Capítulo 31

(Hayley y... en multimedia 😉🙃)

Narra Hayley:

Han pasado tres días. Tres días en los que he estado hospitalizada y conectada a una vía para llenarme de los nutrientes que he estado sin tomar en varias semanas. Lo peor es que una parte de mí me grita que esto está mal, que cogeré peso otra vez. 

— En algún momento tendrás que comerte eso— me dice Chad desde el sofá de la habitación. 

Tanto él como Lennon y los demás del grupo me han estado visitando con bastante frecuencia. Por lo visto se metieron en un buen lío y ahora tienen que ir a detención todos los días durante dos semanas. Así que tuvo que haber sido malo. 

— En algún momento tendrás que pedirle disculpas a Lennon— contraataco. 

Detesto saber que soy la culpable de que ellos ya no se hablen y lo detesto todavía más cuando fue por un malentendido porque yo nunca besé a Lennon así que lo que vio Liam fue una estúpida alucinación.

— Ayer lo intenté, pero su mirada asesina me echó para atrás— me cuenta dando un sorbo a su botella de agua.

—No me valen excusas. Lennon es tu amigo y no te va a morder porque te acerques a él— le recuerdo lo que parece que a veces se le olvida.

Él esboza una sonrisa por lo que he dicho y mientras me mira de reojo, da otro sorbo a su bebida. Me gusta estar así con él. Volvemos a ser Chad y Hayley. Él ha vuelto a ser quien era y disfruto mucho de su compañía por eso. Le quiero mucho como amigo. 

— Hayley le pegué un piñazo, ¿vale? No me va a perdonar así como así— me dice de lo más sincero. 

Y puede que tenga razón, más que nada porque Lennon no ha sido capaz de nombrarme a Dawson en ningún momento. Así que sí, está cabreado. 

— Vale pero lo volverás a intentar mil veces más porque tu amistad con él es más importante que lo que tuvimos— mis palabras parecen sacudirlo con fuerza. 

No le ha hecho gracia. 

— ¿Qué pasa? 

— Nada, es solo que ese tuvimos me dolió más de lo que pensé— se sincera dejando a un lado la botella de agua. Yo suspiro y me dejo caer en el respaldo de la cama que ahora está elevada para que yo pueda comer. Mis ojos se pasean sobre la sopa fría y el plato de arroz que tengo frente a mis ojos y de repente, me siento sudorosa. Jamás me comería eso—  ¿De verdad que no sientes nada por él? ¿Ni siquiera un poco?

El día siguiente a mi hospitalización tuve una conversación con Dawson en la que le aclaraba lo que había pasado en la casa de Lennon. Sé que no era necesario estarle explicando las cosas porque al fin y al cabo, es mi vida y no la suya, pero sentía que después de todo el revuelo que se había formado, merecía una explicación. Así que le conté lo de nuestro no-beso y sobre por qué estábamos juntos en el baño. Básicamente yo había vuelto a vomitar por una razón no relacionada con una falsa alarma de embarazo y ambos estuvimos indagando sobre por qué podría tener esas náuseas. 

Hasta que al día siguiente, me desperté sintiéndome fatal y lo último que recuerdo es haber perdido el conocimiento. 

— Él fue mi amor platónico durante mucho tiempo y supongo que ese afán sigue vivo porque aún no me creo que él sea mi amigo. También estuvo para mí cuando más necesitaba a alguien,  pero no siento nada más allá que esa atracción o cariño— le explico — Supongo que contigo fue diferente. Fue fugaz pero intenso — De repente, sus ojos se iluminan. 

Sin embargo, no sonríe ni dice algún comentario chistoso de los suyos, simplemente vuelve a agarrar con fuerza la botella de agua y se queda mirando a la nada. 

— Me alegra oír eso— se limita a decir y con eso, doy por zanjada la conversación. 

Unos segundos después, unos toques en la puerta llaman nuestra atención. Yo invito a la persona a pasar y es ahí cuando veo a Lennon. Él sonríe plenamente al verme y yo le devuelvo el gesto. Se ve mejor que los otros días y me alegro por ello.

— Te ves bien, Hay— comenta acercándose para abrazarme. 

Sé que sabe de la presencia de Chad  en la sala, pero se limita a ignorarlo. Uno de sus brazos me rodea con cariño y yo me agarro a su cintura devolviéndole el abrazo.

— Lo mismo digo — le respondo.

— ¿Y esa comida? ¿No te lo vas a comer? Tu madre me ha dicho que te obligara— dice tomando la cuchara y revolviendo la mugrienta sopa.

Yo simulo una arcada y niego rotundamente con la cabeza. Chad, desde su posición, me mira con desaprobación. Él lleva todo este tiempo queriendo que me la beba. 

— No pienso beberme eso. Está tan fría como el pie de un muerto— me quejo. 

A mi lado Lennon rueda sus ojos y bufa.

— Pues le diré a los enfermeros que te la vuelvan a calentar— dice buscándole una solución rápidamente. 

Gruño.

— Hay no me vengas con esas, esto es serio, ¿vale? Estás muy por debajo del peso normal que deberías tener así que debes comer si quieres salir de una vez de entre estas cuatro paredes— me recuerda. 

LO SÉ, pienso pero no se lo digo. Sé que debo comer, el problema es que me siento mal al hacerlo así que no quiero. 

Me limito a asentir. Con eso, Lennon se acerca a recoger mi bandeja para pedir que me calienten la comida de nuevo. En ese momento, Chad da señales de vida poniéndose en pie. 

— Creo que ya va siendo hora de que me vaya— dice en mi dirección ajustándose los pantalones. Lennon lo mira, pero no le dice nada. Solo pestañea. — Cuídate mucho. 

No se acerca a darme un abrazo, simplemente asiente con la cabeza y desaparece por la puerta de la habitación con su botella de agua en la mano. Cuando se va, Lennon se gira para mirarme. Yo me encojo de hombros. 

— En algún momento de la vida tendrán que volverse a hablar, ¿no?— inquiero.

Él suspira.

— Supongo que sí, pero por el momento no. Ahora déjame ir a calentarte esto— dice para después salir por donde mismo se fue Dawson. 

Narra Dylan:

Saber que dentro de unos días estaré volando rumbo a Berlín junto a mi familia y Cloe, me hace querer ir con ganas a clase pues suponen una cuenta atrás para lo que se viene. 

¡Quiero que sea Navidad ya!

—¿En qué piensas?— la voz chirriante de Lindsey irrumpe mis pensamientos. 

Por más que me levante veinte minutos antes para no topármela en el camino al instituto, siempre me la termino encontrando. Es como si me estuviera observando desde la distancia. Como si esperara horas en la ventana de su habitación a que yo aparezca por delante y así ella salir. 

—En nada— digo encogiéndome de hombros. Mis manos se posan sobre las tiras de mi mochila y suspiro. 

Sus grandes ojos celestes se me quedan mirando fijamente. 

—Si estabas pensando en mí puedes decirlo—  bromea codeándome. 

Reprimí una carcajada— No estaba pensando en ti.

Al instante,  sus ojos se aguaron y eso me alarmó bastante, no quiero que se ponga a llorar en mitad de la calle. Me haría ver como un monstruo que no soy. Solamente le he dicho la verdad, ¿tan malo es eso?

—¿Estabas pensando en Cloe, verdad?— preguntó cortándome el paso.

No entiendo esa fijación que tiene por Cloe. Es como si estuviese pensando en ella todo el tiempo, pero a diferencia de mí, la piensa con odio, envidia y asco. Tres grandes males que la hacen todavía más miserable.

— No es asunto tuyo, Lindsey. Ahora sigamos— digo intentando sonar duro. 

Ella patalea el suelo y varias lágrimas se deslizan sobre sus ojos empezando a correr su maquillaje. No obstante, cuando creo que va a reventar en gritos, una de sus amigas o secuaces, hace acto de presencia salvándome totalmente el culo. 

— Perdón, ¿interrumpo algo?— dice ella con cierta timidez. 

Yo niego rápidamente con la cabeza y le sonrío agradecido. Lindsey abre sus ojos con sorpresa y como si hace unos segundos no me hubiese querido matar, esboza una de sus mejores sonrisas y se gira para encarar a la chica. Ella es físicamente igual que Lindsey. Ambas son rubias, de ojos celestes, cuerpo esbelto y figura curvada. Aunque he de decir que su amiga es más guapa que ella. 

Hay algo en ella que me gusta. 

No sé si es su modestia o su sonrisa, pero me gusta. Es más natural que Lind. 

— Claro que no Megi, solo estábamos hablando— dice ella poniendo su mejor tono de voz. 

La chica asiente y ambas comienzan a caminar delante de mí. Me sorprende esa facilidad que tiene Lindsey para cambiar su actitud, cualquier diría que hasta hace un segundo estaba a punto de ahogarse en un mar de lágrimas. 

Nunca la entenderé. 

— ¿Desde cuándo estás con él? Las chicas estuvieron diciendo que todo era una mentira tuya para fardar de que estabas con el nuevo— le cuenta ella como si yo no estuviera presente en la conversación.

Bueno, estoy unos pasos por detrás de ellas, pero dado el silencio de la calle, soy capaz de escucharlo todo. 

Oh por dios, ya no saben qué inventarse. Llevamos tres meses. — le dice como si nada a la tal Megan. 

Yo no puedo salir de mi asombro.

¿Desde cuándo estamos ella y yo juntos? No me había enterado. 

La chica asintió creyéndose la gran mentira y eso me hirvió la sangre. No quiero que se me empareje con alguien que ni siquiera quiero. Me molesta que ella sea tan obsesiva conmigo.

Dejándome llevar por el enfado y a una calle del instituto, las adelanté para llegar antes a clase. Como era de esperarse, la voz de Lindsey me frenó.

— ¿A dónde vas, cariño?

Con los dientes chirriando y unas tremendas ganas de gritarle, me giré hacia ellas. Su amiga me mira con cierta curiosidad y deseo, sus ojos se pasean por mi cuerpo repetidas veces, pero la ignoro. No estoy para esas ahora. 

— A clase, ¿tú que crees? — le respondo de malas maneras. Lindsey abre sus ojos con sorpresa, pero no deja de sonreír. Ella rodea el brazo de su amiga con el suyo, para no dejarla escapar— Y deja de llamarme así porque no soy tu cariño, ni tu dichoso novio. 

La tal Megan no aguantó las ganas de reír y soltó una carcajada por mis formas de destapar a su amiga. Lo cierto es que no voy a permitir que ella me ningunee de esa manera.

— Cierra el pico, Meg —  es lo único que le escucho decir a Lindsey cuando me alejo de ellas. 

Narra Angy:

Entré corriendo al instituto y busqué a mis amigos con la mirada. Todos estaban muertos de la risa en el banco de siempre así que me acerqué a ellos. Saludé a la gran mayoría y me senté junto a Logan en el gran banco. Tanto Connor como Liam se están fumando un cigarrillo, y no me sorprende que el chico de tatuajes lo haga, sino Dawson. Este me mira desafiante, esperando a que le replique algo, pero no le digo nada pues no es asunto mío.

Las chicas vuelven a reírse como focas y eso me hace sonreír. 

— ¿Qué pasa?

—Lindsey le ha montado un numerito a Dylan nada más llegar con su amiga Megan— me cuenta Kathia secando sus lágrimas de tanto reír. 

— Esa chica nunca lo dejará en paz— afirma Sam negando con la cabeza mientras Dylan se mantiene en silencio. Tiene el pelo mojado así que deduzco que Lindsey le ha tirado agua. 

Los demás vuelven a reírse y eso cabrea a Dylan.

— Ya está ya, no tiene gracia— se queja malhumorado. 

Y eso les hace reír todavía más. 

En ese momento, Adam llega hasta nosotros. 

— Buenos días— saluda en general para después acercarse a mí. Me da un cálido beso en la frente y le sonrío.

Don gancho— dice Liam dando una calada a su cigarro. 

Ese mote me recuerda a nuestra conversación en el hospital, cuando acordamos ser amigos. Yo lo fulmino con la mirada para que no siga y este me guiña un ojo.

— ¿Don qué?— inquiere Adam hincando su pecho.

Genial, lo que faltaba.

— Venga ya Adam, desínflate que son las siete de la mañana y lo último que quiero es pelear— dice rodando sus ojos.

Wow, estoy sorprendida. Adam hizo un amago de acercarse a él, pero lo agarré del brazo para frenarlo. Su cabeza se giró en mi dirección con sorpresa, varios del grupo también se asombraron, pero me dio igual.

 — Para— es lo único que le digo y seguidamente suena el timbre.

Adam se zafa bruscamente de mi agarre y a mi alrededor todos se preparan para entrar.  Él me observa con desaprobación y se va enfurecido a clase. Bien, no le gustó que lo frenara, ¿pero qué quería que hiciera? ¿Quería armar el jaleo y pegarle a Liam por ninguna razón aparente? 

— Gracias por el apoyo, Gigi, pero no era necesario— dice Liam pasando por mi lado para tirar la colilla a la basura. Ruedo mis ojos sin atreverme a mirarlo. ¿Y a qué viene ese apodo ahora? — Creo que ahora tendrás que ir a calmar a la bestia. 

— Callate, Dawson— mascullo cogiendo mi mochila para seguir a Adam. 

Esquivo cuerpos moribundos por el pasillo hasta que finalmente lo alcanzo. Él no me ve, así que aprovecho su distracción para tomarlo de la mano y meterlo bruscamente en un aula vacía. 

— ¡¿Pero qué haces?!— chilla zafándose de mi agarre. 

Cierro la puerta tras de mí y lo encaro.

— ¿Por qué te has ido así?— le pregunto cruzándome de brazos.

— ¡Porque me has humillado delante de nuestros amigos!— exclama alzando sus manos al aire. 

— ¡No me chilles! ¡Y yo no te he humillado! ¡Solo he impedido que te vuelvas a meter en un lío con Dawson!

De sus ojos saltan chispas. 

— ¡No era necesario que hicieras eso! ¡Además yo estoy así con él por ti!— me echa en cara con total descaro. 

¿En serio? 

— ¡Yo no te he pedido que le partas la cara cada vez que se te antoje! ¡Eso ha sido decisión tuya, no mía!— Ahora sí que me he enfadado. 

— ¡Oh, venga ya!— dice y seguidamente, da un golpe a uno de los pupitres. Tras ese estruendo, el silencio reina en el aula.

— Agradezco que te preocupes por mí, pero no de esa manera y menos que utilices de excusa mis problemas con Dawson para aflorar tu agresividad— digo bajando el tono de voz. 

Él se apoya en el pupitre. 

— Lo siento, no quería decir eso, ¿vale? Es solo que le tengo mucho coraje después de lo que te hizo— Asiento y me fijo en el paisaje a través de la ventana. Se ve una gran arboleda y luego, varios alumnos jugando al baloncesto. — Siento haber actuado así. 

De repente, siento sus manos rodeando mis mejillas así que lo miro fijamente a los ojos. Ya no saltan chispas de ellos, pero aún veo la rabia reflejada en su iris. 

— Deberías perdonarlo de una vez, yo ya lo he hecho— digo apartando sus manos de mi rostro. 

Él resopla cuando paso por su lado. 

— ¿Y cuándo fue eso? No me había enterado.

Me encojo de hombros.

— Tuvimos una conversación en el hospital y después, acordamos ser amigos— le cuento sentándome sobre uno de los pupitres.

— ¿Por qué? — inquiere. Yo lo miro confundida.— ¿Por qué lo has perdonado?

— Porque no me puedo pasar toda la vida odiándolo, Adam, no es sano para mí ni para nadie. Además, forma parte de nuestro círculo de amigos, de nada me sirve detestarlo si lo voy a ver todos los días— le respondo jugueteando con mis manos. 

Él bufa y molesto, se revuelve el cabello.

— No seas así, además, no es tan mal tío. Da muy buenos consejos— admito recordando nuestra intensa conversación sobre hacer lo que deseas. 

Adam me observa con incredulidad. Sus manos se alzan en el aire y después, apresan su cabello con brusquedad.

— Yo flipo— dice comenzando a caminar por el aula— ¿Ahora escuchas los consejos de Dawson? ¿El mismo tipo de se burló de ti con sus amigos, el que apostó dinero para besarte, él...?

Lo interrumpo.

— ¡Sí, Adam, el mismo!

Se queda callado.

— Ni siquiera sé por qué te estoy contando esto, es que no debería de darte explicaciones. He perdonado a Liam y punto, ¿vale? Te guste a ti o no — digo bajándome del pupitre para irme de una vez por todas a clase. 

Sin embargo, su voz me frena.

— No, ya que me lo has contado, por lo menos cuéntame alguno de sus maravillosos consejos— dice cruzándose de brazos y cambiando el tono de voz a uno completamente sarcástico.

— Me aconsejó sobre nosotros, imbécil. 

Estoy cabreada con él. La verdad es que me molesta muchísimo su actitud. 

— ¡Ah, que encima le hablaste de nosotros! ¡Nunca hablas del tema conmigo, pero con él sí! — exclama atónito.

— ¡Dios mío, sí! ¡Y tampoco hablamos mucho del tema porque no hay nada de que hablar de él!

— ¡Sí hay de qué hablar! 

— ¡No, porque nosotros solamente somos amigos! 

Mis palabras crean, de nuevo, un silencio neutral en la sala. Adam me observa con detenimiento, quizás replanteándose por qué seguimos siendo amigos. 

— Tú y yo no somos solo amigos— sentencia señalándonos— Somos algo más que eso. 

Solo tengo que pestañear un par de veces hasta verlo acercarse a pasos agigantados hacia mí. 

— Pensé que lo sabías— dice. 

Ruedo mis ojos.

— Eres tan bipolar— mascullo dando un paso hacia atrás. Él me sonríe— Y no, no lo sabía. Tendemos a dar las cosas por hecho sin antes haber hablado. 

— Vale, pues vamos a hablar las cosas— dice sentándose sobre el mismo pupitre en el que yo estaba.

Me cruzo de brazos y enarco una ceja sin poder tomarlo enserio. 

— Ya hemos perdido como diez minutos de clase— le recuerdo.

— Lo sé, y no nos van a dejar entrar ahora así que mejor para nosotros— Vale, en eso tiene razón. 

Ya me estoy imaginando las caras dramáticas de Cloe y Kathia por mi repentina desaparición.

— Vale, pero...

— Me gustas, Angy. — dice de repente. Lo suelta tan brusco que tengo que procesarlo— Siempre me gustaste en realidad, desde que empezamos el instituto y tú tenías esa paranoias extrañas sobre el fin del mundo. Luego nos distanciamos y nunca te lo pude decir, hasta que el tema de Dawson nos reunió y confirmó mis sospechas... Que son básicamente mis sentimientos por ti. 

Madre mía.

— Ahora es cuando tú me dices que sientes lo mismo y nos declaramos oficialmente novios— dice ante mi mudez. 

Sonrío.

— Sigo pensando que eres demasiado bipolar y trato de pensar en cómo hemos terminado hablando de esto— le digo de lo más sincera. Hace unos segundos discutíamos por lo de mi amistad con Liam—Pero sí, tengo sentimientos por mi mejor amigo. O sea, por ti. Y mira que he querido negarme a ellos, el problema es que no puedo. 

Eso le hace sonreír todavía más. Él se acerca a mí una vez más y toma mis manos entre las suyas sin apartar sus ojos de los míos. Esta vez no me aparto.

— Bien, entonces podemos saltarnos todos los pasos y ser oficialmente novios, ¿no?

Dicho eso, me besa. Sí, Adam se lanza a devorar mis labios con una mezcla de necesidad y ternura. Sus manos van a parar a mis mejillas y yo sonrío en mitad del beso. Cuando nos separamos, me río.

— Supongo que sí.— digo y le beso. 

Gracias Liam, sin ti no habría dado el paso. Creo. 

Narra Sam:

(les recomiendo escuchar la canción que he puesto en el apartado superior, Crush Culture de Conan Gray, para leer esta parte🙃)

Me dirigí a mi siguiente clase cuando el estridente timbre retumbó por todos los pasillos. A mi lado, Dylan y Liam hablaban de la clase que tuvimos y de lo mal que les iba. Sin embargo, algo o más bien alguien me distrajo de su conversación. 

Molly.

Una de las mejores amigas de Lindsey y con la que he tenido más de una aventura. 

Ella se lanza sobre mí y me da un casto beso en los labios. Mis amigos se ríen por lo bajo, pero a mi no me hace ni pizca de gracia. Ya no me apetece estar con ella, supongo que el juego se acabó.

— Hola...— murmuro un poco incómodo tratando de apartarla de mí.

Sus manos apresan mi cuello, pero consigo que me suelte. Ella no para de sonreír a pesar de mi rechazo y después, saluda a Dawson y a Dylan.

— ¿Cuándo vamos a vernos un día de estos, Sam?— me pregunta escondiendo sus delgados brazos por detrás de su espalda.

Me encojo de hombros.

— Pues no lo sé, ahora ando algo liado con los exámenes— le digo sin saber muy bien como rechazarla. Ella parece creérselo pues asiente. 

— Vale, pues cuando termines de estudiar, ya sabes— dice guiñándome un ojo, para después desaparecer por el pasillo.

— ¿Liado con exámenes? ¿En serio?— se burla de mí Liam revolviendo mi cabello.

Yo me río y me lo recoloco mientras ellos se carcajean de mi pésima excusa.

— Oye límpiate la cara, tienes carmín rojo por todos lados— me advierte Dylan señalando mis labios y mejillas. Yo me asusto y comienzo a sobarme la cara para desaparecer cualquier rastro que Molly haya dejado en mi cara. 

En ese momento de pura distracción, choco bruscamente contra alguien. Tan fuerte que esa persona se cae de culo contra el suelo.

—¿¡Por qué no miras por donde vas!?— me grita nada más y nada menos que Kathia.

Me eché manos a la cabeza cuando la vi en el suelo. Ella al ver que era yo, se sonrojó a más no poder. Me agaché para estar a su altura y le tendí mi mano. 

— Lo siento, gruñona, no te vi— le digo rezando para que me haya quitado todo el carmín del rostro. 

Ella rueda sus ojos de lo más malhumorada y sin aceptar mi ayuda, se pone en pie por sí sola. Seguidamente, pasó por mi lado y se intentó ir, pero me adelanté y le corté el paso.

— No quiero que te enfades conmigo por esto, por favor— le digo en tono de suplica.

Hace unos días que quedamos en ver qué queríamos ser y mañana es nuestra cita, así que lo último que quiero es que se eche para atrás.

— Sam no lo estoy, de verdad. Ahora déjame pasar— me dice de lo más atacada.

Yo me hago a un lado para dejarla pasar y me percato de que va a ir al baño. No obstante, no solo me doy cuenta de eso, sino de su mano tapando parte de su trasero. Mis ojos se fijan mejor en su redondo culo y es ahí cuando veo una mancha roja en su pantalón.

Ahora lo entendí todo.

De ahí venía su malhumor y sus prisas. 

Entonces, se me ocurrió una gran idea que la haría sentir mejor. Con las miradas vacilantes de Dylan y Liam, fui a la máquina de bebidas para comprarle un chocolate caliente. 

— Cada día me sorprendes más. ¿Primero rechazas a la gran Molly y luego te preocupas por una chica? — masculla Liam y Dylan se ríe.

Yo los ignoro y meto el dinero en la máquina. Luego pulso el botón del chocolate caliente y este comienza a hacerse.

— ¿Qué te hace pensar que no te lo va a tirar en la cara?— dice Liam de nuevo haciéndose en el gracioso.

No lo miro. Solo me fijo en el chorro de leche cayendo dentro del vaso de cartón, él vuelve a reírse y esta vez atino a darle un ligero empujón. Este se ríe.

— No lo hará, créeme. 

Cuando el chocolate se hace, lo saco de la máquina y justo en ese momento, Logan pasa por delante de mí junto a ese chico que le gusta. Es ahí cuando se me ocurre otra ingeniosa idea. Antes de que se me escape, lo agarro del brazo.

— ¿Y a ti qué te pasa ahora, hetero básico? — dice mirando mi agarre en su brazo y después mi rostro.

Ruedo mis ojos por su comentario y lo suelto. Seguidamente, le entrego el  humeante vaso. Él se queda extrañado mirándolo.

— Soy intolerante a la lactosa— se apresura a decir al ver que era chocolate caliente.

— No es para ti, solo quiero que se lo des Kathia de mi parte— le digo mientras lo coge.

— ¿Y por qué no se lo das tú? ¿Quién te crees que soy ahora? ¿Una alcahueta?

Vale, puede que haya sido una mala idea.

— Logan no seas capullo y dáselo sin más — interviene Dylan en nuestra conversación.

Él suelta un resoplido y pone los ojos en blanco.

— Está bien, se lo daré — dice dándose por vencido.

Justo en ese momento, Kathia sale del baño así que yo aprovecho para empujar a Logan hacia donde está ella. Cuando lo veo ir directo hacia ella, salgo disparado por el pasillo para que no me vea.

— ¿A qué ha venido eso? Pensé que se lo querías dar tú — me pregunta Liam alcanzándome.

Me encojo de hombros y sigo mi camino. Dylan a mi lado le hace señas a Liam para que deje de hacer preguntas.

— Vale, vale, me callo.

Supongo que el hecho de que ella viera el detalle que había tenido me pudo. Demasiado cursi hasta para mí.

--------------------

~Les quiero, mil~

--------------------

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top