Capítulo 15
━━━✦❘༻ ✦ ༺❘✦━━━
CAPÍTULO 15
La decisión final
━━━✦❘༻ ✦ ༺❘✦━━━
Más tarde, Kim Min Joon deja a Ji Ho en la ducha tras verlo calmarse un poco, y se va a la farmacia en busca de alguna medicina que ayude a su hermano menor a descansar durante la noche.
Supongo que soplar las velas quedará para el día siguiente.
Mientras tanto, hay algo que no deja de inquietarme. Resulta que Do Jun puede mantenerse alejado de Ji Ho, y aparece cada vez que se encuentra en problemas gracias a la esfera.
Solo espero que esta vez esté cerca si algo falla.
Imaginé que al salir del baño, Ji Ho tendría un aspecto lamentable, pero es todo lo contrario. Parece más despejado y sin cargas.
Ya no llora.
Pone en modo aleatorio la música que le gusta, y por primera vez revisa la tarea que tenía pendiente, pero se cansa deprisa, y la abandona sobre el escritorio. No sin antes tomar un pequeño pedazo de papel que tenía guardado dentro de un cajón, sonreír, y meterlo en su bolsillo después de contemplarlo durante largo rato.
Con el teléfono en mano, va a sentarse sobre la orilla de la cama, y en lugar de comprobar las redes sociales —como pienso que haría cualquier persona—, enciende la cámara del móvil.
Se trata de una aplicación especial, pero no sé cuál es el nombre.
Ji Ho apunta hacia cada rincón, hasta encontrarme de pie en una esquina de su cuarto.
—¿Todo el tiempo te quedas ahí? —pregunta.
Se me ocurre mover el brazo para negar, y parece que funciona, porque él responde:
—Entonces, ¿por qué no te mueves?
Vuelvo a dar una respuesta negativa con mi extremidad.
—¿No quieres o no puedes? —Se levanta, y con paso seguro se acerca a mí—. ¿Cómo te llamas?
Pienso en lo bien que me habría resultado en este momento haber tomado clases del lenguaje de señas, pero aunque lo supiera, no creo que él pueda entenderlo.
Sin embargo, se me ocurre otra idea.
Tomo aire y siento como si tuviera un problema grave de articulaciones mientras camino lento hacia el baño.
A mi lado, Ji Ho avanza con curiosidad y una partícula de recelo. Debe parecerle extraño, pero no comenta nada, sino hasta que nos encontramos en el lugar que nos volvió a reunir en esta nueva vida.
Me gustaría que exista algún modo que no lo haga llorar, pero tampoco puedo explayarme tanto.
Aprovecho que el espejo sobre el lavamanos todavía sigue empañado, y acerco mi dedo índice.
Al comienzo lo deslizo con miedo de que no vaya a funcionar como la última vez, pero cuando compruebo que es efectivo, se vuelve más complicado tras avanzar dado que la mano me empieza a temblar. Debo hacer una pausa al terminar el primer trazo, para luchar contra las manchas negras que empiezan a teñir mi campo de visión. Ji Ho aguarda paciente mientras tanto.
Al final del último carácter, mi brazo cae como si mi cerebro hubiera desconectado todos los nervios de esa misma extremidad, de modo que la ese se alarga más de lo necesario.
Dentro del último instante encuentro apoyo del lavamanos, respiro hondo y sacudo la cabeza, como si aquello pudiera mantenerme consciente. No obstante, el modo más efectivo es verlo a él y obligarme a permanecer en pie, por si él es el primero en caer. Entonces podré buscar la manera para servirle de consuelo.
Sus labios tiemblan al repasar una y otra vez lo que yace escrito en el espejo. Da un paso hacia al frente, y su mano temblorosa aprieta sus labios hasta sonrojarlos. Parpadea y se acerca un poco más.
El dolor inunda mis ojos, desbordándolos de pena.
—Jota ese —pronuncia. Por un momento lo veo tratar de resolver el acertijo, luego su garganta hace un esfuerzo al tragar, sus ojos se expanden y sus labios tiemblan—. Jun... ¿Seo? ¿Eres tú, Jun Seo?
Durante un instante contemplo el espejo.
«JS».
Muevo la cabeza arriba, abajo, y eso es todo.
No hay nada más que pueda hacer.
—No... No... —Sus palabras salen convertidas en un aliento exhaustivo, en algo que es casi incomprensible hasta el momento en el que se aclara la garganta.
—Está... Pero... No lo entiendo. Desde hace más de tres meses él... Es decir, tú... —Sus ojos encuentran el lugar exacto de los míos, y en ellos veo el arrepentimiento. Pero por vez primera, no me siento invisible, y sus palabras también lo demuestran—: Jun Seo.
«Quería que me vieras y sepas que estoy aquí, contigo».
Me gustaría tener la oportunidad que tuvo su hermano para decirle: «No estás solo. Yo también cuido de ti».
Al igual que cuando aparecí ante él en esta nueva forma de vida, me mira con la misma angustia; la de alcanzar a alguien que no puede ver siquiera.
«Llévame contigo», había dicho.
«No me dejes»... sumido en la desesperación.
Aunque no las pronuncia, consigo ver esas mismas frases reflejadas en su mirada en este instante.
Tampoco voy a permitir que venga conmigo. Tiene mucho por lo cual vivir, y a un hermano que no solo lo ama, sino que también lo necesita. No puedo dejar que sea tan egoísta como yo.
No quiero perder la magia de haber encontrado su mirada, la misma que nuestros ojos buscan desesperadamente sostener. Hay miedo y confusión en las gotas que ruedan por su piel hasta saltar hacia los azulejos a nuestros pies.
Mis manos, anhelantes, solo desean alcanzarlo. Sin importar más nada. Pero apenas consigo mover los dedos. Tampoco deseo que, por cualquier equivocación, él muera.
Sin embargo, soy débil. De la forma en la que ahora me encuentro, no hay nada más que pueda hacer por él.
—¿Qué sucede? —pregunta. Como si se hubiera dado cuenta de algo, la preocupación acaba de quebrar su voz.
Mi mano atraviesa el lavamanos, pero es la suya que, de forma inesperada, me jala hasta sostenerme entre sus brazos.
La sensación que produzco en él no parece agradable si sus dientes castañetean como si hubiera acabado de deslizar un cubo de hielo por su espalda. Sin embargo, yo percibo la calidez de su cuerpo y disfruto de la sensación de quedarnos así, en contacto físico.
Por un instante, me parece que el tiempo se detiene. Nuestros ojos se encuentran y su rostro se ilumina con una sonrisa de reconocimiento.
—Hay algo que quise entregarte el día en el que publicaron la fotografía —confiesa y me pesa el alma.
Al mismo tiempo, me siento abrumado por una oleada de felicidad que me recorre el cuerpo. Durante un instante es como si todas las preocupaciones y tristezas desaparecieran de mi mente y solo quedara este momento, en el que nuestros ojos se encuentran con un sentimiento de gratitud y de aceptación.
Me siento afortunado de ser visto por esta persona. Da igual la forma que sea, mi corazón late en respuesta, y con fuerza ante la posibilidad de que esa mirada signifique mucho más.
No sabía que, en su lugar, sería él quien me serviría de consuelo. El simple hecho de tenerlo cerca, puede hacerme sentir en paz.
A esto debí llegar para por fin detectar su amor irradiando hacia mí y viceversa. En este momento solo existimos nosotros dos, conectados por un mismo sentimiento. Es una sensación de plenitud. De que, a pesar de todo, estamos en el sitio correcto, en el momento apropiado, y con la persona adecuada.
Es seguro que no puede soportar con mi peso y el suyo juntos, de forma que, en algún punto, ambos terminamos sentados en el suelo.
—¿Jun Seo? —pregunta en voz baja. Casi no lo oigo. Tocarlo se vuelve una mezcla de deseo y necesidad. Es como si su presencia física me atrajera.
No puedo evitar sentir la electricidad que corre por mi cuerpo cuando nuestras manos se rozan por accidente, y no sabía cuánto anhelaba el momento en que pudiera abrazarlo y sentir su calor contra mi piel de la misma forma que ahora. Cada célula de mi cuerpo parece estar gritando su nombre.
Es una sensación intensa, casi adictiva, que me hace sentir vivo.
Reconozco que guardaba sentimientos incontenibles por esta persona, y que incluso ahora, no hay nada que pueda hacer al respecto.
No deseo volver a verlo llorar, pero es tarde. En sus mejillas, sus sentimientos brotan convertidos en lágrimas.
Cuando consigo levantar la mano con la intención de aclararlas, algo nuevo sucede. No solo basta con que no pueda tocar objetos del mundo de los vivos, sino que ahora consigo ver a través de mi mano.
Lo mismo pasa con el resto de mi cuerpo. Es como si de pronto me estuviera convirtiendo en un espejismo; uno que empieza a desvanecerse.
Ambos nos percatamos del reflejo de una luz que se cuela por la ventana, cuando toma la fuerza suficiente como para teñir el baño y a los dos por igual. Del rojo, cambia al azul, y el proceso vuelve a repetirse.
A partir de entonces, casi no somos conscientes de lo demás... Del sonido que emite un auto al abrir y cerrarse, de los golpes en la puerta principal, de los pasos aproximándose de prisa.
Sin embargo, un pequeño objeto en el suelo irradia un reflejo más brillante que todo lo demás y me da de lleno en la cara.
Es la esfera. Debió escapar de mi bolsillo cuando nos derrumbamos al suelo, y ahora yace en un lugar cerca de la puerta del baño.
El vaho en su interior está más inquieto que nunca. Forma las palabras que, por más que intento, no consigo descifrar.
Mi corazón se acelera, y de pronto solo puedo rogar para que, sea lo que sea, Do Jun se encuentre cerca.
—Kim Ji Ho —llama una voz desde la habitación—. ¡Kim Ji Ho! —Ahora está gritando, pero en mis oídos suena como un eco lejano.
Los pasos entran en el baño, y la esfera rueda hacia alguna parte porque alguien la patea sin darse cuenta.
Hay varios hombres acompañados de la luz de linternas que me ciegan casi por completo. Mi visión se ha convertido en una mezcla de manchas blancas y negras.
Toda la planta baja debe encontrarse con las luces apagadas.
—Kim Ji Ho, estamos aquí por el asesinato de Lee Do Jun.
—¡Quieto! —Una del par de luces blancas se estremece, como si el dueño del par de manos que la sostienen, se estuviera debatiendo qué hacer a continuación.
Un estruendo y Ji Ho aparta la mirada. Las lágrimas saltan de su rostro, pero no por el miedo a los que acaban de forzar su entrada. Puedo advertir el pánico cuando intenta desenterrar algo del interior de su bolsillo como si quisiera hacerlo a tiempo, y sé que un pedazo de papel fue lo último que guardó en ese lugar.
—¡He dicho que no te muevas!
La luz me ciega lo suficiente para pasar por alto lo que sucede durante los siguientes segundos, hasta que el estruendo de un disparo me toma desprevenido, más aún cuando mi cuerpo cae vencido hacia atrás, como si ya no hubiese nadie más para sostenerme.
Como si él se hubiera ido.
━━━✦❘༻ ✦ ༺❘✦━━━
¿Cómo que Ji Ho le quitó la vida a Do Jun? 😭
Palabras en el capítulo: 1851.
Palabras totales: 22601.
✦ ✦ ✦
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top