Capítulo 37

(hayley en multimedia <3)

i love me!

Narra Cloe:

Nos reímos a carcajadas y pasamos un gran rato bajo la luz de la luna a las orillas de aquel río. James y Charlie bebieron hasta la saciedad y Dylan y yo dedicamos el tiempo a estar juntos. Como si temiéramos que aquel momento terminase y es que así era pues, en un par de días volveríamos a la vida real. 

Caminamos en dirección al hotel en silencio. Me cabeza reposa sobre el pecho de Dylan y su brazo rodea mis hombros mientras avanzamos por la desértica calle. Hacía tiempo que no me sentía tan en paz conmigo misma pues, por primera vez en mucho tiempo, siento que estoy haciendo las cosas bien. Delante de nosotros, Charlie y mi hermano luchan por no tropezarse y caer debido a la cantidad de alcohol ingerida. 

— ¿Cuánto crees que tardará James en potar?— el pecho de Dylan vibra cuando habla. Esbozo una sonrisa, me separo un poco de él para analizar a mi hermano. 

Sus pies se arrastran por el suelo mientras sus brazos hacen movimientos extraños a medida que avanza por la calle. Por no hablar de como su cabeza da tumbos de vez en cuando o de como el pestazo a alcohol me llega desde aquí.

—Le doy diez minutos— bromeo y este se ríe. 

— ¿Tanto? Yo diría que ya— dice sorprendido. Justo cuando voy a replicárselo, el sonido de una arcada llama mi atención. Mi hermano echa la cena y parte de la merienda sin ningún tipo de escrúpulo. Me giro estupefacta hacia Dylan y este me guiña un ojo. Luego, se acerca para socorrer a su amigo. 

Tras haber esperado a que James se recuperara, seguimos con el camino de regreso al hotel. Lo que, está vez, el que iba apoyado en el pecho de Dylan era mi hermano y yo no. Digamos que ya no es capaz de andar sin tropezarse así que, maldito seas James. 

—Me gusta verte feliz— Charlie camina junto a mí y hasta ahora, no habíamos hablado mucho durante el día. Está borracho, pero, ¿no es cierto ese dicho de que las personas ebrias siempre dicen la verdad?

—¿A qué te refieres? Siempre he sido muy feliz— me defiendo y no miento. Desde que me mudé, soy feliz. Casi nunca tengo razones para no serlo.

— Lo sé, pero no tanto como ahora. A veces veía tristeza en tus ojos y era curioso porque solías estar sonriendo. No sé qué pudo haberte sucedido en el pasado, pero ahora sé que ya lo has superado.

—¿Cómo estás tan seguro? 

—Simplemente lo estoy. Algo en tu mirada ha cambiado, Jonhson. Has vuelto a tener fe en algo— me suelta encogiéndose de hombros. La boca casi me llega al suelo. No me lo esperaba— ¿En el amor, quizá? ¿En las personas? ¿En la vida? 

—Has bebido demasiado, Charlie, mañana no te acordarás de nada de esto— farfullo en un intento por que pare de hablar. Ojalá Dylan no lo haya escuchado. No quisiera tener esta conversación con él. 

Charlie asiente algo desorientado y bosteza. Ya casi hemos llegado al hotel.

—Me da igual no recordar esto, lo importante es que lo recuerdes tú— dice una vez que llegamos a la luminosa entrada del lugar. 

No le digo nada más, pero sus palabras me dejan pensativa. Caminamos a hurtadillas por el largo pasillo del hotel y entramos casi corriendo a la habitación. Todo parecía en orden pues, nuestros padres no se habían percatado de nuestra ausencia. Mi hermano se desviste y como mismo está, se tumba en la cama. Charlie realiza la misma acción y lo cierto es, que su falta de pudor, me hace desviar la mirada hacia otro lado. Dylan se da cuenta de ello y mira fulminante a su primo.

— ¿En serio, Charlie? Es verdad eso que dicen de que la confianza da asco — dice eso último mirándome. Su primo se frena justo cuando se va a quitar los calzoncillos. Este se da cuenta y me pide disculpas entre murmullos. 

Luego de asearme un poco y de cambiarme de ropa por algo que cogí de la maleta de mi hermano, me acuesto en la cama con Dylan. Sus ojos se iluminan cuando me ven acercarse. Honestamente, no tengo ni idea de lo que estoy haciendo. Solo me estoy dejando llevar por el momento. Me cubro con el edredón y me giro para mirar a Dylan.

— No sé tú, pero yo tengo frío— comenta. Luego esboza una sonrisa. Comprendo su insinuación así que, me pego a él lo suficiente como para que su brazo me abrace. En ese momento, su olor me embriaga— Mucho mejor así. 

No puedo evitar reírme, hasta que escucho una carraspera proveniente de la cama de al lado. James, a pesar de su ebriedad, nos mira con la ceja bien alzada.

— No tengo ni idea de lo que está pasando porque hasta hace unos días tú lo detestabas— me dice señalando al ojiverde— No obstante, estoy demasiado borracho como para tener una conversación seria ahora con los dos así que, vamos a dejarlo para mañana— A pesar de estar arrastrando las palabras, suena enfadado— Eso sí, les estaré vigilando toda la maldita noche así que las manos donde pueda verlas.

El bufido de Dylan me hace querer soltar una carcajada, no obstante, este me da un codazo por debajo de las sábanas para que me calle.  Mi burla haría cabrear a mi hermano y él lo sabe.

—Además, nada de besuqueos mientras estemos en la misma habitación. Es jodidamente extraño ver a mi hermana pequeña metiéndole la lengua hasta el fondo a alguien— Está vez la que se queja soy yo. Simulo una arcada y luego, grito.

—¡Cierra el pico de una vez!

A mí nunca se me ha hecho raro ver a James besándose con una chica, supongo que es por lo habitual que ha sido siempre para mí ver eso. Aunque, él no podría decir lo mismo de mí. 

—Es la verdad— masculla y a los pocos minutos, lo escucho balbucear hasta dormirse. 

Como si estuviese haciendo algo prohibido, Dylan pasa cuidadosamente su brazo por encima de mi cintura y se acerca a mí hasta llegar a sentir su aliento contra mi cuello. No dejo de observar a mi hermano, rezando para que no abra los ojos y, por suerte, no lo hace. 

— Buenas noches, Cloe— me susurra el ojiverde. 

Sonrío.

—Buenas noches, Dylan— respondo en el mismo tono de voz. 

Salí de la habitación antes de que mis padres se percatasen de que nunca volví anoche. Una vez que entro, mi madre ya está despierta. Cuando me escucha entrar, su rostro se gira hacia mí y una de sus cejas tan perfectamente recortadas, se alza.

—¿Dónde dormiste?— su pregunta me incomoda. Casi parece que sabe lo de Dylan y yo.

—Con James. Nos quedamos hasta tarde viendo películas— le miento. Jamás podría enterarse de que estuvimos merodeando por la calle durante la noche.

Ella asiente.

—¿Y Dylan?— inquiere. Por su manera de preguntar, sé que quiere saber algo.

Me hago la desinteresada y me cruzo de brazos.

—¿Qué pasa con él?

—Nada, simplemente me alegro de que ya se lleven bien. Era cuestión de tiempo.— se limita a decir y luego, me guiña un ojo.

Ella se dirige hacia el baño dejándome totalmente sorprendida en mitad de la habitación. ¿Me acaba de insinuar algo? Seguro que sí. Reprimida, me tumbo en la cama junto a mi hermana pequeña y me permito dar otra cabezada.

—¡Tienes que contárnoslo todo! ¡Sabemos cosas, Johnson!— Por la tarde, las chicas y yo decidimos hacer una videollamada grupal para vernos las caras. 

He de admitir que las extraño bastante, no me esperaba tener esta sensación con ellas, pues, tampoco ha pasado tanto tiempo. Además, este viaje es temporal. En un par de días volveré a la realidad.

—¿Qué clase de cosas?— digo haciéndome la horrorizada. Ellas se ríen.

—¡No te hagas la loca!— me chilla Eli. En primer plano está ella con una gran sonrisa y los auriculares. De fondo, se ve su desastrosa habitación.

—Es verdad, Cloe, escupe por esa boca porque sabemos bastante— corrobora Kathia. A su lado, Angy se come unas galletas. Ambas están en la habitación de su hotel.

Sé que se refieren a lo mío con Dylan. Probablemente Sam o Liam se hayan ido de la lengua porque el ojiverde les contó algo. Por otro lado, también podría haber sido mi hermano James y su incapacidad para mantener la boca cerrada. No obstante, no me molesta. Supongo que tarde o temprano se sabría. Por eso, comienzo a contarles con pelos y señales cómo empezó todo.

—¡Esto era lo último que esperaba oír!— confiesa Lucy cubriendo su boca con sorpresa. Sí, digamos que nadie esperaría escuchar todo esto sabiendo cómo lo detestaba.

Sonrío avergonzada por la situación. A lo mejor me fui de la lengua con los detalles.

—¿Y besa bien?— me pregunta, de la nada, Eli. 

Está vez sí que nos reímos todas. Poco a poco siento como mis mejillas se tiñen de rojo y justo cuando voy a responder, siento y escucho pasos a mis espaldas. 

— Eso me gustaría saber Cloe, ¿beso bien?— la voz de Dylan me deja petrificada. Por los rostros de mis amigas, sé que lo han escuchado ya que, más de una se cubre la boca con asombro.

—Eli, eres...— comienzo a decir, pero me callo. Ella comienza a carcajearse tan fuerte, que su risa consigue llenar la habitación a pesar de estar tras la pantalla. En ese momento, me giro para encarar la incómoda situación con Dylan.

Está en la entrada de la habitación, vestido de negro de pies a cabeza y como consecuencia, sus ojos verdes se ven más intensos que nunca. Sus brazos se cruzan sobre su pecho y sus cejas se alzan a la espera de que diga algo.

— Mmm, yo...— titubeo sin ser capaz de ser decir nada convincente. 

Sin olvidar el hecho de que mis amigas lo están presenciando todo, me giro hacia mi portátil en busca de ayuda. Sus rostros están más cerca de la cámara y eso me da a entender las ganas que tienen de escuchar nuestra conversación.

— Creo que ya va siendo hora de colgar— Es lo único que consigo decir. 

Ellas sueltan varios quejidos y antes de colgar, soy capaz de escuchar a Eli diciendo una disculpa por ponerme en semejante encrucijada.

— ¿No vas a decirme nada? — inquiere él. Casi parece que bromea.

— No deberías de escuchar conversaciones ajenas— digo aferrándome a eso y no a cualquier otra cosa para sobrevivir al aprieto.

— No era mi intención. Solo venía a invitarte a salir— admite caminando hacia mí. Trago en seco— Nuestros padres se van de compras, y James y Charlie siguen durmiendo así que, ¿quieres perderte por ahí conmigo?

Suena tentador. 

—No lo veo mala idea, pero me tengo que cambiarme— digo poniéndome en pie. 

Él esboza una sonrisa y por momentos, consigo ver sus pupilas brillar. Está entusiasmado y no sabría decir si eso es bueno o malo, quiero decir, no quiero que lleguemos al punto de ilusionarnos hasta hacernos daño.

— Bien, pero todavía me debes una respuesta— me recuerda antes de caminar hacia la puerta para poder cambiarme en paz. 

Entonces, siento el impulso de querer decirle la verdad ya que, honestamente, Dylan es muy buen besador. Tampoco es que haya podido experimentar con un montón de chicos, pero por ahora, él ha sido el mejor.

—No lo haces mal— respondo más bajo de lo que quería. 

—¿Sólo eso? Me esperaba más un... Eres el mejor o un quiero besarte otra vez— admite tratando de imitar mi voz. Ruedo mis ojos e instintivamente simulo una arcada.

—Tampoco te emociones Carter, he probado mejores— digo dándole en todo su ego masculino. Y lo consigo pues, su rostro casi parece un poema. Aunque, mi sonrisa traviesa lo relaja un poco. Por eso, en cuestión de segundos llega hasta mí y me encara.

—¿Ah sí?— Sus manos se posan sobre mi cintura y me atraen hacia sí. Justo cuando nuestros rostros comienzan a juntarse y casi creo que nos vamos a besar una vez más, la puerta de la habitación se abre de golpe.

—Cloe, ¿sabes dónde pueden estar mis...?— Mi madre se queda callada al ver la escena. No obstante, antes de que pueda malinterpretar las cosas todavía más, empujo a Dylan lejos de mí y este, de lo más ruborizado, se sienta en la cama.

Mi madre y yo hacemos contacto visual y puedo ver la intriga en sus ojos, sin embargo, rezo para que no diga nada pues sería tremendamente vergonzoso explicarle qué somos el ojiverde y yo ya que, ni siquiera yo lo sé.

—Vaya Dylan, no esperaba verte aquí— admite dedicándole una de sus típicas sonrisas. Luego, vuelve a fijarse en mí. De reojo miro la reacción de él y este se rasca la nuca con nerviosismo. 

—Sólo vine a proponerle un paseo a Cloe—le explica y después, me mira para que yo lo corrobore. 

Asiento y tan incómoda como él, sonrío. Bien, mi madre sospecha algo o quizás, ya dé por hecho cosas y no sé si debería preocuparme por ello. Solo sé que casi no pilla en pleno acto y me habría tirado por la ventana si hubiese aparecido unos minutos más tarde.

—Ah, eso está muy bien— responde mi madre tras dedicarse a analizarnos durante unos segundos. Luego, parece recordar a lo que venía— Yo estoy buscando mis gafas de sol, Cloe, ¿sabes dónde las pude haber dejado?

Sus ojos vagan por toda la habitación en busca de sus gafas de pasta negra y los míos también. Entonces, recuerdo algo.

—La última vez que las vi, Emily las tenía puestas— digo recordando a mi hermana pequeña sacándose una foto con el accesorio.

Mi madre me sonríe aliviada y suelta un largo suspiro.

—Gracias, iré a preguntarle entonces— contesta mientras juguetea con su collar dorado. Yo asiento y luego, veo como se vuelve a quedar mirando a Dylan— Bueno ya nos les molesto más. Pasenlo bien— Acto seguido, me guiña un ojo.

Me ruborizo. Lo que me faltaba. Dylan se lo agradece y les desea lo mismo a ellos con sus compras. 

—Y Cloe, ten cuidado, ¿sí?— me dice justo antes de salir por la puerta. La preocupación en su tono de voz es notoria y esa faceta protector sale a la luz. Entonces, Dylan habla por mí.

—No te preocupes por eso, yo me encargaré de que no le pase nada malo— Sus palabras me roban el aliento. Abro mis ojos con total sorpresa y sin darme cuenta de ello, mi mano se instala en mi pecho. 

Maldito seas ojiverde.

—Lo sé, Dylan, lo sé— le responde mi madre y parece muy segura de sus palabras. Casi parece agradecida de sus palabras. Después, se marcha dejándonos a ambos en un silencio bastante extraño.

Él se vuelve a poner en pie, dispuesto a salir tras ella para que yo pueda cambiarme y entonces, hacemos contacto visual. Sus cejas se fruncen ligeramente al verme. Ahora parece preocupado.

—¿Qué te pasa? ¿Dije algo que no debía?— inquiere acercándose a mí.

Niego con la cabeza, todavía analizando las palabras pronunciadas anteriormente.

—No... Es sólo que...— Trago saliva y me preparo para lo que voy a decir— Yo también te voy a cuidar, Dylan. 

Sus ojos se abren con asombro y una sonrisa se escapa de sus labios tras masticar todas mis palabras. Su mano se posa sobre su pelo aún sorprendido y después de quedarnos viendo durante un par de segundos, sus brazos me rodean. Su perfume me invade y casi tardo en reaccionar, mis brazos rodean su torso y cierro mis ojos. 

Solo espero que nuestras palabras se conviertan en actos y no se pierdan en el viento porque, eso sería una gran lástima para ambos. Sobre todo para mí ya que, me estoy ilusionando demasiado con lo que sea que seamos. 

Narra Hayley:

Hoy al fin es noche vieja y a decir verdad, este es uno de esos años extraños que probablemente recordaré toda la vida. Quiero decir, han pasado muchísimas cosas desde comenzó este curso. Desde la llegada de Cloe hasta el problema con los universitarios y todo mi drama con Chad. Por eso, me muero de ganas por ver qué nos depara este nuevo año. 

A estas alturas ya me he acostumbrado a la comida, no me alimento como antes lo hacía y casi no he subido kilos, pero según los médicos, no voy mal encaminada. Además, ha sido complicado comer durante las fiestas pues, en Navidad es cuando más se come y eso a mí, me pone de los nervios.

Todavía sentada en la gran mesa de mi casa, respondo a mis amigos por el grupo que tenemos. Todo son mensajes de feliz año nuevo y cursilerías típicas que van ligadas a este momento. Escribo par de mensajes y luego, dejo mi móvil sobre la mesa para centrarme en mi familia. Todos celebran con emoción y abrazos la nueva entrada de año y lo cierto es que me alegro de estar viva ya que, por un momento llegué a pensar que no lo contaría. Que mi vida iba a terminar en aquella tétrica habitación de hospital.

Mi madre me vuelve a abrazar por enésima vez en la noche y yo la acojo con los brazos abiertos. Supongo que ella tampoco esperaba tenerme aquí. Siento sus mejillas húmedas cuando se apoya en mi hombro y eso hace que se me salten las lágrimas.

— Por un año repleto de fuerza, hija— me susurra y yo asiento.

Cuando nos separamos, ella continúa con su ronda de abrazos por toda la sala y en ese momento, hago contacto visual con una de mis primas. Sí, ha venido casi toda mi familia a cenar en casa así que, hoy hay más bullicio que nunca y eso lo noto muchísimo ya que mi casa suele estar muy silenciosa.

— ¿Cómo te encuentras?— me pregunta y yo me encojo de hombros. Esa pregunta la he escuchado demasiadas veces en la noche así que ya ni sé qué responder. Está claro que mi familia se enteró de todo y que siguen preocupados por mí, pero yo soy más que esto. Tengo vida más allá de lo que me sucedió, hay muchas cosas por las que preguntar y aún así la gente sigue centrándose en lo malo. En las cosas que ya no quieres recordar o aquello a lo que no quieres responder. 

¿De verdad creen que voy a decirles cómo verdaderamente me siento? 

Es más, no es como si mi prima y yo nos llevásemos súper bien, digamos que hemos tenido nuestros roces durante la adolescencia porque ella es una chica bastante irritante en ciertas situaciones.

— Supongo que estoy bien, ¿y tú?

Ella me sonríe. 

— Mejor que nunca, prima— me asegura y en ese instante, mi padre se acerca hasta nosotras. En silencio, le agradezco la interrupción.

—Ya puedo llevarte a esa fiesta, así que cuándo tú digas— me avisa posando una de sus manos en mi hombro.

Yo asiento. Uno de los amigos de Liam organiza una fiesta y insistió bastante a Dawson para que fuésemos todos. Por eso, habíamos quedado en vernos allí o al menos, la mitad del grupo porque los demás siguen de viaje. 

— Iré a por mi bolso— le informo y mi padre asiente. La fiesta comienza justo después de las doce ya sabes, para festejar el año nuevo como es debido.

Me despido de mi dichosa prima y voy corriendo a por mis cosas para poder salir cuanto antes. Entro en mi habitación y cojo todo lo que necesito. Desde mi cartera hasta algo de maquillaje. Luego, me echo un vistazo en el espejo de la pared. Mis ojos vaguean desde mis pronunciadas clavículas hasta mis huesudos brazos para luego terminar en mis piernas tan menudas como agujas. ¿Cómo pude pensar que así me vería mejor? Luzco enferma y a veces, me odio a mi misma por lo que me he hecho. Sin embargo, no puedo hacer nada para remediar lo acontecido así que, por el momento, solo debo ceñirme a aprender a quererme de nuevo. Si es que alguna vez llegué a hacerlo. 

Por esa razón, decido verme con otros ojos. Me fijo en cómo el vestido rojo que me he puesto para la ocasión se ajusta a mis pechos y los hace ver más grandes y voluminosos de lo habitual. O en cómo mi cintura se ve más pronunciada que nunca. Eso consigue inflar mi pecho y permitirme salir de la habitación con la cabeza alta. Preparada para disfrutar en esa fiesta porque a donde vayas con buena autoestima, nada podría salirte mal.

--------------------

Gracias por su apoyo. Ya estoy de vuelta en la plataforma <3

 Escriban lo que quieran, me encantaría leerlos. 

¡Nos leemos pronto!

Les quiero, mil

--------------------

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top