𝐶𝑎𝑝𝑖́𝑡𝑢𝑙𝑜 𝑆𝑒𝑖𝑠

Desde aquella noche donde dormimos juntos y nuestros labios se unieron en ese beso que nos haría despertar de lo que ambos creíamos era un sueño, sueño del que despertamos y nos fijamos que en realidad todo era real. Nada era mentira y eso hizo que una loca sonrisa se hiciera presente en mi rostro cada vez que me acordaba de ello. 

Francesa y Colombiano juntos, una mezcla de la ciudad del amor y el calor veraniego para un amor hecho en vacaciones unidos en la playa, el sol haciendo brillar nuestras pieles gracias a esas pequeñas gotas de sudor que nos empapaba mientras caminamos aquellas tardes tomados de la mano tratando de hacerme sentir cómoda y ahora digo no me quiero ir ¿Qué debo hacer? No tengo idea pero parte de mi corazón está aquí y no tengo idea de si sería correcto abandonarlos aquí como si nunca hubiéramos vivido algo durante todo este tiempo, serán meses y días en lo que pasaremos día y noche compartiendo la misma casa. Es imposible dejar todo eso atrás. 

Es increíble cómo nuestros besos se forman en lo profundo de lo que comenzamos a sentir, estaba la luz reflejando e iluminando sus preciosos ojos, viéndome mientras siento sus manos rodear mi cintura mientras el calor de nuestros cuerpos se evapora con la fresca agua salada que aliviaba todo lo que en su momento sentíamos, vivíamos un amor fugaz pero con tanta pasión que parecía que fuera de meses lo que teníamos prácticamente impregnado en nuestros corazones.

—Tu es mon bel amour d’été —dije en francés apenas salimos a la superficie por algo de aire, pero noto su cara de confundido pero no entendía el porqué.

—Lo siento cariño, pero no sé francés ¿Podrías decirme en español lo que sea que hayas dicho? — sonreí y fue allí cuando mis cinco sentidos se acordaron de ese pequeño detalle.

—Dije que eres mi hermoso amor de verano — toque su nariz con la punta de mi dedo y comencé a irme a la orilla para llegar a nuestras cosas, necesito algo de tomar.

Él se quedó estático allí, pero su vista estaba puesta en mí, no dejaba de ver mi trasero en aquel bikini naranja que traía y note desde mi asiento que salió y caminaba hasta donde me encontraba. 

—Tu también eres mi hermoso amor de verano porque eres como está playa, refrescante y ardiente llena de pasión, eres seductora aún sin querer serlo.

—Gracias mi chico lindo — él se acercó y dejó un corto beso en mis labios.

—Me encanta tu acento francés, es excitante.

—Ya decía que me mirabas un poco raro — comenté.

—Raro, para nada. Solo que me gustó mucho como te escuchaba pero no sabía qué decir.

—Si te gusta deberías aprenderlo para que me entiendas.

—Y si solo me dices las palabras sexi que normalmente podrías decirme en el momento de la acción para así yo saber y excitarme.

—¿Y según tú cuáles son esas palabras? 

—Como pidiéndome más — hice un gesto raro no pensé que algo así sería lo primero en decir para conocer el francés.

—Donne-m’en plus s’il te plaît, eso significa «dame más por favor» —note como rodeaba su cuello con su mano y eso significaba que le gustó como se escuchó aquello.

—Nunca hubiese sabido que una francesa fuera tan excitante, ya me hubiese ido de aquí. 

—¿Puedes salir de Colombia? —la curiosidad bombeo todo mi cuerpo.

—Claro que sí ¿Creíste que no? 

—Pues nunca has salido de aquí según tu hermana.

—¿Adónde iba a ir? No conozco a nadie en el extranjero bueno ahora te tengo a ti y suficiente razón para viajar.

—Tienes razón.

—Dime que me quieres en francés ¡Por favor! Ya es la última —insistió.

—Je t’aime —dije y se lanzó para darme un beso, un beso intenso lleno de la pasión acumulada y el deseo de estar conmigo.

—Yo también te quiero, mi francesa — respondió con dulzura mientras separaba nuestros labios para tomar el aire que nos hacía falta.

Estábamos viviendo tal vez el amor más fugaz pero interesante en lo que llevamos en nuestras cortas vidas, una dónde para algunos puede ser como terminar estrellado contra la realidad y es que pueda que sea así ambos vivimos en países diferentes yo aquí solo los tengo a ellos pero mientras tanto solo quiero ser feliz, yo vivo el día a día como si fuera el último.

Amo el cambio que tengo en mi vida amigos y una segunda madre que fue capaz de darle con la tapa de la olla a su hijo para advertirle que le iría peor si me hiciera algo, y eso me hizo sentir que aún tenía a alguien en este mundo que me cuidara, pero estaba también tan feliz de que haya escogido a su hijo entre tantos chicos que me presentaron y aunque no buscaba a nadie él llegó en mi vida diciendo que aquel vaso de gaseosa me haría daño pero que nuestros ojos se comieron y desearon como nada en este mundo y siendo todo al mismo tiempo.

—Cariño.

—Dime — contesté tomando una limonada que él me había traído antes.

—¿Te parece si nos vamos ya? Se está haciendo tarde.

—Si, quiero ir a comer algo.

—¿A mi? — preguntó mordiendo el lóbulo de mi oreja haciendo que la piel se me erizó por completo.

—En la noche con gusto me trepó a tus sábanas y comimos un rico postre.

—Me encanta cuando hablas así tan sexi y necesitada como yo — beso mi cuello.

—Entre más rápido lleguemos a casa mucho mejor ¿No crees? — Me separé de él y le di una mirada mientras mostraba como humedece mis labios sabiendo que a él ese detalle le encantaba como ahora sé que le gusta cuando hablo francés. 

Caminé con prisa hasta llegar a la moto con la que habíamos venido, de seguro sentiré frío, pero no es acaso delicioso sentir la brisa despertando cada minúscula parte de tu cuerpo. La luna se comenzaba asomar y las estrellas junto a ella iluminaban el camino que hacía que el corazón me palpitaba con tanta fuerza que juraba que él podía sentir cada palpito mientras lo abrazaba en la carretera, mi cabello ondeando mientras la brisa entraba por mi cuello y al mismo tiempo Sebastián me daba el calor de su cuerpo.

Llegamos a casa en ese instante vimos a Sara en la cocina, creo que era día de cocinar pero estaba feliz mientras lo hacía y ni hablar de el olor, era delicioso, corrí hasta la habitación me di un baño tan rápido como pude para bajar a comer pero antes seque mi cabello. Caminé luego al comedor y vi que Sebastián aún no llegaba y le envié un mensaje preguntando porque no llegaba y fue allí cuando escuché su puerta abrir y llegó con una pantaloneta roja y una camiseta negra me lanzó un beso y se puso frente a mi en la mesa. Las miradas eran inevitables, no existía nada más cuando nuestros ojos se conectaban como luz de luna en el océano en medio de la oscuridad siendo eso lo único que brillaba por todo el lugar. No había nada más hermoso que ese momento que nuestras miradas eran tan intensas.

—¿Cómo te has sentido?  — preguntó Sara sirviendo la comida. 

—Bien a pesar que cierta persona se olvidó que sería ella quien me enseñaría la cultura de aquí, pero Sebastián me ha sabido ayudar a envolverme un poco y me ha llevado a conocer lugares y ustedes son increíbles.

—No te creas que ya la regañe por eso que te hizo.

—Tranquila, ya olvide eso. 

—De todas maneras lo que ella hizo no estuvo bien, confíe en ella, creí que estaría contigo ya que tú no conocías el lugar.

—Lo sé, yo también lo hice pero ella quería continuar su vida y yo no puedo cambiar eso para nada.  De todas maneras yo ahora estoy con Sebastián como ustedes se dieron cuenta y él me ha hecho sentir muy bien así que no se preocupen, tengo al mejor guía turístico.

—No fue nada, al contrario un hermoso privilegio — respondió Sebastián mirándome fijamente y tocando mis pies con los suyos por debajo de la mesa, acostumbra a tener sus pies tan fríos que no entiendo cómo el resto de su cuerpo puede estar tan calientito por las noches.

—Ustedes son tan raros — menciona Laura llevando un trozo de pollo a su boca.

—¿En qué sentido? — preguntó Sebastián.

—Esa manera de estar juntos no buscan lugares privados para estar juntos como pareja siempre van a lugares públicos.

—Es decir que tú te mantienes encerrada entre cuatro paredes cada que te ves con Gabriel — pregunté sin discreción y Sebastián sonrió por lo bajo.

—No siempre — respondió ella nerviosa.

—Pues nosotros somos novios, disfrutamos del tiempo de calidad ya sea comiendo un helado o paseando por la playa porque ella también es nueva aquí y no estaría mal mostrarle los lugares que ella no conoce.

—Sebastián tiene razón, si vine de Francia porque ya estaba fastidiada de estar encerrada porque haría aquí lo que justamente no quería hacer.

—Cuando se quiere a la persona el tiempo que pasas fuera de las sábanas es el que siempre vivirá contigo, porque entre ellas todos quisieran estar contigo. — Esas palabras de Sebastián fueron tan profundas que sentí que solo trataba de ayudar a su hermana y darse cuenta que tal vez Gabriel no era el mejor novio para ella y comprendo esa sensación de sentir que debes mirar tu vida y conocer tu misma que es lo que está mal en ella.

—Solo terminemos de cenar y espero que te sigas sintiendo tan bien con nosotros para que te quedes con ganas de regresar nuevamente en otras vacaciones.

—Todavía faltan semanas para terminar las vacaciones, aún no me voy pero te aseguro que regresaré.

Cenamos y al terminar vimos una película, muchos querían algo de acción y yo de terror por eso propuse vernos «El conjuro» esa es una buena película, a fin de cuentas quisieron darme el gusto y terminamos colocándola, me daba tanta risa ver cómo las crispetas como dicen ellos salían volando desde las piernas de Laura con cada salto que daba, se asustaba por nada en realidad, son demasiado miedosos.

Laura y sus padres no fueron capaces de terminar de ver la película se fueron cuando iba por la mitad y dónde justo venían las mejores partes de la película, solo quedaban Sebastián y yo en el mueble viendo cómo terminaba la película, la luz del tv era lo único que nos permitía verle el rostro al otro; miraba lo demasiado concentrado que estaba y notaba como algunas veces él me miraba y al hacerlo sonreía tan perfectamente que me hacía sentir nerviosa.

—I love you my little French — comentó Sebastián en inglés, y yo pensaba que solo sabía español pero ya veo que no era así.

—Así que hablas inglés ¿Desde cuándo? — pregunté colocándome encima de sus piernas para sentarme y tenerlo frente a frente.

—Hace un año, tenía tiempo libre y bueno aprendí.

—Me alegra, ahora que terminó la película ¿Podemos comer el postre? 

—Con gusto lo comería sin dejar nada a la imaginación.

—Creo que debemos irnos —dije quitándome la camiseta dejando mis senos al aire.

—Con gusto. —Respondió cargando conmigo hasta su habitación.

Nos besamos sin parar hasta llegar a su habitación. Nos envolvimos entre besos y caricias dejando que nuestros cuerpos se unan hasta sentirse uno solo, sus caricias llenas de pasión y lujuria mientras el calor de su cuerpo me enredaba y llenaba el mío de calor. Amaba el hermoso calor de él como el de ese verano, sin duda éramos hielo y fuego no existía nada en ese momento que solo nuestras almas envolviéndose para ser una sola. Todo era tan surrealista que era difícil creer que todo esté amor se consumía cada día que pasaba como si fuese la primera vez de los dos.

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