Al lado de un río.
Una mujer está llorando.
Lágrimas de sangre.
Resbalan por sus suaves mejillas rosadas.
Tan doloroso como el desgarre de tu alma.
Su vista está nublada.
La muerte a traído la mayor desgracia.
Muerto, sin vida, sin calor, sin alegría, sin agonía.
Miles de espinas han desgarrado su frágil corazón.
Duele.
Cien puñales se han clavado de la manera más tortuosa posible.
Quien le prometió felicidad infinita.
Ha muerto.
La ha dejado sola.
Sola como la luna.
Esperando al sol.
Nunca harán eclipse.
Del dolor está se alimentó.
Lágrimas de sangre.
Sangre negra.
Se ha teñido de negro.
Negro sinónimo de dolor, muerte y soledad.
Ha atacado sin piedad.
Un arma reposa en su regazo.
¿Será capaz de encontrar la felicidad en la muerte o se desamparara en el dolor?
Miedo.
La ataca y no deja seguir con su destino.
Más la brevedad de su búsqueda gana.
Un disparo.
Un suspiro.
Un dolor.
Una vida.
Se ha ido.

Una mujer muerta yace al lado de un río, lloraba sangre por la perdida de su ser más querido.

La muerte dió paso al destino.