas joyas, pero un estruendo interrumpió sus pensamientos.
— ¡Jungkook, estoy abajo! —El mencionado se apresuró en guardar sus objetos de valor en una caja de madera antigua y la ocultó entre algunas mantas. No se esperaba tener la presencia del mayor tan temprano, tampoco es como si le molestara. Es más, estaba muy feliz de que haya venido más temprano que las veces anteriores.
— ¡Sube, Tae! —Esperó a que el chico subiera para poder abrazarlo. — ¿Por qué estás tan tempranito aquí, principito?
— ¿Principito?..—Taehyung quedó paralizado ante aquel apodo, ¿lo había descubierto? ¿por qué no veía al castañito con una mueca de desagrado? ¿era una broma?
— Principito, ya sabes. Tus cabellos rubios se parecen al de un príncipe. —Respondió con una sonrisita, ignorando la mala reacción que tuvo Taehyung ante el apodo. Tal vez le había incomodado.
— Oh. —El rubio soltó un pequeño suspiro, sintiendo sus mejillas enrojecer ligeramente.
—Siéntate, hyung, te traeré un vasito con leche de plátano. —Taehyung le hizo caso y se sentó sobre algunas mantas, observando que la mascota de su amigo se encontraba durmiendo sobre una almohada. Estaba tan mal, tenía tantas cosas en la cabeza, no sabía con qué empezar. Quería contarle todos sus problemas al castañito, pero al mismo tiempo no quería molestarlo.
— ¿Te encuentras bien? Usualmente estás con una sonrisa bonita y cuadrada, hoy no te veo así. —Taehyung ignoró la sonrisa "cuadrada" que mencionó Jungkook.— Tae, algo te ocurre. Dime, por favor, me estoy preocupando. —Murmuró con sinceridad, sentándose frente al nombrado mientras que dejaba el vaso con leche de lado.
— Jungkook..—Suspiró rendido, mirando con adoración los tiernos ojitos del menor.— Te hice caso y..hoy intenté hablar con mi padre.
— ¡Eso es muy bueno, Tae! Por fin tú- —Dejó de hablar al ver la mueca en el rostro ajeno.— C-continúa.
— Ni si quiera alcancé a hablar con él. Siempre está tan ocupado, nunca quise molestarlo con mis problemas. Gracias a ti tuve el valor de intentarlo hoy, pero..surgió algo y me echó. —Desvió la mirada, sintiendo su labio inferior temblar. No solía ser sensible, pero, al estar contando algo como eso es triste. — Siempre ha puesto una barrera entre nosotros, yo..creo que me siento mal, muy mal.
Cuando Jungkook vio los ojitos cristalinos del rubio, no dudó ni un segundo en abrazarlo con fuerza, siendo correspondido al instante.
— No miraré tu carita, ¿si, principito? No te miraré, así que te pido que llores. Me da igual el tiempo que tardes, me da igual que mojes mi camiseta con lágrimas. Desahógate. —Al escuchar esas palabras, Taehyung comenzó a llorar. En aquel momento no importaba su posición de príncipe o su orgullo.— Fuiste muy valiente al intentar hablar con él, hyungie. Yo estoy muy orgulloso de ti.
Eso era todo lo que Taehyung necesitaba escuchar.
Lágrimas corrían por las mejillas del príncipe, de vez en cuando mojando la suave tela de la camiseta gris que portaba el menor. No solía llorar frente a alguien, mucho menos siendo un príncipe, pero ya era mucha la tristeza que se situaba en su mente y corazón. Además, las lindas palabras del castañito lo colocaban sentimental.
Y que le dijera "principito" como apodo, sin ningún tipo de obligación o como muestra de respeto, hacía que se sintiera tan feliz y especial.
Al cabo de unos minutos decidió separarse del menor, dado que había dejado de llorar. Llevó sus manos a las lindas mejillas del castañito, acariciando una cicatriz casi indescriptible.
— Eres un ángel, Jungkook.
Ambos se volvieron a abrazar, esta vez con más fuerza, juntando sus cuerpos por completo.
— ¿Volverás a hablar con tu padre? Es decir..tal vez hoy no te haya escuchado, pero, estoy seguro de que en otro momento estará dispuesto a ponerte atención .—Dice el ladrón, ignorando el fuerte ardor en sus mejillas. Oh, estaba tan sonrojado.
— No, no lo haré de nuevo. —Respondió con un tono más bajo de voz, levantándose y ayudando a Jungkook. Su mirada bajó hasta la curvilínea cintura ajena, queriendo envolver sus manos en ella y-
— ¡Tae! Podrías continuar contándome la historia de ayer. —Jungkook no quería ver al rubio sumido en la tristeza toda la tarde, quería verlo mejor, aunque sea distraerlo un poco del mal rato que pasó. Taehyung ayer le estaba contando sus graciosas desgracias de cuando era niño, así que le incitó a que siguiera con esas historias.
— ¿Te divierte ver el sufrimiento ajeno, mhm? — Soltó una pequeña risita, tratando de recordar algún anécdota el cual contarle. Recordó que una vez, cuando recién llevaba siete años de vida, quiso aprender a montar a caballo. No supo cuantas veces se había asustado por culpa de ese animal. —Te contaré varias historias, Jungkookie. Ponte cómodo.
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El sultán había pasado varios minutos pensando en la sala de reuniones, hasta que por fin se levantó y se decidió en hablar con su hijo seriamente.
Se sentía tan decepcionado de sí mismo, nunca había querido llegar al punto de pelear con Taehyung.
Mandó a algunos sirvientes fuera del palacio, queriendo más privacidad. Tal vez era el momento de contarle sobre el verdadero propósito del baile. Tal vez también debería contarle algún secreto íntimo, algo relacionado con la muerte de su madre. Sería algo gratificante ser sincero con su hijo.
Se dirigió a pasos firmes hacia su habitación y tocó dos veces sobre la madera de la puerta. Al no recibir alguna señal, soltó un pequeño suspiro, sabiendo que estaría enojado.
— Taehyung, hijo, sé que este año ha sido más difícil que los anteriores. Mi trabajo ha aumentado y tus clases han subido de dificultad..—No, así no debía empezar su conversación.— Desde la muerte de tu madre hemos tenido una especie de línea que nos divide. Quise ocultarme entre todo el trabajo que tenía y..no te hice caso. Me aparté de ti y lo lamento tanto, hijo. Han pasado tantas cosas en mi vida..incluso ahora hay algo que me está atormentando. Desearía que nosotros volvamos a ser unidos como antes. ¿Recuerdas..cuando íbamos a cabalgar juntos? Era muy divertido, ¿no es así? — Mencionó Namjoon con una sonrisa, esperando alguna respuesta por parte de taehyung. —
— Sé que estás molesto, te aseguro que desde hoy intentaré ser un mejor sultán y un mejor padre. No quiero que peleemos, quiero que confíes en mí.— Nuevamente esperó una respuesta que nunca llegó. Poco a poco fue abriendo la puerta de su habitación, dándose cuenta que no estaba allí.— ¿Taehyung?
Taehyung solía estar en el jardín, pero como lo había visto enojado, supuso que estaría en su habitación. Aunque, le pareció muy extraño ver al tigre sobre su cama, dado que Yeontan siempre estaba junto a su hijo.
Algo confundido se retiró de la habitación y se dirigió a la oficina de Kim Mingyu, quien se encontraba coqueteando descaradamente con una de sus sirvientas. La mujer al verlo, se retiró rápidamente después de hacer una reverencia.
— ¿Has visto a mi hijo?
— Es tu hijo, tú deberías saberlo.
Kim Namjoon le dio una fuerte cachetada.
— No me vuelvas a hablar así. Estás encargado de los guardias, te ordeno a que busques a mi hijo ahora, es tu deber.
— Eres tan mal sultán, Namjoon.
— Al menos no soy un maldito estafador. —Respondió el de hoyuelos, dispuesto a irse.
— Ni yo un maldito homosexual. ¿Que pensaría tu ex esposa? Pobre de ella, pobre de Hwasa. Oh, lo más importante, ¿qué llegaría a pensar jim-
Antes de seguir hablando, Mingyu recibió otro golpe, pero esta vez no fue una cachetada, sino un golpe a puño cerrado. No recibió uno, sino que cuatro golpes en el rostro, los cuales hicieron que cayera al suelo por sentirse mareado y adolorido.
— ¡No vuelvas a hablar sobre él, maldita escoria! Atrévete a mencionarlo nuevamente, Mingyu. ¡Te reto, maldición!
Kim Mingyu no podía creerlo, nunca antes el sultán lo había golpeado. Sí, se había enfadado muchas veces con él, pero nunca llegando al punto de recurrir a la violencia. Miró al hombre retirarse mientras acariciaba parte de su rostro con una de sus manos, suspirando con dificultad.
La homosexualidad no es pecado en el pueblo, pero si es cometido dentro del palacio, lo es. La imagen pública debía ser muy buena para presentarse a reuniones internacionales y para estar dentro de una sociedad importante, como la élite mundial. Aunque, ya existían ciertos rumores sobre el sultán y ese mismo tema.
— Sé perfectamente donde está tu hijo, pero, no iré en su búsqueda todavía. —Dijo en un susurro, soltando un quejido al saber que tiempo después tendría moretones en el rostro por los golpes. No estaba arrepentido de haber mencionado ese tema tan delicado.
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