Tiago

Tras esas palabras deshago el abrazo y nos separamos un poco. Agarro suavemente su rostro con mi mano izquierda y enrosco la derecha tras su cuello, mientras la miro fijamente a los ojos.

—Te extrañé, te extrañé muchísimo Natalia —no estoy pensando, mi corazón es el que habla, con toda la dicha y alivio que siente—. Como no tienes idea. ¿Sabes que hasta bus…?

—¿De verdad? —me interrumpe Natalia—. ¿De veras me extrañaste? —noto que sus ojos van adquiriendo un brillo especial mientras habla, además sonríe de forma inconsciente y ¿esperanzada?

—Sí, decir que mucho es poco.

Y esta vez el sorprendido por un abrazo fui yo. Natalia me aferra entre sus brazos, como queriendo cerciorarse de que no me voy a escapar. Y ni bien lo siento le correspondo, repitiéndose así casi la misma intensidad que en el primer abrazo. Ambos nos buscamos y ambos nos encontramos.

Aspiro el aroma a durazno y floral de su champú, percibo a su corazón latir contra el mío. Siento como si nos estuviéramos complementando.

—No me alejaré, Tiago. Lo prometo.

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