Diecisiete.
🇧🇷
El inconfundible olor le acarició la punta de la nariz en cuanto lo alcanzó; ese aroma particular que tan bien conocía lo hizo detenerse y sentir una alegría familiar. Mate, alfajores de maicena; esos olorcitos fueron capaces de abrirle agradables memorias que le robaron a Neymar una ancha sonrisa.
Su buen amigo Messi estaba cerca, y el afán de correr hacia él (esté donde esté) lo embriagó. No obstante, no pudo ni empezar a dirigirse hacia la fuente de ese olor que ya otra fragancia peculiar se unía a la mezcla de feromonas. El aroma le parecía conocido. Sabía que ya antes se había cruzado a quien lo portaba, pero no lograba recordarlo en el momento, no exactamente, aunque destellos de recuerdos aclaraban la imagen en su cabeza en medida que se acercaba a la puerta de Messi.
Tenía algo claro: quien estaba con él era mexicano, eran los únicos que se reconocían fácilmente por ese cosquilleo en la nariz y cascadas de saliva. Un omega, uno que parecía estar divirtiéndose mucho ahí dentro. Y eso sí lo reconoció, el olor a las feromonas de emoción y éxtasis de aquel portero que resultó ser todo un problema.
Guillermo Ochoa.
Eso sí que lo dejó descolocado. Había visto la polémica de su compañero con el mexicano cuando las fotos del partido se hicieron virales, pero Ney nunca ponía tanta importancia a lo que se decía en los medios. Las imágenes fácilmente se pueden editar o malinterpretar, la web y noticias amarillistas inventan cualquier cosa para vender o los mismos aficionados que no podían evitar encontrar chispas de algo más que amistad en donde no lo había. A una estrella del nivel de Messi eso le pasaba seguido con cada omega al que le ponían enfrente, incluso Ney y Leo compartieron uno que otro titular interesante alguna que otra vez.
Pero ahora el aroma de Leo evidenciaba la veracidad de la primera página de una revista de chismes. Olía como a que un alfa estaba en mitad de su banquete y parecía que el banquete estaba también ansioso de ser devorado. Ante el pensamiento, una sonrisa maliciosa adornó el umbral de la puerta y, solo porque sabía por el aroma que no los vería en pleno acto, sacó la tarjeta llave del cuarto y entró escandalosamente—. ¡Lio, mi amigo! —exclamó con emoción lanzando la puerta abierta y alzando los brazos como si presentara cual espectáculo su propia entrada.
—¡La concha de–! ¡Neymar, la puta madre que te parió! —saltó Messi, levantándose de debajo de Memo en un movimiento.
Al momento de escuchar la tarjeta de la puerta en el sensor, Messi ya sabía quien era el cabrón que no le importaría entrar aunque supiera que estaba ocupado con alguien. El nivel de confianza y amistad de ellos dos los llevó a siempre tener acceso a la habitación del otro por si algo llegara a suceder o si simplemente se les ocurría visitar. Hasta ese momento a Messi nunca le había preocupado el que Ney un día lo encontrara en el cuarto haciendo algo indebido. Pero cuando la cosa era al revés, cuando Messi iba a visitar a Neymar, se aseguraba de llamar antes de ir, antes de llegar y antes de entrar. Además de que nunca se olvidaba de tocar la puerta.
La coquetería del omega brasileño no era para nada un secreto y Lionel no tenía intenciones de frenar de ninguna manera a su amigo.
Pero Memo tenía muchas preguntas. En ese momento ni siquiera se movió al ver a Ney entrar con tanta confianza. Dejó que Messi se levantara de la cama, pero él permaneció sin camisa y de rodillas como Leo lo dejó, clavándole la pesada mirada al intruso que seguía riéndose de la reacción del argentino.
—Los rumores son de verdad —habló Ney con una sonrisa de oreja a oreja, mirando a Messi mientras él intentaba alejarlo de la cama donde seguía Memo—. ¿Por qué no me habías dicho que sí estabas con Ochoa?
La pequeña sala de estar en la habitación, que estaba separada por un muro, pareció buen lugar para lanzar a Ney en lo que la aguas del cuarto se apaciguaban. O eso le parecía a Leo hasta que vio a Memo venir, aun medio desnudo, hacia ellos—. Oye Leo, una preguntita —dijo fingiendo un tono amable cuando en todo él se desbordaba el aroma a enfado y, aunque le hablaba a Lionel, era a Neymar a quien miraba con furor contenido—. ¿Siempre le das la llave de tu hotel a otros omegas? —inquirió demasiado cerca de Neymar, intimidando con su cercanía y altura, mirándolo hacia abajo. Ney no dijo nada pero mantuvo su postura, su lugar y su sonrisa altanera—. ¿O solo al que tiene más fama de... pizpireto?
—¿Pizpi-qué? —rió el brasileño.
De haber entendido lo que esa palabra significa, Neymar quizá habría dicho algo antes que Messi, pero dejó que su amigo lo manejara cuando se le adelantó—: Guillermo, no te hagás ideas vos solo. Ney y yo somos amigos hace mucho.
En el momento que Neymar escuchó a Memo llamarlo de una forma que no entendió, sus ojos se clavaron en él. Messi habló después de ello, pero para el brasileño esa voz pasó desapercibida una vez que notó al alto y semi-desnudo omega a su lado.
La sonrisa de Ney, que lo acompañaba a todas partes cual su fiel confidente, se alargó sin siquiera intentar ocultar que fue por la agradable vista de un omega con apetitosa piel morena clara, sexis labios rojos e hinchados y delicioso aroma a una desesperada necesidad de alfa recién interrumpida por celos. Ney no era un alfa, pero sabía reconocer cuando un omega daría lo que se necesita en la cama. Entendió en un santiamén porqué su amigo había caído tan rendido ante los encantos de Guillermo Ochoa.
Así entonces, Neymar ignoró a Messi, que seguía intentando recolectarse y enfriarse, para voltear su atención hacia el omega de rulos que lo veía desde arriba erguido. Ney se esforzó en ignorar esos músculos, su respiración controlada y ese par de pectorales con marcas de chupetones y finas mordidas para enfocarse en el intimidante contacto visual del que Memo se aferraba sin retroceder aún luego de notar el coqueto mirar del otro omega.
—Sí, Guillermo —repitió Neymar cual niño pequeño, imitando y exagerando el acento argentino de Messi al pronunciar su nombre y rompiendo el contacto visual solo para pasear su coqueta y traviesa mirada por los labios recién besados de Ochoa y su piel caliente descubierta mientras se relamía el labio inferior—. Obedece a tu alfa.
Aunque claramente hablaba con un tono bañado en sarcasmo y su voz lenta con la que pronunciaba un español pausado y rasposo, Memo frunció su ceño y no bajó la guardia. No era un secreto que el omega tenía una facilidad sobrehumana de poner a cualquiera, alfa, beta u omega, a sus pies al usar esa coquetería a su conveniencia. Por más encantadora que sea su mirada, Memo no dejaba de ser un omega al que ya en muchas ocasiones intentaron hacerle ojitos para conseguir algo a cambio. No caería por unos guiños incitadores y sonrisas seductoras.
—¿Qué? —la pregunta salió un poco más agresiva de lo que Memo habría querido, haciendo a Messi voltear al fin para darse cuenta de lo que estaba pasando. Rápidamente tomó una camisa suya y se la llevó a su omega, interponiéndose entre la dinámica del habitual coqueteo de su amigo y el enojo de su amor. Una cachetada mental alcanzó a Messi al ofrecer la camiseta y esperar a que Memo dirigiera su atención de nuevo hacia él. ¿Cómo no se habría esperado que Neymar le hiciera ojitos a Memo? Aunque el mexicano se adornaba con una linda modestia y esa tierna inconsciencia de ser malditamente precioso, Messi tenía ojos y podía usarlos para darse cuenta de que el atractivo de su omega voltearía cabezas. Más si se tomaba en cuenta que ahora era él, el legendario Lionel Andrés Messi, quien lo llamaba su omega.
—Dejá de saboreártelo con la mirada, ¿dale? Pelotudo —le pidió Messi a Ney, con su camiseta aún entre sus manos al fracasar en la misión de que Memo le quitara de encima esa mirada peligrosa. Con una mano lo agarró del brazo y suavemente apartó al rizado. Memo se dejó llevar sin rechistar del toque de su alfa, recibiendo su camiseta y vistiéndose sin mirarlo.
Como se esperaba, la risa de Neymar se hizo presente pero, en vez de irritar y tensar aún más el ambiente, hizo lo de siempre: contagiarse—. ¡¿Qué? No es mi culpa que tu omega sea lindo! —exclamó quitándose de toda culpa cuando vió a Messi sonreír y asentir ante el comentario. Memo lo ignoró, volvió a donde la cama y se puso a recoger sus cosas para irse.
Desde que el pobre Neymar no pudo conseguir mejor puntaje en el mundial de Brasil por culpa del impecable juego de Memo, Ney no se dio la oportunidad de ver al mexicano con otros ojos, por eso tampoco se había creído la noticia cuando se hizo conocer la supuesta atracción entre ambos en pleno partido y tampoco había puesto mucho empeño en llegar a conocerlo o llevarse bien con el mexicano.
Y ahora, luego de tenerlo en frente de aquella manera... No mentía cuando pensaba en que la tremenda suerte de su amigo estaba en su más alto auge este mundial.
La sonrisa acompañada de una risita tímida de Messi no pasó desapercibida—. ¿Viste? —concordó. Memo interrumpió su labor de recolectar con rapidez sus cosas para lanzarle una mirada de ofendido, como si, sin importar el tema, no le gustara que tomara el lado de Neymar en lugar del suyo. O así Messi lo entendió, apresurándose para enmendarlo—. Ah, dale, Memo, no te enojés —le pidió juguetón, acercándose a él con una sonrisa de las que sabía que a él le gustaban—. Que sí sos re lindo, ¿qué querés que diga?
El rostro de Memo difícilmente pudo contener una sonrisa, no con su alfa frente a él casi haciendo malabares para verlo reír de nuevo. La cercanía, su expresión suplicante y las hormonas de felicidad y deseo bailando por el aire le nublaban el juicio y le brindaban a Messi una ventaja para acercarse aún más. Entonces, deslizando sus manos por la esbelta cadera de Memo, estirándose y poniéndose un poco de puntitas, le plantó un beso en los labios.
—¡Ehhh, Lio! —protestó Ney. No acostumbraba ser ignorado—. Qué presumido, ¿eh?
Pero a Leo no le importaron las quejas del otro omega al tener al suyo abrazándolo cual sanguijuela hambrienta, acunando su cabeza entre sus bíceps en más intentos de mantener a su alfa cerca luego de la triste interrupción del brasileño. Al mismo tiempo ambos suspiraron el aroma del otro con tranquilidad y la duda se hizo presente apenas sentir en el calor y la esencia del otro; ¿qué hubiera pasado si Ney no hubiera llegado?
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Fanfic en colaboración con viajeestelar , a quien culpo por la tardanza :p
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