5. "Patitas pa que te tengo"


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"Eres una chica mala, June"

La clase de hoy pudo haber sido divertida si me hubiese concentrado lo suficiente como para hacer mis pasos adecuadamente y no dar traspiés. Pero no, la niña tenía las hormonas alborotadas, ¿y quién no? Oficialmente tenía una cita con Ben Connor, el mismo Ben que había estado provocándome maripositas durante los últimos cuatro años, y para que eso pudiese salir como esperaba, no necesitaba al hijo de Ares arruinándome la existencia ni mi temprana vida amorosa.

Ava y yo teníamos un plan, un muy macabro plan.

Mi amiga fingiría un dolor de tripa muy grave, incluso se tiraría al suelo para darle drama al asunto, y yo, como su mejor amiga, me ofrecería llevar a la pobre y enfermita Ava a casa.

Plan que salió como una patada en el culo, mi amiga era pésima actriz profesional y soltó una risotada, arrastrando mi vida amorosa entre sus patas y consiguiendo que la señorita Charlie llamase a nuestros representantes.

¿Adivinen quien venía entrando por la puerta?

—¿Siempre luce así, como sacado de un comercial? —Ava le dio una muy buena y descarada ojeada a un Kaegan que venía con una cara de pocos amigos, ardiente, pero de pocos amigos.

—Sacado del infierno más bien. —Contesté encogiéndome de hombros en una de las bancas viendo como Kaegan se acercaba a la señorita Charlie y comenzaban una conversación que hasta aquí, no se alcanzaba a escuchar.

—Te creo, está que quema.

—Cállate, babosa. —Me quejé—. Por tu culpa estamos en problemas.

—¡Pero fue tu plan!

—Cierra el pico, estúpida. —Rechisté—. Tú lo arruinaste.

Ambas permanecimos en la banca por unos quince minutos más, los papas de Ava llegaron también y se unieron a la charla. Todos estaban completamente serios, pero entre un segundo y otro, Kaegan me dedicó la mirada de:

Oh, sobrina, voy a castigarte por esto.

Mis pensamientos se nublaron al imaginar la escena de Kaegan palmeándome las nalguitas hasta dejarlas rojitas, con un látigo negro de cuero, muy delgado pero resistente, sin camisa y con vaqueros rasgados.

¡Ay carajo! Sacudí la cabeza, ya había perdido suficientes bragas en menos de una semana.

Los padres de Ava fueron los primeros en terminar la eterna conversación, llevándose a mi amiga casi de las orejas. El señor y la señora Adams no eran muy firmes en la educación de su hija según los padres de familia que se reunían al menos una vez al mes en el consejo de padres de la escuela. Sus hijos se drogaban y ellos creían que tenían derecho a influir en la educación de hijos ajenos.

En fin, la hipotenusa.

La señorita Charlie se despidió de Kaegan con una sonrisa bastante amistosa y rubor en sus mejillas.

—Como que mucha confianza, ¿no?

Kaegan me miró con indiferencia y negó con la cabeza. Me sorprendió que no dijese nada, el hijo amargado de Ares siempre tenía algo que decir, y esta vez, me preocupó que no lo hiciera.

¿Estaría tramando mi funeral?

Dios me libre.

El camino a casa se sintió pesado, incluso el cielo había pasado de un lindo azul bebé a un gris feo y opaco, dentro de nada, llovería a cantaros y las calles de New Shena, se llenarían de agua y charcos por doquier.

Nos acercábamos a casa cuando las primeras gotas de agua comenzaron a reflejarse en el vidrio y Kaegan se aseguró de removerlas con el limpiaparabrisas. Tanto silencio, me resultaba perturbador e inquietante, no es que quisiera que fuésemos insultándonos durante todo el trayecto, pero vamos, que Kaegan permaneciese callado después de haber intentado escaparme a la hoguera, no era una buena señal.

—¿No piensas decirme nada? —Pregunté, aclarando mi garganta y con la mirada fija en las gotitas que poco a poco, seguían empañando el vidrio.

Recibí silencio,

Y un suspiro cargado de fastidio, también.

Cuando llegamos y Kaegan bajó del auto sin dirigirme media palabra; recibí una notificación de Ava, enviándome el hashtag que estaban usando todos los chicos en la hoguera y un emoji de berenjena.

Alcohol. Fogata. Lago. Besos. Nalgas mojadas.

Bufé y me tiré de espaldas a la cama.

Una nueva notificación.

Un mensaje

Ben Connor

Corazoncito roto.

Vida amorosa arruinada checkkk.

Bajé a la cocina un par horas después, todo estaba a oscuras y en silencio, excepto por la luz del televisor en la sala y el minucioso sonido de un comentarista de futbol.

Kaegan estaba recostado en el sofá grande, una de sus manos recargada sobre el reposabrazos sosteniendo una cerveza de lata y una de sus patitas guindaba sobre la mesita en el centro.

Estaba de espaldas, lucia relajado y muy metido dentro del partido de futbol.

—¿Ahora te dedicas a espiar detrás de las paredes, June? —Di un respingo que por inercia me llevó a moverme de un lado a otro, luego escuché una risita poco amistosa—. Parece que tienes malos hábitos.

Se puso de pie, pasándose la mano por el cabello y tropezando con la pata de le mesa, se tambaleó. La sala estaba lo suficientemente oscura, pero no demasiado como para no darme cuenta de que sus ojos se habían vuelto un poco más pequeños y había ladeado una sonrisa

—Eres una chica mala, June. —Titubeó, acercándose un paso en mi dirección.

El olor a alcohol me sacudió cuando lo tuve cerca, bastante cerca la verdad.

—¿Estás ebrio? —Pregunté confundida.

Obviamente lo estaba, sus ojos estaban más de allá que de acá.

—Te advertí que no me retaras, June. — El calor se me subió por el cuello, instalándose y dejando manchas rojizas en mis mejillas, no necesitaba verme en un espejo para estar segura de ello.

Ay padre santísimo, me comenzaron a sudar las nalguitas.

—Deberías subir a la cama—Demandé, dando un par de pasitos lejos de él, pero al darme cuenta que se acercaba más y se tambaleaba, lo cogí del brazo, una de mis manos reposó en su torso.

¿Pero que comía este tipo para estar así de marcado? No lo averigües, June, por favor no lo averigües.

A ver, perra, ¡¡concéntrate!!

—Te creí capaz de cualquier cosa, June. —Manifestó con una negación de cabeza muy leve—. Pero intentar escaparte para irte a besuquear con ese atleta, es tener las hormonas demasiado alborotada. Además, ¿Qué le miras? Es un escuálido con aires de superioridad.

—Lo de superioridad te queda mejor a ti, ¿no? —Pegunté, no esperando que me respondiera.

—Que te puedo decir, tengo de que alardear. —Por supuesto que iba a responder, era Kaegan Dagger.

—Mejor cierra el pico y ayúdame a sostenerte. Pesas más que un elefante, carajo.

Abrió la boca, pero el reproche murió en ella y su peso se hizo más difícil de sostener.

—Las mujeres son un dolor de cabeza, estoy harto de discutir con ellas, no importa su edad, nublan los pensamientos y lo joden todo. —Apenas y pude armar una oración de todas las palaras que salieron de su boca en un titubeo.

Me dedicó una mirada cargada de resentimiento y culpa al mismo tiempo. Sus ojos se oscurecieron dos tonos más que el suyo propio y se enrojecieron. Yo le sostuve la mirada por un instante, me recordaba a un ángel caído, de esos que describían en los libros; imponente y arrolladoramente atractivo, incluso de ese modo, pasado de tragos y con expresión arrogante.

Ahora mismo, era él quien me nublaba los pensamientos, así que tenía que pensar muy bien que hacer.

Si lo soltaba, se caía de espaldas al piso, no queríamos un culo paralitico.

Subir las escaleras con esta majestuosidad de hombre tampoco era una opción, no queríamos dos culos paralíticos.

Así que lo lancé de culo al sofá, y si, era consciente de que había dicho demasiado la palabra culo en menos de cinco minutos, y si, también era consciente de lo nerviosa que estaba cuando cayó de espaldas y mi mano quedó atascada entre su dorso y el sofá, acercándome a su cara. Preciosísima cara, por cierto.

Muy cerca, de hecho, demasiado cerca. Tan cerca, que podía sentir el olor a cerveza casi dentro de mi garganta, hubiese sido conveniente tener otra cosa hasta la garganta, pero era lo que había, ¡joder, June! Que cochina eres.

Mmm... —Kaegan balbuceó algo que no pude comprender mientras cerraba y abría los ojos.

Este hombre estaba más de allá, que, de acá, no muertito claro, sino borracho.

Traté de zafar mi mano empujando su torso a un lado, pero la tarea fue agotadoramente difícil, bufé, y en un segundo intento, me percaté de como su camisa se había subido hasta la altura de su ombligo, dejando ver un caminito de vellos oscuros que te guiaban hasta la puerta de infierno.

Tragué en seco y fantaseé con la idea de pasar mi mano libre por debajo de su camisa, ya que la otra se me estaba durmiendo y hormigueaba debajo de su espalda. Fantaseé también con la idea de acariciar su consistente pecho con las yemas de mis dedos, mi cuerpo relajándose junto a él e inundándome con el olor a perfume y alcohol, una mezcla bastante exótica.

La idea me nubló los pensamientos y cerré los ojos, dejando que la imaginación tomase todo el control de la situación, y preguntándome que se sentiría realmente tomar ese esculpido cuerpo entre mis manos, acariciarlo y apretarlo. Aquella ridícula idea me hizo sonreír con los ojos cerrados.

—June...—Casi pude escuchar su voz llamando a mi nombre dentro de mi propia fantasía, me tenté a morderme el labio inferior.

—¿Qué? —Respondí casi sintiendo su piel caliente dentro de mis dedos.

—¿Te gusta lo que tocas? —Su voz ya no se escuchó tan lejos de mi propio ensimismamiento y abrí los ojos de súbito.

¡Ay mierda!

¡AYYYY MIERDAAA!

Entré en pánico al darme cuenta de mi mano ya no tan libre estaba por debajo de su camisa, hasta la altura de su pecho, donde se sentía la piel calientita y muy suavecita. La mitad de mi cuerpo estaba sobre el sofá, junto al suyo, o casi encima.

El terror me sacudió de golpe al encontrarme con sus ojazos verdes bien abiertos y una línea de dientes blancos por debajo de su sonrisa de burla. Saqué ambas manos de un tirón, haciéndolo removerse sobre el sofá y, provocando que cayese de culo al suelo, me puse de pie.

—Yo... —Espeté con la mierda atascada en la garganta—. Lo siento... yo... no...

Patitas para que te tengo.

Me eché a correr.

Tropecé.

Seguí corriendo.

Quise desaparecer.

¡Espero les haya gustado muuuuucho! ¿De que parte del universo me esta  leyendome? 

No olviden dejar su comentario y su estrellita, es muuuy importante para mi, vamos a llegar a 200 votos y 200 comentarios, pongan esas nalguitas sudadas a trabajar


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