፧ Capítulo 11.


Los sirvientes y guardias del palacio se encontraban ocupados con sus quehaceres, dándole privilegio al futuro baile que se acercaba.

Sin embargo, todos dejaron de trabajar al darse cuenta que las puertas principales del palacio fueron abiertas. Un joven de cabellos rubios caminaba apresuradamente. Algunas sirvientas estaban por atreverse a preguntar, pero, el príncipe se veía de muy mal humor.

Primero, se dieron cuenta por sus facciones, teniendo la mandíbula marcada y el ceño fruncido. En segundo lugar, su mirada parecía querer matar a cualquiera que se cruce en su camino. Una de sus manos se mantenía cerrada en un puño mientras la otra sostenía..¿un conejito blanco?

Los chismes lograban alcanzar todas las esquinas del palacio, a las sirvientas les gustaba hablar. Aún con todo lo que sabían y habían visto a lo largo de los años, nunca habían visto al príncipe heredero tan molesto.

Mientras Taehyung, estando tan furibundo, se dirigía al despacho de Kim Mingyu. No le importaba el castigo que recibiría por salir sin permiso o la duradera charla que le daría el sultán. Su único propósito ahora mismo es salvar al castañito y hacer que vuelva a confiar en él. Se siente tan arrepentido de haber ocultado su identidad.

En ese tiempo estaba muy inseguro. Al no conocer a Jungkook por completo, creía que se aprovecharía de él o de su dinero. Con sólo tres días de conocerlo se dio cuenta que no es así. Ya ha pasado más de una semana que se conocieron y cada vez se había vuelto más difícil decirle que es príncipe. Se arrepentía de no haberle contado desde el principio, todo hubiese sido más fácil.

— ¡Kim Mingyu! —Gritó al estar dentro de la oficina de aquel hombre, no sin antes decirle a los guardias cercanos que se retiraran. No quería que un rumor se difundiera tan rápido al interior del palacio, menos con su padre estando cerca.

— Príncipe Taehyung, ¿en qué puedo servirle? —Preguntó el hombre con una sutil sonrisa, levantándose del asiento de su escritorio para hacer una pequeña reverencia frente al joven en muestra de respeto.

— Los guardias aprendieron a un muchacho en el bazar siguiendo tus órdenes. —Murmuró, acercándose al hombre para colocar su dedo índice sobre el pecho ajeno haciendo algo de presión, dejando en evidencia lo molesto que estaba.

— Su padre me ha encomendado mantener la paz en Ágrabah, el muchacho es un delincuente. —Dijo el hombre sin interés, dedicando una mirada filosa al príncipe. Se apoyó en el escritorio cerúleo detrás de su cuerpo, sabiendo que estaría un buen rato hablando con el príncipe.

— ¿Cuál fue su delito? —Taehyung sabía bien todo lo que ha echo el castañito, pero, quería confirmarlo. Además, no supo en qué momento Mingyu supo de su paradero.

— Pues, ah..robar y raptar al príncipe, por supuesto. —Mencionó con obviedad, algo que molestó al heredero.

— Él no me raptó, ¡yo me escapé del palacio! —Admitió con un barítono, asustando al conejito. Intentó calmarse y acarició al animalito en sus manos, sabiendo que ha dicho la verdad. Se había arriesgado a que su padre se enteraraHabía dicho la Oh, eso es justo lo que Mingyu necesitaba escuchar.

— Ah, cielos, pero que trágico acontecimiento. Si lo hubiese sabido antes..—El mayor hizo una expresión de lástima, encogiéndose de hombros mientras bajaba la mirada.

— ¿Q-qué quieres decir? —Taehyung temió lo peor.

— Por desgracia la sentencia ya se ha llevado a cabo.

— ¿Qué sentencia?

— La muerte. Fue decapitado.

Taehyung sintió morir por algunos segundos. Sus orbes castañas brillaban con fulgor, pena y rabia mientras que sus manos temblaban, haciendo que el conejito se moviera inquieto.

De inmediato un montón de imágenes pasaron por su cabeza. Jungkook sonriendo, bebiendo leche de plátano, bailando, mirando el cielo nocturno, jugando con su adorable conejito. Jungkook mirándolo como si fuera lo más bonito del mundo..

No, no es posible. ¿En tan poco tiempo? No podía ser cierto. Sonaba tan inverosímil.

— Me apena sobremanera, príncipe, pero..—No pudo seguir hablando, pues un fuerte golpe en uno de sus mofletes hizo que retrocediera por el impacto.

— ¡Deja de mentir, maldito desgraciado! —El rubio se apresuró en dejar al animalito sobre el escritorio para golpear a Kim Mingyu con mayor facilidad. El mayor al darse cuenta de aquello, tapó su rostro rápidamente, temiendo recibir más golpes. En ese momento, al joven le daba igual el importante puesto que tenía Mingyu y también olvidó su puesto como príncipe. Sólo quería desahogarse, confirmar que su lindo castañito no estaba muerto. Eso lo devastaría por completo, no podía pensar con claridad. Se acercó al cuerpo ajeno y dio un golpe en su estómago, logrando que el mayor se agachara para tocar esa zona con dolor.

Por primera vez vio útiles las clases de lucha.

Se acercó para dar un golpe aún más fuerte en su rostro, pero su voz lo detuvo.

— ¡E-está vivo! Está vivo, en el calabozo del palacio. —Dijo con rapidez, cerrando los ojos en espera de otro impacto.

Y así sucedió, Taehyung volvió a golpearlo con ímpetu sólo por mero gusto.

— ¡No me vuelvas a asustar así, maldición! No entiendo por qué mi padre no te echa del palacio, eres un desgraciado con todos. Incluso le haces mal al pueblo. Cuando yo sea el futuro sultán, haré que te saquen de aquí. —Dijo con firmeza, tan aliviado de saber que había sido mentira la muerte del castañito. No podía creer que alguien tan desgraciado como Kim Mingyu está ocupando un lugar tan importante e influyente dentro del palacio.

Agarró la tela de su túnica por la parte superior para alzarlo, logrando que volviera a ponerse de pie. Sus miradas chocaron.

— Te advierto, Kim Mingyu, voy a desterrarte de este lugar cuando consiga el puesto de sultán. No me molestaría echarte de aquí sin un dedo o una mano. ¿Esos son los castigos hacia los ladrones, no? Tampoco me importaría mandar a alguien que te castigue con un látigo hasta que tu dermis se desgarre.

Kim Mingyu no temía a sus amenazas, sabía que el príncipe no tenía el valor de hacer eso. Aún así, de tan solo imaginarlo hacía que su piel se erizara.

Taehyung soltó al hombre y tomó al conejito nuevamente.

— Por cierto, Jungkook no es como los demás ladrones. Puedo decir fácilmente que él tiene corazón mucho más bondadoso que el tuyo.—Tras decir esas palabras se retiró.

— ¿Jungkook? ¿Jeon Jungkook? —Mingyu al escuchar ese nombre, quiso preguntar más, pero, el príncipe ya se había retirado de su despacho. Además, no quiere ser golpeado nuevamente. Nunca pensó que ese ladrón fuera Jungkook, claro que lo conocía.

— Ésto será mucho mejor de lo que pensé. —Dijo para sí mismo el de cabellos azabaches, sentándose nuevamente tras su escritorio, tocándose el rostro adolorido.

Kim Taehyung tiene un puño pesado al igual que su padre, Namjoon.

Debería pensar en un nuevo plan, no podía dejar que el rubio lo echara del palacio. Además, teniendo a Kim Namjoon amenazado le daba una ventaja.

     ───────────────────

Jungkook nunca se había sentido tan solo, ni si quiera cuando su madre murió.

Su madre murió cuando él tenía tan solo 5 años de edad. Fue asesinada por un guardia en pleno día. La mujer se encontraba robando el almuerzo para ella y su único hijo, sin saber que ya había sido vista. El guardia actuó rápido y por accidente la apuñaló justo en el corazón, cuando la idea sólo era asustarla.

Jungkook hasta el día de hoy cree que ese accidente fue a propósito. Es decir, ¿cómo apuñalas a alguien en el corazón siendo un accidente? Es posible, muy poco probable. Lamentablemente nunca hubo un juicio, pues la mujer al ser ladrona, no tiene derechos.

Ese día, Jungkook esperó a su madre dentro del hogar por dos días, comiendo algunas frutas, con la esperanza de que su madre no lo haya dejado solo.

Luego de su muerte, fue su padrastro quien le avisó. El hombre lo cuidó por dos años más, hasta que se cansó y dejó solo al pequeño. Allí fue cuando Jungkook comenzó a vivir por su cuenta.

El lugar en el que estaba ahora es lóbrego, oscuro, solitario. Una celda con paredes de ladrillo y barrotes de un grueso metal. Se podían escuchar algunas voces de guardias en la lejanía, al igual que algunas ratas al interior de tuberías de arcilla y paredes. El lugar es asqueroso, tan sucio y descuidado.

Además, Jungkook no podía dejar de temblar. No por el miedo a la sentencia que le pondrían a futuro, sino por el frío de la celda.

Él está sentado sobre el sucio suelo, con la espalda apoyada en una de las tres paredes. Sus manos están alzadas y atadas por las muñecas con cadenas. Sus pies se removían de vez en cuando, tratando de entrar en calor al frotar sus pies.

Para añadir a todo lo anterior; está llorando. Lo que hacía el ambiente mucho peor y desesperante.

Tenía tanto miedo, no podía imaginar la sentencia que le esperaba. Lo más probable es que lo matarían por cometer incontables robos. Ni si quiera le darían la oportunidad para hablar sobre lo sucedido o despedirse.

Despedirse. ¿De quién exactamente?

Sus manos estaban acalambradas al estar en una posición tan incómoda. Jungkook intentaba tirar aire caliente con sus labios hasta sus brazos, queriendo desesperadamente entrar en calor.

Se peguntaba si su conejito estaría bien.

Se preguntaba por qué Taehyung le había mentido.

Siempre fue Kim Taehyung, príncipe y futuro heredero de Ágrabah. Su corazón dolía, siempre pensó que había una gran confianza entre ellos. Tal vez el príncipe pensaba que se aprovecharía de su dinero o simplemente, ¿tenía miedo? No lo sabía y le encantaría preguntárselo, pero, ni si quiera sabe si lo va a volver a ver.

Él fue su primer amigo en mucho tiempo, disfrutaba tanto pasar los días con él, hablarle de cosas irrelevantes y reír como si fueran dos niños pequeños. Aunque le haya mentido, el castañito estaba dispuesto a perdonarlo. Quería tratar de entenderlo, no podía soportar la idea de alejarse completamente del rubio. Independiente que sea príncipe, deseaba continuar siendo su amigo y recuperar la confianza perdida. Tenía tantas ganas de verlo y abrazarlo, sonreírle y decirle que todo está bien. Lo haría si es que sale vivo del calabozo, cosa que cree poco probable.

Jungkook comenzó a llorar nuevamente, cerrando sus ojitos con fuerza. Está tan destrozado.

Dejó de llorar al escuchar pasos de guardias acercándose, son 5 guardias los que ahora mismo están fuera de su celda. Uno de ellos sacó una llave para abrir, Jungkook está tan asustado. Cuando entraron al pequeño espacio, el ladrón encogió sus piernas e intentó soltarse de las esposas en sus manos, desesperado por salir.

— N-no me hagan daño, por favor..—No respondieron. Uno de ellos soltó las cadenas de sus manos y agarró a Jungkook por los hombros, guiándolo fuera del calabozo. No tenía oportunidad alguna de escapar al estar siendo apuntado con una espada en su espalda y cuello.

¿Lo estaban llevando a su sentencia? De tan solo pensarlo hacía que sus orbes color miel volvieran a llenarse de espesas lágrimas.

Sus pies con suerte lograban avanzar, los guardias guiaban todos su movimientos. Si no fuera por ellos, él ya habría caído al suelo por estar temblando tanto.

Entraron por unas puertas de madera y..oh, ¿están en el palacio? Lo supo por la preciosa arquitectura que había dentro. Tantos colores, cuadros y gemas adornando el lugar. Simplemente precioso.

No podía creer que el calabozo está justo abajo del palacio. No podía dejar de mirar a su alrededor, encantado de ver el monumento que siempre admiraba por su ventana. Todo es tan precioso, incluso alcanzó a ver el lindo trono del sultán. Aunque, bueno, el sultán debería ser el padre de Taehyung. Si el rubio es el príncipe, debería estar al interior del palacio, ¿no? Tal vez sería demasiado riesgo gritar, pero deseaba tanto verlo. No para que lo salvara, sino que para verlo una vez más. Sólo eso.

Necesitaba mirar sus lindos ojitos una vez más, despedirse de su conejito y del mismo príncipe.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos al entrar en una especie de oficina, muy bien decorada. Obligaron a que se arrodillara y esposaron sus muñecas tras su espalda. Uno de los guardias jaló sus cabellos castaños para que alzara la mirada. Su corazón latía con vigor.

— Jeon Jungkook, no sabes la sorpresa que sentí al saber que tú eres el ladrón que tanto buscaban.—El nombrado pareció congelarse al escuchar su voz.

— ¿M-mingyu? —El ladrón lo miró, separando ligeramente sus labios por el estupor que sentía.— ¿Q-qué haces aquí en el palacio?

— Oh, ¿No lo sabes? Yo soy el jefe de los guardias aquí. —Jungkook pareció molestarse, pues sabe que los guardias son violentos gracias al hombre frente a él.— ¿Ahora eres un ladrón? ¿por qué? Antes te iba muy bien como bailarín.

— ¿Te atreves a preguntarlo? ¡Tú hiciste que pasara un infierno allí!— Se quejó, sintiendo sus cabellos siendo jalados con más fuerza por el guardia al responder de esa manera tan tosca.— ¿T-tú eres responsable de la violencia en el pueblo? ¡Por tu culpa hay un montón de gente siendo abusada! L-los guardias lastiman a gente inocente, sin importar si son mujeres, niños o personas de mayor edad. —Habló con furor, haciendo una pequeña mueca al escuchar una cínica risa por parte del mayor y de los guardias detrás suyo.

— Así les enseñamos al pueblo a respetar.

— A respetar, ¡n-no a tener miedo!—Tartamudeó.

Kim Mingyu pareció molestarse al escucharlo gritar de ese modo. Le quitó la espada a uno de los guardias y colocó la punta de esta justo debajo de su mentón.

— Tú pareces tener miedo ahora. Mírate, estás temblando por completo. —Dice mientras pasaba el filo de la espada por su mentón, bajando poco a poco hasta posar la punta en su cuello, sin hacer presión.

— ¿M-me matarás? —Murmuró con lágrimas en los ojos, intentando mover ligeramente la cabeza, aunque prefirió quedarse quieto. Tiene tanto miedo. Quiere ver a Taehyung, lo necesita.

— No te mataré, debería hacerlo pero..no sería capaz de asesinar a un conocido. —Lo miró por algunos segundos, decidiendo lo que haría.— Vas a trabajar para mí, no creas que será algo sencillo. Es trabajo pesado, y mirando tu físico..no creo que soportes mucho. Yo te guiaré, estaré a tu lado la mayoría del tiempo, no tendrás permitido alejarte.

— Será un infierno de trabajo ver tu cara todos los días. —Ante esa respuesta, Mingyu volvió a presionar la espada contra su mentón, deslizando el filo por abajo, logrando dañar su dermis. Pequeñas gotas de sangre comenzaban a caer y Jungkook soltó un pequeño chillido.

— Vuelvo a repetir, trabajarás para mí. —Jungkook no quiere aceptar, pero no tiene otra opción.

Al sentir que la espada dejó de lastimarlo, agachó la mirada con sumisión y comenzó a llorar nuevamente. No podía pensar en como sería su vida a futuro, aún peor estando junto a Kim Mingyu. Sus manos temblaron tras su espalda con el deseo de abrazar a Taehyung; la única persona en la que quería aferrarse.

— Oh, llorando de nuevo..—El hombre con la espada en mano soltó un suspiro, mirando a los guardias.— Llévenlo al calabozo nuevamente, no dejen que Kim Taehyung lo vea.

Jungkook al escuchar ese nombre alzó nuevamente el rostro.

— ¿T-tae? ¿dónde está él? —Preguntó entre sollozos, volviendo a bajar la mirada. — Quiero verlo, n-necesito verlo.

Mingyu no había pasado por alto esas palabras.

— Así que tú eres el responsable de las escapadas del príncipe. Él iba a verte a ti. —Miró a Jungkook directamente, arrodillándose frente a él para jalar sus cabellos y hacer que conectaran miradas. — Eres increíble, me servirás mucho más de lo que pensé. Ahora llévenselo, antes de que vuelva a llorar.

Los guardias obedecieron, levantando a Jungkook con brusquedad para hacerlo caminar. Avanzaron por uno de los largos pasillos del palacio hasta que se escucharon gritos provenientes del segundo piso. El ladrón de inmediato supo que aquella voz con un barítono es proveniente de Taehyung, de seguro está teniendo una pelea ahora mismo, tal vez con su padre.

Jungkook iba a gritar para llamar su atención, pero sus labios fueron tapados por la mano de uno de los guardias, ahogando su grito. Caminaron más deprisa hasta llegar al calabozo, donde tiraron el cuerpo del castañito al suelo, cerrando la celda.

Pasó sus dedos suavemente por la herida de su mentón, quitando la sangre.

En su tiempo como bailarín, Kim Mingyu iba a verlo. No era nada nuevo verlo por el lugar, todos sabían lo mujeriego que era. Sorprendentemente lo era tanto con hombres como mujeres. El problema fue cuando se quiso sobrepasar con él, tocándolo con descaro justo frente a todos. Jungkook no toleró ese tipo de trato y renunció al día siguiente. Aunque le encantara bailar, nunca estaría dispuesto a ser humillado ni tocado por alguien ajeno.

Al recordar ese momento, Jungkook se estremeció y miró su celda, olvidando al detestable hombre con quien habló recientemente.

Y allí quedó, completamente solo con un amargo pesar en su pecho y corazón. Se sentó en una de las esquinas y encogió sus piernas para no pasar frío. Sus brazos intentaron refugiarse al interior de su corta camiseta, con la intención de darse calor.

También lo hizo con la intención de sentir que alguien lo está abrazando ahora mismo. 







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