፧ Capítulo 47.

Kim Taehyung está temblando sobre un sofá de terciopelo. Sus manos entrelazadas entre sí y su cabeza gacha en todo momento.

Ya es de madrugada. Pasó toda la noche junto a su padre en la cueva del desierto, manteniéndose cerca de él hasta que llegó el médico del palacio. Afortunadamente Namjoon tiene pulso. Es leve, pero allí está. Y fue una gran y buena decisión no retirar la espada de su abdomen, pues de haber sido así, el hombre se habría desangrado en cuestión de segundos. Luego de que el médico haya tratado su herida de la mejor manera, los guardias cargaron su cuerpo y lo colocaron con extrema suavidad sobre una camilla.

Taehyung pasó el susto de su vida.

Y ahora está allí sentado, esperando por cualquier noticia. Sus manos siguen manchadas, no ha querido moverse del lugar. En la habitación a su derecha está su padre siendo atendido por el especialista. Le prohibieron la entrada por estar en un estado tan sensible y aterrado. Definitivamente no soportaría estar allí dentro.

Jung Hoseok está haciendo lo posible por mantenerlo en calma. El príncipe tiene tantas emociones juntas, que le está siendo difícil sobrellevarlas al mismo tiempo. La noticia de su madre lo impactó, la preocupación por Jungkook lo llevó a la furia y su padre herido fue el culmine de su pesar. Ahora está llorando en silencio por todo lo que ocurrió.

— Taehyung..— El pelirrojo se arrodilló frente a él, sus manos pasando por sus mechones rubios. El menor no se inmutó. — Ve a bañarte, haré que las sirvientas te hagan un baño de tina aromatizante. ¿Te gustaría? — No hubo respuesta.— No tienes que preocuparte más, tu padre estará bien. Sé que hoy has pasado por mucho..mereces tomarte un descanso. Despeja tu mente, Taehyung, te sentirás peor si piensas en todo lo que ocurrió una y otra vez. —Sus miradas en ningún momento conectaron. Hoseok nunca había visto al príncipe tan vulnerable, tan sensible. Iba a volver a hablar, pero un estruendo hizo que el rubio se levantara de golpe. El doctor hizo aparición en la habitación, parecía haber terminado la operación.

— El sultán se encuentra..estable, por ahora. Necesita mantenerse en reposo, ningún movimiento brusco y mucho menos tocar el área afectada. Estará hinchado por poco tiempo, debo cambiar sus vendajes y también la sutura. Fueron pocos los puntos que tuve que aplicar. —Explicó con calma.

— ¿Ves, Taehyung? Tu padre está bien.— Dijo con una reluciente sonrisa, sin dejar de mirarlo.— Ahora ve a descansar, yo me ocuparé de todo. —Volvió a insistir, sabiendo lo mal que debe estar el chico.

— Jungkook, ¿cómo está él? —Dijo después de varios segundos. La pregunta fue dirigida al mismo doctor, sabiendo que también ha revisado al castaño.

— Afortunadamente no le ocurrió nada malo. Quizás amanezca con fiebre pero..eh, nada grave.— En realidad el doctor no duda sobre su bien estar físico, quizás tenga una fuerte fiebre o hipotermia. Más bien duda sobre su bien estar mental. Puede que amanezca aturdido y algo traumado. Después de explicar el procedimiento del sultán y lo que tendrá que hacer en las próximas horas, se retiró de aquella habitación para volver con el hombre de ojos pardos. Taehyung quedó en medio del lugar, inmóvil.

— Llévame con Mingyu.

— ¿Qué? No, Tae, debes-

— No descansaré hasta que ese bastardo tenga por lo menos un golpe en la cara. Llévame con Mingyu. —Repitió.

El calabozo es un lugar jodidamente frío, sin importar el clima.

Allí es donde resguardan a criminales peligrosos, enemigos del palacio o simples personas con delitos menores, esperando por una sentencia.

Por lo menos doscientos guardias yacen en el horrible, húmedo y pestilente lugar. Guardias que han decepcionado al sultán por ser violentos y traer sus látigos empapados de veneno.

Debido a esto hay nuevos reclutas para ser guardias, el sultán ordenó que sea prioridad hombres de la calle, no personas de buen estatus. Querían darle una oportunidad de buen trabajo al pueblo, y así fue.

Ahora los antiguos y encarcelados guardias tienen mucho rechazo hacia una persona en específico; Kim Mingyu. El hombre que los incitó a llevar el miedo a las calles. Por supuesto que ellos no se quejaron ni mostraron indiferencia ante una orden directa, tuvieron que hacerlo.

Y por culpa de su crueldad, ellos ahora están asumiendo las consecuencias. Y lo más interesante de esto, es que no saben que el causante de su aberración estará próximamente en el mismo calabozo que ellos.

Kim Mingyu afortunadamente todavía no está en una celda. Se encuentra en una habitación apartada, atado de manos y pies a una silla y siendo vigilado por algunos guardias. Y no es como si estuviese arrepintiéndose de sus actos, es más, tiene una cínica sonrisa en el rostro, dando a entender su gratificación por lo ocurrido. En realidad no planeaba apuñalar al sultán, pero gracias a ese imprevisto las cosas podrían ocurrir más rápido. Taehyung tendría que ser coronado y siendo tan joven estaría vulnerable frente a las situaciones de mayor complicación.

Así, el desierto de Libia tienes más probabilidades de ganar una guerra frente a un sultán novato sin experiencia alguna de gobernar. Y espera que realmente Namjoon esté muerto. Lo más curioso es que no siente arrepentimiento, para él fue solo una persona más para llegar al poder.

Fue entonces cuando varios pasos lo alertaron e hicieron que alzara la mirada.

El príncipe Kim está frente a él, sus brazos cruzados sobre su pecho adoptando una posición autoritaria. Sus manos continúan manchadas con sangre y su mirada filosa hace que Mingyu se sienta intimidado.

— Príncipe Kim, se ve muy mal. ¿Es que su padre no- —Un fuerte golpe en su mejilla derecha lo dejó aturdido por varios segundos. Otro golpe fue dado en la misma mejilla, haciendo que caiga de la silla. El rubio acomodó las mangas de su túnica hasta los codos, sus nudillos blancos por la presión hecha. Su mirada continúa siendo filosa, tan penetrante y oscura.

— Sujétenlo bien. —Ordenó con voz arisca. Dos guardias obedecieron sin rechistar y agarraron los brazos de Mingyu, volviendo a sentarlo sobre la silla. Taehyung se acercó con lentitud, primero observando el repugnante rostro del hombre cruel que está frente a él. Agarró un puñado de sus cabellos con fuerza, sus miradas conectaron en una batalla silenciosa.— Cuando pequeño no tenía muchas dudas sobre ti, te veías una persona..amable. Cuando salí del palacio por primera vez y observé la maldad de los guardias hacia el pueblo, quedé tan sorprendido y preocupado. Nunca pensé que la situación fuese tan difícil allá afuera, y cuando lo comprobé me dio tanto asco la actitud de los guardias y tú actitud frente a esto. —Soltó sus cabellos y retrocedió, mirando con total desagrado la expresión burlona del hombre. Sin soportarlo más, alzó su pierna izquierda y proporcionó una fuerte patada en la zona de su estómago, y no fue solo una vez. Un montón de patadas hicieron que el criminal cayera de la silla y se arrodillara con dolor, de su boca brotando un líquido carmesí.

Taehyung solo se detuvo cuando comenzó a escuchar sus súplicas. De pronto, recordó a su padre siendo apuñalado, a Jungkook siendo tirado en el mar y la mascota de Jungkook sin sus patas traseras. Luego, situó su mirada al hombre en el suelo, quien se arrastraba hasta sus pies.

— Eres cruel. —Musitó con rabia.— no te mataré, Mingyu. —El mencionado sonrió levemente, alzando la mirada.— Lo que haré será dejarte encerrado con las personas a quienes les hiciste la vida imposible. Ellos verán lo que hacen contigo. —Y su sonrisa desapareció.

— N-no por favor, p-príncipe, tenga algo de piedad.

— No tuviste piedad con la gente que quiero, ni tampoco con la gente del pueblo. — Frunció el ceño al verlo de esa manera.— Pasarás dos meses en prisión, luego te voy a exiliar de mi palacio y pueblo sin una pierna, si es que sigues vivo. Y si ellos no te hacen daño, yo mismo lo haré.— Advirtió

— No te atrevas, Kim Taehyung. —Eternos segundos pasaron donde sus miradas están conectadas en una batalla silenciosa. El príncipe lo mira con superioridad, ya no siendo el niño que Mingyu conoció alguna vez. Ha madurado, y con ello su personalidad ha cambiado. Nunca lo había visto enojado, pero ahora es demasiado notable. La forma en la que su mirada brilla, sus manos apretadas, su mandíbula marcada y su ceño fruncido dan tantas evidencias. Pero muy en el fondo, se ve destrozado, casi siendo un aura triste la que envuelve todo su ser.

— Mingyu..—Lo llamó por última vez, sin querer dirigirle la mirada.— Espero nunca volver a verte. —Sus palabras llenas de odio dieron término al problema. Y abandonó el lugar, ignorando los gritos del criminal.

Los nuevos guardias agarraron al hombre y lo arrastraron por el pasillo del calabozo, soportando las patadas y golpes que daba. Y en una gran celda, hay por lo menos veinte guardias, al igual que en las demás celdas, siendo divididos por números.

Abrieron una celda cualquiera y empujaron a Mingyu dentro para luego cerrar nuevamente. El hombre tosió y alzó la mirada con dificultad, sintiendo que va a orinar del miedo al ver un grupo de guardias frente a él.

— Miren quién está aquí, el hombre que hizo que nos quitaran los trabajos.— Escupió aquellas palabras con odio, sus compañeros de celda se acercaron al hombre. Mingyu entró en pánico al verlos tan enojados y enfurecidos. Retrocedió con lentitud, su espalda topando con las rejas de la celda. No tiene escapatoria alguna. Las palabras quedaron atascadas en su garganta, creando algo similar a una arcada por la ansiedad que tiene de estar allí. — Tú nos diste reglas tan extremas.

— Ustedes obedecieron.

— Porque no teníamos otra oportunidad de trabajo allá afuera. —Defendió otro. La mayoría de los guardias tiene rastros de moretones, hematomas e hinchazón en el rostro. Estuvieron peleando entre ellos, eso es seguro.

— Amenazaste a mi familia. —Habló otro con desprecio, todos acercándose al hombre mayor.

— Casi te metes con mi hija. —Mencionó otro con despecho, su mirada demostrando enojo total.

— ¡Dale un golpe de mi parte! —Gritó un hombre en la celda del frente, más guardias que están atentos a todo lo que ocurre frente a ellos.

Un fuerte puñetazo llegó al rostro del hombre, de su boca saliendo saliva por el impacto. Y tras este, muchos otros golpes impactaron contra todo su cuerpo. Los guardias tomaban turno para molerlo a golpes, su enojo siendo la principal motivación para destruir a su ex jefe.

Uno de los presos golpeó con su zurda el rostro de Mingyu, haciendo que uno de sus ojos se fuera de órbita, casi quitando su globo ocular. Su dermis está tan lastimada, sus tejidos bañados en sangre y su tembloroso cuerpo es asqueroso.

Sentía golpes por todos lados, principalmente en su espina dorsal, los huesos de su espalda siendo hundidos por las palmas de los presos, queriendo sacarle más gritos de dolor.

De pronto, Mingyu logró alejarse de los golpes y vomitó en el suelo, de su boca fluyendo líquidos y trozos de comida molida.

La imagen hace que los guardias tengan arcadas incesantes. Uno de ellos empujó al hombre para que dejase de vomitar, ocasionando que su cabeza diera fuertemente contra los barrotes de la celda.

Y aquel golpe lo dejó aturdido, los dedos de sus pies curvándose por el dolor.

Y tras esto, se desmayó en ese repugnante lugar, empapado de vómito, sudor, lágrimas y sangre.

Mientras tanto, Taehyung está caminando de vuelta a la habitación de su padre, sus manos quietas tras su espalda baja.

En realidad, colocó a Mingyu allí para realizar una pequeña prueba. Quería ver qué tan inhumanos llegaban a ser los anteriores guardias. De qué eran capaces. Porque, a pesar del enojo inminente, Taehyung nunca habría matado al causante de tantos problemas, porque aquella no es la forma.

Es por eso que lo dejó junto a otras personas que también lastimó, chantajeó y amenazó. Y quizás, esperó a que ellos no hicieran algo al respecto. Pero a juzgar por los fuerte gritos que hacen eco en el calabozo, confirma que los antiguos guardias han recurrido a la violencia.

Y lo dejará allí, porque sabe bien que su maldad y crueldad tienen consecuencias. Tantas familias siendo golpeadas, abusadas por los guardias, todo por las órdenes del capitán. Y Mingyu disfrutaba de tiempos de ocio en su oficina, estando ajeno al sufrimiento que causaba.

Y un suspiro aliviado brotó de sus labios, como si se hubiera quitado un peso de encima.

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