፧ Capítulo 14.
Jungkook no pudo dormir bien esa noche.
Después de la escena entre Taehyung y Mingyu, fue devuelto a la misma celda en la que estuvo. Su cuerpo temblaba y está acostado de una manera tan incómoda, sus manos estando atadas en su espalda y una de sus mejillas está siendo presionada contra el frío suelo.
Estar encerrado y solo, hacía que pudiera pensar las cosas con mejor claridad. Pensaba en las mentiras dichas por Taehyung. Lo perdonó, entendía que tuviera un miedo al contarle su verdadera identidad. Y es que escapar del palacio es algo muy grave, de seguro estaba muy asustado y temeroso por lo que podría llegar a encontrar o lo que podría pasarle. Algunas cosas que decía no tenían sentido, pero aún así continuó fingiendo que no sospechaba nada. Nunca pensó que fuera alguien tan importante como el príncipe de Ágrabah.
Pudo dormir algunas horas por el cansancio, pero lo único que pasaba por su mente es el pequeño e inocente beso que tuvo con el príncipe.
Y, oh, desea tanto que ese momento volviera a repetirse una y otra vez.
Su corazón latía con frenesí al recordarlo. No fue un ambiente tan romántico, pero se sintió tan hermoso que el ambiente fue lo menos que le importó en ese momento. Desea tanto estar junto al príncipe ahora, abrazarlo y poder comer junto a él, hacer actividades juntos. Jugar con su conejito y con el tigre albino del mayor. Está tan ilusionado.
Jungkook nunca se ha enamorado. Una vez le atrajo una chica, pero fue cuando tenía tan solo 13 añitos. Ella era una ladrona al igual que él, después de varios meses conociéndola, un día desapareció y nunca volvió a saber de ella. Supo más tarde que había sido ejecutada junto a su familia.
Después de ella no hubo alguien más, tiene miedo de conocer pues, sabe que finalmente todos se irán de su lado de alguna manera. Tanto su madre, padre, padrastro y amigos cercanos lo han dejado de la peor manera.
Confía tanto en Taehyung a pesar de estar más de una semana conociéndose. Le ilusiona en demasía estar con él y ayudarlo en todo lo que necesite.
Agradecía tanto que Taehyung hubiera intentado rescatarlo, aunque tal vez ahora no lograría sacarlo del calabozo. Tal vez su padre no está contento con que su hijo quiera rescatar a un ladrón cualquiera. Si no llegara a salir, al menos desea que Taehyung lo visite, sólo para verlo. No pedía más. Si le hicieran elegir entre un almuerzo o ver a Taehyung, siempre lo elegiría.
Ahora mismo es de mañana, lo sabía por la tenue luz que se colaba por un agujero en el techo de la celda. Su mente continuó recordando el beso hasta que se escuchó un portazo en la entrada. Intentó alzar la cabeza y al hacerlo, pudo ver a Kim Mingyu con una bandeja en las manos.
— Pareces estar muerto, Jungkook.—Soltó una pequeña risa y abrió la celda, entrando para sentarse frente al cuerpo del ladrón. Dejó la bandeja sobre el suelo y desató sus manos, utilizando algo de fuerza para sentarlo correctamente. El castañito no se veía con tanta fuerza. Desató sus manos y cerró la celda sin seguro.— ¿Así es como pretendes trabajar? Te traje algo para que puedas desayunar, come.
Jungkook miró de reojo la bandeja, logrando ver un gran vaso con agua y un pan dulce con mermelada. Sus ojitos brillaron por el alimento, aunque dudó en comer.
— ¿No está envenenado? —Preguntó con sarcasmo y desagrado, escuchando otra risa por parte del jefe. Sus manos temblorosas tomaron el pancito, partiéndolo a la mitad.
La atenta mirada del hombre está sobre él, le está incomodando en demasía comer frente a él. Kim Mingyu se dio cuenta de eso rápidamente, así que inició una conversación para aliviar el ambiente. O para seguir incomodando.
— Ayer fue todo un espectáculo, ¿no crees? Taehyung se veía muy mal cuando te entregaste. —Jungkook intentó ignorar sus palabras y comenzó a comer el pancito junto a mermelada de frambuesa. Su mente no pudo evitar recordar la triste mirada que tenía el príncipe cuando se fue. Lamentablemente por todas las cosas que ha pasado en su vida, se ha convertido mucho más sensible para ciertos temas. En esta ocasión, sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas. Detestaba pensar en otra persona estando triste. — Pareciera que vas a llorar. Come rápido, te mostraré el lugar donde trabajarás.
El castañito asintió con la cabeza, comiendo el pancito con mayor rapidez. La mirada de Mingyu viajó por todo el cuerpo del ladrón hasta topar con su cintura, la cual está descubierta por la camiseta corta.
— Eres muy delgado, con razón eres un ladrón. Te hace falta comer, Jungkook, aunque no me molesta verte así. —El mencionado encogió sus piernas con la intención de taparse, sintiéndose expuesto. Kim Mingyu no ha dejado de ser un descarado. Terminó de comer y bebió todo el agua, dispuesto a irse rápido hacia el trabajo y dejar de soportar al hombre frente a él.
— ¿Trabajaré con más personas?—Preguntó con cansancio en voz baja mientras que se levantaba con ayuda del hombre. No lo diría, pero se siente tan asqueado de estar con él. Su sola presencia lograba incomodarlo. Kim Mingyu es un hombre con una actitud tan inverosímil.
— Sí, aunque son muy pocos, al menos cuatro personas más. Éste trabajo es algo..especial. —Jungkook temió. Sus palabras sonaban tan cínicas que está por entrar en pánico. Su trabajo podría ser cualquiera, incluso podría estar llevándolo a su muerte. Esperaba que su trabajo no fuese mortífero.
Sus manos fueron atadas nuevamente y ambos comenzaron a caminar fuera del calabozo. Mingyu lo guió por una puerta trasera del palacio y alcanzó a ver un pedacito del hermoso jardín. Caminaron por una calle solitaria hasta que poco a poco se fueron acercando al desierto propio de Ágrabah.
Jungkook está temblando, pero ahora no es producto al frío, sino que por el miedo. ¿Por qué iban al desierto? Tenía miedo que lo dejara allí o que lo matara. Sus nervios aumentaron y sus manos atadas comenzaron a sudar tras su espalda.
Subieron por algunas dunas y oculto entre la arena se encontraba un camino hecho de ladrillos grisáceos. Mingyu caminó sobre el camino, llevándolos a una zona más alejada en los bordes del desierto. Allí fue donde Jungkook pudo observar la entrada de una gran cueva siendo iluminada por antorchas. Se podía ver a cinco guardias en la entrada.
— Ésta cueva la encontramos hace dos años, originalmente tenía una roca que impedía el paso. —Explicó el hombre mientras entraba a la cueva. Los guardias se abrieron paso para dejarlos entrar. Jungkook no puede creer lo que hay en su interior.
Montañas y montañas de monedas doradas, un montón de joyas y piedras preciosas botadas por el lugar. Telas de un material único y alfombras tejidas con hilo de plata y oro. Cosas tan hermosas y valiosas.
— Se dice que este fue el tesoro oculto de los cuarenta ladrones, de seguro conoces esa historia. Como fueron encarcelados en el oriente, ahora es propiedad de Ágrabah. Los ladrones estuvieron robando palacios y reinos completos en conjunto, todos sus tesoros más valiosos están aquí. —Jungkook está embelesado por como brillaban todas las joyas, es un espectáculo impresionante el poder ver tanto fulgor.
— T-todo esto..mejoraría la pobreza en el pueblo. —Murmuró Jungkook mientras miraba a los lados, la cantidad de dinero que hay allí es increíble. Kim Mingyu rió por su comentario.
— Claro Jungkook, claro. —El castañito dirigió la mirada hacia el hombre. Sospechaba de que el sultán no tiene idea de este lugar, pues de seguro ya habría hecho algo por la ciudad. Sólo es un pensamiento que tiene, una leve sospecha.
— Entonces..¿Cuál es mi trabajo? ¿robar todo esto? —Preguntó con gracia, queriendo dejar de sentirse tan triste y desespersdo por volver a su hogar.
— Tu trabajo será clasificar las piedras preciosas, especialmente los diamantes. Debes hacerlo por color. Es difícil buscar entre tantas monedas, créeme. Cualquier objeto distinto que encuentres debes dar un aviso. Alguien externo a ti contará las monedas.—Continuaron caminando, el alrededor está lleno de monedas y objetos. Es impresionante, la cueva es enorme. — No tenemos muchos trabajadores, pues como sabrás nadie se resiste a no robar aquí. Tú que estás bajo mi poder, eres de confianza. Y sí, te permito robar algunas cuantas joyas o monedas, de cualquier forma te quedarás en el calabozo y no podrás presumir las joyas que robes.
Kim Mingyu detuvo la caminata y quedó frente al castañito. Una de sus manos se acercó al rostro ajeno, apretando su mentón con algo de fuerza entre sus dedos.
— Si haces bien tu trabajo en clasificar, te daré un almuerzo abundante. Trabajarás durante la mañana y la tarde, tal vez algunas jornadas nocturnas. Eres casi el único a quien le he confiado este trabajo.—El ladrón supo que el sultán no tiene idea de la existencia de esa cueva. Es decir, ya habrían desocupado toda la cueva y ya habrían clasificado todo con el personal del palacio.
— Sí..como usted lo ordene, señor. —Habló con educación, esperando que soltara el agarre de su mentón. Sus manos cosquillearon en un intento de soltar el agarre en sus muñecas.
— ¿Sabes, Jungkook? Siempre me has parecido un chico muy bonito y nunca he tenido la oportunidad de tocarte ni acariciarte bien. ¿Taehyung se molestaría si..me acerco un poco más a ti? —Oh, mierda. Es lo que a Jungkook le faltaba para perder toda estabilidad emocional y romperse por completo. No hay algo peor que sentirse usado, el castañito está dispuesto a negarse aún en una condición tan inoportuna como estar atado y vulnerable.
— Mingyu..te lo pido, p-por favor no lo hagas. —Pidió en un débil susurro, sus ojos bañados en lágrimas y sus hombros encogiéndose con sumisión— V-voy a trabajar, trabajaré muy bien. Pero por favor..
Kim Mingyu miró las lágrimas que tiene y rodó los ojos con desagrado.
—He notado como Taehyung te mira, te sonríe, como se preocupa por ti. Aunque es algo extraño, ¿qué clase de príncipe se preocupa por un ladrón cualquiera? —Dejó de apretar su mentón y uno de sus dedos pasó sobre la pequeña cicatriz en su mejilla, presionando un poco.
— Él me quiere, y-yo también lo quiero mucho, no porque sea príncipe. —Jadeó Jungkook, bajando la mirada.— Tae es muy buena persona.
Ante esa respuesta, Kim Mingyu finalmente lo dejó en paz y desató sus manos.
— Comienza a trabajar, hay algunas cajas para que puedas clasificar bien. —Y con esas últimas palabras se retiró de la cueva, dejando solo al sensible castañito.
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Taehyung está desesperado.
Se encuentra sentado en la cama de su cuarto mirando al techo detenidamente, pensando en alguna forma de sacar al castañito del calabozo. No podría sacarlo, necesitaba hacer algo para cambiar la mentalidad de su padre.
Ahora mismo amaría ver al ladrón recostado sobre él, sin otras intenciones. Sólo abrazándose mientras hablaban de cualquier tema.
Se sentó sobre la cama para ver a ambos animalitos corriendo, se veía que ya ambos se acostumbraron a la presencia del otro. En especial Yeontan, que no dejaba de perseguir al conejito. Aún así, el conejito ya no está corriendo como antes, se ve muy desanimado por la partida de su dueño.
— Yeontan, kookie. —Llamó Taehyung. De inmediato los animalitos saltaron sobre la cama del rubio, quien quiere sentirse acompañado. Volvió a recostarse, esta vez con el tigre a su lado y el conejito en medio.
— Encontraré alguna forma de salvar a Jungkook. De solo pensar que no le están dando un buen desayuno o almuerzo. ¡Lo hubieran visto ayer! Estaba temblando de frío, lo único abrigador que tenía puesto son unas botitas de lana. Ni si quiera tiene un chaleco puesto. —Se queja mientras acaricia el pelaje del conejito. El tigre a su lado gruñó e hizo que dejara de acariciarlo.
— ¿Qué ocurre, Yeontan? —El tigre volvió a gruñirle para luego comenzar a lamer el pelaje del conejito.— Oh, tigre celoso. —Rió al ver que su mascota estaba mimando al animalito más pequeño.
— ¿En qué estará trabajando Jungkook? Según Mingyu, es un trabajo pesado. Dios, no quiero que se esfuerce tanto. No quiero que se lastime, no puedo confiar en sus palabras, de seguro está golpeando al angelito como todos los guardias.. —Soltó un jadeo ante esa imagen mental y se sentó con rapidez, teniendo el pulso acelerado. Su felicidad está dependiendo del bien estar de Jungkook. Está tan preocupado por él.
Un golpe en la puerta hizo que sus pensamientos se detuvieran. Se levantó con rapidez, pensando que era su padre quien tocaba, pero sólo es una sirvienta con una bandeja en manos.
— Le traigo el almuerzo, príncipe. —Dijo la mujer. El rubio asintió con la cabeza y tomó la bandeja, mirando a la sirvienta retirarse. Miró a los lados y pudo ver a dos guardias en cada extremo de su puerta, de seguro vigilando para que no fuera a rescatar al castañito.
Por un momento pensó en volver a sobornarlos, pero prefirió no arriesgarse. Su padre se podría enterar y no desea verlo más enojado. Con una mueca de disgusto cerró la puerta de su habitación y volvió a sentarse sobre la cama, comenzando a comer.
— Espero que Jungkook esté comiendo también..—Comentó en voz baja, suspirando, sintiendo un nudo albergando su garganta. Quiere llorar al saber que una persona tan buena como Jungkook está en una situación así. —Lo voy a rescatar, de alguna forma u otra.
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