Capítulo 21
(Chad y Hayley en multimedia 🙃)
Narra Hayley:
Después de haber hecho cinco paradas para ir al baño en varias estaciones de servicio, otra parada en mitad de la carretera para que Kevin vomitara y una más porque Eli y James se iban a matar, llegamos a nuestro pueblo mientras caía la noche. Hasta ahí todo estuvo correcto, no obstante, el drama llegó cuando mis padres me abrieron la puerta de casa y me vieron con aquellas pintas: ojeras bajo los ojos, desaliñada, apestosa y con un yeso en el brazo.
Casi se desmayan, lo juro.
Les había dicho lo de la parada en el hospital porque me había dado un golpe, pero no se esperaban que fuese a llegar con una fractura. Así que, luego de soltarles la mentira sobre cómo me lo hice, me fui a dormir.
A eso de las siete, mi padre apareció en mi habitación haciendo de despertador con mi desayuno favorito pues sabe bastante bien lo mucho que finjo cuando me siento mal.
No quiero tener esto en el brazo.
Desayuno bajo su atenta y preocupada mirada, me visto con bastante torpeza y finalmente, salgo al exterior. Desgraciadamente vuelve a ser lunes, eso significa que tengo clase y para mi mala suerte, no puedo conducir mi moto nueva así que Chad se ofreció a llevarme a clase hasta que mejore, pero me temo que será por poco tiempo porque me costó un imperio convencer a mi padre de que iría con un amigo.
-Buenos días, linda- me dice saliendo de su coche para saludarme. Es el mismo en el que fuimos a la casa de la playa.
Yo acepto con gusto su abrazo y al mismo tiempo, entramos en el vehículo. La verdad es que, sé el esfuerzo que supone para él hacer esto. Vive a unos minutos del instituto y casi siempre viene con los chicos y Cloe, así que tener que tomar el coche y venir hasta aquí no creo que le sea de agrado. Pero, la culpabilidad por mi situación supera ese "esfuerzo". Ayer me pidió perdón un millón de veces porque cree que por su culpa yo estoy así y no es cierto. Estoy así porque golpee como no debía.
-¿Cómo está ese brazo?- me pregunta arrancando el coche.
- Ya me estoy acostumbrando a esto, así que estoy bien- le dije encogiéndome de hombros.
Él se me quedó mirando durante unos segundos para comprobar si mis palabras eran ciertas y finalmente, se centró en conducir. Todavía no nos conocemos lo suficiente, sé que hay aspectos de su ser que me quedan por conocer y yo diría que él también de mí.
Pasamos todo el trayecto cantando canciones de un viejo disco que tiene su padre en el coche. Sorprendentemente, me sabía todas las canciones y eso lo hizo todavía más divertido.
Llegamos al instituto con tiempo de sobra para entrar en clase. Varios alumnos se amontonan en la entrada y a lo lejos, diviso a mis amigas. Chad aparca el coche en un aparcamiento libre y seguidamente, apaga la música. Comprendo que esa es la señal para salir del coche, pero su voz y su mano sobre mi muslo me frenan.
Cuando me giro sus ojos están fijos sobre mí y podría decir que está nervioso.
- Si vas a pedirme perdón por enésimo quinta vez ahórratelo, ¿vale? No fue tu culpa y si quieres sentirte mejor, llévame a clases de boxeo después de esta. Así aprenderé a golpear como es debido - le digo.
Él se ríe por mis palabras y niega con la cabeza. Con eso parece que apasiguo el tenso ambiente.
-Te llevaré a esas clases de boxeo, pero no es por eso... - masculla ahora aclarándose la garganta levemente.
En ese momento, me doy cuenta de lo que se viene y me tenso también. Espero que no sea el típico chico que se precipita en las relaciones porque eso sería un gran chafo. Tengo las espectativas altas con él y me gustaría mantenerlas.
- Me estás asustando - digo sin pensar.
Lo está haciendo de verdad. Parece que me va a decir algo importante, como que me atropelló al gato o que es un asesino en serie.
- Me preguntaba si querrías salir conmigo un día de estos - suelta por fin.
Esa respuesta me calma, pues no es una declaración de amor ni un secreto de estado sino una propuesta bastante prometedora.
Una sonrisa se me escapó, quizás una de alivio por saber que simplemente quiere salir por ahí conmigo.
-Claro, ¿a dónde iríamos?- le respondí tratando de sonar tranquila.
Una sonrisa se estampó en su rostro, aunque mantuvo la compostura.
-Quiero que sea sorpresa- me dice emocionado. - ¿Te parece bien el viernes a las siete?
Asentí con cierto entusiasmo. No es un intenso de la vida y eso me gusta. No se ha precipitado en nada y eso también me gusta.
-Me parece bien- dije acercándome a él para besar su mejilla.
Sus ojos se abrieron con sorpresa cuando me separé. Luego, salí del coche sin haberme dado cuenta de que durante todo este tiempo, el corazón me había estado latiendo a mil por hora.
Narra Chad:
Vi a Hayley desaparecer entre el barullo y alumnos y ahí fue cuando celebré nuestra salida. Por un momento pensé que me diría que no, pues lucía algo asustada o preocupada por lo que le iba a decir. No obstante, ¡me dijo que sí!
Tengo exactamente 5 días para pensar un buen lugar al que ir ya que, cuando le hice creer que tenía pensado un lugar sorpresa, era mentira.
Cerré mi coche y caminé hacia donde estaban los chicos. Ellos lucen más emocionados de lo habitual, incluso Kevin. Para mi grata sorpresa, Liam y sus amigos también están aquí. Hasta Logan y Adam y eso sí que es extraño.
¿La casa de la playa quizás?
Cuando me acerqué, los saludé con bastante emoción y eso les llamó la atención.
-Qué feliz te noto, ¿no? - me preguntó mi hermano mellizo.
No me creo que haya venido caminando con los demás, ¿qué le habrá picado?
- Yo sé lo que le pasa- declara James de lo más sonriente.
Todos lo miraron a la espera de que dijera algo más. Sus cejas se alzaron juguetonas y me miró.
- Empieza por H y acaba por Y- dice. Logan, a su lado, se quedó pensativo y fue Sam el que le hizo despertar.
-Madre mía, lo sé hasta yo que soy el nuevo del grupo - dice burlesco.
- Es Hayley - añade Dylan, el ojiverde.
Yo asiento y sinceramente, me pongo feliz con tan solo escuchar su nombre.
- Le has pedido salir, ¿a qué sí? - me preguntó Connor y una vez más, asentí.
- Me ha dicho que sí - dije ahora tratando de mantener la compostura.
Estamos siendo el centro de todas las miradas, porque no es muy usual vernos a todos juntos, y yo también estoy siendo la razón por mi extraña felicidad. Además, Hayley podría estarme mirando.
-¡Oleeeeeeeee!- exclamaron todos entre aplausos.
No obstante, los mandé a callar pues nos está mirando, literalmente, todo el mundo.
- ¿Y a dónde van a ir?
Mi mellizo se separa de mí para yo poder responder a Sam.
- No tengo ni idea. Le he dicho que era sorpresa.
-Bien, pues pensemos en algo que la haga ser inolvidable - masculla pensativo y totalmente poético Adam.
- Verás que de aquí al viernes no tienes nada - dice Kevin de lo más pesimista.
Todos sueltan bufidos y es Connor el que lo golpea en el cogote. Este con aires de malhumorado rueda sus ojos, aunque, su expresión cambia cuando Lucy pasa por nuestro lado junto a una compañera de clase. Ella nos saluda con la mano y eso le hace sonreír.
- Ay no, Kevin dime que no - dice Lennon zarandeándolo.
Él vuelve a la tierra tras pestañear varias veces y una vez más, nos fulmina con la mirada.
- De qué estás hablando ahora- se queja.
Lennon, Connor, James y yo intercambiamos miradas cómplices. Ese gesto irrita a Kevin, quien está justo en medio de nosotros.
- Te hemos visto - le digo refiriéndome a su bipolaridad.
Él me saca el dedo medio y se cruza de brazos.
- Tío, Lucy tiene novio, ¿vale? Así que sácala de tu cabeza - le advierte James.
Eso sí que no lo sabía.
- Está fuera de mi cabeza James, así que déjense todos de fantasías - masculla molesto.
- Solo lo dice porque te llevarías una gran decepción y lo sabes - le recuerda el chico de tatuajes antes de que pueda enfadarse todavía más.
Este asiente rendido.
- Sólo la veo como una amiga, ¿vale? Ahora sigamos hablando de lo desastrosa que va a ser la cita de Chad con la intensa de Hayley.
Eso hace reír a la mayoría, especialmente a los que todavía no han llegado a ese nivel de confianza con Kevin como para saber la que se avecina para él.
No quiero que salga dañado, pero eso no quita que sea el rey del pesimismo.
- Qué capullo - digo en mitad del escándalo de carcajadas.
Narra Cloe:
Sorprendentemente, ya es viernes y eso significa que ha llegado el día de la cita entre Hayley y Chad.
¡Yuju!
Hace unos minutos me disponía a pasar la noche comiendo roscas (palomitas, jeje) y viendo películas amorosas para deprimirme un poco. A veces soy así de masoquista, sí. No obstante, mi deprimente plan se vio interrumpido con una llamada de teléfono de Eli.
En ella, me decía que Hayley estaba de los nervios en su casa y que deberíamos ir a verla porque estaba a punto de llamar a Chad para cancelar su salida. Así que, con el bol de roscas recién sacado del microondas, me escabullí en el coche con mi padre y cambié el rumbo de su destino.
Él iba a comprar un par de cosas antes de que las tiendas cierren, pero gracias a mí, antes tendrá que desviarse hacia casa de Hayley.
- ¿En serio te vas a llevar eso?
Yo asiento en dirección a mi padre y como mismo estoy, entro en su coche. Tengo mi típico atuendo de estar por casa que básicamente es ropa muy cómoda y obviamente, me llevo conmigo el bol de roscas.
- No iba a dejarle esto de gratis a James y Emily- le digo.
Mis hermanos ya se lo estarían comiendo como gaznapidos. Mi padre asiente dándome la razón pues conoce bastante bien a sus tres hijos con nombres ingleses porque sí, mis padres vivieron muchos años en este país y quedaron enamorados de sus costumbres y cultura. Por esa razón, pensaron que sería buena idea ponerle nombres no hispanos a sus hijos. Quizás así marcarían "la diferencia".
En cuestión de minutos, ya estoy frente a la puerta de la casa de Hayley tocando el timbre.
- Menos mal que llegas, lleva encerrada en el baño más de media hora- me cuenta acelerada Eli. Seguidamente, me jala del brazo para que entre en la casa.
Las voces de las demás retumban por los pasillos de la desoladora casa. Los padres de Hayley le han dado un toque minimalista demasiado exagerado pues, la sensación al entrar es de puro vacío. Es como si no hubiese nada, sobre todo si la comparásemos con mi casa la cual parece una tienda de souvenirs con exceso de decoración.
Sigo a Eli escaleras arriba y la situación me es un poco cómica. En España, probablemente le habría dicho que no a Sofía si me hubiese dicho que Claudia no iba a salir con un chico por no saber qué ponerse. Son cosas bastante absurdas que, en mi otro hogar, me habrían hecho actuar de diferente manera.
No obstante, estas chicas se lo toman todo muy a pecho y el concepto de piña lo llevan muy presente. Si una necesita ayuda, todas van a su auxilio.
-¡Sal ya, mujer!- le decía Kathia a nuestra dramática amiga. Todas están en el pasillo a la espera de que ella salga del baño. Cuando me ven llegan sonríen.
- ¡O te arrugarás como una pasa y Chad se asustará!- añade Eli aporreando la puerta.
Eso me da a entender que se está bañando. Le doy un ligero abrazo a cada una y es Lucy la que me roba el tentempié del bol.
- Has pensado en todo, nada como unas buenas roscas en mitad de una película - me dice masticando con ansias.
Sonrío y asiento. En ese momento, se deja de escuchar el agua de la ducha así que eso es una buena señal pues significa que Hayley ha decidido salir.
- ¡Necesito relajación!
Nosotras no pudimos evitarlo y nos reímos. No me creo que esté nerviosa por una simple salida. Es cierto que es su "primera cita", pero tampoco es para tanto. Sigue siendo Chad, quien he de admitir que ha estado nervioso toda la semana.
-Muéstranos tu cuerpo ardiente- canturreó Angy haciendo unos movimientos extraños con la cadera. Mi ceño se frunce intensamente. Eso fue extraño.
De una vez por todas Hayley salió del baño, su piel está húmeda y su delgado cuerpo está rodeado por una fina toalla lila. Ahora que la miro bien, sus piernas son tan finas como alfileres y eso me recuerda a que ha perdido musculatura desde la primera vez que nos vimos. Ella nos mira a todas y seguidamente sonríe algo cohibida.
- Gracias por venir. No podría tener unas amigas mejores - nos dice y por ende, la abrazamos.
Qué bonito.
- Hasta Cloe ha traído roscas- le dice Lucy señalándome.
Yo le acerco el bol, pero ella niega con la cabeza reacia a probarlas.
-Estoy intentando comer mejor, ya sabes, para tener el cuerpo diez- me dice tratando de justificarse.
-Ya tienes cuerpo de diez - le dice Eli y yo asiento dándole la razón.
El tema de gustos depende de la persona, para alguien tener el cuerpo como el de Hayley no sería perfecto, pero para otra sí. Desde mi punto de vista, está bien como está, incluso diría que está demasiado delgada y me sorprende que aún quiera bajar más.
Nunca está conforme con su cuerpo.
- Bien, mientras gastabas medio litro de agua, ¿pensaste en qué te pondrías? - le pregunta Kathia.
Ella niega con la cabeza.
- Pues vaya malgaste de agua entonces- comenta Eli mientras entramos en su habitación.
- Chad dijo que fuese abrigada porque puede que hiciera frío - cuenta ella recordando lo que le dijo.
- Fijo que te lleva a la montaña - digo.
Ninguno de los chicos quiso decirme el lugar de la cita pues no se fiaron de mí. Ellos dieron por hecho que yo le diría algo a Hayley así que, no pude sacárselo.
- ¿Tu crees? Menuda bastada- vuelve a comentar Eli haciendo una mueca.
Nosotras la fulminamos con la mirada aunque, por suerte, Hayley no la escuchó.
Tras varios minutos de deliberación, optó por un pantalón blanco ajustado y una chaqueta de ovillo marrón porque ya dimos por hecho que irían a la montaña y allí hace mucho frío en la noche.
- Estás guapísima - comenta Lucy cuando se coloca el gorro.
Su cabello está completamente liso, gracias a Angy, y la hace lucir todavía más hermosa.
- ¿Segura? Me veo demasiado gorda con este abrigo - dice preocupada mirándose en el espejo.
Ruedo mis ojos. No entiendo cómo es que todos vemos su belleza, menos ella.
- Es que esa es la idea, si fuese fino te morirías de frío en unas horas - le responde de los más obvia Eli.
Es comprensible. Finalmente, se queda con la misma ropa y justo en ese momento, Chad la llama por teléfono para que salga.
- Socorro, estoy nerviosa - nos dice cogiendo su bolso.
Ahora lo estoy hasta yo con tanto preparativo.
- Solo es Chad, no es un extraño así que fluye - le aconsejo y ella asiente.
- Exacto, déjate llevar y ya está - añade Kathia.
-Ahora sal ahí fuera y menea ese culo- le dice Eli arrastrándola hacia la salida.
Corrimos detrás de ellas hasta la planta baja donde Chad la espera desde su coche.
- Vale, cierren la puerta cuando se vayan y si mi madre pregunta, estoy en el baño - dice antes de salir por la puerta.
Es gracioso porque nos estamos despidiendo de ella desde su propia casa.
-¿Vemos una película?- propone Lucy una vez que Hayley se va con Chad.
- Vale, pero yo elijo la película- dice Eli caminando hacia el salón.
Narra Hayley:
Los cálidos rostros de mis amigas desaparecen una vez que me cierran la puerta en la cara. Me giro sobre mis propios pies dispuesta a enfrentarme a la realidad del asunto: Chad. Su cuerpo está completamente apoyado sobre su coche y una vez que me ve, sus ojos me escanean repetidas veces con la mirada.
Está guapísimo. Su pelo rubio está perfectamente peinado y lleva puesta una sudadera negra que le hace ver todavía más atractivo. Diría que le realza las facciones. Cuando me acerco, esboza una tremenda sonrisa. En ese momento, mis piernas tiemblan ante una extraña sensación que me rodea.
- Veo que te tomaste en serio lo de ir abrigada- comenta una vez que me acerco. Sus brazos se abren y yo doy un paso para permitir que me rodee.
El abrazo es breve, pero reconfortante. No sé muy bien cómo interpretar su comentario, ¿quiere decir que lo exageré? Él se da cuenta de mi confusión y rápidamente habla.
- No me malinterpretes, estás perfecta así.
- Gracias, supongo.
En silencio nos subimos en su coche y sin decirme nada, toma rumbo al lugar sorpresa. Su móvil sobre el salpicadero no para de iluminarse ante la llegada de varios mensajes. Él los ojea con rapidez y molesto, lo apaga.
- Los chicos pueden llegar a ser muy pesados- comenta refiriéndose a los mensajes y eso me hace reír.
Por lo que veo, todos están involucrados en el asunto.
- No me vas a decir a donde vamos, ¿verdad?
Él me mira de reojo y vuelve a sonreír.
- Quiero que sea sorpresa.
Como de costumbre, Chad sube el volumen de la radio y busca una emisora en la que estén poniendo alguna canción buena. Tras varios intentos, encuentra una y no tarda en ponerse a cantar con cierta emoción. A pesar de mi nerviosismo, me dejo llevar por el momento y me uno como coro.
- Ya hemos llegado.
Chad apaga la radio y se deja caer en el asiento del coche. Ha aparcado en un aparcamiento de tierra que, a decir verdad, está repleto de coches. A lo lejos diviso una extensa cola de personas y me quedo de piedra cuando me doy cuenta de a dónde me ha traído.
- Una pista de hielo.
Si fuese una cita normal, lo vería absolutamente romántico pero, teniendo en cuenta la fractura de mi mano, lo veo como una terrible idea. Chad no deja de observarme ni un segundo. Como si quisiera adentrarse en mis pensamientos. Parece darse cuenta de la poca gracia que me hace esta idea de salida y antes de que pueda hacerlo yo, habla.
- Sé que suena muy loco por tu situación, pero te juro que lo pasaremos genial- dice. En su tono de voz, noto su nerviosismo.
- No dudo de la diversión Chad, dudo de si no me haré más daño si me caigo- le respondo francamente.
No sabría describir su expresión, creo que lo he dejado sin palabras y me sienta mal porque sé que esto ha sido su idea.
- ¿Y si te dijera que jamás te dejaría caer?
- Suena muy poético por tu parte, pero creo que nos caeríamos los dos.
Él sonríe tanto que sus ojos se achinan. A pesar de la oscuridad dentro del coche, puedo ver sus ojos brillar con entusiasmo.
- Puedo asegurarte que no, solo debes confiar en mí.
Sus palabras impactan en mi interior y siento mi corazón latir con frenesí. Chad sale del coche y bastante aturdida, hago lo mismo. Cojo mi bolso y cierro la puerta. El aire es gélido así que agradezco el abrigo que tanta inseguridad me generó hace unos minutos. Escucho las pisadas de Chad contra la gravilla y en cuestión de segundos, lo tengo frente a mí. Ahora tiene una chaqueta larga y negra sobre su sudadera. Entre sus manos lleva una bolsa.
- ¿Qué llevas ahí?
Él vacilante, juguetea con ella y después saca lo que hay en su contenido. Se trata de un gorro de lana marrón acompañado de dos pompones blancos y peludos. Cuando voy a hablar, este da un paso al frente y me lo coloca sobre la cabeza con cierta ternura.
- Sabía que te quedaría bien- dice orgulloso de su adquisición.
No me creo que me haya comprado un gorro solamente para venir a aquí. Me giro sobre mis propios pies y me veo en el reflejo del cristal del coche. Mi cabello liso hace una combinación perfecta con el gorro y sorprendentemente, hace juego con mi chaqueta.
- ¿Te gusta?
Asiento.
- Es perfecto. Muchas gracias- digo acercándome para darle un abrazo.
Él se ríe y me rodea con sus brazos una vez más. Luego, tomamos rumbo hacia la cola de personas que también van a la pista. Chad no quita su mano de la mía en ningún momento y por un momento, parecemos una pareja más. Al cabo de un rato de espera, conseguimos acceder al recinto. Me coloco los patines con su ayuda, pues con el yeso me es más complicado y de una vez por todas, pisamos la pista.
Al principio, ambos vacilamos sobre el hielo pero nos estabilizamos antes de llegar a caer. Su mano se aferra a la mía generándome seguridad. Avanzamos por la pista y la verdad es que, él sabe bastante del tema. Yo estoy casi todo el rato teniendo amagos de caer.
- Dije que no te dejaría caer- me dice justo antes de que esté a punto de besar el gélido suelo.
La vida es tan resbaladiza como una pista de hielo. Hay momentos en los que avanzas con firmeza, algunos en los que desearías frenar en seco y otros en los que necesitas una mano en el último momento justo antes de caer. Las rachas buenas y malas son un hecho y parece que Chad podría estar presente en ambos bandos.
- Ya lo sé, y más te vale cumplirlo porque no me apetecería acabar en el hospital- digo sacando esa típica faceta mía con él.
Chad se ríe y me impulsa a seguir. Pasamos horas en la extensa pista de hielo, entre risas, bromas, caricias y ninguna sola caída.
- Ha sido más divertido de lo que imaginé- me dice cuando salimos.
Yo asiento dándole toda la razón. Me lo he pasado realmente bien.
- ¿Tienes hambre? - le pregunto al ver un letrero de neón a lo lejos con forma de hamburguesa. Él asiente y sin pensárnoslo dos veces vamos directos hacia el pequeño puesto de comida.
El hombre nos atiende con amabilidad y terminamos pidiendo lo mismo. Una hamburguesa con papas fritas. Nos sentamos en una mesa libre y le doy un mordisco a mi hamburguesa. No debería comerme una de estas, principalmente porque engorda, pero hoy me da igual todo.
Chad mordisquea la suya sin apartar los ojos de mí y si fuese otro chico, seguramente me sentiría incómoda ante su atenta mirada. Comer delante de alguien siempre es fastidioso.
- ¿Por qué me miras tanto? ¿Quieres un trozo de la mía?
- Me gusta que te sientas cómoda conmigo. No cualquier chica comería con tanta pasión una hamburguesa en su primera cita con un chico que le ralló la moto.
Ruedo mis ojos.
- Tengo hambre, y ahora que lo mencionas, todavía me debes dinero.
Él suelta una carcajada tan fuerte que los otros comensales se nos quedan viendo. Chad, en silencio, se disculpa por haber interrumpido su pacífico ambiente basado en murmullos.
- Pensé que con toda esta movida de la cita lo dejarías pasar- dice haciéndose el dolido.
Termino de masticar y niego con la cabeza.
- Lo iba a hacer, pero luego recuerdo las caras enfadadas de mis padres por ser una irresponsable y se me pasa.
Él chasquea su lengua.
- Puedes decirles que fui yo.
Niego con la cabeza.
- Eso sería todavía peor, créeme. Pero por esta noche, te lo perdono.
Creo que si no fuera por ese incidente, ninguno de los dos se habría percatado de la existencia del otro. Seguramente lo habría visto por Cloe ya que son vecinos y amigos, pero seguiría desviviéndome por la atención nefasta de Lennon, quien también es su amigo. Su mejor amigo e igualmente, no nos veríamos como estamos ahora, es decir, teniendo una cita.
Terminamos de comer y nos dirigimos a su coche. Yo entré primera y luego me siguió él. Mis ojos fueron directos hacia la radio apagada y seguidamente hacia la hora que marca el coche. Las 00.34. Es bastante tarde. Supongo que las chicas ya se habrán ido a sus casas.
A mi lado Chad carraspea su garganta para llamar mi atención. Con la poca luz del exterior puedo ver las marcadas facciones de su cara. Es un chico muy atractivo, no lo voy a negar y por momentos, me siento exageradamente atraída por él. Su sonrisa me hace temblar y su forma de mirarme me hace sentir segura.
Ninguno de los dos es capaz de romper la conexión visual y es como si estuviésemos teniendo una conversación mediante pensamientos. En cuestión de segundos, estamos más cerca de la cuenta y para mi sorpresa, él da el paso y me besa.
El beso es pausado, suave y cariñoso. No obstante, con el paso del tiempo va cogiendo otro tono y el ambiente se caldea. Casi puedo sentir su piel arder contra la mía con un solo roce. La idea de parar me pasa por la mente, pero me tomo a pecho ese "déjate llevar". Por eso, me dejo caer en los brazos de la pasión y de la tentación. Porque Chad es eso para mí: una tentación.
Y pensarás, ¿y qué hay de lo demás? Lo demás es historia.
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¿Qué habrá pasado en la cita de Hayley y Chad?
¡Quiero saber qué piensan!
Gracias por los votos y comentarios ❤.
~Les quiero, mil~
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