Y ahora ella ya no está
“La muerte hace ángeles de todos nosotros y nos da alas donde antes solo teníamos hombros… suaves como garras de cuervo.”
-(Jim Morrison)
Carl Sagan dijo que somos polvo de estrellas. Suena tan poético pero tiene base científica, que a mi punto de vista, lo hace aún más hermoso. Es algo sencillo de explicar, después del big bang la única materia primigenia que existía eran los simples átomos de hidrógeno, materia que dio lugar a las estrellas. Después se dijo que los demás elementos se generaron en el interior de las estrellas. Y cada vez que miro alrededor, desde una flor, hasta una montaña pienso en eso. Todos y cada uno de los átomos que forman la materia que nos rodea no es ni más ni menos que “polvo de estrellas”.
-Somos polvo de estrellas-le digo a Lena.
Ella levanta la cabeza hacia el cielo y sonríe. Sus dos dientes frontales se han caído y me da risa la forma en que su lengua se asoma por aquel hueco que han dejado sus dientes.
-¿Podrías bajar una estrella para mí?-me pregunta ella.
Muevo mi cabeza y Lena agacha su cabeza de manera triste. Tessa que esta sentada junto a ella, pasa un brazo por sus hombros.
-Pero algún día tú serás una estrella y vas a brillar por siempre.
Lena levanta la cabeza y señala el cielo.
-¿Voy a ser una estrella? ¿Cuándo?
Se levanta y tengo que hacerle una seña para que ella guarde silencio o saldrá nuestro padre con una botella de alcohol en la mano y el cinturón en la otra a pegarnos por hacer ruido. Yo sé que no debemos estar a las dos de la madrugada sentadas en el portal de la casa pero pasamos todo el fin de semana encerradas en el sótano y Lena quería ver las estrellas.
-Después de muchos años, cuando ya estés viejita y hayas tenido una vida plena y llena de felicidad. Vas a cerrar tus ojos y te convertirás en una estrella-le explica Tessa.
Lena la escucha muy atenta. Sujeta con fuerza su manta verde de la suerte, como la llama ella.
-¿Es verdad Eva?-me pregunta Lena.
-¿No me crees?-le dice Tessa mientras se cruza de brazos.
-Eva es la persona más inteligente que hay, si ella dice que es verdad entonces así es.
No puedo evitar reírme.
-No soy la más inteligente, Lena. Hay muchas personas más inteligentes que yo.
Ella se recuesta en mi brazo.
-Eres la persona más inteligente para mí.
Pongo mi cabeza encima de la cabeza de Lena.
-Es verdad Lena.
Nos quedamos en silencio mirando el cielo. Tratando de olvidar el terrible fin de semana que hemos tenido, tratando de no pensar en el fin de semana que viene y que seguro será peor. Es fin de mes y hay que pagar las cuentas. Eso siempre enfurece a nuestro padre porque le resta el dinero para que él pueda emborracharse.
-¿Ustedes también van a ser estrellas? Porque si no es así, no quiero serlo.
-Somos polvo de estrellas, Lena, todos vamos a volver a ser estrellas.
-No quiero que papá sea una estrella. Papá es malo ¿Porqué mamá no le dice nada?
Me encojo de hombros sin saber que decir. Miro a Tessa pero puedo ver que ella tampoco sabe que decir.
-Mamá solo esta asustada.
-Pero nosotras también.
-Es diferente-le dice Tessa.
Pero Lena como siempre no se rinde fácilmente hasta que todas sus dudas estén despejadas.
-¿Porqué?-pregunta Lena.
-Los adultos son complicados.
-¿Mamá nos ama?
No lo sé. A veces creo que si pero después veo como no hace nada cuando mi papá nos pega o le dice algo cuando nos encierra en el sótano y creo que tal vez no. A veces pienso que ella simplemente también esta cansada ¿Porqué no hace nada? Si no es por ella, debería hacerlo al menos por nosotras si en realidad nos ama.
-Incluso quienes te aman te van a lastimar y hacer cosas que te van a decepcionar.
Lena es pequeña pero espero que entienda lo que acabo de decir y así podría evitarse derramar algunas lágrimas.
-Pero nosotras siempre estaremos juntas.-me dice ella.
-Siempre-asegura Tessa.
Ambas me miran esperando a que yo diga algo.
-Siempre-les digo.
Aunque no creo en el para siempre, pero esta noche al ver las estrellas junto a mis hermanas, me permito creer que al menos en la muerte encontraremos algo de paz.
-Ahora eres una estrella-le digo a la foto de Lena que está colgada en la pared.
Cierro los ojos y aliso con mi mano la falda del vestido negro que estoy usando. Nadie dice nada respecto a mi decisión de dejar a James por ahora. Se supone que debería saber que hacer, todos esperan que lo sepa pero no sé. Poner la felicidad de alguien por encima de tu propia felicidad no es bueno, tampoco es sano. Es incluso peor cuando tu felicidad esta ligada a otra persona. Si uno sufre, ambos lo hacen. Eso es el amor, poner tus sentimientos en las manos de alguien más y esperar que todo salga bien. En este momento estoy aterrada mirando a todos lados en busca de alguien que me de la mano siento que estoy luchando en vano. Mis propias lágrimas me están ahogando y solo quiero que James esté aquí y acurrucarme en sus brazos. Dejar que él me consuela y me diga que todo va a estar bien. Me falta tanto él ahora, mientras lloro en la habitación de Lena a unos minutos antes de su entierro. Siento que no puedo hacerlo. Ni siquiera puedo ponerme en pie y estar sin llorar por un momento.
Tessa entra en la habitación. Se arrodilla frente a mí y toma mis manos pero yo la aparto.
-Hermana, no es bueno que estés así. El bebé...
-¡Ya no hay bebé!-le grito.
Ella me mira sorprendida. Me levanto del piso y la miro a los ojos.
-Ya no hay bebé, lo perdí, también se fue. Igual que Lena.
Me siento en la cama y empiezo a llorar más fuerte. El bebé ya no está, decirlo en voz alta fue incluso peor de lo que imagine. El dolor se vuelve real, es incluso como si lo pudiera tocar. El dolor me envuelve y me asfixia lentamente, incluso creo ver como las lágrimas que he derramado danzan cerca de mí sintiendo mi pena.
-Oh, Eva, lo siento mucho.
Ella se sienta a mi lado en la cama y me abraza. Nunca he sido de las personas que va de puerta en puerta contando sus penas porque no me gusta el papel de víctima pero se siente bien ahora dejar que mi hermana me consuele. De alguna manera siento que no estoy sola en esto.
-¿Porqué?-le pregunto a Tessa-¿Porqué Lena tenía que morir? Mamá habla de Dios y sus planes y yo me pregunto ¿Qué clase de Dios se lleva alguien tan bueno como Lena? ¿Qué clase de Dios me quita a mi bebé? Lena merecía ser feliz, tener una familia. Era joven, tan joven y soñadora. Me duele saber que se fue de esa forma, sin poder casarse de blanco como quería, sin poder sostener a su bebé y verlo crecer. Se fue sin poder graduarse de medicina, sin viajar a los lugares de su lista. Ella solo se fue. No puedo verla en esa caja, Tessa, al verla solo veré a la pequeña niña que amaba ver las estrellas, con sus dos coletas disparejas y esa sonrisa traviesa... Y ahora ella ya no está más.
Su pobre hija esta ahora en una cuna de hospital ajena a la muerte de su madre. La pobre pequeña jamás va a sentir el calor de su mamá. Emir dice que se va a ir con ella a Turquía por un tiempo para tratar de superar la muerte de Lena. Yo no quisiera que se vaya porque no quiero dejar de ver a la hija de Lena, Leah. Pero entiendo a Emir y entiendo su dolor. Emir también se consuela en su fe y religión, habla de como en otra vida estará eternamente junto a Lena. Mamá dice algo similar, ella habla del cielo. Ella dice que Lena estará en el paraíso esperando por nosotros. Pero yo no quiero que ella este allá, sola, quiero que este aquí, con su familia y amigos. Ella esta sola, ella no debería estar sola, alguien tan bueno como Lena jamás debería estar sola. Ella aún no quería irse, tenía tantas cosas por hacer, tantos sueños que cumplir y ahora todo quedo ahí. Ya no importa las cosas que no hizo, las palabras que ella dijo, las promesas que no pudo cumplir, los sueños que realizo y los que faltaron. Ya nada de eso importa, ella se ha ido.
-Solo quiero que ella regrese, Tessa. Que vuelva con nosotros.
-Ella lo hará, ahora es una estrella. También volverá en nuestros sueños, en los momentos donde miremos el cielo estrellado en la madrugada, ella estará ahí.
Suspiro y trato de contener las lágrimas, de poder manejar este dolor que me oprime el pecho.
-No entiendo porque no soy fuerte, Tess, yo lo era...
-No necesitas ser fuerte, hermana, yo estoy aquí. Tú me sostuviste por años, cuidaste de mí, ahora déjame hacer lo mismo por ti.
-Pero tengo que ser fuerte, tú no vas a estar siempre a mi lado. James no va a estar siempre a mi lado.
Ella pasa un brazo por mis hombros y me abraza de forma protectora.
-Tú siempre dices que no debemos pensar en el futuro porque es algo incierto, que solo debemos concentrarnos en el ahora. Bien, ahora estoy aquí y vas a dejar que yo y todos los que te queremos, cuidemos de ti.
Ella me da un beso en mi cabeza.
-No estas sola, Eva y esta bien que no seas fuerte ahora. El mundo no va a colapsar porque tú llores pero si no lloras la que va a colapsar eres tú.
Nos quedamos abrazadas hasta que alguien llama a la puerta. No veo quién es. Tessa se levanta y me dice que ya regresa. Me recuesto en la cama y escucho la puerta abrirse de nuevo pero no es Tessa. Es James, lo sé sin necesidad de verlo. Sé porque está aquí y también sé que no me va a preguntar nada de eso ahora pero yo siento que ahora es tan buen momento para hablar como lo será mañana o la siguiente semana.
-¿No vas a preguntar porqué?-le digo.
Me siento en la cama. Él esta parado delante de mí, con sus manos dentro de sus bolsillos. Me doy cuenta que él tampoco ha dormido por las ojeras debajo de sus ojos.
-No creo que este sea el mejor momento para hablar de eso.
-No, te equivocas, este es un buen momento.
Me levanto de la cama y me paro frente a él.
-Te dije que lo nuestro no iba a terminar bien, tú quieres casarte, hijos y todo eso. Yo no, pero eso ya lo sabías, sabías que no soy ese tipo de mujer. No debiste esperar a que de más de lo que yo puedo dar.-le digo a quien ha sido mi mejor amigo por tantos años.-Yo no soy de las mujeres que se casan, yo soy del tipo que rompe corazones y se marcha. Debiste escuchar la advertencia. Lo siento. Yo no puedo hacerlo, lo intente pero como podrás ver salí corriendo al primer problema. Soy como soy, James. Soy buena alejándome sin mirar atrás, sin mirar a quién lastimó, sin pensar en los demás.
El pone sus manos sobre mi mejilla y acuna mi rostro con cuidado, acaricia mis mejillas con sus dedos y yo cierro los ojos un momento y me deleitó con la sensación que me provoca sus dedos sobre mi piel.
-No voy a dejarte ir, Eva porque sé que no quieres hacerlo. No voy a dejar que te des por vencida. ¿Recuerdas la promesa que te hice? Me hiciste prometer que te buscaría y te recordaría aquella promesa. Aquí estoy, Eva y no me iré o rendiré.-me da un beso en la frente- Te amo, Eva Jones y te estaré esperando en casa cuando decidas que es tiempo de volver.
Me da un casto beso en los labios antes de empezar a caminar hasta la puerta.
-Tal vez te canses de esperar.-le digo.- Tal vez yo decida no regresar y si lo hago ¿Qué te asegura que no me volveré a ir?
Él luce tan cansado y abatido. Mis palabras parecen hundirse en su piel y puedo ver la duda brillar un momento en sus ojos.
-Te estaré esperando, Eva. Pero yo se que si sigues viniendo a por más entonces seguiré intentándolo.-me dice él antes de cerrar la puerta e irse.
Me acuesto en la cama y trato de no pensar en nada. Cierro los ojos y me quedo dormida. Me levanto cuando mi madre viene avisarme que ya es hora de ir al cementerio. No quiero ir, quiero quedarme aquí y no moverme. Pero mi mamá toma mi mano y me levanta. Todos están abajo esperándome. Estamos vestidos de negro y quiero gritar que a Lena no le hubiera gustado esto pero no lo hago, guardo silencio y camino con ellos hasta el auto.
Están hablando sobre ella. Un hombre que jamás la conoció está diciendo algo sobre Lena antes que su ataúd sea sepultado. El cree tener el poder de hablar sobre ella por ser un hombre de Dios, un sacerdote pero no es así. Él no la conoció, no sabe todo lo que ella lucho por alcanzar ser feliz y como su Dios se lo quito todo en menos de un aleteo de mariposa. Él no la ha visto sonreír y no ha sentido como todo lo malo que había pasado se iba al ver la sonrisa llena de optimismo de Lena. Él no la ha escuchado hablar sobre el amor y como debemos arriesgarnos por quienes amamos. Ella no ha pintado estrellas para él y él jamás se sentó en el portal con ella a ver las estrellas y la escucho nombrar todas las constelaciones.
-Dale señor el descanso eterno.-dice el sacerdote-Y brille para ella la luz perpetúa.
Ella no necesita luz, ella era luz. Y no quiero decirle adiós, no quiero dejarla ir, no puedo hacerlo. Aprieto con fuerza el ramo de rosas sobre mi pecho y siento como algunas espinas se incrustan en la piel de mi mano. Tessa pasa un brazo por mis hombros y me susurra que todo estará bien. ¿Cómo puede ella decir eso? Estamos a punto de dejar a nuestra pequeña hermana en un hueco, sola y alguien como ella no debería estar sola. No podemos dejarla ahí, yo no quiero dejarla. Es muy difícil pero yo puedo hacerlo, ya lo hecho antes, varias veces, puedo hacerlo ahora. Respiro hondo, cierro los ojos y dejo que mi parte racional se haga cargo de la situación. Las lágrimas dejan de salir y me paro erguida. Camino hasta el ataúd y lanzo una rosa sin saber exactamente porque, pero es lo que se supone se debe hacer en estos casos. Tessa hace lo mismo seguida por mi madre y mi padre. Le damos el último adiós a alguien a quién amamos y que aún debería estar aquí. Le decimos adiós y vemos como empiezan a cubrir su ataúd con tierra. Me quedo quieta mirando todo lo que hacen hasta que ponen su lápida blanca.
-Debemos ir a casa-me dice mi papá.
Levanto la cabeza y veo que es tarde, ya anochecido.
-Mira las estrellas-mi padre señala el cielo-están brillando por ella.
Sonrió ante eso. Ahora ella es una estrella.
Mi papá me abraza y me da un beso en la frente.
-Ya es hora que vayas a casa, cariño.
Sé a lo que él se refiere. Asiento con la cabeza y él me lleva hasta el auto donde esta mi mamá y Tessa esperando. Me subo el auto y mi papá conduce en silencio hasta el Pent-house de James. Me despido de ellos.
Tengo la llave en mi bolsillo pero no me siento bien al abrir la puerta con ella y decido tocar. 1... 2... 3. Él no abre. Levanto mi mano para volver a tocar y la puerta se abre. Él luce sorprendido al verme y veo que aún lleva la ropa del velorio, no lo vi ahí pero no recuerdo ningún rostro.
-¿Me dejas entrar?-le pregunto-¿Puedo volver?
Él sabe sobre qué estoy hablando pero él no se mueve para dejarme pasar.
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