3. "Juego para dos"
"June 1. Kaegan 1. Se suspende el juego por bragas mojadas."
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Bajé las escaleras cuando marcaron las seis con cincuenta y me ajusté la faldita de cuero rosa en el espejo de la entrada. Unté mis labios con el labial del mismo tono de mi falda y estiré la blusa blanca de tirantes. ¡Pero que guapa!
—¿Para dónde vas con tanta monería y cabello arreglado? —Di un salto sobre mi lugar cuando la voz de lo perturbable me tomó por sorpresa.
Vi a Kaegan través del reflejo del espejo. Mentiría si diría que no me robó el aliento. Llevaba unos pantalones claros desgastados y una playera que se le ajustaba al cuerpo, marcándole con evidencia sus pectorales orgullosamente trabajados. ¡Pero que hombre!
Me giré, completamente tentada a morderme el labio interior, pero con lo poco que me quedaba de dignidad delante de él, lo evité. Opté por sonreírle con predominio. Con la ropa que llevaba, ya yo me sentía poderosa y alardeada.
—Para donde no te importa. —Respondí, clavando mis ojos sobre los suyos.
Una sonrisa de suficiencia adornó sus facciones y negó ligeramente con la cabeza, su cabello negro era tan oscuro que le daba un aire de lo mas salvaje.
¡Todo un tigre! Grr. Se atrevió a pensar mi fuero interno acalorado.
—No. —Hizo una mueca con los labios, luego se los remojó. Que injusto todo, yo también quería probarlos—. De hecho, no me importa. Pero cuando Mark llame, quiero asegurarme de que estés metida en tu cama y cenada.
Bufé y un flequillo se me movió de la frente con el gesto.
—Mark ni siquiera ha llamado, y por la hora, dudo que pretenda hacerlo.
—Hablé con el hace media hora, si supieras. —Se regocijó cuando cruzó los brazos sobre su pecho y se le marcó aquel cuerpazo.
De pronto, ya no supe si necesitábamos calefacción.
—Ja.Ja. —Rodeé los ojos—. Estoy segura que si lo hubiese hecho, te habría pedido ponerme en la línea.
Se encogió de hombros, soltó los brazos y hurgó entre los bolsillos traseros de su pantalón, sacó el móvil y con la pantalla encendida me lo mostró.
«Llamadas. Mark. Seis con treinta»
—De acuerdo. ¿Por qué te llamaría a ti y no a mí? —Enarqué una de mis cejas y reí con carencias—Vamos, soy su hija.
—Si, pero yo soy su sangre.
Me quedé impávida y con las palabras atoradas en la garganta. La sonrisa de victoria que se estiró en la comisura de su boca, no hizo mas que calentarme, hervirme de sobremanera la sangre, tanto, que podría cocinar su perfecto rostro a la plancha sobre mi piel que ardía, y, esta vez, no era por su mera presencia.
—¿Crees que no me doy cuenta? —Pregunté mirando el verde que se enaltecía en sus ojos. ¡Que preciosos eran! ¡Joder, June! ¡Concéntrate! —. Se que soy adoptada, ¿de acuerdo? No consigues hacerme sentir mal al respecto. Se que eres de los que iban a colegios caros, camping con amigos y se divertían con juguetes nuevos. —Sonreí con una notable hipocresía—. ¡Estupendo! También se que vengo de carencias, de donde no tenía ni el hueco para caerme muerta, pero gracias a toda esa mierda, se lidiar con tipos como tú.
Al principio, mis palabras parecieron abofetearle, su semblante cambió a uno mas serio, casi, pude ver un atisbo de pena en sus pupilas que ahora se oscurecieron a marroncitas. ¡Bah! Que equivocada, una sonrisita perversa nació desde la comisura de su boca.
¿Pero por qué sonreía de aquella manera? ¡Debería estar enfadada! Pero no, mas bien estaba cardiaca. AuxilioOoOo.
—Cuéntame, June. —Se acercó un paso al que yo le puse distancia—. ¿Cómo se supone que son los tipos como yo?
Guapos, ardientes y provocarían orgasmos con su sola presencia, pero por supuesto, me reservé aquellos pensamientos para lo mas profundo de mi fuero interno. Así que me limité a no responder, y no porque el reloj marcaba las siete y Ben ya estaba tocando el timbre al otro lado de la puerta, sino porque no iba a darle la satisfacción de hacerle saber que todavía no recuperaba mis bragas desde la última vez.
Kaegan, por su parte, miró por encima de mi hombro, directo a la puerta. Luego, clavo su mirada sobre mi en advertencia.
—Si cruzas la verja del jardín, vas a estar en problemas, June.
Sonreí.
—¿Qué, acaso vas a darme nalgadas como a una niña pequeña?
Mordí el interior de mi mejilla tras soltar aquello. No pude evitar recordar alguna escena a los Christian Gray.
—Si insistes en comportarte como una.
Se acercó, su aliento y su colonia de completa masculinidad me inundaron los poros y los orificios de la nariz, pretendiendo intimidarme con su altura.
Levanté la barbilla, nuestras narices hicieron leve contacto y el no se apartó ni yo me quejé. Sin embargó, fui yo quien, un instante más tarde, rompió con aquel contacto, uno que a él pareció disgustarle y a mi divertirme. Avancé uno, dos y tres pasos hasta la puerta, sin dejar de mirarle y devolviéndole una sonrisa de prepotencia.
El me retó, y yo no me inmuté. Giré sobre mis talones y abrí la puerta.
Del otro lado, me recibió un gran ramo de lirios blancos con tallo largo, detrás de ellos, se encontraban los ojos azules y la impecable sonrisa de Ben. ¡Pero que detalle! Me cosquilleo el estómago, aunque, comparado con las veces anteriores, fue con menor intensidad, algo que me vino de sorpresa, porque, cuando se trataba de él, todo iba en aumento.
—Hola June. —Su tono me resultó muy cálido.
—Hola, Ben. —Le devolví el gesto con el mismo agrado. Se mantuvo un instante en silencio, solo para escanearme de pie a cabeza.
—Preciosa. —Dijo cuando volvió a mis ojos y sentí como las mejillas me tomaron color.
—Hey, Bart. —Saludó Kaegan desde atrás.
Le miré. Completa diversión bailaba en su voz.
Ben, por su lado, sonrió incomodo por encima de mi hombro. No supe si por la presencia de Kaegan, el cambio tan adrede de su nombre o por ambas.
—¿Qué hay hombre? —Ben estrechó su mano.
—Se llama Ben. —Solté entre dientes cuando Kaegan se acercó para cogerla y estrecharon el saludo.
—Claro, Ben. —Resaltó al final con asentimiento de cabeza—. Veras, ahora mismo June está cogiendo un resfriado, como te das cuenta, tiene las mejillas y la nariz colorada. Así que, creo que la salida no será posible por hoy.
Se me abrieron los ojos como platos, redondos y llanos. ¡¿Qué demonios le pasaba?! Quise interrumpirlo, pero fue Ben quien no demoró en contestar.
—Tranquilo hombre. —Le palmeó el hombre con una sonrisa—. Ni siquiera iremos afuera, no te preocupes por el sereno, tu sobrina estará bien.
¡Pero que golazooo! Sonreí en mi interior al ver la cara de poker de Kaegan. Quien tensó la mandíbula y estirando sus hombros hacia atrás, los huesos de la espalda le sonaron. Finalmente asintió, derrotado y con una miradilla de que nos estaría vigilando, desapareció a través de la cocina.
Ben había estado haciéndome reír durante todo el rato, casi, me dolían las tripas. Compartimos un par de galletas y vasos de leche como postre. Anterior a eso, habíamos pedido un par de hamburguesas.
—Hemos estado toda la noche hablando de mí, June just June. —Recalcó al final con una sonrisita y levantamiento de cejas—. Ahora, cuéntame de ti.
Si, me había hablado acerca de su niñez y parte de su adolescencia. Creció con sus abuelos en New York, la ciudad grande. Al cumplir los diez, sus padres decidieron regresar a New Shena, donde había una vacante como político y su padre se lanzaría para alcalde cuando hubiese ganado la confianza y el cariño del pueblo, justo como ahora.
Le gustaba el futbol desde que tenía memoria, cualquier cosa pateaba, no pude evitar sonreír cuando en pleno aprendizaje se llevó un par de vidrios de los autos de sus vecinos. Ahora mismo, jugaba con todo aquel potencial para aspirar a una beca en la universidad de Columbia, y con lo bueno que era y le promedio que se gastaba, desafiaba porque la conseguiría.
—Me gusta el ballet. —Confesé y mordí el interior de mi mejilla.
—¡Vaya! —Ben mi miró con asombro—. Así que quieres ser el próximo cisne negro.
—Tengo expectativas altas. —Me encogí de hombros y me recargué sobre la espalda del sofá—. También quiero aplicar para una academia en New York cuando terminemos la escuela.
—¿Así que hasta New York me vas a buscar, June? —Sus ojos azules buscaron los míos, entonces, se acomodó en el asiento, acercándose con evidencia.
—¿Y en New York me vas a esperar, Ben?
Su rostro se acercó al mío, yo no me moví, ni siquiera me acerqué. La June de esta mañana hubiese ya estampado su boca sobre la de Ben, pero por alguna razón, no lo hice, aun así, permití que él se acercara. Contuve la respiración, un hormigueo que se sacudió en mi estómago me hizo presionarlo con sutileza. Cerré los ojos y esperé el contacto, pero este simplemente no llegó y yo me quedé con la boquita de pato.
—¿Te gusta el beisbol, Bart? —Abrí los ojos de súbito, encontrándome con la mirada divertida de Kaegan por encima del hombro de Ben —. Ya vi que eres atleta.
Ben se alejó de un salto y se tensó sobre su asiento. Se ahogó incluso con su propia saliva, y supe que no era por las palabras o la sola interrupción de Kaegan, sino por el bate de béisbol que sostenía con una mano y se palmeaba con la otra.
—Que va, man. Soy más de fútbol americano. —Respondió atascado.
Kaegan soltó un sonoro suspiro que se escuchó en todo el salón.
—Es una lástima. —Sonrió—. Hubiese sido estupendo batearte las pelotas.
Ben carraspeó su garganta y se colocó de pie.
Oh, no, no, no ¡Pelea de machos!
¡Auxilio! Esto no pintaba muy bien...
—Disculpa... ¿Qué?
—Que hubiese sido estupendo batearte las pelotas. —El pelinegro no se inmutó, y al final añadió—. Claro, en el juego.
Habia una mancha de sudor en la frente de Ben, lo que significaba que aquello no podia ir bien, joder. es que los hermanos Dagger venian con instrucciones de arruinarme la vida.
—Creo que es hora de que me vaya.
Kaeagn se encogió de hombros y miró el reloj en su muñeca, para finalmente asentir con un suspiro pesado.
¿matarlo sería poco? oh dios, mejor que escondas tus bates esta noche
Cuando Ben se despidió con un decepcionado beso en mi mejilla y se subió a su Jet sacudiendo la mano con una sonrisa, yo cerré la puerta detrás de mí, yéndome directamente a la cocina.
Kaegan hurgaba en la nevera cuando yo rodeé la isla y enfurecida le cerré la puerta.
—¿Se puede saber por qué hiciste eso? —Cuestioné, encendida, colérica.
—¿Por qué he hecho, que, sobrina? —Recargó su antebrazo sobre la puerta de la nevera y todo su desodorante masculino se me coló por la nariz.
¡¿Pero que me pasaba?! ¡Tenía que dejar de desconcentrarme tanto!
—¡No me jodas!
—Niña. —Me riño con una sonrisa—. ¿Con esa boca ibas a besarle?
—Si no hubieses aparecido a espantarlo, tal vez sí. —Me crucé de brazos.
Sus ojos vagaron desde mis pechos hasta mis pupilas. Desde mis pupilas hasta mis pechos. Me hubiese gustado saber lo que pensaba en ese momento.
—¿Cómo te puede gustar ese escuálido, por cierto?
Rodé los ojos y bufé.
—Es un buen chico.
—¿Y tú, June, eres una chica buena? —Me miró la boca, con descaro, estudiando la forma que llevaban mis labios
Silencio.
Una sonrisa ganadora de su parte.
Mas silencio.
—Ve a la cama, June.
—Tu no me dices lo que tengo que hacer. —Le reté, devolviéndome la misma mirada devoradora a sus labios.
No quise contenerme de probarlos, pero lo hice, me apreté las manos en un puño y respiré con paciencia.
—Basta June. —Escupió con fastidió—. Sube a tu habitación y mete tu ofrecido culo a la cama.
Me sonrojé, pero no de buena manera, me molestaron sus palabras, estaba diciéndome ofrecida. De pronto, una rabia comenzó a crecer dentro de mí, él pareció notarlo, porque no dejó de sonreír.
—¿Qué dijiste? —Quería asegurarme de haber escuchado bien.
—Me escuchaste.
Y yo no pude contenerme, le di un empujón y le bofeteé tan fuerte que incluso me ardió la palma.
Una colera lúgubre cubrió sus facciones, pero luego, pareció divertido ante mi arrebato. Esa endiablada sonrisa suya, creció desde la comisura de su boca y se relamió los labios.
—NUNCA. VUELVAS. A. TOCARME. —Soltó con precisión, enrojecido.
Yo no me dejé intimidar, y si lo hizo, al menos no se lo demostré.
—Y tu no vuelvas a insultarme, imbécil.
Me miró.
Lo miré.
Su juego de prepotencia no me haría quebrantar delante de él, ya había pasado demasiada mierda en mi vida como para permitir que un pedazo de imbécil —ardiente como el infierno, por cierto—. Me hiciese sentir de alguna manera, menos que él.
Así que me enfrentaría a su juego.
Uno al que los dos accedimos entrar. Un juego que, Kaegan estaba decidido a ganar y yo no estaba dispuesta a perder.
¡Joder! Menudo lío en el que me había metido...
¡Espero les haya gustado muchooooo!
Y en este juego. ¿Quién obtendrá un 100?
No olviden que, dejando sus votos y todo su amor en los comentarios, las actualizaciones vienen volando.
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